Cuba: Pocos logros a un costo demasiado alto

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Dec 24, 2008, 12:53:58 AM12/24/08
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Cuba en el Mundo - Articulos de Opinion

"....El legado económico de 50 años de Fidel Castro es una Cuba
endeudada, depauperada y productivamente postrada, con necesidades que
se han ido acumulando durante cinco décadas. El legado también incluye
más cubanos educados pero no sabemos cuán mejor educados,
definitivamente no más saludables, ni mejor alimentados, vestidos o
alojados..."

Por Jorge A. Sanguinetty

ENH/Noticuba Internacional

Miercoles, 24 de diciembre del 2008

Uno de los temas más controvertidos sobre la revolución cubana ha sido
el de sus supuestos ‘‘logros''. Mucho se puede discutir sobre el
balance de lo positivo y lo negativo de estos 50 años de dominio
castrista, pero no hay un método universalmente aceptado para evaluar
objetivamente las ventajas y las desventajas colectivas de un proceso
como el que comenzó en Cuba en 1959.

Solamente cada persona puede evaluar lo que ganó y lo que perdió con
la revolución. Los mecanismos de una sociedad democrática son los
únicos que permiten que la libre expresión de sus ciudadanos muestre
si los que ganaron son más que los que perdieron, o viceversa, o si
las nuevas generaciones están satisfechas o no con las condiciones
económicas y sociales que han heredado del pasado. Pero cuando no
existen mecanismos de libre expresión de las preferencias ciudadanas,
es necesario adaptar un método indirecto e imperfecto de evaluación de
las ventajas y desventajas del proceso.

El caso cubano acarrea una carga emotiva tan grande que no sólo
dificulta el análisis de costos y beneficios, sino que también hace
que ningún intento analítico desapasionado sea aceptado
universalmente. Además, las limitaciones estadísticas, la falta de
acceso independiente a las fuentes de información y los grados de
confianza de los datos disponibles complican aún más el análisis.

Mi propia experiencia en el trabajo directo con las estadísticas
cubanas hasta 1966 fue suficiente para convencerme de que el gobierno
no permitía que sus funcionarios supieran la realidad de lo que
ocurría en los diversos sectores del país, comenzando por la economía
en su conjunto. Las declaraciones de funcionarios cubanos que han ido
saliendo del país desde entonces indican que esta condición no sólo ha
persistido sino que ha empeorado.

De todas maneras, voy a presentar una síntesis de mi propia visión de
este proceso, con la esperanza de elevar el nivel de comprensión que
existe sobre el tema de los logros.

Ningún análisis de logros es completo si no se menciona cómo se
alcanzaron. Todo logro viene acompañado de un costo. En realidad, lo
que queremos saber es si el logro o beneficio se obtuvo a un costo
razonable, si el esfuerzo valió la pena o no, si hubo una ganancia o
beneficio neto. En este artículo me concentro en lo que algunos
consideran las áreas en que la revolución alcanzó sus logros más
importantes, el sector social.

De hecho, el mayor fracaso de la revolución cubana está en la
destrucción paulatina de la economía del país y el aparente descenso
del nivel de consumo y de vida de los cubanos. Por eso muchos buscan
logros para encontrar alguna justificación en un proceso cuyo costo
total es sencillamente inmesurable. Pero aun en este sector, ¿qué
podemos decir de lo que lograron los cubanos en educación, salud,
deportes y cultura? ¿Cómo se alcanzaron esos logros?

Aún cuando las estadísticas oficiales de Cuba no sean confiables, todo
parece indicar que la cobertura de la educación primaria, secundaria y
universitaria creció significativamente con la revolución,
independientemente de cuáles eran sus motivaciones. La tasa de
matrícula primaria alcanzó prácticamente el 100 por ciento, mientras
que la tasa combinada de los tres niveles llegó al 63 por ciento, lo
que es congruente con una proporción de gasto educativo del nueve por
ciento del Producto Interno Bruto (PIB) estimado para Cuba.

