En 1933, un grupo de futbolistas peruanos y chilenos, efectúa una larga gira con canchas europeas. Fue una empresa romántica concebida y puesta en práctica por dos aficionados: Gubbins y Sangüesa. Se armó el cuadro a base del Universitario, reforzándolo con players del Alianza Lima, Atlético Chalaco y Colo Colo de Chile. Lolo no podía faltar en dicho equipo que se denominó “Combinado del Pacífico”. Viajaron todos en el vapor “Ackerman”: Valdivieso, Criado, su hermano Arturo, del Río, Saldarriaga, Maquilón, Denegri, Galindo, Astengo, Landa, Vicente Arce, Pacheco, Alegre, Tovar, Souza Ferreyra, Montero, Luco, Subiabre y Schnneenberger. Los cuatro últimos de nacionalidad chilena.
Partieron el 25 de Agosto de 1933 y volvieron al Callao, en el “Virgilio”, el 7 de Marzo de 1934.
En cuanto puerto tocaron, se armó un partido. Aún en nuestro litoral, bajaron en Salaverry para jugar en Trujillo, en Eten para actuar en Chiclayo y en Paita para jugar en Piura. Un libro aparte se podría escribir con todas las incidencias de tan larga gira. Mantas fue el primer puerto extranjero en que bajaron, pero no se pudo organizar un partido, siguieron a Panamá, Balboa y Colón. Recién en esta ciudad hicieron su debut internacional los del “Combinado”. Ganaron por cuatro a dos. Después actuaron en Curazao, donde se dieron un fácil paseo con el seleccionado de la Isla al que vencieron por siete a cero. Lolo convirtió dos goles. Villanueva dos, Schnneenberger dos y Luco uno.
Luego, vino la dilatada travesía del Atlántico. Esta se hizo dramática por una grave enfermedad que puso en peligro mortal a Souza Ferreyra. Cabal idea de los angustiosos días que pasaron, da el diario de viaje que llevó meticulosamente el jugador chileno Roberto Luco:
“Setiembre 12.- Temporal. Fuertes lluvias. Comer, conversar, dormir”.
“Setiembre 13.- Pasamos frente a Puerto Rico. El mar muy agitado. Lluvia torrencial. Corre un viento muy caliente”.
“Setiembre 14,15 y 16.- Lo de siempre, comer y dormir. Nos distraemos jugando casino, ajedrez o aprendiendo las canciones que nos enseñan Lolo Fernández y Juan Criado”.
“Setiembre 17.- El mar se ha tranquilizado. Para entretenernos algo tomamos los instrumentos de la peluquería y empezamos a cortarnos el pelo entre nosotros. La mayoría ha quedado con la cabeza como gallina japonesa. Hay que acortar el viaje de algún modo. Hoy ha sentido algún malestar Souza Ferreyra.
“Setiembre 18.- Hoy es aniversario de Chile. Los chilenos estamos emocionados. Hemos cantado nuestro Himno y hemos recibido el cariñoso saludo de todos los muchachos peruanos. Se ha izado la bandera chilena en el buque. El jugador Souza siente mayores dolores en el estómago. Está en cama”.
“Setiembre 19.- Vuelve a agitarse el mar. Ya no hace tanto calor. Souza sigue enfermo. No hay médico a bordo y nadie sabe con seguridad que tiene. El niño del señor Gubbins también esta enfermo“
“Setiembre 20.- Amanecimos casi todos mareados por que en la noche el buque se movió mucho. Diez días que no vemos sino cielo y agua. Nadie sabe que tiene Souza que sigue mal. Lo mismo el hijo del señor Gubbins”.
“Setiembre 21.- Ya no hace calor. La temperatura es agradable. El niño Gubbins ha mejorado mucho. Souza empeora, estamos asustados por su salud”.
“Setiembre 22.- Tenemos mucho frío y apetito. Nos han pedido los pasaportes porque estamos cerca de Inglaterra. El niño Gubbins ya está bien, pero Souza no mejora. Se han probado varios remedios pero en vano”.
“Setiembre 23.- Hemos tenido fuerte temporal toda la noche. Souza empeora y no sabemos qué hacer. No hay médico a bordo”.
“Setiembre 24.- No sabemos qué hacer con Souza. Ha pasado una noche horrorosa. Nos turnamos a su lado. La señora de Gubbins lo atiende con todo esmero. Está en grave peligro. Quisiéramos que el buque volara, pero todavía faltan tres días para llegar a Inglaterra”.
“Setiembre 25.- Souza es el problema del buque. Cada día está más decaído”.
