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(IVÁN): ES BUENO DARLE AL SEÑOR LO SUYO, LO QUE CON JUSTICIA LE PERTENECE

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IVAN VALAREZO

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Dec 15, 2007, 10:37:51 AM12/15/07
to

Sábado, 15 de diciembre, año 2007 de Nuestro Salvador
Jesucristo, Guayaquil, Ecuador - Iberoamérica


(Muchas felicidades a toda Argentina por preferir
democráticamente como primera presidenta de su nación
iberoamericana a la Sra. Cristina Fernández, para que lleve
las riendas del gobierno (y con la ayuda idónea y continua de
nuestro Padre Celestial, de su Jesucristo y de su Espíritu
Santo) hacia muchos días buenos y exitosos, llenos de
progreso y de mucha salud para sus familias.

Que nuestro Dios los bendiga a cada uno de sus ministros de
gobierno estatal profundamente, para que les dé
abundantemente de su Espíritu de sabiduría y de poder, para
hacer muchas cosas buenas para cada una de sus familias, para
que vivan y se desarrollen por siempre felices en todos los
días de sus vidas, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Porque nuestro Padre Celestial desea bendecirlos grandemente,
para que por siempre tengan de él muchas bendiciones del
cielo, como de sus dones sobrenaturales de su Espíritu Santo
y del fruto abundante de su Árbol de vida eterna, para que
coman y para que beban día y noche de él, su Hijo amado, ¡
nuestro salvador Jesucristo!

También, recordamos a nuestros hermanos perdidos
recientemente en el mar ecuatoriano, cerca de la costa de la
provincia de Esmeraldas, cuando iban rumbo hacia otros
lugares de nuestra América. Hemos orado a nuestro Padre
Celestial para que sean encontrados por los pescadores
artesanales de la región, para que regresen ya a sus familias
--pero si no. Entonces esto significa que ya nuestro Padre
Celestial los encontró y se los llevo con él, para que coman
y beban de su fruto de vida eterna, en el epicentro del nuevo
reino de los cielos, ¡nuestro Señor Jesucristo!

Y así también hemos orado por las familias y sus pertenencias
afectadas por las inclemencias del tiempo y por los
torrenciales eventuales de nuestro mar Caribe Iberoamericano.
Y como siempre seguiremos orando por nuestras familias de las
islas y por las naciones continentales, también, a nuestro
Padre Celestial, en el nombre glorioso de su Hijo amado,
nuestro Señor Jesucristo, para que les vengan días perfectos,
cuanto antes mejor, para que se vuelvan a levantar y rehacer
sus vidas, para servicio y para gloria de nuestro Dios
Soberano. ¡Amen!)


(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


ES BUENO DARLE AL SEÑOR LO SUYO, LO QUE CON JUSTICIA LE
PERTENECE


Y, hoy en día, todos nosotros estamos viviendo en todos los
lugares de la tierra, para darle de la gloria y de la honra a
él y a su nombre muy santo, desde nuestros corazones hacia el
cielo y hacia su nueva eternidad venidera. Porque nosotros
hemos sido creados por nuestros Padre Celestial con la ayuda
idónea de su Espíritu Santo y de su Árbol de vida eterna, su
Hijo amado, "para vivir y servirle por siempre sólo a Él", en
el Espíritu y en la verdad infinita de su Ley Angelical (Los
Mandamientos Eternos de su nueva vida celestial e infinita
del cielo).

De hecho, "ésta es una gran verdad de la vida eterna del
reino de los cielos y de todos sus seres creados por Dios y
por su Espíritu Santo", para que se lleve acabo día a día y
por siempre en la eternidad venidera. Pero como Satanás "no
ama a Dios ni a ninguna de sus verdades, ni mucho menos el
derecho y la justicia de la Ley Angelical", pues entonces
hace todo lo que puede para que esto no sea verdad jamás en
ninguno de sus seres creados, como ángeles del cielo y así
también como la humanidad del paraíso y de la tierra.

Fue por ello, que el hombre y la mujer "abandonaron sus vidas
santas del paraíso, porque Satanás intervino con sus
mentiras" por boca de la serpiente antigua para que ambos
sean expulsados junto con sus descendientes del cielo, para
que "nunca le sirvan a su Dios y Creador de sus vidas", según
era el plan de Dios, desde el principio. Pero nuestro Dios
"no dejo a Adán irse sólo y derrotado de su vida santísima
del paraíso", sino todo lo contrario: ¡Lo bendijo
profundamente en su corazón e hizo juramentos sagrados, para
salvar su vida y volverlo a tener en sus manos santas, como
en el día de su formación, por ejemplo y para siempre, esta
vez!

Ciertamente, nuestro Dios "le dio a Adán en su corazón humano
mucho de su Espíritu de fe, de que algún día seria rescatado
de su mal eterno", el cual es Satanás, para que vuelva a
vivir para Él y para su Espíritu Santo de salud y de vida
eterna de su Árbol Viviente, su Hijo amado, ¡nuestro Señor
Jesucristo! Y fue por eso, que Adán después de haber
abandonado el paraíso, "el Árbol de la vida se fue tras de él
y de los suyos, también, para enseñarles del Espíritu de
amor, generoso y abundante, del Dios de su creación perfecta
en sus manos sagradas", para que ya no vivan más para
Satanás, sino únicamente para su Creador Celestial.

Y el Señor Jesucristo estando firme en Israel, entonces "les
enseñaba a sus discípulos constantemente", diciéndoles: --De
veras les digo que no hay ninguno de ustedes que haya dejado
casa y mujer, hermanos, padres o hijos e hijas por causa de
Dios, que no reciba muchísimo más en esta vida, y en el nuevo
reino venidero: ¡la vida eterna! Porque todo lo que el hombre
le dé a su Dios, entonces su recompensa es mayor aún en los
días de su vida por la tierra y en el cielo, también: la
gloria eterna para él y para cada uno de los suyos,
eternamente y para siempre.

Porque la verdad es también que cada vez que nuestro Padre
Celestial "salva a cualquier hombre, mujer, niño o niña
primero, entonces la bendición de Dios se riega por toda su
familia y por todos lados, de igual forma", para salvar a los
demás, sean amistades o desconocidos (cercanos o lejanos). Y
esto es realmente "el evangelio antiguo de Jesucristo en
acción", para gloria y para honra infinita de Dios y de su
nuevo reino celestial.

