PEÑA SAVING MEMO
Martín Vélez
PEÑA SAVING MEMO.
Guillermo Padrés Elías, que cobra como gobernador del estado de Sonora, debería pensar seriamente en regalarle una casa a Angélica Rivera, esposa de quien cobra como presidente de México. No una casa, qué va, un palacio debe recibir Peña de Padrés. No es para menos. Hasta hace unas pocas semanas, en el futuro del gobernador sólo se veían tormentas y borrascas; negrísimas nubes que presagiaban un futuro inclusive carcelario, para el dueño de ranchos de crecimiento prodigioso, y de grandísimos cuerpos de agua que aparecen y desaparecen de Google Maps, cual si fueran efectos especiales de producciones joligudescas.
Pero ya no. El futuro de Padrés luce ahora despejado, porque las nubes y borrascas se han despeñado en otra dirección. Los priístas sonorenses, que hasta hace unos días relamían sus bigotes, saboreando anticipados la presa fácil del dueño de la presa. Pues el gobernador dueño de ilegales presas y acueductos estaba en cadena nacional exhibido como corrupto.
La campaña de PRI (Partido de la Restauración Impune) de 2015 había sido diseñada gratuitamente desde la oficina de quien cobra como gobernador: bastaría señalar los escándalos de corrupción y desgobierno que todos los días surgen como hongos en la selva desde las oficinas de las “instituciones” estatales. Los priístas sólo tenían que esperar, rascándose el ombligo, haciéndose piojito en la aborregada cabellera; mientras Padrés cavaba alegremente la fosa en la que debería ser enterrado.
Pero ya no. Ahora los escándalos de corrupción y desgobierno sacuden las hasta hace poco tranquilas copas de Los Pinos. Se sabe ahora que 17 días después de la boda de Peña y La Gaviota, Televisa les regaló una casa con valor cercano a los 30 millones de pesos. Se sabe también que la constructora que había ganado la “Licitación Directa” del tren Querétaro – Cd. De México les regaló otra con valor que ronda los 90 millones de pesos. (Aquí se señala que las casas son regaladas, pues los ingresos de la Gaviota son por lo menos dudosos, a menos que las declaraciones de impuestos digan otra cosa).
Pero ya no. Porque frente al desgobierno federal, evidenciado en los casos de Ayotzinapa y de Tlatlaya, pero ostensible desde antes en cada área de gobierno (en el mismo estado de Guerrero, la SEDESOL pagó millones en casas que no existen, para damnificados que sí existen; y por eso son doblemente damnificados: los damnifican las tormentas de agua y las de corrupción). Entonces ahora Guillermo Padrés luce como un estadista de talla mundial, mientras Peña pasea por el mundo las vergüenzas de un gobierno que ha elevado la corrupción y la impunidad al nivel de la exquisita cultura.
Ahora, cuando los Priístas señalen la corrupción de los Panistas sonorenses, éstos sólo tendrán que contestar “Pero si tuercas”. Cuando señalen unos lo del rancho, los otros señalarán la casita de Televisa; cuando el PRI saque lo de la presa del corrupto Padrés, el PAN contestará con la casita de la constructora del corrupto Peña.
Viajará el tizne entre el comal y la olla, pero será en adelante sólo un asunto de estériles tiznadas. Porque, para efectos prácticos, Guillermo Padrés está completamente a salvo de cualquier embestida legal desde el gobierno federal. Enrique Peña Nieto ha perdido toda autoridad política para ejercer acción legal contra adversarios señalados de corrupción. Cualquier movimiento federal en este sentido reavivará las llamas de sus propios escándalos. Y a ese horno ya se le están quemando los bollos.
Respire usted tranquilo, Guillermo Padrés. En los cuatro años que le quedan, Enrique Peña tendrá mucho trabajo tratando de esconder la prominente cola de su propia corrupción. Quizá hasta pida el apoyo de los prestidigitadores que hacen y deshacen presas de la noche a la mañana. Esos mismos podrían esconder la cola del dinosaurio que nunca se fue.
Martín Vélez