Como así lo has solicitado, nos ponemos en contacto contigo para informarte, a través de este espacio, de algunos acontecimientos que merecen ser conocidos por todos los que forman parte de la lista mundial de personas interesadas, integrantes, servidores y estudiantes del Círculo Metafísico Argentino.
¡No es el cerebro el que ha creado la mente! La mente está desde antes uno nacer. La mente le permite al cerebro ser, y la mente utiliza al cerebro mediante la energía que ella le da, como instrumento para que nos pueda conectar con la realidad del mundo exterior mediante los órganos de los sentidos. Sin cerebro no hay conciencia, pero la conciencia no es el cerebro. Sin la fuerza mental generada en la supramente y administrada por la mente subconsciente, no habría posibilidad de vida celular en nuestro organismo. Es decir, sin mente no hay cerebro y sin ALMA no hay mente.
La MENTE está en el ser humano como un vehículo intermediario dotado de la memoria, la imaginación y los pensamientos, que son parte de la conciencia, cuya vibración se transfiere al plano más denso donde hace vibrar a las partículas del cerebro, poniendo en acción esta impresionante estructura física que coordina la vida corporal. A su vez la mente, por intermedio del cerebro, recibe las vibraciones del mundo exterior, las analiza, las procesa y ordena, luego las sutiliza y hace vibrar entonces a un nivel más elevado del YO, llamado alma.
El ALMA crece y se desarrolla al recibir la información del mundo exterior que le llega por la mente. Lo hace gracias a la experiencia ganada durante la vida en el plano físico. Sin alma no hay mente.
Por sobre el alma, en un plano aún más sutil, está el ESPÍRITU, nuestra realidad. Eso somos, un espíritu que se va manifestando sin perder la individualidad en los mundos de los diferentes planos de la creación. El espíritu es el que rige la vida. Mal puede el hombre, en la tercera dimensión, pretender en parte igualar la obra del DIVINO CREADOR. Al no ser la mente una creación cerebral, afirmo entonces que el hombre será incapaz de dotar al computarizado robot, de conciencia. Sin espíritu no hay alma.
Cuando crearon el vehículo, o cuerpo del hombre, nació el primer hombre; el CROMAGNON. Él tenía mente, y desde ése día, en forma natural, un conjunto de jóvenes ALMAS, fueron tomando cuerpo en la nueva raza humana surgida "misteriosamente", y sin eslabón perdido, en un hermoso planeta azul llamado TIERRA. Las primitivas mentes comenzaron a evolucionar, hasta llegar a nuestro actual nivel.
Sin DIOS no hay espíritu. En los sagrados libros, sumerios que aparecen en numerosas tablillas de greda precocida, que los arqueólogos han encontrado en Mesopotamia. La cultura sumeria fue la primera surgida después del diluvio, lo hizo hace unos 9.000 años. No se sabe cómo apareció bruscamente ese grupo humano, que estuvo dotado de una civilización con sorprendentes adelantos.
Una inteligencia que en un momento
dado conociera todas las fuerzas operantes en la naturaleza y la posición
respectiva de los seres que la componen, y que fuera a la vez capaz de analizar
matemáticamente todos estos datos, abarcaría en la misma fórmula los movimientos
de los mayores cuerpos del universo y los de los más ligeros átomos: nada sería
desconocido para ella, y tanto el porvenir como el pasado estarían presentes en
su mirada.
Pierre Simon Laplace.
Como especie humana, hemos
recorrido un largo camino.
Las posibilidades de la ciencia parecen
ilimitadas.
La sabiduría humana, sin embargo, se mueve entre dos
enigmas que parecen indescifrables por principio; a saber: el misterio del
primer origen de todas las cosas y la estremecedora incógnita del último fin.
Es, pues, entre los límites insalvables de ese enigma, donde seguirá la mente
humana afanándose -esperémoslo- por cuidar de la vida y perfeccionarse a sí
misma.
José Luis Pinillos.
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se
hace camino al andar...
Caminante, no hay camino,
sino
estelas en el mar.
Machado.
Existe un llamado interno, que despierta en la aletargada memoria de los corazones humanos.
Estamos ya en los umbrales de un nuevo amanecer que provocará una significativa toma de conciencia en toda la humanidad.
Y es que se acerca el nuevo orden que tanto fue anhelado por la raza humana.
La masa crítica se ha alcanzado. La hermética visión protegida por el séptimo sello se ha develado.
La cena está lista. La mesa está servida y se invita a todos los hombres de buena voluntad a sumarse a este banquete celestial.
El fin es claro y conciso, y está dirigido a revelar la sagrada misión que cada uno tendrá que realizar.
Este revelador material, está destinado a responder interrogantes que durante milenios han intrigado al ser humano y mejorar la calidad de vida en importantes aspectos de su diario convivir.