En vista de que, "nuestro Padre Celestial desea salvar a
todos", y que Satanás, ni ninguno de sus ángeles caídos,
jamás se lleve a ninguno de ellos con él hacia sus profundas
tinieblas del más allá, como al mundo de los muertos o como
el infierno o como el lago de fuego, por ejemplo, en su
muerte final. Porque para nuestro Padre Celestial "todos
tienen que creer en sus corazones, por inicio, y así
recibirlo infinitamente en sus vidas a su Hijo amado", su
única y más alta bendición del alma del hombre y de la mujer
de toda la tierra de parte de Él, de su Espíritu Santo y de
su nuevo reino celestial.

Porque para nuestro Padre Celestial "todo aquel que ha
recibido a su Hijo amado en su corazón y en su hogar también
juntamente, entonces está realmente haciendo que su Hijo
amado sea supremo en su corazón y en toda su vida", para
gloria y para honra infinita de su nombre muy santo que reina
en los cielos, por siempre jamás. Porque el nombre muy santo
de nuestro Padre Celestial reina en los cielos "Altísimo y
Soberano entre todos sus millares de ángeles, arcángeles,
serafines, querubines y demás seres muy santos del más allá",
desde los primeros días de la antigüedad y así también hasta
nuestro días, por ejemplo.

Pues así también nuestro Padre Celestial "desea que su nombre
muy santo, el cual no lo conoce nadie, salvo sólo su Hijo
amado, nuestro Señor Jesucristo, entonces de igual forma
reine supremo en el corazón de cada hombre, de cada mujer, de
cada niño y de cada niña de la humanidad entera", comenzando
en Israel, por ejemplo, para la eternidad. Porque en la nueva
vida infinita del nuevo reino de los cielos, "nuestro Padre
Celestial no va a permitir que nadie le ame a él menos que
sus padres o menos que sus hermanos o sus hermanas", sino
todo lo contrario.

Nuestro Padre Celestial "desea ser amado en el reino de los
cielos, como todos han amado a su Hijo amado en toda la
tierra, para que su nombre muy santo entonces sea mucho más
honrado y mucho más glorificado que nunca antes", delante de
su presencia y en los corazones de todos sus ángeles del
cielo, por ejemplo. Porque es muy necesario que el nombre de
nuestro Dios "sea honrado y exaltado en el cielo, por sus
ángeles santos y fieles a él, así como el nombre de su Hijo
es honrado y sumamente exaltado en el corazón de la humanidad
entera", como de los que han creído en Él y en su obra
cumplida para la eternidad.

Porque los que regresan al paraíso "son todos aquellos que
han dejado de creer en Adán y en Eva", por ejemplo; por lo
tanto, ahora "únicamente creen en sus corazones en el fruto
del Árbol de la vida eterna", ¡nuestro Señor Jesucristo!
Consiguientemente, todo aquel que "cree en sus antepasados,
como Adán y Eva o como sus antepasados muy recientes, como
sus abuelos o como sus padres naturales", realmente, "está
volviendo a creer en lo que Adán y en Eva creyeron con las
palabras rebeldes de Satanás", en contra de Dios y de su
Árbol de vida eterna, ¡nuestro Jesucristo! Y esto es maldad
de muerte eterna en el corazón de cualquiera, para nuestro
Padre Celestial y para su Espíritu Santo.

Es decir, que estos dos seres vivientes del paraíso, de la
tierra y de la eternidad, también, en sus primeros días
"creyeron en las mentiras de Satanás y de su serpiente
antigua", pues, "por ello fueron descalificados y destituidos
de la gloria de Dios y de su paz infinita", para entonces no
puedan vivir más sus vidas sagradas del cielo. Y es,
precisamente, "en éste espíritu de error que cada hombre,
cada mujer, cada niño y cada niña de las naciones del mundo
entero, nace en la tierra para seguir viviendo en el espíritu
de error y del pecado que Adán recibido de Satanás", cuando
creyó en él, para mal de su vida y de su linaje humano, de
igual forma.

Por lo tanto, cada uno de nosotros, aunque "no hayamos nacido
en el paraíso, como Adán y Eva, por ejemplo, pues aún así
podemos comer y beber del fruto del Árbol de la vida eterna
desde ya en la tierra, en donde vivimos hoy en día", para
perdón de pecados y para sanidad infinita de nuestras vidas
celestiales y terrenales. Y sólo así entonces "poder cambiar
en nuestros corazones y en nuestras vidas del espíritu de
error y de gran mentira de Satanás y de la serpiente antigua
a la verdad, al derecho y a la justicia infinita del Espíritu
Santísimo", de nuestro Padre Celestial y de su Hijo amado, ¡
nuestro Señor Jesucristo!

Es decir, también, de que "hemos de volver a nacer en Dios y
en su Árbol de vida, si sólo creemos en él", en nuestros
corazones. Pero, esta vez "volveremos a nacer no del espíritu
del error y de las mentiras de Satanás", de las cuales Adán y
Eva creyeron para mal de sus vidas del paraíso, sino que
realmente "volveremos a nacer del Espíritu Creador de nuestro
Padre Celestial", por el poder de su gran rey Mesías, ¡
nuestro Jesucristo!

Y esto es sólo posible "en comer y en beber, en un momento de
oración y de fe, del fruto del Árbol de la vida eterna",
nuestro Señor Jesucristo, en días como los que vivimos hoy en
día en toda la tierra, por ejemplo. Es decir, también, de que
"desde el momento que comenzamos a creer en nuestro Señor
Jesucristo, entonces su Espíritu de amor y de obediencia
infinita de su corazón, de su alma y de su vida muy
santísima, por cierto, ha de venir a ser parte de cada uno de
todos nosotros", en nuestros millares, en todas las naciones
del mundo entero.

Y esto ha de ser fundamentalmente al pie de la letra, "tal
como Dios lo prometió, en el mismo instante que comenzamos a
creer en el Señor Jesucristo, en todos los lugares de la
tierra, para vivir la vida eterna, desde ya", delante de la
presencia sagrada de nuestro Padre Celestial y de su Espíritu
Santo, eternamente y para siempre. Es decir, de que "desde el
momento que comenzamos a creer en nuestro Señor Jesucristo en
nuestros corazones, como nuestro Árbol de vida eterna, como
nuestro Cordero Escogido para expiar nuestros pecados por
medio del Espíritu Santísimo de su sangre sacrificada,
entonces todas las bendiciones y los atributos divinos de
Cristo vienen a ser parte de nuestras vidas", para siempre.

