[8/11 17:00] Miguel Quinteiro:
¡Cuantos escándalos en torno a la banca!...
Pero siempre salen indemnes: quizás porque no existe una visión clara y definitoria del problema real al que nos enfrentamos, estando muy escasos de recursos e ideas.
O porque disponen de sicarios dispuestos a inventar teorías que refuercen la idea de un "mal menor" inevitable, sin alternativa posible.
Habría que empezar por analizar sobre si el problema de fondo es algo más que los impuestos sobre los AJD, ni siquiera el coste financiero de los servicios bancarios, sino el poder que la banca privada tiene sobre un dinero que ha dejado de ser patrimonio de la sociedad en su conjunto, pues su emisión, valor, circulación y custodia está bajo el dominio absoluto de unos intereses privados, que deciden sobre usos y derechos sin control democratico.
El dinero ya no es un patrimonio público (si es que lo fué en algún momento) controlado por gobiernos democraticos, al servicio del pueblo.
Es una falacia utilizada como elemento de dominio de unos intereses especulativos , al servicio de minorías explotadoras.
Todo es una mentira (el dinero actual no tiene ningun respaldo real) los billetes falsos son fuente de riqueza para los financieros, que monopoilizan el control de todo el dinero, incluido el falso (al aceptarlo como ingreso, no solo benefician a quien lo ingresa, sino que el banco mismo se beneficia de disponer de un importe que podrá prestar a otros, que a su vez lo depostarán en la banca, multiplicando el negocio para los controladores del sistema) .
(Aúnque parezca una quimera, se debería empezar por crear instituciones financieras éticas, basadas en la voluntad popular, o potenciar las existentes, para, simplemente, hacerles competencia...
(Así podría haber pasado con las Cajas de Ahorro, pero la astucia de los banqueros maniobró para su corrupción y absorción).
Como nadie va a abolir la banca privada, habrá que empezar por ir sustituyendola por entidades financieras publicas, sin ánimo de lucro, controladas por los propios clientes, en busca de un servicio común.
Y no en aras al principio de "Libre competencia"
(invocado cinicanente por la banca en su acoso a las Cajas).
Luego reformar el concepto del dinero, que debe de ser controlado por gobiernos democraticos, al servicio del conjunto de la población, sin privilegios de casta o patrimonios, que es algo diferente al dinero, como instrumento de cambio.
Se necesita que el dinero (como el "agua de los rios"), esté perpetuamente en circulación, generando riqueza que permita la universalidad de los servicios y valores sociales.
Prescindamos del mito del "AHORRO": el DINERO, por mucho que circule, NUNCA SE GASTA. Al contrario, al circulando de mano en mano PERMITIRÍA CUBRIR ESPECTATIVAS Y COMPARTIR BIENES Y SERVICIOS NECESARIOS, FACILITANDO LA COLABORACIÓN ENTRE PRODUCTORES Y CONSUMIDORES, TODOS NECESARIOS EN UNA ECONOMÍA DE INTERCAMBIO Y PARTICIPACIÓN RESPONSABLE.
No es dinero lo que hay que ahorrar, sino los recursos limitados de una naturaleza que estamos dilapidando peligrosamente. Busquemos el uso razonable y respetuoso de las fuentes naturales y su conservación y aprovechamiento sostenible.
La economía basada en las finanzas crea enfrentamiento entre grupos, deseos de individualizar resultados, en base a superar a nuestro semejantes, en lugar de compartir y administrar, hermanándonos en una sociedad más justa y equilibrada.
Empecemos por definir como un delito de "LESA HUMANIDAD", la USURA, cuyo concepto es necesario ampliar para corregir sus perversos efectos.
Fomentemos la creación de entidades financieras éticas, sin ánimo de lucro, y consideremos el dinero como un bien común, de propiedad pública al servicio de una sociedad solidaria y compartida. El posedor de dinero, debe ponerlo en circulación cubriendo sus necesidades, en la seguridad de que siempre dispondrá de la cantidad necesaria para atenderlas.
La sociedad tendrá que organizarse de forma justa, para el uso y disfrute sostenible de de los bienes y virtudes de la naturaleza.
El instrumento más potente de manipulación y explotación es el sistema monetario actual, controlado por los bancos, lo que es imprescindible cambiar.
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