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Los monstruos viables - Un «salvavidas» para el evolucionismo

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Feb 13, 2009, 2:55:16 AM2/13/09
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Los monstruos viables - Un «salvavidas» para el evolucionismo

Está teniendo lugar, en los círculos evolucionistas, un acontecimiento de
gran alcance. Se trata de una revolución sin precedentes desde que Charles
Darwin publicara su obra El Origen de las Especies.

En una conferencia en el Museo de Historia Natural de Chicago, del 16 al 19
de octubre de 1980, se reunieron 160 de los principales expertos
evolucionistas para afrontar el tortuoso problema de la macroevolución. Los
resultados de esta conferencia son como para causar repercusiones que se
hallarán presentes en los atrios del sistema establecido durante muchas
décadas. Se puede predecir con confianza que la clásica concepción
darwinista de la evolución nunca se recuperará del golpe recibido en
Chicago -irónicamente asestado por algunos de sus más devotos discípulos.
Pero, ¿cómo tuvo lugar todo esto?

Todo empezó en el año 1940 cuando el Dr. Richard B. Goldschmidt, un
genetista mundialmente famoso de Berkeley, California, publicó un libro, The
Material Basis of Evolution (La base material de la evolución). Fue uno de
los primeros evolucionistas en reconocer públicamente con franqueza la
verdadera naturaleza del registro fósil. Afirmó que se había estado cavando
ya por cien años desde Darwin, y que todavía no se habían hallado ninguna de
las formas de transición necesarias para documentar una evolución. Por ello,
pensaba que los evolucionistas debían salir con una teoría que fuera algo
coherente con la evidencia fósil si iban a mantener la fe en su idea.

El Dr. Goldschmidt señaló que en ciertas ocasiones nacía una oveja con solo
dos piernas. Era un monstruo, y moría. O nacía una tortuga con dos cabezas;
era un monstruo, y moría. Aparecían esas monstruosidades que no podían
sobrevivir; pero quedaba la esperanza de que si se hallaba una cantidad
suficiente de ellos, se podría encontrar uno que fuera viable. Así es como
nació el mecanismo evolutivo del «Monstruo Viable». Invocó el monstruo
viable para cubrir todas las discontinuidades entre todos los tipos
diferentes de organismos. Vino en dar la sugerencia de que un día un reptil
puso un huevo, y que lo que salió del huevo fue un ave.

Durante 40 años los evolucionistas estuvieron tratando al Dr. Goldschmidt de
poco menos que lunático por proponer un mecanismo sin evidencia alguna, a
pesar de las indicaciones del mismo Goldschmidt de que tampoco ellos tenían
evidencia alguna en apoyo de su gradualismo.

Durante la década de los 60 y de los 70, el Dr. Duane T. Gish y otros
creacionistas, incluyendo el presente autor, utilizaron la teoría del Dr.
Goldschmidt para ilustrar hasta que punto estaban dispuestos a llegar los
evolucionistas en sus intentos de salvar su teoría frente a la abrumadora
evidencia fósil que la contradice. Fueron pocos los que se tomaron en serio
la especulación del monstruo viable, y los hubo que consideraron que los
creacionistas estaban empleando tácticas sucias al presentar este concepto
para rebatir el evolucionismo. Se afirmaba que ningún científico recurriría
a algo tan absurdo.

Pero fue durante la década de los 70 que unos pocos evolucionistas, que
estaban íntimamente familiarizados con las duras realidades de la evidencia
fósil, se sintieron obligados a salir de su torre de marfil y a afrontar los
hechos. Se desconoce si fue por el deseo de ceñirse a la realidad de los
hechos, o si fue debido a la creciente presión de penetrantes críticas que
iban viendo la página impresa.

Son varias las obras publicadas que se levantan como pilares y que, según
algunos expertos, fueron vitales para iniciar la corriente contra el
Neodarwinismo. En primer lugar está la excelente biografía de Darwin por
Gertrude Himmelfarb, Darwin and the Darwinian Revolution. Su primera edición
data de 1959, y en la actualidad se puede conseguir de dos editoriales,
Doubleday y Norton. Contiene uno de los análisis más profundos y penetrantes
de los motivos, métodos, logros reales e influencia de la sociedad de
Darwin. Pone en tela de juicio la metodología científica de Darwin e incluye
muchos comentarios hechos por sus críticos que siguen siendo igual de
válidos en la actualidad. En la página 318 dice: «Al irse ascendiendo las
posibilidades a probabilidades, y las probabilidades a certidumbres, de la
misma forma la misma ignorancia llegó a una posición bien poco distante del
conocimiento absoluto. Cuando la imaginación llegaba a su límite, y Darwin
no podía dar una hipótesis para explicar una dificultad, recurría al cheque
en blanco de que éramos demasiado ignorantes acerca de cómo actuaba la
naturaleza para saber por qué había sucedido una cosa en lugar de otra y,
por ende, ignorantes de la explicación que reconciliaría los hechos con su
teoría».

