En el corazón del Amazonas, donde Colombia, Perú y Brasil se encuentran, hay una isla que ha puesto a dos países en una tensa conversación: Santa Rosa de Yavarí. Lo que parece un punto perdido en el mapa es, en realidad, el escenario donde se cruzan la política internacional, la dinámica impredecible de un río colosal y la vida diaria de miles de personas.
Colombia y Perú llevan casi un siglo definiendo su frontera fluvial sobre la base de tratados como el Salomón-Lozano (1922) y el Protocolo de Río de Janeiro (1934).
En aquellos acuerdos, las islas del río Amazonas se repartieron siguiendo un principio: la frontera se marcaría por el canal más profundo —el thalweg. El problema es que el Amazonas nunca se queda quieto. Su cauce cambia, deposita sedimentos, crea nuevas islas y a veces borra las que existían. Santa Rosa es uno de esos casos: su historia geográfica es más corta que la historia de la frontera.
Cuando el Congreso peruano aprobó la creación de un distrito en la isla, Colombia respondió que el territorio no se había asignado por acuerdo bilateral, como marcan los protocolos históricos. La diplomacia se tensó y las notas cruzadas empezaron a volar entre Bogotá y Lima.
Más allá del debate de soberanía, hay un problema físico y urgente: el cauce del Amazonas frente a Leticia se está reconfigurando. Estudios de la Universidad Nacional advierten que, en los últimos 30 años, el caudal que pasa por los brazos colombianos ha disminuido, en parte por la sedimentación y formación de barras en sectores críticos como el estrecho de Nazareth.
Si no se actúa, el acceso fluvial a Leticia —única capital departamental de Colombia sin conexión terrestre— podría volverse mucho más difícil, encareciendo el transporte de alimentos, combustible, insumos médicos y mercancías.
A esta dinámica natural se suman factores humanos: la deforestación, la minería y el cambio de uso del suelo en la cuenca aceleran la carga de sedimentos que el río arrastra. El resultado es un Amazonas más cargado, más voluble y más impredecible.
En la isla viven entre 3.000 y 4.000 personas, muchas de ellas con acceso limitado a agua potable, salud y transporte seguro. Desde el lado peruano, la creación del distrito se ve como una oportunidad para mejorar servicios; desde el colombiano, como una ocupación unilateral en un territorio sin definir.
Además, las comunidades indígenas, como los Ticuna, no solo ven amenazada su movilidad fluvial, sino también su acceso a sitios de pesca, rutas de intercambio y territorios sagrados. Según el Convenio 169 de la OIT, cualquier decisión que afecte directamente a estos pueblos debería contar con consulta previa, algo que no siempre ocurre en la práctica.
La solución no está solo en las cancillerías, sino también en el agua. Antes de que el litigio internacional consuma años en la Corte, Colombia y Perú necesitan sentarse en una mesa técnica y acordar acciones concretas:
Dragado y manejo de sedimentos para mantener abierto el canal navegable.
Obras de bajo impacto como espolones sumergidos que redirijan el flujo.
Monitoreo hidromorfológico binacional con datos públicos y transparentes.
Planes humanitarios inmediatos para mejorar agua, salud y transporte en Santa Rosa.
La herramienta ya existe: la Comisión Mixta de Cooperación y Vecindad (COMPERIF), pensada para resolver este tipo de asuntos. El reto es reactivarla y darle dientes para que actúe antes de que el río decida, por su cuenta, dónde queda la frontera.
El Amazonas no respeta líneas dibujadas por tratados; su fuerza y su carga de sedimentos reescriben la geografía a un ritmo que la diplomacia apenas puede seguir. En Santa Rosa, eso significa que la soberanía y la habitabilidad están atadas a la misma condición: que el agua siga llegando donde debe.
Mientras los presidentes y cancilleres intercambian argumentos, el río sigue moviéndose. Y si algo nos enseña el Amazonas es que en la frontera más grande de la selva, el tiempo no se mide en discursos, sino en corrientes.
https://x.com/ActualidadRT/status/1953787257178992768
https://x.com/petrogustavo/status/1954176809618047357
https://x.com/LauraCVargas96/status/1954260838707236936
Adolfo Rivas
@adolforivasdiaz
Mientras varios políticos intentan minimizarlo, lo que denunció Petro sobre la isla Santa Rosa sí es grave: Perú la incluyó en su territorio y eso pone en riesgo la soberanía de Colombia en el Amazonas. No es un show, es la vida de Leticia, su gente y su río lo que está en juego.
https://x.com/adolforivasdiaz/status/1953211238638596245
Fuentes consultadas:
AP News — Colombia accuses Peru of fully annexing a disputed island in the Amazon river
El País — Petro aumenta la tensión en la frontera: "No se ha cumplido el tratado de límites, Perú lo violó"
Universidad Nacional de Colombia — S.O.S. El río Amazonas se aleja de Colombia
HRPUB — Fluvial Dynamics of the Amazon River between Nazareth and Leticia (PDF)
La Silla Vacía — Colombia se quedó atrasado en corregir la dinámica del río Amazonas
LP Derecho — Seis claves legales para entender el conflicto Perú-Colombia por la isla
ONIC / ACNUR — El Derecho de los Pueblos Indígenas a la Consulta Previa (PDF)
Wikipedia — Tratado Salomón-Lozano y Isla Santa Rosa (Loreto)