Haz la prueba de cambiar de lugar en la mesa de tu casa., en el almuerzo o la cena. O de intercambiar el que tienes con tu esposa o esposo en la cama matrimonial. O hacer un trabajo con la mano opuesta a la que normalmente usas, por ejemplo, mover el mouse de tu PC. Te costará bastante. Los hombres (genéricamente) resistimos cambiar algo que ya tenemos incorporado.