La expresión del título era la preferida por mi abuela materna para regañarme si cometía alguna travesura en mis primeros años de vida. La segunda parte, que ella jamás utilizaba, podía estar compuesta por añadidos ingeniosos y humorísticos, o por algunos otros más duros y de escaso buen
gusto. A mi abuela le bastaba con el inicio del concepto. Hoy, cuando yo soy abuelo y la imagen de aquella mujer descendiente de italianos , dura y fuerte, pero al mismo tiempo tierna, se desdibuja en el recuerdo de demasiados años transcurridos, la frase me cobra vigencia, aunque no ya en mi vida o en mis travesuras infantiles. Es una frase casi ideal, o al menos adecuada, para consultarla con la iglesia. La Biblia nos dice en todos los textos que se nos ocurra consultar, que Cristo es la cabeza del todo y la iglesia su cuerpo. Y hasta los más ignorantes y poco formados intelectualmente saben casi con perfección, que ningún cuerpo dejará de hacer lo que ordene la cabeza o, en su defecto, jamás hará algo que la cabeza no determine. Salvo la iglesia, claro
está. ¿Es Cristo honesto? De hecho; jamás cometió fraude o estafa alguna en ninguna manera. ¿Es Cristo sincero? Sin dudas. Le costó la antipatía de los fariseos por serlo, aunque dotara de sus expresiones el máximo de amor porque no lo hacía para enojarlos sino para zamarrearlos. ¿Es Cristo fiel? Al Padre y a sus hermanos espirituales, así como lo fuera con sus padres terrenales y sus hermanos de sangre. No hay registro alguno de él cometiendo alguna clase de adulterio. ¿Es Cristo generoso? Lo es. No dudó jamás de sacarse algo de encima para dárselo a quien lo necesitara. ¿Es Cristo alguien que ama a su prójimo? La Biblia está llena de relatos que hablan de la cualidad y la calidad de ese amor. ¿Es Cristo obediente a la voluntad de Dios Padre? Permanentemente estuvo declarando que no hacía absolutamente
nada por sí mismo, sino que todo lo que le veía hacer al Padre él hacía. Finalmente: ¿Es Cristo todopoderoso? Es Dios encarnado, así que sin dudas que llegado el momento de ser necesario, lo es. Tormentas amainadas, paralíticos sanados, ciegos recuperando la vista, sordos oyendo, muertos resucitando. ¿Alguien puede dudar de su poder? La pregunta que bien vale realizarse en este día, es: Si la cabeza es todas estas cosas juntas, y aún muchas más que aquí no figuran, ¿Por qué será que su cuerpo ejecutor en la tierra, no puede ser lo mismo aunque sea en algunas de todas estas cosas? Cualquier mediano conocedor de anatomía te diría que: o bien el cuerpo está decididamente enfermo y por eso no responde a los dictados de la cabeza, o bien ese cuerpo no responde a esa cabeza porque está respondiendo a
otra. Tú puedes quedarte con la respuesta que más familiar te resulte, o con la que el Espíritu Santo que guía tu vida a toda verdad que es el mismo que guía la mía, te revele. Lo cierto es que si somos el cuerpo de un Cristo todopoderoso, eso es exactamente lo que por destino divino está llamada a ser su iglesia.
