Dios no existe precisamente por lo mucho que se asegura y se afirma
sin dudar su existencia.
En cambio, si dudaríamos de su existencia y lo negáramos, eso mismo
sería la prueba fehaciente de que Dios existe.
De este modo, el creyente es la prueba viviente de que Dios no existe,
y el ateo es la prueba certera de que Dios sí existe.
Lao Tse dice:
La persona del mercado oye hablar de Tao y se ríe a carcajadas, y,
justamente, si no fuese por eso Tao no sería tan grande e
inconmensurable.
En cambio, aquellos admirados eruditos saben pronunciar palabras de
enorme elocuencia y significancia acerca de Tao, por eso Tao sigue
siendo un misterio desconocido por todos los que lo describen y les
ponen nombre.
Aquel que no entiende nada de tao, ese es quien sabe perfectamente lo
que Tao es.
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