O sea, no hay duda de que el gobierno aumentó el acceso de los cubanos
a alguna forma de educación. Además, ese acceso ha sido subsidiado por
el Estado, de manera que para el individuo, la educación parece
gratuita aunque no lo sea para la sociedad. Sin embargo, no hay una
base sólida para afirmar si la calidad de cada forma de educación
mejoró o empeoró. En estos 50 años el currículo educativo ha estado
determinado por el gobierno, que mantiene un monopolio en todas las
formas de la educación. No hay discusiones públicas sobre la política
educativa y el currículo en cualquier nivel está impregnado de
elementos ideológicos y políticos, cuya enseñanza es obligatoria. En
este aspecto, muchos opinan que en lugar de logros en la calidad de la
educación ha habido retrocesos.

Por otra parte, unas encuestas comparativas internacionales sobre el
rendimiento académico indican que los estudiantes de primaria
incluidos en las muestras cubanas obtuvieron mejores calificaciones en
varias asignaturas que los de otros países. Esto se pudiera señalar
como una posibilidad de logro cualitativo aunque no se puede evaluar
hasta qué punto los resultados representan a la población escolar
total.

También hay que señalar que de acuerdo a informaciones traídas desde
la isla por maestros exilados recientemente, la calidad de la
educación se ha deteriorado significativamente desde el comienzo del
milenio. La mayor parte de los observadores atribuyen este fenómeno al
envío de grandes contingentes de maestros a otros países, los cuales
pagan por sus servicios docentes al gobierno cubano.

Sobre la salud pública las informaciones disponibles indican que hubo
un gran aumento de la cobertura en los servicios de atención primaria
y en los servicios preventivos de la salud, todos igualmente
subsidiados por el Estado. Sin embargo, la evaluación del cuadro
cualitativo es mucho más difícil. Muchos especialistas afirman que los
estándares de calidad de los servicios de salud bajaron en términos
generales para el país en su conjunto, mientras que otros responden
que aún si esto fuera cierto, algunos servicios llegaron a lugares
recónditos por primera vez y que, por lo tanto, cualquier nivel de
calidad podía considerarse aceptable. También hubo mejoras
cualitativas en cuanto a los programas masivos de vacunación.

Pero la desaparición de la Unión Soviética reveló la enorme
dependencia económica y social que la revolución llegó a tener con ese
país, precisamente como resultado del deterioro de la economía cubana.

Hasta fines de la década de los 80, Cuba recibía cada año el
equivalente de miles de millones de dólares en subsidios que le
permitían cubrir el déficit productivo y financiero de su economía. El
país gastaba más de lo que producía y los soviéticos eran los que
cubrían la diferencia para mantener a flote la economía cubana. Al
desaparecer estos subsidios, lo que hace crisis en los años 1993 y
1994, la cobertura nominal de los servicios de salud y de los
programas educativos no sufrió grandes reducciones, pero su calidad sí
fue severamente disminuida para la mayoría de la población,
especialmente en los programas de salud. El gasto educativo real
parece haber caído en un 49 por ciento entre 1989 y 1995, mientras que
el de salud descendía un 24 por ciento en el mismo período.

La salud pública parece haber sido afectada también por las
deficiencias nutricionales que sufrieron muchos cubanos, la baja
calidad del suministro de agua potable y el deterioro de la salubridad
en los ambientes urbanos. Se hizo evidente que la economía socialista
no generaba los recursos necesarios para mantener los programas de
educación y de salud que tanto prestigio internacional le habían
ganado a la revolución cubana entre sus simpatizantes por algún
tiempo. A pesar de ello, las estadísticas disponibles indican una
esperanza de vida para los cubanos de 78.6 años --igual que la de
Chile, superior a la de Estados Unidos en 0.7, pero ligeramente
inferior a la de Costa Rica con 78.8.

En materia de seguridad social el logro más importante consistió en
asegurarle un empleo o una pensión a todo trabajador, pero a un costo
insostenible para la economía. Como la revolución convirtió al Estado
cubano en el único empleador, a cada trabajador se le aseguró un
puesto de trabajo en alguna oficina, taller, fábrica o granja,
independientemente de su capacidad productiva.

