"Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de
la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado
siete demonios. Ella fue a contarlo a los que siempre lo habían
acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que
Jesús estaba vivo y que lo había visto,no le creyeron. Después, se
mostró con otro aspecto a dos de ellos, que iban caminando hacia un
poblado. Y ellos fueron a anunciarlo a los demás, perotampoco les creyeron. En seguida, se
apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su
obstinación porque no habían creído a quienes lo
habían visto resucitado. Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo,
anuncien la Buena
Noticia a toda la creación."
(San Marco 16,9-15)
Desde Maria Magdalena
hasta el presente, los videntes del Señor
y nuestra Madre siempre han sido mirados como loquitos y pocos les han creído.
Porque el Señor nunca ha querido hacer
apariciones multitudinarias sino a algunas almas escogidas para que estos vayan
y den testimonio. Y de eso se trata. El cristianismo se trata del testimonio.
La mejor manera de evangelizar es con el testimonio. Testimonio de fe, del paso
de Dios en nuestra vida y testimonio de vida. Por eso Jesús les reprochó
a los Apóstoles, pues si hubieran creido el testimonio de Maria Magdalena o los
otros discípulos, su tristeza se habría disipado y la alegría los habría
empujado a dar ellos mismos testimonio del Cristo resucitado. Porque la buena
noticia no es que El se haya aparecido. La buena noticia es que El está vivo y
cercano a todos aunque no podamos verlo con los ojos de la carne.
Este domingo
celebramos la Fiesta
de la Divina
Misericordia, surgida también de una aparición del Señor
Resucitado pero mucho más cercana a nuestra época. También Sor Faustina, la
vidente, sufrió la incomprensión de muchos en la Iglesia. Pero,
cuando las cosas son de Dios, la alegría finalmente llega y se derrama por su
pueblo. Porque hay mayor alegría en creer sin haber visto, dice el Señor.
Dios sigue hablando
hoy a sus hijos. Nos habla por su Madre, por la Iglesia, por el Papa, (que
este lunes cumple años), por los pastores fieles al Papa y por tantos y tantos
que, fieles a Dios y la
Iglesia, viven cada día como vivo testimonio del paso de Dios
en sus vidas y son profetas del Señor resucitado.
Santa María,
Madre de los testigos de Jesús Resucitado, ruega por nosotros y por la Iglesia Católica.
Bendice a nuestro papa Benedicto XVI en su cumpleaños y que la Misericordia de Dios
se derrame sobre el, su vida, su apostolado y su misión.
Dios los
bendiga y Santa María les sonría,