“Setiembre 26.- Pasamos frente a Irlanda. Al fin vemos casas y vegetación. Souza cada vez más grave. Subsiste por milagro. Hace varios días que no come nada. El estómago le duele y rechaza cualquier cosa”.
“Setiembre 27.- Amanecemos con una gran neblina. Hemos llegado a Inglaterra. Entramos a Liverpool. Nos alegramos por Souza Ferreyra. Es conducido de urgencia al Hospital Walton. Nos han tomado muchas fotos”.
Hasta aquí el diario de Roberto Luque pinta en todo su dramatismo la difícil situación por la que pasó el jugador peruano Luis Souza Ferreyra. En Liverpool empezaron los agasajos para la delegación. El Lord Mayor de la ciudad los recibió con toda pompa en el Palacio de Ayuntamiento, destacando que era ésta la primera embajada deportiva suramericana que visitaba Inglaterra. El primer compromiso del equipo sería en Irlanda. Todos los jugadores fueron a despedirse de Souza, que estaba en el hospital en tratamientos para operarlo de apendicitis.
En Dublin fueron recibidos nada menos que por el Presidente De Valera, quien le ofreció toda clase de facilidades para que su estadía en Irlanda fuera lo más grata. La entrevista que tuvo lugar en uno de los más elegantes salones del Palacio terminó con la entrega por parte del propio Presidente de obsequios para los jugadores.
En debut, en ese país, fue con el “Bohemians” empatando uno a uno. La próxima presentación la hicieron en Belfast frente al “Glentoran”, repitiéndose el empate con el mismo score. Pasaron luego a Escocia, encontrando allí los suramericanos, que el juego era similar al suyo, pases cortos y gran dominio individual de la pelota. Perdieron con el “Celtic” dos a uno, gol de honor que estuvo a cargo de Lolo Fernández. De allí, Glasgow, prosiguieron a Edimburgo. El Lord Mayor recibió en impresionante ceremonia a los morenos jugadores de Sudamérica. En el lujoso álbum de honor del Ayuntamiento, donde había firmado soberanos de distintos países europeos, también estamparon sus nombres: Lolo Fernández, Alejandro Villanueva, Mario Pacheco y todos los demás integrantes del combinado. El “Hearts”, campeón de la localidad, con menos protocolo les ganó por tres a cero.
Saltaron a Inglaterra y, en la tierra de los inventores del fútbol, debutaron contra el “New Castle” que justificando la patente, goleó con media docena de pepinos. Prosiguieron a la gigantesca Londres. Allí hicieron más turismo que fútbol. Estuvieron en la Torre de Londres, Hyde Park, el Palacio de Buckingham, Picadilly Circus, Trafalgar Square. Como precisamente no había ido de paseo a la capital británica, jugaron un match, como para no perder la costumbre, en el Stadium Upton Park con el “West Ham”, empatando a dos goles por lado, que en el Combinado corrieron por cuenta de Lolo y Luco. Antes de abandonar la gigantesca urbe inglesa, todavía se dieron tiempo para ir al Park Saint James, la Catedral de San Patricio, el palacio de Cristal, al Palacio de Reproducciones de Cera de Madam Tussaud, al Zoológico, donde, de cuatro por vez, pasearon cómodamente instalados sobre los robustos lomos de un macizo elefante. Para completar la dicha de aquellos días, se pegaron un salto hasta el buque peruano “Rimac”, que se reparaba en el puerto, volviendo a saborear después de semanas, que les parecía años, el cau-cau y el tacu-tacu.
Llegó el momento en que tuvieron que decirle “good bye” a Inglaterra. Casi de paso estuvieron en Holanda, visitaron el palacio de la Reina Guillermina y todavía tuvieron tiempo para vencer al “Sparta” por tres a cero. Después del match se fueron derechito a la estación para tomar el tres que los condujo a Praga.
Así de alucinante, rápida y cambiante fue esta gira que hicieron los integrantes del “Combinado del Pacífico”, entre los que se encontraba aquel muchacho que nunca pensó que de los pelotazos con que despintaba la pared de la iglesia de su pueblo llegaría al extremo de hacer un viaje, que parecía un sueño, con la única finalidad de seguir dando pelotazos, pero esta vez por las canchas de Europa.