Y jamás "volveremos a tener en nuestros corazones, en
nuestras vidas del paraíso y así también de la tierra: las
maldiciones, las mentiras y el espíritu rebelde y
desobediente a nuestro Padre Celestial, como siempre ha sido
el espíritu y la vida de rebelión y de gran maldad de
Satanás", por ejemplo, del más allá, como del mundo de los
muertos. Porque desde los primeros días de vida en el cielo,
Satanás siendo arcángel de luz se comenzó a rebelar en contra
de Dios y de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, porque "no
conocía el Espíritu de amor y de vida eterna de nuestro Dios,
en su corazón y en su espíritu perdido en sus mismas
profundas tinieblas de su abominación infinita".

Esto significa que Satanás, como arcángel guardián de Dios,
"no conocía en su corazón a su Dios y Creador de su vida, ni
tampoco conocía al Señor Jesucristo, ni menos conocía a su
Espíritu Santo, para mal de su vida y de los ángeles caídos,
por ejemplo", como de los que decidieron creer en él y en sus
profundas mentiras. Y todos los que creen en el espíritu de
mentiras de Satanás "son enemigos de Dios, sin excepción
alguna de nadie (ángel del cielo o pecador de la tierra), por
lo tanto, están sus vidas perdidas infinitamente entre sus
profundas tinieblas del más allá", como del mundo de los
muertos, como del lago de fuego y eternamente devastador.

Pero no es así para con los que creen en el fruto del Árbol
de la vida eterna, ya sea en el paraíso con los ángeles del
cielo o en la tierra con todo hombre, mujer, niño y niña de
todas las naciones del mundo entero, comenzando con Israel,
por ejemplo. Porque todos los que creen en la verdad del
fruto del Árbol de la vida eterna, nuestro Señor Jesucristo,
entonces viven infinitamente, puesto que han vuelto a nacer
no del espíritu ni de la carne de Adán, ni de las mentiras,
ni de las muchas injusticias de Satanás, sino de Dios y de su
Hijo amado, ¡nuestro Señor Jesucristo!

Y esto es concretamente "que todo aquel que cree en su
corazón en el Señor Jesucristo, entonces sus pecados les son
perdonados por los poderes sobrenaturales de la sangre
sacrificada del Señor Jesucristo", por lo tanto, "sus nombres
son escritos en el libro de la vida eterna" del nuevo reino
de Dios y de su Árbol de vida, ¡nuestro Jesucristo! Es decir,
también, que "todo aquel que cree en el Señor Jesucristo,
entonces el mismo Espíritu divino de la nueva vida eterna le
sigue diariamente por la tierra y así también en su nueva
vida infinita del cielo, como si ese mismo hombre, mujer,
niño o niña, fuese el Señor Jesucristo sirviéndole por
siempre a su Padre Celestial", por ejemplo.

NO VIVAN CREYENDO EN EL ESPÍRITU DE ERROR DE ADAN, PARA NO
MORIR

En otras palabras, "todo aquel que ha creído en su linaje
humano, entonces realmente está creyendo al mismo espíritu de
mentiras que Adán creyó, cuando oyó las falsedades de
Satanás, en el paraíso", por boca de Eva y luego por boca de
la serpiente antigua, por ejemplo, para mal y destrucción
eterna de su vida infinita del cielo. Pero "los que creen en
el Señor Jesucristo, entonces realmente están creyendo a cada
una de sus palabras benditas e infinitamente gloriosas de la
vida eterna del nuevo reino celestial", las cuales vienen
hacia nosotros desde aún más allá de los primeros días de la
creación del reino de los cielos y de cada una de sus cosas,
por ejemplo.

Y, entonces, "las bendiciones y los atributos, como rasgos
divinos e infinitamente gloriosos de Dios, de su Hijo amado y
de su Espíritu Santo, como su imagen y como su semejanza
celestial en cada uno de nosotros nos han de seguir para
siempre", con cada una de sus muy ricas bendiciones eternales
de vida y de salud del cielo. Y esto ha de ser una realidad
infinita desde hoy mismo, "si tan sólo creemos en nuestro
Padre Celestial y en su obra santa y sublime en su Hijo
amado, nuestro Señor Jesucristo, para bien eterno de nuestros
corazones y de nuestras almas eternas, para servicio inmortal
de su nombre santo en la tierra y en el cielo, también", para
siempre.

Es por esta razón, que nuestro Señor Jesucristo les anunciaba
siempre a las gentes, cada vez que tenia la oportunidad de
hacerlo así, para hacerles entender en sus corazones: "de que
todo aquel que ama a otro hombre o mujer más que a Él,
entonces no es digno de Él, en esta vida, ni en la venidera
tampoco, para siempre". Porque sin saber lo que hacen,
realmente, "cada uno de ellos está amando y recibiendo en su
vida día y noche del espíritu de error y de gran maldad de
sus antepasados, como sus familiares recientes y hasta como
el mismo Adán y Eva, terriblemente rebeldes a Dios y a su
fruto de vida eterna", ¡nuestro Señor Jesucristo!

Sin embargo, "los que creen en el Señor Jesucristo, entonces
el Espíritu de vida y de salud eterna han de seguirles día y
noche en la tierra y así también en el paraíso para bendecir
sus vidas": porque ya no son descendientes del espíritu de
error de Satanás o de Adán sino de Cristo, de Dios y de su
Espíritu Santo. Y "esto ha de ser efectivamente con cada uno
de nosotros, en sus millares, en todas las naciones de la
tierra, como siempre han seguido a nuestro Señor Jesucristo
para bendecir cada uno de sus pasos en el cielo, en la tierra
y así también en el nuevo reino celestial y de su nueva
humanidad infinita", ¡La Jerusalén del cielo!

TENDRAS TESOROS EN EL CIELO, SI LE DAS DE TI A DIOS Y A LOS
SUYOS

Es por esta razón, que nuestro Señor Jesucristo siempre les
predicaba a los pobres de espíritu antes que a cualquier otra
clase de personas o de gentes de la tierra, "para que sean
hechos perfectos y sumamente ricos, en sólo creer en Él y en
nadie más en sus corazones eternos". Porque nuestro Señor
Jesucristo "es el único tesoro escondido y predilecto de
nuestros corazones, de nuestras almas, de nuestras mentes y
de nuestras vidas del paraíso y de la tierra, también, para
posteriormente encontrarlo sólo a él y así entonces entrar
finalmente a nuestra nueva vida eterna, llena de riquezas sin
fin alguno del cielo".

En la medida en que, "sólo nuestro Señor Jesucristo es el
tesoro escondido del cielo para los ángeles y así también
para los hombres, mujeres, niños y niñas del paraíso y de
toda la tierra", de nuestros días y de siempre. Y otro tesoro
mayor, en el corazón de Dios y así también de los ángeles del
cielo y de las multitudes de las naciones, no hay igual,
"porque sólo nuestro Señor Jesucristo es santo e
infinitamente puro y libre de las mentiras del espíritu de
error y de gran maldad de Satanás y de sus ángeles caídos",
por ejemplo.

