Meditación del Nombre de Jesus en el Catecismo

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nuevo caminante

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Jan 8, 2009, 5:45:30 PM1/8/09
to Meditacion y Oratioterapia en Managua y Medellin
El catecismo de la Iglesia Católica nos recomienda la meditación del
nombre de Jesús como una de las formas más sencillas de iniciarnos en
la oración:

La oración a Jesús

2665 La oración de la Iglesia, alimentada por la palabra de Dios y por
la celebración de la liturgia, nos enseña a orar al Señor Jesús.
Aunque esté dirigida sobre todo al Padre, en todas las tradiciones
litúrgicas incluye formas de oración dirigidas a Cristo. Algunos
salmos, según su actualización en la Oración de la Iglesia, y el Nuevo
Testamento ponen en nuestros labios y gravan en nuestros corazones las
invocaciones de esta oración a Cristo: Hijo de Dios, Verbo de Dios,
Señor, Salvador, Cordero de Dios, Rey, Hijo amado, Hijo de la Virgen,
Buen Pastor, Vida nuestra, nuestra Luz, nuestra Esperanza,
Resurrección nuestra, Amigo de los hombres...

2666 Pero el Nombre que todo lo contiene es aquel que el Hijo de Dios
recibe en su encarnación: Jesús. El nombre divino es inefable para los
labios humanos (cf Ex 3, 14; 33, 19-23), pero el Verbo de Dios, al
asumir nuestra humanidad, nos lo entrega y nosotros podemos invocarlo:
"Jesús", "YHVH salva" (cf Mt 1, 21). El Nombre de Jesús contiene todo:
Dios y el hombre y toda la Economía de la creación y de la salvación.
Decir "Jesús" es invocarlo desde nuestro propio corazón. Su Nombre es
el único que contiene la presencia que significa. Jesús es el
resucitado, y cualquiera que invoque su Nombre acoge al Hijo de Dios
que le amó y se entregó por él (cf Rm 10, 13; Hch 2, 21; 3, 15-16; Ga
2, 20).

2667 Esta invocación de fe bien sencilla ha sido desarrolla da en la
tradición de la oración bajo formas diversas en Oriente y en
Occidente. La formulación más habitual, transmitida por los
espirituales del Sinaí, de Siria y del Monte Athos es la invocación:
"Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Señor, ¡Ten piedad de nosotros,
pecadores!" Conjuga el himno cristológico de Flp 2, 6-11 con la
petición del publicano y del mendigo ciego (cf Lc 18,13; Mc 10,
46-52). Mediante ella, el corazón está acorde con la miseria de los
hombres y con la misericordia de su Salvador.

2668 La invocación del santo Nombre de Jesús es el camino más sencillo
de la oración continua. Repetida con frecuencia por un corazón
humildemente atento, no se dispersa en "palabrerías" (Mt 6, 7), sino
que "conserva la Palabra y fructifica con perseverancia" (cf Lc 8,
15). Es posible "en todo tiempo" porque no es una ocupación al lado de
otra, sino la única ocupación, la de amar a Dios, que anima y
transfigura toda acción en Cristo Jesús.
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