Un segundo libro que tuvo una gran influencia sobre la comunidad científica
fue la obra de G. A. Kerkut, Implications of Evolution (Pergamon Press,
Oxford 1960). Después Norman MacBeth escribió Darwin Retried (Gambit inc.,
Boston 1971), que suscitó aún mayores dudas acerca del Neodarwinismo en las
mentes de sus creyentes. Estos autores y muchos más que escribieron acerca
del mismo tema fueron tomados en serio porque no eran creacionistas.
Naturalmente, también había muchos científicos creacionistas escribiendo
excelentes libros y dando conferencias y sosteniendo debates por muchos
lugares.

En 1974 un joven geólogo y biólogo, Stephen Jay Gould, entregó un trabajo en
la universidad de Siracusa, New York, titulado «Evolutionary Theory and the
Rise of American Paleontology». Decía en él: «De hecho no fue hasta que
George Gaylord Simpson publicó su obra Tempo and Mode in Evolution (Tiempo y
ritmo en la evolución) en los primeros años de la década de los 40 que la
paleontología fue introducida en la ortodoxia de la moderna teoría
Darwinista. Esto constituye una paradoja. Lo que uno hubiera esperado es que
la paleontología fuera la que diera las principales confirmaciones a la
teoría de la evolución (Después de todo los restos fósiles son la única
evidencia directa que tenemos acerca de la auténtica historia de la vida en
la tierra); pero no fue así».

Posteriormente él y Niles Eldredge, del Museo Americano de Historia Natural,
continuaron este tema en varios trabajos. Por ejemplo en 1978 en
Gatlingburg, Tennessee, Eldredge afirmaba: «La teoría del "equilibrio
puntuado" podría ser destruida mediante la presentación de un solo registro
fósil evidenciando una evolución gradual. No se ha encontrado ni una sola
secuencia de este tipo».

Eldredge añadía: «El registro fósil es bien diferente de esto. Muestra una
aparición repentina de las especies, que existen sin cambios a lo largo de
varios miles de años».

Uno de los factores de mayor influencia lo fue una columna mensual que
empezó el Dr. Gould en 1974 para la revista del Museo Americano de Historia
Natural, Natural History. La columna, que llevaba el título «This View of
Life» (Esta postura acerca de la vida), trataba (y sigue tratando) casi
exclusivamente de la evolución. Ha venido a convertirse en una sensación,
aunque en muchas ocasiones constituya un gran embarazo para los
evolucionistas. En una reciente conferencia acerca del evolucionismo, el Dr.
Gould fue presentado como indudablemente el escritor contemporáneo más
conocido acerca de la evolución, principalmente debido a aquella columna que
vino a dar tanta popularidad a la revista. La razón de todo el entusiasmo
fue que el Dr. Gould empezó a contar la historia como era acerca del
registro fósil y de muchos otros aspectos del clásico Neo-darwinismo.

Empezó a hablar de la total ausencia de evidencia fósil en favor de una
evolución lenta y gradual. En el número de mayo de 1977 afirmó: «La
extremada escasez de formas de transición del registro fósil sigue siendo el
secreto profesional de la paleontología».

Decía que bien al contrario de mostrar evidencia de cambio gradual de una
especie en otra, en el registro fósil las nuevas especies aparecen de una
manera abrupta. «Todos los paleontólogos saben que el registro fósil no
conoce prácticamente nada acerca de formas intermedias; las transiciones
entre los principales grupos son característicamente abruptas».

Después, en la columna del número de junio-julio de 1977, titulada «The
Return of the Hopeful Monsters» (El retorno de los monstruos viables), lanzó
una bomba, prediciendo el retorno al mecanismo de Goldschmidt del monstruo
viable para dar explicación de la ausencia de evidencia en favor de la
evolución: «Sí he de predecir, sin embargo, que durante la próxima década
Goldschmidt será mayormente vindicado en el mundo de la biología
evolucionista».

Esto hizo que gran cantidad de evolucionistas se estremecieran de horror,
porque ello no solamente constituía una abierta admisión de que no hay
evidencia de nada que enlace los diferentes grupos de organismos, sino que
equivalía a arrojar la toalla, confesando que era imposible llegar a una
historia que sirviera para otra cosa que para hacer el ridículo. Un profesor
reaccionó así: «Gould no es un científico. Sólo es un filósofo».

