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ESTIMADOS
AMIGOS Y
PADRINOS
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Quería comenzar
con una bonita
cita sobre el
otoño, y cómo no,
me he ido a Google
a buscarla que, al
parecer, es así
como se hacen las
cosas ahora. Tengo
que reconocer que
mi pobre cabeza
está bastante
picoteada por un
pájaro llamado
estrés y mi
memoria se está
tomando un
descanso. En la
primera búsqueda
aparecen dos
frases que me han
gustado y no he
sabido con cuál
quedarme, así que
aquí van las dos y
su correspondiente
explicación de
cómo encajan en un
“mirar atrás” del
pasado “curso” en
el CYD. Es
probable que, tal
y como van las
cosas, no tengamos
tiempo ni
capacidad para
desearos unas
felices Navidades
y un bonito
comienzo de año.
Seguramente, os
habréis dado
cuenta de que las
últimas veces,
lejos de
felicitaros las
fiestas con
tiempo, cada vez
lo hacemos más
tarde y más
agotados. Así que
sirva esta carta
para que os llegue
nuestro cariño y
nuestros mejores deseos para ese año tan
redondo que va
a ser el 2020.
Llegados a este
punto, no hacen
más que
infiltrarse en mi
cabeza, cientos de
frases que he
escuchado y leído
atentamente en los
últimos tiempos:
“Si muestras
tristeza, provocas
tristeza”; “Las
palabras deben ser
cuidadosamente
elegidas y tienen
que colorear tu
mundo” o... cuando
“empieces a
acondicionar tu
mente para
traducir cada
acontecimiento en
positivo, podrás
desterrar para
siempre las
preocupaciones”.
Basándome en esta
filosofía de vida,
la cita que
debería haber
escogido para
encabezar esta
carta es la
siguiente:
“El otoño
es una segunda
primavera en
la que cada
hoja es una
flor”. Albert
Camus.
¡Qué interesante!,
¿verdad?
Metafóricamente
hablando entiendo
que cada hoja es
una posibilidad,
que cada proyecto
que cae o se
cierra nos brinda
la oportunidad de
ver crecer una
nueva flor en el
futuro. Es un
pensamiento muy
bonito y, en
líneas generales,
en el CYD estamos
de acuerdo con él.
Nunca perdemos la
Fe ni la
Esperanza. Siempre
damos gracias a
Dios por contar
con seres humanos
maravillosos que
nos ayudáis a
reponernos de las
grandes
catástrofes
físicas y del
alma. También nos
sentimos
agradecidas por
los otros “seres”,
los que la gente
dice que
rescatamos, y que,
en realidad, son
quienes nos
enseñan a seguir
adelante.
Pero, un poquito
más abajo, en
Google, se puede
leer: “Del otoño
aprendí que aunque
caigan las hojas,
el árbol sigue en
pie”. Y, aunque
viene a decir lo
mismo que la cita
anterior, de
repente he
recordado los
21 árboles de más de 20 años de edad de media,
que nos han
protegido con
su sombra y su
fuerza durante
toda nuestra
trayectoria y
que, por
desgracia, no
sobrevivieron
a la primera
tormenta de
este otoño...
Y aquí es cuando
me asaltan las
dudas, aunque
quizás la primera
y más importante
es: ¿Cuándo mi
hermana, yo -o el
propio CYD- nos
convertiremos en
uno de esos
árboles que se
tragan las
tormentas?
Los más
optimistas, me
responderían que
cuando caiga el
árbol, será porque
ya habrá terminado
su labor o habrá
otro esperando
para ocupar su
lugar y ofrecer su
propia sombra al
mundo. Sin
embargo, mi
hermana y yo
tenemos dudas al
respecto. Primero,
porque en el mundo
de los animales...
¡faltan tantas
cosas por hacer!
Y, en segundo
lugar, porque
hemos visto a
tantos estafadores
querer adueñarse
de la protección
animal, a tantos
“optimistas” no
recuperarse del
primer revés que
les ha dado la
vida, que no
estamos tan
seguras de que
haya mucha gente
dispuesta a tomar
nuestro reemplazo.
Y, entonces, ¿qué
pasaría con los
animales del CYD?
¿Y con todos los
de afuera que aún
necesitan ayuda?
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Perdonadme que hoy
vea el vaso medio
vacío. Es el
cansancio, la
impotencia, la
frustración tras
largos años de
batalla... Lo veo
medio vacío porque
la tormenta se
llevó algunas de
nuestras “cosas”
más preciadas:
muros, techos,
vallados...
(aparte de
nuestros queridos
árboles). Vale,
sí, sólo eran
cosas, pero se
hicieron con tanto
amor, tanto
sacrificio, y,
sobre todo, ¡son
tan necesarias en
el Santuario!