Les tocó estar en la capital checoslovaca para la fecha –28 de Octubre– en que el país celebraba alborozado el aniversario de su creación republicana. El “Combinado del Pacífico” fue incluido en el programa de festejos, concertándose un partido, el día central de fiestas, con el “Spartak”, que, entre otros títulos lucía el flamante de campeón checo y los del reciente vencedor de “Peñarol” de Uruguay y “Gimnasia y Esgrima” de Argentina. Por la mañana de aquel día fueron invitados a presenciar el desfile militar que encabezaba el propio Presidente Masaryk, que, montado en hermoso caballo blanco, respondió con gentil movimiento de cabeza, los cariñosos aplausos que le brindaron estos jóvenes morenos de la América del Sur.
La cosa en el Estadio fue impresionante. Se izó la bandera checa y una gigantesca banda ejecutó el Himno Nacional. Después se efectuó una demostración gimnástica, en que para deleite del público, los miles de participantes dieron una exhibición acabada de disciplina, perfección y belleza. La tarde fue redonda para el público checo porque su equipo de fútbol se impuso al sudamericano por dos goles a uno.
Al día siguiente, tenían que apurarse para cumplir con los compromisos del largo itinerario, jugaron contra el “Slavia”. Hasta el final se mantuvieron en ventaja los checos; Lolo como tantas otras veces, consiguió el empate con un cañonazo disparado en el último minuto.
Tenían que seguir adelante. Con dos partidos en dos días, otra vez a la estación para viajar durante todo el 30 de Octubre. A las once de la noche llegaban a Munich para iniciar la serie de partidos en Alemania. Debutaban frente al “Bayern”. Peruanos y chilenos, que ya estaban agotados, se alegraron mucho porque el día del partido nevó desde temprano, tanto, que pensaron que se postergaría el match, dándoles ocasión para descansar un poco. Menuda sorpresa se llevaron cuando, después del almuerzo, los llamaron de urgencia del Estadio donde el público esperaba impaciente la iniciación del encuentro. Tuvieron que ir apuradamente. La precisión germana no sabía de postergaciones aunque tuvieran que jugar bajo el diluvio. Felizmente los jugadores del “Bayern” no eran gran cosa y jugando contra ellos y la nieve, que la mayoría de los peruanos sólo había visto como raspadilla, se empató el match.
Estando en Munich no podían dejar de visitar dos puntos importantísimos: el lugar donde nació el nazismo y una cervecería. En el primer sitio se tomaron varias fotos. En el segundo,, se tomaron buenos vasos de cerveza Löwenbraü. Luego, viajaron a Berlín. Allí escucharon unn discurso del máximo orador del nazismo: Joseph Goebbels. Lamentablemente no pudieron entender nada. Tampoco entendieron en la cancha a la Selección de Berlín que, cómodamente, se impuso al “Combinado del Pacífico” por tres a uno. Antes de seguir a París, fueron invitados a conocer la residencia particular de Adolfo Hitler. Allí, un ceremonioso militar, dijo, que el jerarca nazi le había encargado les obsequiara como recuerdo unas pequeñas insignias de su partido.
Después, la Ciudad Luz. Lo primero que conocieron: un estadio. De la misma estación los condujeron al Stadium Des Princes. Los primeros parisinos con que trataron fueron los jugadores del “Francaise” reforzado, que los esperaban en la cancha. Después de haber viajado toda la noche, tuvo sabor a triunfo el empate a dos goles por lado que se consiguió ese día. Felizmente la suerte de volver a saber lo que era una cama. Hubo tiempo, también, para sumergirse en los atractivos de París. Por 14 francos, que entonces costaba el “Metro”, se dieron muchas vueltas por las entrañas de la capital francesa. Estuvieron en Notre Dame, Louvre, la Torre Eiffel, la Concordia y, como les correspondía, en el Stadium de Bufalo, para empatar con el Seleccionado de París. Lo mejor de ese match: un gol “olímpico” que marcó Pachequito al servir un corner. Para que no perdieran la costumbre, del estadio otra vez al tren. Del tren al estadio de Montepellier donde, naturalmente, tenían que perder por dos a uno frente al entusiasta seleccionado de la ciudad, que como única ventaja sobre los perdedores, tenía la de que todos sus jugadores habían dormido perfectamente y no se parezca mentira, volvieron al tren. Ahora rumbo a la Costa Azul. Lolo contemplaba, desde la ventanilla de su vagón, como si se tratara de un film: jardines primorosos, castillos, playas, espléndidos balnearios y las infaltables estaciones. Llegaron a la de Niza y todo el combinado quedó allí varios días alternando como americanos dueños de compañías de petróleo y príncipes árabes. Hasta se dieron el lujo de perder algunos cobres jugando en los casinos “Jette”, “Trocadero”, “Mediterráneo”, “París” y en el famosísimo de “Montecarlo”.
