Espacio Climatico Chiapas
unread,Dec 23, 2011, 3:03:59 PM12/23/11Sign in to reply to author
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to Espacio Climático Chiapas - PRENSA
Un milagro en Los Chimalapas
Por Emanuel Gómez.
Oaxaca-Chiapas, a 23 de diciembre de 2011.
Al iniciar enero de 2009 visité la zona oriente de San Miguel
Chimalapa, Oaxaca, y a la altura de la comunidad San Antonio encontré
con los campesinos comuneros que sostenían un bloqueo parcial de la
carretera de terracería de esta región de bosques y selvas que se
presume ser la más rica en biodiversidad de todo Norteamérica y que,
lejos de contar con un plan de manejo forestal ordenado, se encuentran
en un conflicto agrario que hace muy vulnerable cualquier programa de
desarrollo sustentable o proyecto productivo. El plantón que sostenían
los comuneros era contra de los permisos forestales otorgados al ejido
Gustavo Díaz Ordaz, Chiapas, por la Secretaría del Medio Ambiente y
Recursos Naturales (Semarnat).
El argumento del plantón: mientras no se resuelva el conflicto agrario
que desde 1967 fue resultado del reparto agrario que ocurrió hace más
de 40 años, cuando una docena de ejidos ejidos adscritos al municipio
de Cintalapa, Chiapas, erróneamente fueron sobrepuestos en terrenos
comunales de San Miguel y Santa María Chimalapas, Oaxaca, comunidades
indígenas adscritas a municipios del mismo nombre, los comuneros no
aceptarán que los ejidatarios aprovechen los recursos forestales,
incluso fueron retenidos unos autobuses que transportaban madera. En
respuesta, los ejidatarios de Díaz Ordaz retuvieron un camión de los
comuneros de Chimalapas que transportaba resina extraída de los
bosques en conflicto.
En ese momento, enero de 2009, aproveché la visita para entrevistarme
con decenas de personas de la comunidad Benito Juárez, una de las más
activas en la búsqueda de un diálogo de campesino a campesino como
método de resolución del conflcito agrario, y una de las más
participativas en los proyectos de desarrollo sustentable que hacía 20
años empezaron a promover grupos ecologistas como Maderas del Pueblo,
la misma Semarnat, World Wildlife Foundation y muchas instituciones
más que han invertido tiempo, dinero y esfuerzo en la zona mejor
conservada del Sureste de México, y la más vulnerable a problemas
derivados del conflicto agrario.
El resultado de este recorrido lo documenté en un artículo que los
comuneros chimalapas titularon Pønjø tø’jquen chej tun adam.
(Despacio, pero avanzamos), y que publiqué con el nombre Repensar Los
Chimalapas, por ser una evaluación de los procesos organizativos y de
desarrollo sustentable existentes en la zona en los últimos 10 años,
valorando si era posible que ocurriera otro incendio en Los Chimalapas
como el ocurrido en 1998, cuando se incendiaron más de 200 mil
hectáreas de bosques y selvas, en lo que se recuerda como el peor
incendio forestal del que se tenga memoria en México y Centroamérica.
Tristemente concluí que en los diez años que han pasado desde el
terrible incendio de 1998, sólo se han resuelto dos conflictos
agrarios de una total de 22, que las organizaciones no gubernamentales
habían reducido su presencia en la zona por falta de recursos, que la
Semarnat seguía trabajando pero era objeto de discordia entre
ejidatarios y comuneros y que el programa con mayor expansión era la
ganadería vacuna.
Sólo un milagro podría revertir esta situación de conflictos
socioambientales, que incluyen problemas agrarios, de organización, de
bajos ingresos económicos, en un contexto de muy ricos recursos
forestales, hídricos, agrícolas y paisajísticos sin aprovechamiento
alguno.
Tres años después de esta visita regresé a Los Chimalapas como parte
de la caravana de derechos humanos que hizo un recorrido para
documentar la situación de conflicto abierto por un nuevo bloqueo con
las mismas demandas no resueltas desde hace más de 40 años: solución
al conflicto agrario con los camiones de aporvechamiento forestal
retenidos tanto por los comuneros de los municipios oaxaqueños como
por los ejidtarios chiapanecos. Sólo que en esta ocasión, en noviembre
de 2011, el bloqueo era total, con una cadena como símbolo de la
imposibilidad de abrir el paso, afectando en particular a los
pobladores del ejido Diaz Ordaz.
El gobierno de Chiapas anunció la creación de un nuevo municipio de
nombre Belisario Domínguez en la zona de conflicto, lo que de
aprobarse entorpecería el problema mucho más, pues aun si se creara
este municipio sería sobrepuesto en zonas de conflicto agrario y sin
acuerdo de manejo forestal. El gobierno de Oaxaca, por su parte,
respaldó el método propuesto por los comuneros de Los Chimalapas:
abrir el diálogo de campesino a campesino. Los ejidatarios de Díaz
Ordaz, por su parte, acusaron dolosamente y sin pruebas a los
comuneros chimalapas de portar armas y tener una estructura
paramilitas, situación que fue desmentida oportunamente por la brigada
de derechos humanos que visitó la zona.
