La
Confesión del Asesino
Conversé con él unos
minutos, durante una de mis visitas a la cárcel. Estábamos participando de una
charla sobre vivir las oportunidades. Después de que les hablé a todos, él se me
acercó.
Mirándolo a los ojos, sin
juzgarlo, ni condenarlo, sino tratando de comprenderlo en su condición de ser
humano, le pregunté: “¿Cómo te tratan
aquí?”
Con la mirada llena de un
profundo dolor, me respondió, como si se tratase de una sincera confesión: “Esto es una pantalla. Hay maltrato. Estoy
aquí por asesinato y, cuando me maltratan, en mi mente solo pienso en salir de
aquí a seguir matando gente”.
Le dije: “No repitas eso, para que no te maltraten
más”. Y sonrió. Con tristeza, pero me sonrió. Entonces me habló sobre los
problemas mentales de muchos presos. Y me citó el ejemplo de uno de ellos, que
estaba sentado cerca de nosotros, a quien los guardias encerraron por muchos
días en un lugar de la cárcel al que le dicen “la caja”. “Salió de ahí seco”, me dijo.
Y entonces comprendí, con el
Alma desgarrada, el porqué muchos salen de ahí, peor de lo que entran.
¡¿Qué
estamos haciendo?!
La
Sociedad está harta, pero sigue maltratando a sus hijos.
Cada día aumentan los
reclamos sociales en materia de seguridad ciudadana. Comunicadores estallan llenos
de impotencia en los medios de comunicación y la prensa se hace eco constante de
todas las nefastas noticias.
Alimentan cada día la mente
de los ciudadanos con los números de los asesinatos, atracos y demás
calamidades sociales, y hasta les muestran las imágenes sangrientas producto de
estos hechos y con hacer esto e insultar a las autoridades se creen ser parte
de la solución.
Craso error.
En lo que nos enfocamos,
aumenta. Solo hay que mirar un poco algunos programas de televisión
o leer los periódicos. Si nos llevamos de los noticieros, parecería como si los
inframundos se estuvieran haciendo sentir más sobre la Tierra.
Son muchos los que
manifiestan que la sociedad ya está harta de estos acontecimientos. Y eso es bueno,
en el sentido de que cuando una sociedad, un grupo de personas, se cansa de
algo, hasta el hastío, entonces procura cambiarlo. Lo que es aún mejor: Transformarlo.
Y la solución para lograr
esa transformación existe, pero no es la que la mayoría de los medios están
promoviendo.
Detrás de un maltratador,
muchas veces hay alguien que ha sido duramente maltratado. Alguien que no ha
recibido Amor y Protección; que ha pasado hambre, y no solo por falta de
alimentos, vestimenta, educación, salud, vivienda, sino también hambre de
afecto, de cariño.
Dentro de ese ser, que hoy
la sociedad condena y maltrata, por haber cometido un grave error, hay alguien
que ha sufrido lo indecible, durante toda su vida o gran parte de ella. Hay
traumas y un dolor muy, muy profundo, en su alma.
¿Y qué hacemos con alguien
así? ¿Golpearlo más? ¿Es que acaso aún no ha sido suficiente?
Al
nacer un niño, no solo es hijo de sus padres biológicos.
Muchas tribus, los
indígenas, parecen estar socialmente más avanzados que nosotros en cuanto a su
comprensión de que cada niño es hijo de toda la tribu. Y, como tal, todos los
miembros de la tribu lo cuidan, alimentan, guían y protegen.
Y en esta tribu, la de nuestra
Sociedad, ¿En cuáles condiciones sociales
nacen y crecen los niños que vienen a
través de padres insolventes, de aquellos que carecen de hasta las más mínimas
garantías de bienestar social?
Muchos de esos niños
desatendidos por la Sociedad, son ahora los que están privados de su libertad, o
delinquiendo en nuestras calles, con la mente infectada, y compartiendo sus
días con los que están igual de insanos o aún peor, agravando su condición;
mientras su verdadero ser, aquel que habita en el interior de todos -sin
excepción- espera que un buen día despertemos y decidamos atenderlos y
tratarlos como lo que ellos son: nuestros
hijos.
* @melbagrullon
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