Y el que lo encuentra, en un instante de oración y de fe,
"entonces llegara a ser el ser más rico y más feliz de la
creación de Dios y de sus ángeles para siempre, porque habrá
encontrado el tesoro de su vida" (el cual jamás terminara de
enriquecer su existencia en esta vida y en la era venidera,
también). Y hablando de su palabra santa a las multitudes,
entonces "un joven rico se le acerco al Señor Jesucristo",
por ejemplo, para decirle: -- Señor, yo he cumplido los
Mandamientos de la Ley de Moisés y de Israel, desde cuando
niño y hasta hoy mismo, delante de tu misma presencia y de
las gentes de todo el pueblo.

Al momento, el Señor Jesucristo "lo miro directamente a sus
ojos para decirle": --Has hecho muy bien todo, de acuerdo al
Espíritu y la letra de la Ley; pero te falta algo muy
importante en tu vida aún, para alcanzar la salvación de Dios
y ser perfecto para siempre: libre de pecados y de sus males
eternos. Y esto es, que siendo rico jamás les has dado nada
de ti a tu Dios y Fundador de tu vida, aún cuando cada vez
que él mismo te bendecía y te daba de todo lo que posees hoy
en día, en tus varias riquezas de la tierra.

Porque la verdad es que lo que tienes, realmente, ha sido
sólo para ti y para nadie más, como un egoísta indiferente:
pecador y ciego en su corazón para su Dios y para su Árbol de
la vida eterna (el cual está en el paraíso, en el epicentro
de la Nueva Jerusalén Santa y Perfecta de la nueva era
venidera). Y "el joven rico se sorprendió de sus palabras,
porque ciertamente jamás le había dado nada de él a su Dios,
ni menos a nadie en su familia, ni a ninguno de sus conocidos
cercanos o lejanos", por ejemplo; con esto entendió el joven
rico que estaba viviendo en el espíritu del pecado de la
avaricia para mal de su vida.

Y "esta gran verdad sobrecogió su corazón, de tal manera que
ya no sabia que decirle el joven rico al Señor Jesucristo",
como ni una sola palabra más, "para no empeorar su situación
espiritual en contra de él mismo, en aquella hora tan crucial
para su vida y hasta quizás para los suyos, también". Pues,
al verse descubierto públicamente por las palabras del
Mesías, entonces "sus propias palabras ya no tenían valor
alguno, como para defenderse de una manera u otra delante del
gentío que había oído al Señor Jesucristo hablarle a él, como
si lo hubiese conocido desde mucho tiempo atrás" (cuando
realmente era la primera vez que se veían y hablaban).

Además, el joven rico se sentía muy sorprendido en su corazón
"casi confundido al oír tanta sabiduría de su vida pasada
salir de la boca del Señor Jesucristo hacia él y así
impactando su vida tan dramáticamente, como para tener que
cambiarla ya, como para mejorar su estado espiritual
inmediatamente" delante de su Dios y Creador de su nueva vida
eterna. Ciertamente, el joven rico permanecía aún sorprendió
en su espíritu, como nunca antes: "porque las palabras de
Cristo penetraban su alma profundamente y no salían de él; y,
además, porque jamás nadie le había dicho lo que había
pensado y hecho en su corazón (poco claro al momento), desde
su juventud y hasta aquel día tan crucial para toda su vida".

Porque realmente "ésta fue una hora muy crucial para la vida
de todos los que tienen posesiones en la tierra, ya que
cuando el Señor Jesucristo le estaba hablando así al joven
rico de aquel momento, pues también le hablaba a todos los
demás, en Israel y en el resto de las naciones, para que
tornen sus vidas hacia Dios". Ciertamente, todo rico es rico,
porque se ha ganado todo en su vida con su trabajo y con su
destreza: "pero no es rico desdichadamente aún en el cielo,
puesto que no conoce al Señor Jesucristo, su único fruto de
vida eterna, en su corazón, como Adán debió conocerlo así en
el paraíso y en su eternidad venidera, por ejemplo".

Ciertamente, "el joven rico deseaba seguir siendo rico,
delante del Señor Jesucristo y de la multitud que le seguía
por doquier (por causa de la palabra de sabiduría divina y de
vida eterna), pero a su manera ciega y totalmente equivocada
para el Espíritu de la Ley de Dios. Y "esto no es así, jamás,
en la vida de ningún hombre, mujer, niño o niña de la
humanidad entera, comenzando con Adán y Eva, en el paraíso,
por ejemplo, delante de Dios y de su Árbol de vida eterna",
si su fruto de vida eterna es el Mesías, ¡nuestro salvador
Jesucristo! Porque para nuestro Dios el que come del fruto de
vida eterna, es, realmente, rico en la tierra y así también
mucho más rico en la nueva era venidera, en la vida eterna.

Entonces el Señor Jesucristo le dijo al joven rico, con gran
amor en su corazón: --Si realmente quieres ser rico y
perfecto, como tu Dios o como su gran rey Mesías o como sus
ángeles del reino del cielo, por ejemplo, pues entonces muy
bien haces en buscar ésta gran riqueza divina en tu vida.
Ahora mismo, regresa por tu camino, como siempre, vende tus
bienes y dalo a los pobres; y sólo así en el cielo tendrás
tesoros, como jamás lo soñó tu corazón, desde el día que
tienes conocimiento de las cosas y hasta hoy en día.

Y, luego, ven a mí tal como eres, le decía el Señor
Jesucristo al joven rico; y sígueme, si sígueme para siempre,
sin mirar a ninguna de tus cosas del pasado, jamás. Porque
"todo aquel que no abandona su pasado, lleno de pecado y de
las cosas de Satanás (no me refiero a lo bueno), entonces no
puede seguir por el camino de la verdad y de la vida eterna",
el cual es nuestro mismo Árbol de vida infinita y celestial
de todos los seres creados por nuestro Dios y por nuestro
Jesucristo.

Dado que, "sólo nuestro Señor Jesucristo es la verdad y el
camino por siempre de la nueva vida infinita del cielo, de la
tierra y así también de la nueva tierra con nuevos cielos de
La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta del más allá". Es más,
"sólo nuestro Señor Jesucristo puede conducir, con su verdad
y con su justicia infinita, a todos los ángeles, arcángeles,
serafines, querubines y demás seres santos del cielo a la
presencia santa y perfecta de nuestro Padre Celestial":
porque ninguno de ellos por si solo podrá jamás llegar a su
Dios y Fundador de su vida en el más allá.