El 22 de diciembre de 2011, el milagro ocurrió en Los Chimalapas:
autoridades de las dos comunidades y municipios Chimalapas firmaron
junto con 10 comisariados ejidales de los municipios Cintalapa y
Ocozocuautla, Chiapas, un acuerdo de paz que permitiría la resolución
del conflicto agrario y de límites, con base en el diálogo de
campesino a campesino. El acto se celebró en la Secretaría de
Gobernación, teniendo como testigos de honor a los gobernadores de
Oaxaca, Gabino Cué, y de Chiapas, Jaime Sabines, y fue considerado por
el Comité Nacional por la Defensa de Los Chimalapas, la coalición que
agrupa a las organizaciones civiles solidarias con esta causa, como un
hecho histórico.
Para que este acuerdo sea duradero, los gobiernos estatales y federal
habrán de cumplir con la imparcialidad que les demanda la ocasión,
facilitar los encuentros de diálogo directo entre campesinos y evitar
actos unilaterales como la declaración de nuevos municipios, nuevos
proyectos forestales, de mercados de carbono o de Áreas Naturales
Protegidas.
Como en todo proceso de diálogo, ambas partes del conflicto tienen el
reto de aceptar la voz y demandas de la otra parte, reconocer que
tanto comuneros como ejidatarios han sido manipulados por los
gobiernos, empezando por las autoridades agrarias que fabricaron este
conflicto hace más de 40 años por el error de repartir las tierras sin
medición previa.
La propuesta de los comuneros Chimalapas es que los ejidatarios
cambien su situación agraria y acepten que sus territorios están
asentados en tierras comunales de Los Chimalapas, lo que les
permitiría mantener sus tierras incluso su condición ejidal, sólo que
tendrían que aceptar a las autoridades comunales como las autoridades
agrarias más importantes, aún cuando también quieran reconocer a las
autoridades municipales de Chiapas. Este enredo se comprende mejor por
la premisa jurídica de que las fronteras entre estados no delimitan
las comunidades agrarias; una comunidad o ejido puede encontrarse
entre dos, tres o más estados, sean estos municipios o entidades
federativas.
Es el caso de Los Chimalapas, como se reconoce al territorio
compartido entre dos comunidades de origen zoque que herederaron
594,000 hectáreas de bosques y selvas organizadas en dos municipios,
Santa María y San Miguel, y que tienen un 95% de su territorio
asentado en el estado de Oaxaca y sólo un 5% en Chiapas, situación que
ha llevado a un falso debate entre límites de estados que ha sido
complicado mucho más aun por la distribución de una veintena de ejidos
en tierras comunales, así como por la invasión de pequeños
propietarios ganaderos y forestales.
Esta premisa jurídica de que las comunidades agrarias no
necesariamente corresponden con los territorios municipales o
estatales, es reforzada aún más por el Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), que señala que los pueblos indígenas
son aquellos que se asientan en un territorio antes aún de los
actuales límites entre estados.
Los zoques de Los Chimalapas tienen asentados en este territorio
cientos, incluso miles de años, según los documentos coloniales el más
antiguo de 1687, según sus títulos primordiales, cuando los
antecesores de Los Chimalapas compararon sus tierras en jícaras de
oro, unidad de medida que se utilizaba para el pago de tributos
prehispánicos, según el Códice Matrícula de Tributos.
En el caso de los tzotziles chiapanecos que están asentados en
terrenos de Los Chimalapas, tienen 60 años en el territorio, lo que si
bien les da un arraigo con la tierra tan sagrado como el de los
zoques, los obliga a llevar la fiesta en paz con los zoques y a
reconocerlos como los que llegaron primero a la zona. Cualquier
persona que conozca Chiapas sabe que el territorio ancestral de los
tzotziles está en Los Altos, y no en los límites con Oaxaca. La
pulverización de la tenencia de la tierra en Los Altos de Chiapas,
esto es, la disponibilidad de pocas tierras para pueblos en
crecimiento poblacional, ha ocasionado infinidad de conflictos
agrarios, religiosos, político e incluso armados desde la década de
1960, y está en el fondo de este y muchos otros conflictos sociales en
Chiapas.
Esperemos que este acuerdo de paz sea duradero, en un año tendremos
ocasión para evaluar cuántos ejidos han dejado de ser considerados
zona de conflicto con los comuneros Chimalapas. Y si esto se logra,
sentaría un precedente social para la distención en los conflictos
socioambientales, agrarios, forestales y jurídicos.