Esta garantía laboral también hizo que las empresas, casi todas
estales, no pudieran manejar sus recursos humanos con los niveles de
flexibilidad y eficiencia necesarios para ser solventes. De hecho, las
empresas gastaban más de lo que ganaban y cuando se sumaban todas, el
país igualmente gastaba más de lo que producía y, por ende, necesitaba
préstamos o donaciones externas. Sin embargo, la ilusión de este
supuesto logro laboral se desvaneció con la desaparición de los
subsidios, al verse forzado el gobierno cubano a permitir el trabajo
por cuenta propia cuando se hizo ostensible que la economía cubana no
podía sostener tanto empleo artificial. Es por eso que Raúl Castro ha
prometido reformas salariales para mejorar la eficiencia productiva de
las empresas, aunque todo parece indicar que su hermano mayor no lo
permite.

El déficit agregado de las empresas se sumó al gasto en salud y en
educación y, encima de todo, al gasto en pensiones que el Estado les
había garantizado a todos los que alcanzaban la edad de retiro. Aunque
el gasto del gobierno en seguridad social sólo pareció caer en un 10
por ciento entre 1989-1995, la caída del poder adquisitivo del peso
cubano hizo que las pensiones reales fueran cada vez menores. Es así
como la pérdida de la cuantiosa ayuda soviética (era el trabajador
soviético el que la pagaba sin saberlo) dejó al descubierto estado
precario de la economía cubana, quebrando sus sistemas gratuitos de
servicios de salud, sus regímenes de pensiones, su aparente pleno
empleo y su capacidad de garantizar unos niveles mínimos de consumo
para la población. Al principio, los servicios de educación no
sufrieron tanto como los de salud, pues los primeros dependen
esencialmente de la fuerza de trabajo representada por el personal
docente, mientras que los segundos exigen una corriente continua y
voluminosa de suministros importados.

Los logros en materia de deportes son más realistas y sostenibles
porque es fácil contar medallas o triunfos deportivos y obtenerlos
requiere muchos menos recursos que la educación o la salud. Basta que
los recursos se concentren en actividades seleccionadas. En materia
cultural es más difícil medir los logros, pero tampoco se requieren
tantos recursos y se puede notar una gran cantidad de actividades, aun
cuando las mismas no gocen de las libertades individuales existentes
en casi cualquier otro país del mundo. El hecho es que es mucho más
barato desarrollar una capacidad deportiva para lograr medallas en
eventos olímpicos internacionales, o una presencia cultural
significativa que desarrollar toda una economía, un sector educativo,
uno de servicios de salud o financiar todas las pensiones del país.

La desintegración soviética demostró que muchos de los "logros''
revolucionarios no eran sostenibles sin los subsidios soviéticos, los
que no han podido ser reemplazados con los subsidios de Venezuela. En
un futuro post castrista algunos de los programas podrán ser
factibles, especialmente los de educación primaria y secundaria, si la
economía cubana logra recuperarse y crecer rápidamente. Pero la
cobertura actual de una educación universitaria gratuita de alta
calidad no se podrá mantener, mientras que la cobertura de los
programas de salud estará seriamente condicionada por el progreso que
se logre en la economía. Y ningún problema será más árido que el
financiamiento de las pensiones de una población creciente de
ciudadanos en edad de retiro. La tasa de fertilidad de Cuba es una de
las más bajas del mundo: 1.61 niños por mujer, lo que indica que el
volumen de población estaría comenzando a reducirse y posiblemente se
reduzca en pocas décadas. Esto hace que crezca la proporción de
personas en la tercera edad, o sea, las que ya no participan en la
fuerza de trabajo.

El legado económico de 50 años de Fidel Castro es una Cuba endeudada,
depauperada y productivamente postrada, con necesidades que se han ido
acumulando durante cinco décadas. El legado también incluye más
cubanos educados pero no sabemos cuán mejor educados, definitivamente
no más saludables, ni mejor alimentados, vestidos o alojados. Los
mayores beneficios de la revolución se concentran en unos pocos
cubanos, principalmente los miembros mejor colocados del gobierno y
sus familiares, mientras que los costos recaen en la mayoría de la
población, en los que se fueron del país, en los que lo subsidian y en
la descapitalización de la economía, especialmente su infraestructura.

Con la información disponible, aunque fragmentada, parece que ningún
otro país ex socialista comenzó su transición en condiciones tan
deplorables, con tantos ciudadanos viviendo prácticamente en la
indigencia regidos por un gobierno que sólo sabe pedir ayuda externa
mientras la economía continua descomponiéndose. Sólo el tesón y la
organización de los cubanos podrán poner al país en pie una vez más.
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