Además, porque "sólo nuestro Señor Jesucristo conoce a
nuestro Padre Celestial, y así también sólo nuestro Padre
Celestial conoce a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como el
Árbol de la vida eterna, el Cordero Escogido de Dios para la
expiación del pecado, como el Hijo de David" (el Mesías
prometido, el Cristo de Israel y de las naciones de la
tierra). Entonces "todo aquel que desee ver a Dios, ni aunque
llegue a ser tan sabio, tan perfecto y tan santo como los
ángeles, pues ni aún así, lo podrá ver a Él jamás, ni por una
milésima de segundo"; realmente, esto es un imposible
infinito para cualquiera, ¡si Cristo no vive en su corazón
(aunque él mismo viva ya en el cielo!

También, esto es verdad en todo hombre, mujer, niño y niña de
la humanidad entera, así como lo es con los ángeles, porque
"sólo nuestro Señor Jesucristo es su Hijo amado, por
consiguiente, sólo él es la verdad y el camino hacia el
conocimiento y la presencia santa y perfecta de nuestro Padre
Celestial que está en los cielos". Y "nuestro Padre Celestial
desea que cada ángel del cielo y así también cada hombre,
mujer, niño y niña de la humanidad entera, le llegue a ver,
pero únicamente en el Espíritu de la verdad, santidad,
justicia y amor infinito de su Árbol de vida eterna", ¡
nuestro Señor Jesucristo!

Por ello, "el que está en el Señor Jesucristo para nuestro
Padre Celestial, físicamente está lleno de la verdad, de la
justicia y del amor de la vida santa e infinitamente gloriosa
de La Nueva Jerusalén Santa y Perfecta", de la nueva
eternidad venidera. Entonces "si verdaderamente deseas ser
perfecto en tu vida, de hoy en día y de siempre, delante de
Dios y de sus huestes celestiales, pues dale a tu Dios lo que
es de él, para que así tengas riquezas en el cielo, desde ya
y hacia la nueva era venidera, también", por ejemplo.

Porque la verdad es que "nuestro Dios creo a Adán para que
sea muy rico en todas las cosas de su creación celestial y
así también a cada uno de sus descendientes, por doquier,
pero sin el pecado, ni la maldad, ni las mentiras de Satanás;
es más, nuestro Dios te creo a ti, mi estimado hermano, rico
y más no pobre". Es decir, también, "que nuestro Padre
Celestial deseaba que el joven rico siguiese siendo rico,
pero aún mucho más rico que antes, sin la mancha del pecado
de Satanás, en la tierra y así también en el cielo", para
siempre; por eso, "todos los que están en Jesucristo ya no
son pobres, sino infinitamente muy ricos en nuestro Padre
Celestial".

Porque realmente el espíritu de Satanás, por medio de Adán,
hace pobre al hombre, pero sin embargo, el Espíritu Santo de
Dios, por medio de Jesucristo, hace rico a todo pecador y a
toda pecadora de toda la tierra, sin sólo confiesa su nombre
muy santo en su corazón y en su vida, para nueva gloria
infinita de Dios. Es por esta razón, que el Señor Jesucristo
es mucho más importante en el corazón y en la vida de cada
hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada niña de la
humanidad entera, para vivir la vida eterna infinitamente
feliz con su Dios y con su Árbol de vida eterna, desde ya.

En otras palabras, Adán es el comienzo de tu linaje humano,
pero a la vez es tu enemigo, por razón del espíritu de error
del pecado de Satanás en tu corazón y en tu diario vivir.
Pero con el Señor Jesucristo viviendo en tu corazón, entonces
realmente él si es el comienzo de toda tu nueva vida
infinita, del pasado, del presente y de la eternidad
venidera. Porque nuestro Padre Celestial junto con su Ley
Santa y su Espíritu Divino vivirán por siempre en ti, gracias
al Espíritu de Jesucristo, para enriquecer tu vida cada vez
más y más hasta que llegues a ser lo que Dios mismo formo en
sus manos santas, cada vez que moldeaba tu corazón y toda tu
vida en el cielo.

Entonces "cada vez que le das de ti a uno de sus más pequeños
que están en la tierra (producto directo de las manos santas
de Dios), entonces realmente le estas dando a tu Dios que
está en los cielos, para bendición de tu vida y de los tuyos,
también, en los días venideros". Y todo lo que le des a tu
Dios, pequeño o grande, entonces "vuelve a ti (regresa a ti)
y con grandes intereses de muchas bendiciones del cielo y de
la nueva vida eterna del nuevo reino celestial, ya sea para
ti y como para los tuyos, también", (como de los que están
lejos o cerca de ti, por ejemplo).

Porque todo lo que le des de ti a tu Dios o a los suyos,
pues, "él mismo lo recibe con gozo en su corazón, pero,
simultáneamente, te lo devuelve con mayores bendiciones, de
las cuales jamás soñaste en tu corazón", desde el día que
despertó tu mente y tu alma a la luz de la vida en la tierra.
Entonces aún no siendo rico le das de ti, al que lo necesite,
como al que no tiene nada, ciertamente, "se lo estas dando (o
prestando) a tu Dios, que te ve desde el cielo sin pestañar
jamás, para luego devolvértelo en esta vida con grandes
intereses de salud, paz, alegría, fortuna y todas las demás
bendiciones de la vida eterna".

Y "nuestro Padre Celestial hace todas estas cosas así por
amor, en la vida de cualquier hombre, mujer, niño y niña de
la humanidad entera, que le ame a él, sólo por medio del
Espíritu de amor, vida y salud infinita del Señor
Jesucristo", para que gloríen por siempre su nombre muy santo
en sus corazones, desde ya y para siempre. Y "si aún no le
has dado nada de ti a tu Dios, entonces empieza con tu
corazón, con tu alma y con tu misma vida de hoy, para que
comiences a recibir de tu Dios muchas cosas en esta vida y en
la vida eterna: la felicidad que siempre has buscado, sin
jamás encontrarla hasta que Cristo entro en ti".

SI VIVES POR LA CARNE: MORIRAS, PERO SI VIVES POR EL
ESPÍRITU: ¡VIVIRAS!