No solamente estaba el Dr. Gould proponiendo que unas estructuras y especies
totalmente nuevas surgieron en gigantescos saltos, de manera que no hubieran
dejado evidencia fósil, sino que estaba además lanzando un reto a la vaca
sagrada del evolucionismo: la selección natural. Decía él que la selección
natural podría operar al nivel microevolutivo para ajustar un poco las
cosas, pero que no tenía nada que ver con la verdadera cuestión: el origen
de nuevas especies. Ya que la selección natural fue la única novedad que
Darwin había aportado al debate, si se aceptaba la concepción de Gould ello
significaba el fin del Darwinismo.

La amplia aceptación de los monstruos viables por parte de muchos expertos
evolucionistas coloca al sistema educativo establecido en una situación
apurada y sumamente embarazosa. Hay dos razones para este dilema:

Primero, el sistema educativo establecido ha promovido de tal manera el
gradualismo saturando con él sus planes de estudio, juegos audiovisuales y
libros de texto, que la admisión de que una mayoría de expertos lo haya
abandonado constituiría una admisión de error. Los estudiantes,
naturalmente, podrían llegar a preguntarse por qué una teoría que ha estado
ahí desde el año 1940 fue mantenida bajo un manto secreto hasta que la mayor
parte de los expertos la aceptó. Sólo se puede llegar a la conclusión de que
el sistema educativo establecido no está ofreciendo una investigación
académica abierta, sino que se están prejuzgando temas no decididos, y
después adoctrinando a los estudiantes a que crean como lo disponen los
hilos directores del sistema.

La segunda razón de este dilema es que si los rectores del sistema cambian
ahora los materiales escolares para incluir la teoría del monstruo viable, o
Equilibrio Puntuado, ello equivaldría a una admisión tácita del hecho de que
los antievolucionistas tienen razón cuando afirman que no existe evidencia
fósil para apoyar la teoría de que toda la vida está relacionada,
proviniendo de un ancestro común. La evidencia en favor de los saltos del
monstruo viable es lo mismo que evidencia en favor de la creación, esto es,
la repentina aparición de todos los diferentes grupos de organismos, sin
nada que los relacione directamente con cualquier otro grupo. Y para añadir
más a estas frustraciones, la teoría del monstruo viable viola toda ley
científica conocida, al carecer de una causa capaz, en tanto que la postura
creacionista sí ofrece una Causa capaz.

Después de la conferencia en el Museo de Chicago (Chicago Field Museum) en
octubre de 1980, con la consiguiente publicidad recibida, será imposible que
el sistema educativo establecido siga intentando ignorar la teoría del
monstruo viable. Newsweek, en su número del 3 de noviembre de 1980, dedicó
varias páginas a la conferencia, y afirmaba que la mayor parte de los 160
expertos evolucionistas allí presentes aceptaban una u otra forma de
equilibrio puntuado. Citamos las siguientes sorprendentes admisiones:

«En el registro fósil, los eslabones perdidos son la norma... Cuanto más han
investigado los científicos en busca de las formas de transición entre las
especies, tanto más frustrados se han visto... La evidencia de los fósiles
señala ahora de una manera abrumadora hacia un camino distinto del
Darwinismo clásico que la mayor parte de americanos aprendieron en sus
estudios de bachillerato: aquella teoría que dice que las nuevas especies
surgen de las existentes por una acumulación gradual de pequeños cambios,
cada uno de los cuales ayuda al organismo a sobrevivir y a competir en su
medio ambiente».

El New York Times publicó un artículo acerca de esta conferencia, titulado
«Recent Studies Spark Revolution in the Interpretation of Evolution»
(Recientes estudios desencadenan una revolución en la interpretación de la
evolución), y la revista Science, en su número del 21 de noviembre de 1980,
publicaba un largo artículo titulado «Evolution Theory Under Fire» (Teoría
evolucionista bajo ataque). Se puede afirmar confiadamente que estamos
viendo hacer historia ante nuestros ojos. Incluso la revista Science está de
acuerdo con el gran significado de la reunión de Chicago: «Muchas personas
sugirieron que la reunión era un punto de inflexión en la historia de la
teoría evolucionista. "Sé que suena un poco pomposo", dijo Hallaman a
Science, "pero me parece que esta conferencia llegará a ser reconocida como
un acontecimiento histórico".»

Quizá la afirmación que Gould hizo acerca de esta reunión sea profética:
«Espero que establecerá las bases para una reconstrucción de ideas». Las
ideas acerca de los orígenes pueden llegar a reconstruirse de una manera que
el Dr. Gould ni puede llegar a imaginarse.

Luther D. Sunderland

http://www.sedin.org/propesp/X0023_05.htm


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