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Predial Peñalosa II: ¡la bolsa o la casa!
Aurelio
Suárez Montoya, El Espectador, Bogotá, agosto 1 de 2016
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Desde el año 2008 se viene gestando una
verdadera exacción sobre los bogotanos con el cobro del impuesto predial, a la
cual no han sido ajenos la “Bogotá Positiva”, de Moreno y Ortega; la “Bogotá
Humana”, de Petro y Bonilla, y mucho menos la “Bogotá Mejor para Todos”, de
Peñalosa II, que hoy concreta la fase superior del más gravoso proceso
alcabalero en la historia tributaria de la ciudad. El asunto se resume así:
mientras el ingreso por habitante en ocho años ha subido 42 %, el tributo se
acopló al encarecimiento especulativo de la finca raíz, que entre 2008 y 2015
subió el 288 %, casi siete veces el ingreso de los ciudadanos.
La oficina de Catastro ha sido el surtidor de
avalúos ajustados al boom y, mediante sus oficios, el valor inmobiliario de
Bogotá se trepó en ese lapso de $159 billones a $479 billones. Tal
actualización ha consistido no sólo en incorporar los 62 millones de metros
cuadrados construidos en estos años, sino también en elevar el valor de los 219
millones de metros ya existentes en 2008 y clasificar en estratos superiores a
un buen número de predios. En Bogotá hay 2,4 millones de predios y de ellos,
476 mil son parqueaderos y depósitos residenciales; 360 mil son locales u
oficinas no residenciales, principalmente para comercio, y el resto, 1 millón
583 mil, son viviendas.
Según comunicación de la Secretaría de
Hacienda, el resultado de dicho proceso de elevación descomunal del avalúo es
el siguiente: el recaudo del predial unificado pasó de $764 mil millones en
2008 a $2,5 billones en 2015. Se multiplicó 3,3 veces, incluso más que el ritmo
del crecimiento de la inflación de activos que ha vivido Bogotá. Para 2016
espera llegar a $2,7 billones o algo más, con lo cual se completa la
sincronización de este gravamen con el desquiciado comercio bogotano de finca
raíz.
La simplificación
Como, al decir de Salom Becerra, “no hay
situación por mala que sea que no tienda a empeorar”, Peñalosa II, a través de
la denominada “simplificación tributaria”, se las ha ingeniado para estirar más
el caucho.Bajo la figura de la eliminación de estratos –con la que avisa
“desenterrar” viviendas valiosas ocultas en estratos bajos o medios favorecidos
con tarifas inferiores–, la eliminación del beneficio del “ajuste por equidad”
–al que tenían derecho aquellos predios a los se les iba subiendo el avalúo– y
la reducción del descuento por pronto pago, canjeado por la modalidad del pago
por cuotas, al final, a 886 mil se les terminará subiendo el impuesto. Eso sí,
siempre y cuando sea con la misma base catastral, la cual tiende a subir.
¿Cuáles serán los principales perjudicados?
Aunque se presenta como generoso el artículo que establece que el impuesto no
podrá subir más del 20 % por año (casi diez veces lo que se proyecta el alza
del ingreso por habitante para 2016 y el triple del IPC), que también se
propague algún alivio tributario para viviendas de valores menores a $100
millones y que, a la vez, se proclame como progresivo un incremento para las
viviendas más costosas, el verdadero garrotazo se les va a propinar a las
familias de estratos medios, más exactamente a las residencias entre $250
millones y $750 millones.
¿Cuánto será el nuevo valor que para 2017 irá
a la bolsa del Distrito por concepto de modificación de tarifas, eliminación de
descuento por pago anticipado y ajuste por equidad suprimido? Si, como afirmó
Ricardo Bonilla, en 2014 dichos “ajustes” y “descuentos” valían cerca de $400
mil millones, no es aventurado inferir que la Hacienda, bajo la batuta de
Peñalosa II, acrecentará su bolsa –por concepto del gravamen predial– entre
medio billón y $750 mil millones en 2017, el primer año de vigencia de la
reforma.
Cargarse sobre las clases medias no es por
azar. Se sabe que en la composición básica de la ciudad, los estratos de los
extremos, el 1 y el 6, no llegan al 15 %. Son el 3, el 4 y el 5, sin desconocer
el gran peso del 2, los que aglutinan cerca del 70 % de las viviendas
capitalinas y máxime teniendo en cuenta que los estratos 4 y 5 han sido los de
mayor dinámica de aumento entre 2008 y 2015 en cuanto a número de predios. Es
una operación calculada para esquilmar donde quede algo de lana; es decir,
Peñalosa II se arrojó decididamente por el resto.
Las localidades que se verán más afectadas
también pueden conocerse: sectores de Chapinero, Barrios Unidos, Antonio
Nariño, Engativá, Fontibón y Puente Aranda, casi las mismas sobre las que han
arremetido las administraciones anteriores. Contrario a lo que dijera en
campaña, al referirse como las que “ven deteriorar su calidad de vida”,
Peñalosa II les está expidiendo su ucase impositivo: ¡la bolsa o la casa!
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