Porque "si viven conforme a la carne, entonces no podrán
jamás bendecir ni menos gloriar el nombre muy santo de
nuestro Padre Celestial en sus corazones infinitos, por lo
tanto, han de morir en sus pecados" (como todo pecador de la
antigüedad y de hoy en día, también, por ejemplo, en todos
los lugares de la tierra). Pero, "si viven por el Espíritu de
la fe, de la vida y de la sangre sacrificada de nuestro Señor
Jesucristo, entonces automáticamente hacen morir día y noche
las malas acciones de la carne, para llenura de sus corazones
y de sus vidas del Espíritu Santo y del nombre glorioso del
gran rey Mesías, el Hijo de David", ¡nuestro salvador
Jesucristo!

Además, "si ustedes mismos, mis estimados hermanos, viven por
el Espíritu de la fe, de sólo creer en Jesucristo en sus
corazones infinitos como su único y suficiente salvador de
sus vidas, es decir, creer en Cristo como su Cordero del
cielo para expiación de pecados, entonces el imperio del mal
no reina más en sus vidas para nada". Pues bien, "por creer
también en el gran rey Mesías, nuestro Señor Jesucristo, como
el sumo sacerdote celestial que está sentado a la diestra de
nuestro Dios: intercediendo por siempre por nosotros y por
los nuestros, entonces tenemos en nuestros corazones viviendo
el Espíritu dador" (el cual nuestro Padre Celestial ama mucho
en su corazón santo, porque le da gloria incesantemente).

Y, además también, porque "éste mismo espíritu dador del
corazón del hombre y la mujer, del niño y la niña de todas
las naciones, no sólo le da a Él de su gloria y honra
perfectamente merecida diariamente a su corazón y a su nombre
santísimo en la tierra y para la eternidad venidera, sino que
mucho más que todo esto". Realmente, "éste mismo Espíritu
dador del corazón del hombre también es bueno para con los
demás, como nuestras familias y amistades, como de las que
están cerca o lejos, por ejemplo, para que reciban del bien
infinito de sus vidas diariamente y hasta finalmente llenarse
de Dios y de sus buenas bendiciones del cielo".

Porque "nuestro Dios desea constantemente que todos reciban
de él, sólo por medio del Espíritu de fe, de tan sólo creer
con el corazón e invocar con sus labios: el nombre salvador
de sus vidas eternales, nuestro fruto de vida eterna en sus
mismas bocas y entre sus mismos labios": ¡nuestro Jesucristo!
(tal cual, como Adán debió haberlo hecho así en su día). Ya
que, "es en la invocación del nombre del Señor Jesucristo,
por los poderes sobrenaturales del espíritu humano del
corazón del hombre y la mujer, del niño y la niña que creen
en Él, así como de los ángeles del cielo, por ejemplo, es que
nuestro Padre Celestial se complace realmente día y noche en
todos nosotros, para bendecirnos continuamente".

Y esto es que "nuestro Padre Celestial se complace en su
corazón y en su alma muy santa en la verdad, en el derecho y
en la justicia del amor y de la gracia infinita de su Hijo
amado, nuestro fruto de vida y de salud eterna, ¡el Señor
Jesucristo!, para que todo sea gloria por siempre para su
nombre glorioso". Es por esta razón, "que es muy bueno darle
a nuestro Padre Celestial del espíritu ardiente y sediento de
nuestro corazón humano, por medio del Espíritu de fe, de
creer y de invocar con nuestros labios el nombre muy sagrado
de su corazón santo", ¡nuestro Señor Jesucristo!

Para que "al nosotros darle a Él, como nuestro Dios y
Fundador de nuestras vidas, de lo que sólo él busca en cada
uno de nosotros, entonces recíprocamente él mismo nos dé
siempre de sus muy ricas e indispensables, juntamente,
bendiciones del cielo", para enriquecer nuestros corazones y
nuestras vidas cada vez más en la tierra y en la eternidad
igual. Porque "todo lo que nuestro Padre Celestial recibe de
nosotros, en verdad, lo recibe en el único Espíritu de la
vida y de la sangre sacrificada de su Hijo; y sin éste
Espíritu de Jesucristo en nosotros entonces nuestro Padre
Celestial no puede jamás recibir nada de nada de ninguno de
nosotros, no importando jamás cuan pequeños o cuan grandes
seamos".

Porque "nuestro Padre Celestial sólo desea recibir de las
delicias del Espíritu sagrado y muy glorioso de su Hijo amado
en su corazón y en su alma santísima, para Él mismo entonces
poderse sentir muy a gusto con cada uno de nosotros, de todas
las familias, razas, pueblos, linajes, tribus y reinos de la
tierra". Pues así como nuestro Padre Celestial sólo puede
recibir de nuestros corazones y de nuestros espíritus humanos
cada una de nuestras: oraciones, ruegos, peticiones,
intercesiones, alabanzas, glorias, honras y demás servicios
especiales a su nombre muy santo, entonces así también
nosotros en cada momento de nuestras vidas recibimos de él,
exclusivamente en el Espíritu del nombre de nuestro Señor
Jesucristo".

Es decir, que "nosotros no podremos jamás recibir nada de
nada de nuestro Padre Celestial en el paraíso como Adán y
Eva, y en la tierra como cualquier hombre, mujer, niño o niña
de la humanidad entera, si no nos acercamos a él, en el
Espíritu de fe, de la vida y de la sangre sacrificada de
nuestro Señor Jesucristo". Porque es "únicamente por medio
del Espíritu de nuestro gran rey Mesías, el fruto de la vida
eterna, el Hijo de David, por el cual hemos de darle a
nuestro Padre Celestial la reverencia de nuestro corazón y de
nuestro espíritu humano y hasta no poder más, también, en la
tierra y en La Nueva Jerusalén Inmortalizada del cielo", por
ejemplo.

Pues así también "sólo por medio del mismo Espíritu de
nuestro Señor Jesucristo y no otro, entonces podemos muy bien
recibir cada una de las bendiciones de perdón, de salud y de
vida eterna a todas horas del día y con sus ricas y profundas
bendiciones de nuestros espíritus y almas infinitas, en la
tierra y en el paraíso, perennemente". Por ello, "si vivimos
por el espíritu de nuestra carne pecadora, de la misma manera
que Adán y Eva vivieron en el paraíso o en la tierra, por
ejemplo, entonces claramente está que hemos de regresar al
polvo de la muerte por mandato de Dios, es decir, que
moriremos para no volver a ver la luz de Cristo, jamás".

Pero, "si vivimos por el Espíritu de fe, de la vida y de la
sangre milagrosa de nuestro Señor Jesucristo, entonces de
hora en hora de todos los días de nuestras vidas hacemos
morir los malos frutos de la carne, para recibir únicamente
del bien del cielo, del bien de Dios y del bien de su Árbol
de vida eterna". Porque "es únicamente por medio del Espíritu
del fruto del Árbol de la vida eterna es que nuestro Padre
Celestial planeo por siempre bendecirnos, para que nosotros
le demos a él, y así correspondientemente Él mismo darnos a
nosotros, y hacer llegar a nuestras vidas, cada una de sus
muy ricas y sublimes bendiciones de vida y de salud eterna".