Todos los hombres y las mujeres del mundo, son hijos de Dios. ¿Cuantas veces oíste o leíste esta expresión? Yo, muchas; incluso, hasta dentro de alguna de nuestras iglesias. Sin embargo, sabemos perfectamente que no es así. Todos los hombres y las mujeres del mundo, son dedicada creación de Dios, pero el carácter de hijos va a adquirirse luego, con un paso esencial, que es la aceptación de Jesucristo y entrega de nuestras vidas, sumado luego a la obediencia a los mandatos divinos. Hay un texto que lo resume por sí mismo y que es bueno releer con la finalidad de no creer en falsas concepciones y esperar supuestos hechos que no van a producirse. Romanos 8:14, señala claramente: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Esta frase, quiero que te quede muy en claro, es mucho más que una simple alusión para designar a los cristianos. Porque está describiendo, nada menos, que el estilo de vida que poseen
aquellos que son hijos de Dios. Por eso Pablo la utiliza para alentar a vivir no de acuerdo con la carne, sino haciendo morir las obras de la carne. Por lo tanto, ser guiados por el Espíritu de Dios, supone hacer morir progresivamente los apetitos pecaminosos de nuestra naturaleza interior. Esto implica que aunque todos los cristianos sean, de alguna manera, guiados por el Espíritu Santo de Dios, hay diversos grados en la actitud de aceptar la dirección del Espíritu. Mientras más plenamente sea guiada la gente por el Espíritu, más obedecerán la voluntad de Dios y mejor se conformarán a sus estándares santos. Por eso es que ya no pueden existir dentro de las congregaciones auto denominadas como cristianas, personas que elijan y decidan vivir conforme a las antiguas leyes. Así lo puntualiza Pablo a los Gálatas en 5:18, cuando señala: Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Entonces, la pregunta de este tiempo y de este día para ti, que hoy, "casualmente" has leído este texto, es: ¿Quien te está guiando? ¿Que guía está recibiendo tu vida? ¿Adonde te diriges conforme a la guía interior que encamina tus pasos? Si puedes responder cada una o alguna de estas preguntas, tal vez tengas claro de donde recibes esa guía. Pero si no lo tuvieras claro, entonces comienza a buscarlo hoy mismo. No queda demasiado tiempo, no te confíes.
"Disculpe, hermano; pero como podrá ver nuestra iglesia es muy humilde".Esa fue la forma en que un pastor que me había invitado a predicar un domingo, me recibió. Yo observé hacia todos lados y lo único que pude ver fue a gente vestida pobremente, pero
humildad no porque aún no los había tratado para saberlo. Y en mi vida ministerial me había encontrado con todas las esferas: gente pudiente orgullosa y gente pobre humilde, pero también gente pudiente llena de humildad y gente pobre casi orgullosa de serlo. Eso determinó mi reflexión: ¿Que cosa es la humildad de un seguidor de Cristo? No soy muy partidario de los ejemplos prácticos, ya que me parecen todos apuntados a nuestro intelecto y no a nuesrto espíritu. Estoy convencido que alguien que oye un mensaje habrá de entenderlo si el Espíritu Santo que guía a toda verdad le otorga luz para que lo haga. Y para ello no se necesitará que se cuente ninguna historia. Sin embargo, esto de la humildad es un patrimonio creyente ciento por ciento, y porque no es suficiente con palabras contundentes que hay en la Biblia, (Si hay pocos humildes en la
iglesia aún no han entendido), entonces sí amerita un ejemplo. Algo que recibí esta semana, me sirve. Por ahí lo conoces, pero lo incluyo para los que no lo han leído. Un hombre le preguntó a Dios que cosa era la humildad según su óptica y no necesariamente según la nuestra. Dios le dijo que era muy largo de explicar, que mejor lo acompañarfa a un viaje. Lo llevó ante una puerta que, cuando se abrió, dejó ver a una enorme mesa, en cuyo centro había una fuente repleta de un guiso que despedía un aroma que hacía agua la boca. Sin embargo, la gente que estaba sentada alrededor de la mesa, lucía muy delgada, pálida, desnutrida y deprimida y triste. El hombre preguntó la razón por la cual, teniendo semejante comida a su
disposición, estaban tan flacos. Dios le dijo que se fijara en sus manos.Todos tenían atados a su brazo, una cuchara con un mango muy largo. Eso les posibilitaba introducirla en la fuente y tomar una cucharada de comida, pero les impedía llevársela a sus bocas. Por eso no podían comer, por eso estaban tan delgados y tristes.Esto es el infierno, le dijo Dios. Hicieron otro viaje y llegaron al cielo, ante una puerta que al abrirse, mostró una escena casi similar a la que había visto anteriormente, sólo que en este caso, aunque los que estaban sentados lucían las mismas cucharas de largo mango, ellos reían felices, estaban bien alimentados y rozagantes."Dios; ¿Por qué estos pueden alimentarse si están en las mismas condiciones que los del
infierno"? Entonces Dios le respondió: Esta es la respuesta a tu consulta. Ellos han podido comer porque descubrieron que, si dejaban de insistir en llevar esas cucharas a sus bocas y las llevaban a las bocas de los otros, podían alimentarse los unos a los otros. Cuando dejaron de pensar en sí mismos y pensaron en los demás, descubrieron el real sentido de la humildad.
escrito por Néstor A. Martinez
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