Con un descanso adecuado jugaron contra el “Olimpique Gymnaste Club de Nice”. Le hicieron un gol para cada una de las palabras que formaban su largo nombre. Lolo hizo cuatro y Pachequito uno. Cinco a dos fue el score. Los perdedores no se convencieron con el resultado y se pactó la revancha para la semana siguiente. Eran siete días más para vivirlos como multimillonarios. La revancha se jugó en un encuentro tan accidentado, que en su transcurso se cambiaron cuatro árbitros, uno de ellos, metido de contrabando por los del Combinado, el jugador peruano Vicente Arce. De ir ganando al “Olympique”, etc., por cuatro a cero, terminó el match empatado. Nuevos compromisos futbolísticos obligan al “Cambiado del Pacífico” a dejar el Paraíso Terrenal de Niza. Larguísimo viaje hasta Barcelona. En Marsella se contratan dos jugadores franceses y un austriaco para reforzar e cuadro que ya está sintiendo los efectos de tan larga y apurada campaña.
Los organizadores quieren darse el lujo de formar dos equipos con aquel agotado puñado de jugadores. El 8 de Diciembre juega, simultáneamente, el ”Combinado del Pacífico” en Madrid y Barcelona. En la capital española actúa, prácticamente, el equipo de la “U” parchado con el chileno Luco y el austriaco Christian Reitch. Se enfrentan nada menos que a la Selección de Madrid, casi la misma selección española que pocos meses después estuvo a un paso de ganar el Campeonato Mundial de 1934. El “Divino” Zamora capitaneó a los españoles. Los otros jugadores de Alianza y Chalaco, más dos franceses, se midieron con el Barcelona FC. Sumando los resultados de los dos partidos, ganaron los hispanos por quince a dos: ¡Once a uno en Madrid! Y cuatro a uno en Barcelona. Habían fracasado este intento de conquista al revés de la producida cuatro siglos atrás. Un puñado de americanos no pudo con el Imperio Futbolístico español. Dos días después se reunía toda la gente del “Combinado del Pacífico” en Barcelona para contarse detalles de las dos desventuras. Vuelven a Francia. En Saint Ettienne empatan un partido sin importancia. En Hyres, otro empate.
Cantando valses peruanos alrededor del árbol de Navidad colocado en el comedor del “Central Hotel” de Niza, esperan llenos de nostalgia la Nochebuena de 1933. Viajan a San Remo. Visitan la residencia del doctor Boronoff llena de monos para sus famosos experimentos. Bromas. Un día los visita un gringo alto, es Jorge Orth, entonces entrenador de “Messina”. Saluda cordialmente a todos los jugadores sudamericanos; tiene especial amistad con Roberto Luco, Orth entrenó al equipo chileno que participó en el Campeonato Mundial de 1930.
El último partido en Europa continental lo juegan contra el “Pro-Vercelli” de Torino, en esa fecha, tercero del campeonato italiano, empatando a un gol por lado. Después cambian el tren por el barco y un día toca la nave en Cádiz. ¿Qué pasa en Cádiz? Hay ambiente de fiesta grande. Si, es Año Nuevo.
Llegan a las Islas Canarias para cumplir los últimos compromisos. El descanso a bordo le cae bien al equipo que impresiona favorablemente a los aficionados de aquellas islas. Se juegan numerosos partidos. En Las Palmas ganan al “Victoria”, tres a dos; al “Marino”, dos a cero; el “Athletic”; tres a cero; al “Gran Canarias”, uno a cero; y al “Marino” por siete a uno. Se pierde con el “Marino”, dos a uno; con “Victoria”, dos a uno y se empata el tercer partido con los victorianos. En Santa Cruz de Tenerife se empataron dos partidos; con el “Tenerife” y el “Salamanca”, y se perdieron dos veces a manos del “Sportivo Tenerife”, Campeón de la Isla.
En Santa Cruz de Tenerife se reintegró a la delegación, Souza Ferreyra que había quedado hospitalizado en Liverpool desde que el “Combinado del Pacífico” llegó a Europa.
El último partido de esta extensa gira, fue el jugado contra el “Marino F.C.” de Las Palmas. Quizá fue ésta la mejor actuación del “Combinado” y de Lolo mismo. Se ganó el match por siete goles a uno, tres de los cuales fueron tremendos cañonazos de Lolo. Una buena despedida.
El 18 de Febrero de 1934 se embarcó la delegación en el “Virgilio” con rumbo al Callao.
Se habían jugado 39 partidos, cuyos resultados se repartieron equitativamente en trece victorias, trece empates y trece derrotas. ¡Después dicen que el trece es mal número!.