Entonces "cuando nosotros le damos a nuestro Padre Celestial
todo del amor infinito de nuestros corazones y de nuestros
espíritus humanos (y mucho más también), entonces nuestro
Dios nos responde igualmente", pero con mayores y muy
gloriosas bendiciones del cielo y de su Árbol de vida eterna,
en el poder sobrenatural de su Espíritu Santo. Porque "así
como quiso bendecir a Adán, por ejemplo, en el paraíso y al
pie del Árbol de la vida, para que coman y beban por siempre
del agua y de su fruto de vida eterna, pues igual con cada
uno de sus descendientes", como tú y yo, hoy en día y por
siempre, en todos los lugares de la tierra.

Y "esto es, literalmente, de comer y de beber de su Árbol de
vida eterna, para no morir jamás, sino todo lo contrario".
Además, "esto es exactamente de sólo ver y vivir la vida con
él y con sus huestes angelicales, felices para siempre en sus
nuevas tierras con nuevos cielos del más allá, como en La
Nueva Jerusalén Santa y Perfecta, sólo soñada por su corazón
santísimo, desde mucho antes de la fundación del cielo y de
la tierra", por ejemplo.

Porque la verdad es que "el Espíritu Santo de nuestro Padre
Celestial jamás ha dejado de descender sobre todos nosotros,
desde los primeros días de la creación del cielo y de la
tierra, génesis 1:2, para darnos de su más grandes y
abundantes bendiciones del cielo, si individualmente el
Espíritu de Cristo está en nuestros corazones, para recibir
de Él continuamente". Es decir, también, que "si el Espíritu
de Cristo no está en tu corazón, entonces no puedes recibir,
ni menos dar nada de nada a nadie, ni mucho menos a tu Dios y
Creador de tu vida que está en los cielos: porque eres pobre
e infinitamente pecador y perdido ante él y ante sus huestes
angelicales, para siempre".

Por deducción, "el Espíritu del Señor Jesucristo es muy
importante que viva desde ya en tu corazón y en todo tu
espíritu humano, para que puedas recibir del cielo y así dar
de ti a los demás, como a tus familias, como a tu Dios, como
a tus amistades y demás amigos, hoy y por siempre en la
eternidad venidera. Porque la verdad es que tarde o temprano
en tu vida tendrás que darle de ti a tu Dios, de una manera u
otra, para que entonces él mismo inmediatamente comience a
bendecir tu vida con sus dones sobrenaturales de maravillas,
de milagros y de prodigios de su Espíritu Santo y de su Hijo,
¡nuestro Jesucristo!, para que sea feliz infinitamente.

El amor (Espíritu Santo) de nuestro Padre Celestial y de su
Jesucristo es contigo.


¡Cultura y paz para todos, hoy y siempre!


Dígale al Señor, nuestro Padre Celestial, de todo corazón, en
el nombre del Señor Jesucristo: Nuestras almas te aman,
Señor. Nuestras almas te adoran, Padre nuestro. Nuestras
almas te rinden gloria y honra a tu nombre y obra santa y
sobrenatural, en la tierra y en el cielo, también, para
siempre, Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo amado,
nuestro Señor Jesucristo.

LOS ÍDOLOS SON UNA OFENSA / AFRENTA A LA LEY PERFECTA DE DIOS

Es por eso que los ídolos han sido desde siempre: un tropiezo
a la verdad y al poder de Dios en tu vida. Un tropiezo
eterno, para que la omnipotencia de Dios no obre en tu vida,
de acuerdo a la voluntad perfecta del Padre Celestial y de su
Espíritu Eterno. Pero todo esto tiene un fin en tu vida, en
ésta misma hora crucial de tu vida. Has de pensar quizá que
el fin de todos los males de los ídolos termine, cuando
llegues al fin de tus días. Pero esto no es verdad. Los
ídolos con sus espíritus inmundos te seguirán atormentando
día y noche entre las llamas ardientes del fuego del
infierno, por haber desobedecido a la Ley viviente de Dios.
En verdad, el fin de todos estos males está aquí contigo, en
el día de hoy. Y éste es el Señor Jesucristo. Cree en Él, en
espíritu y en verdad. Usando siempre tu fe en Él, escaparas
los males, enfermedades y los tormentos eternos de la
presencia terrible de los ídolos y de sus huestes de
espíritus infernales en tu vida y en la vida de cada uno de
los tuyos también, para la eternidad del nuevo reino de Dios.
Porque en el reino de Dios su Ley santa es de día en día
honrada y exaltada en gran manera, por todas las huestes de
sus ángeles santos. Y tú con los tuyos, mi estimado hermano,
mi estimada hermana, has sido creado para honrar y exaltar
cada letra, cada palabra, cada oración, cada tilde, cada
categoría de bendición terrenal y celestial, cada honor, cada
dignidad, cada señorío, cada majestad, cada poder, cada
decoro, y cada vida humana y celestial con todas de sus
muchas y ricas bendiciones de la tierra, del día de hoy y de
la tierra santa del más allá, también, en el reino de Dios y
de su Hijo amado, ¡el Señor Jesucristo!, ¡El Todopoderoso de
Israel y de las naciones!

SÓLO ESTA LEY (SIN ROMPERLA) ES LA LEY VIVIENTE DE DIOS

Esta es la única ley santa de Dios y del Señor Jesucristo en
tu corazón, para bendecirte, para darte vida y vida en
abundancia, en la tierra y en el cielo para siempre. Y te ha
venido diciendo así, desde los días de la antigüedad, desde
los lugares muy altos y santos del reino de los cielos:

PRIMER MANDAMIENTO: "No tendrás otros dioses delante de mí".

SEGUNO MANDAMIENTO: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza
de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni
en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas
ni les rendirás culto, porque yo soy Jehová tu Dios, un Dios
celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos,
sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me
aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a
los que me aman y guardan mis mandamientos".

TERCER MANDAMIENTO: "No tomarás en vano el nombre de Jehová
tu Dios, porque Él no dará por inocente al que tome su nombre
en vano".

CUARTO MANDAMIENTO: "Acuérdate del día del sábado para
santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero
el séptimo día será sábado para Jehová tu Dios. No harás en
ese día obra alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu
siervo, ni tu sierva, ni tu animal, ni el forastero que está
dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los
cielos, la tierra y el mar, y todo lo que hay en ellos, y
reposó en el séptimo día. Por eso Jehová bendijo el día del
sábado y lo santificó".