Junto a los gastos
imprevistos de la
tormenta, llegaron
los anunciados por
la enfermedad y/o
la muerte de
algunos de
nuestros amados
animales. Este año
ha sido muy duro
al respecto,
dejándonos una
resaca de
nostalgia que no
sabemos cuánto
tiempo va a durar.
Pero también es
muy triste que
tras tantos años
de lucha,
mostrando nuestra
lealtad, esfuerzo,
perseverancia,
ganas...
aún no tengamos apoyos suficientes
para
garantizar el
motivo principal
de nuestra
existencia: que
todos los animales
de nuestro
Santuario estén
completamente a
salvo. Para que
este pilar siga en
pie, necesitamos
asegurarles un
buen hogar, el
afecto que se
merecen,
atenciones
veterinarias y
comida. Y pongo
comida en último
lugar, porque las
dos primeras
premisas están en
nuestras manos,
pero,
a pesar de la ayuda en pienso de Alimentos Altube
(sin ellos, no
sé qué
haríamos),
no
somos capaces de
pagar las facturas
mensuales de heno,
alfalfa y paja de
nuestros animales.
Llevamos más de 20
años luchando para
protegerlos,
ayudando siempre
que hemos podido a
todos quienes nos
lo han solicitado
y, aún así,
no tenemos suficientes padrinos ni donaciones
para asegurar
la comida de
los animales
albergados en
el Santuario.
Os
adjunto todas las
facturas que hemos
ido acumulando
este año y os
asombrará el
montante final que
aún debemos. A mí
me asombra.
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Estas
son sólo las
facturas de
comida que
tenemos
acumuladas y
que no podemos
pagar después
de haber
destinado las
reservas
propias y las
donaciones a
las
emergencias
que se han
producido.
EN
TOTAL SUMAN
6.990,06 €
Hace unas
escasas
semanas, la
cifra era
mayor, pero
algunos de
nuestros
amigos más
cercanos, al
enterarse de
nuestra
situación, han
hecho posible
que la deuda
de comida haya
quedado
reducida a
esta suma.
Gracias
especialmente
a E, R, R, M,
E, A y A por
preocuparos
tanto de los
animales que
más lo
necesitan.
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Mientras perdemos
la salud cuidando,
denunciando y
protegiendo a
aquellos seres que
más han sufrido,
tenemos que
afrontar la
realidad, y es que
NECESITAMOS
MÁS AYUDA para
algo tan
básico como es
sobrevivir...
Si queréis
ayudarnos a pagar
parte de estas
facturas, podéis
elegir entre
escribirnos
directamente
o poneros en
contacto
directamente
con el
proveedor Juan
Campos
a través de su
email de
facturación
maitef...@gmail.com (con
copia a nuestro
email
in...@asociacioncydsantamaria.es para poder actualizaros
personalmente la
compensación de
las facturas). A
medida que se
vayan pagando,
iremos publicando
la deuda cancelada
(tanto si son 20
euros como si son
todas las
facturas).
Sabemos que lo que
os pedimos no es
poco, pero aún
así, mi
obligación, dada
la situación en la
que nos
encontramos, es
pediros otro
pequeño
GRAN
FAVOR: difundid
nuestro
trabajo y
quiénes somos
por todos los
medios a
vuestro
alcance,
proponednos en
vuestros
trabajos como
posibles
receptores de
ayudas
sociales,
incluid al CYD
en vuestro
testamento
(hasta hace poco,
lo veíamos como
algo triste, pero
Debbie, una señora
a la que ni
siquiera
conocíamos, nos
eligió para
dejarnos parte de
su legado hace un
año, lo que nos
permitió pagar
algunas de las
deudas más serias
de ese momento.
Desde entonces,
ella es otro ángel
que nos guarda y
que recibe a
diario nuestras
bendiciones).
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Somos un árbol dañado, torcido, y a punto
de caer... y
vosotros sois
la tierra que
puede
mantenernos
erguidos,
fuertes y en
pie.
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El equipo y los
voluntarios del
CYD trabajaron muy
duro, y aún
continúan
trabajando, para
limpiar y arreglar
-dentro de
nuestras
posibilidades- los
destrozos causados
por la tormenta.
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NO DEJÉIS QUE ÉSTE SEA NUESTRO ÚLTIMO
OTOÑO...
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en algún
momento has
mostrado
interés por
nuestra labor,
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con nosotros
de alguna
manera o
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relación con
la Asociación
CYD Santa
María.
Bajo ningún
concepto
queremos
molestarte,
nuestra
intención es
mantenerte
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nuestra
actividad y
nuestra
familia no
humana, y en
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