QUINTO MANDAMIENTO: "Honra a tu padre y a tu madre, para que
tus días se prolonguen sobre la tierra que Jehová tu Dios te
da".

SEXTO MANDAMIENTO: "No cometerás homicidio".

SEPTIMO MANDAMIENTO: "No cometerás adulterio".

OCTAVO MANDAMIENTO: "No robarás".

NOVENO MANDAMIENTO: "No darás falso testimonio en contra de
tu prójimo".

DECIMO MANDAMIENTO: "No codiciarás la casa de tu prójimo; no
codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su
sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que sea de tu
prójimo".

Entrégale tu atención al Espíritu de Dios y deshazte de todos
estos males en tu hogar, en tu vida y en la vida de cada uno
de los tuyos, también. Hazlo así y sin mas demora alguna, por
amor a la Ley santa de Dios, en la vida de cada uno de los
tuyos. Porque ciertamente ellos desean ser libres de sus
ídolos y de sus imágenes de talla, aunque tú no lo veas así,
en ésta hora crucial para tu vida y la vida de los tuyos,
también. Y tú tienes el poder, para ayudarlos a ser libres de
todos estos males, de los cuales han llegado a ellos, desde
los días de la antigüedad, para seguir destruyendo sus vidas,
en el día de hoy. Y Dios no desea continuar viendo estos
males en sus vidas, sino que sólo Él desea ver vida y vida en
abundancia, en cada nación y en cada una de sus muchas
familias, por toda la tierra.

Esto es muy importante: Oremos junto, en el nombre del Señor
Jesucristo. Vamos todos a orar juntos, por unos momentos. Y
digamos juntos la siguiente oración de Jesucristo delante de
la presencia santa del Padre Celestial, nuestro Dios y
salvador de todas nuestras almas:

ORACIÓN DEL PERDÓN

Padre nuestro que estás en los cielos: santificada sea la
memoria de tu nombre que mora dentro de Jesucristo, tu hijo
amado. Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el
cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en
tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino, el
poder y la gloria por todos los siglos. Amén.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre
Celestial también os perdonará a vosotros. Pero si no
perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas.

Por lo tanto, el Señor Jesús dijo, "Yo soy el CAMINO, y la
VERDAD, y la VIDA ETERNA; nadie PUEDE VENIR al PADRE SANTO,
sino es POR MÍ". Juan 14:

NADIE MÁS TE PUEDE SALVAR.

¡CONFÍA EN JESÚS HOY!

MAÑANA QUIZAS SEA DEMASIADO TARDE.

YA MAÑANA ES DEMASIADO TARDE PARA MUCHOS, QUE NO LO SEA PARA
TI Y LOS TUYOS, EN EL DÍA DE HOY.

- Reconoce que eres PECADOR en necesidad, de ser SALVO de
éste MUNDO y su MUERTE.

Disponte a dejar el pecado (arrepiéntete):

Cree que Jesucristo murió por ti, fue sepultado y resucito al
tercer día por el Poder Sagrado del Espíritu Santo y deja que
entré en tu vida y sea tu ÚNICO SALVADOR Y SEÑOR EN TU VIDA.

QUIZÁ TE PREGUNTES HOY: ¿QUE ORAR? O ¿CÓMO ORAR? O ¿QUÉ
DECIRLE AL SEÑOR SANTO EN ORACIÓN? -HAS LO SIGUIENTE, y di:
Dios mío, soy un pecador y necesito tu perdón. Creo que
Jesucristo ha derramado su SANGRE PRECIOSA y ha muerto por mi
pecado. Estoy dispuesto a dejar mi pecado. Invito a Cristo a
venir a mi corazón y a mi vida, como mi SALVADOR.

¿Aceptaste a Jesús, como tu Salvador? ¿Sí _____? O ¿No
_____?

¿Fecha? ¿Sí ____? O ¿No _____?

Si tu respuesta fue Si, entonces esto es solo el principio de
una nueva maravillosa vida en Cristo. Ahora:

Lee la Biblia cada día para conocer mejor a Cristo. Habla con
Dios, orando todos los días en el nombre de JESÚS. Bautízate
en AGUA y en El ESPÍRITU SANTO DE DIOS, adora, reúnete y
sirve con otros cristianos en un Templo donde Cristo es
predicado y la Biblia es la suprema autoridad. Habla de
Cristo a los demás.

Recibe ayuda para crecer como un nuevo cristiano. Lee libros
cristianos que los hermanos Pentecostés o pastores del
evangelio de Jesús te recomienden leer y te ayuden a entender
más de Jesús y de su palabra sagrada, la Biblia. Libros
cristianos están disponibles en gran cantidad en diferentes
temas, en tu librería cristiana inmediata a tu barrio,
entonces visita a las librerías cristianas con frecuencia,
para ver que clase de libros están a tu disposición, para que
te ayuden a estudiar y entender las verdades de Dios.

Te doy las gracias por leer mí libro que he escrito para ti,
para que te goces en la verdad del Padre Celestial y de su
Hijo amado y así comiences a crecer en Él, desde el día de
hoy y para siempre.

El salmo 122, en la Santa Biblia, nos llama a pedir por la
paz de Jerusalén día a día y sin cesar, en nuestras
oraciones. Porque ésta es la tierra, desde donde Dios lanzo
hacia todos los continentes de la tierra: todas nuestras
bendiciones y salvación eterna de nuestras almas vivientes. Y
nos dice Dios mismo, en su Espíritu Eterno: "Vivan tranquilos
los que te aman. Haya paz dentro de tus murallas y
tranquilidad en tus palacios, Jerusalén". Por causa de mis
hermanos y de mis amigos, diré yo: "Haya paz en ti, siempre
Jerusalén". Por causa de la casa de Jehová nuestro Dios, en
el cielo y en la tierra: imploraré por tu bien, por siempre.

El libro de los salmos 150, en la Santa Biblia, declara el
Espíritu de Dios a toda la humanidad, diciéndole y
asegurándole: - Qué todo lo que respira, alabe el nombre de
Jehová de los Ejércitos, ¡el Todopoderoso! Y esto es, de toda
letra, de toda palabra, de todo instrumento y de todo
corazón, con su voz tiene que rendirle el hombre: gloria y
loor al nombre santo de Dios, en la tierra y en las alturas,
como antes y como siempre, por la eternidad.


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http://www.unored.com/streams/radiovisioncristiana.asx

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