Voces del Norte
Desde mi barbecho
Alfonso Cortez*
Aprovechando una corta visita a la costa oeste norteamericana, y evitando contaminarme con lo que difunden los medios de comunicación, decidí conversar con la gente común para escuchar opiniones sobre los candidatos a la presidencia de EE.UU. A pesar de mi insistencia por recabar información de ambos contendientes por igual, la gran mayoría de respuestas se centraron sobre el personaje del jopo naranja y manos pequeñas que viene haciendo declaraciones sorprendentes y políticamente incorrectas desde el inicio mismo de su campaña.
Las voces que reproduzco pertenecen a una diversa y múltiple variedad de fuentes (taxistas, garzones, recepcionistas, mucamas, amantes del rock, choferes de bus, vendedores de tiendas, boleteros de teatros, profesores universitarios, estudiantes, jubilados, emigrantes latinos, rednecks) de esta nación de diferentes culturas, razas y religiones que combinados han formado una sociedad multiétnica conocida como crisol de razas o melting pot.
De Hillary se dice que es un halcón que representa a los viejos y tradicionales políticos, con todo lo bueno y malo que eso significa. Sus más de treinta años en el servicio público la hacen una conocedora, tanto de las políticas internas como externas. Su propuesta electoral es racional y previsible, pero hay aspectos de su pasado personal que generan desconfianza en el votante.
Su apuesta está centrada en sectores progresistas de centro izquierda (sindicatos, intelectuales liberales, población de color, hispanos) y enfrenta el desafío de seducir al tradicional votante blanco de clase media, conservador y tradicionalmente republicano. La condición de género, que desde afuera parecería ser una variable a considerar -ser la primera mujer a cargo de la oficina oval-, es irrelevante en el sentir del ciudadano común.
Por el otro lado, el rosario de adjetivos que describen al magnate de la construcción es muy parecido a la letra de una canción de despecho: narcisista, cínico, egocéntrico, demagogo, populista, misógino, acosador, machista, xenófobo, racista, homofóbico, evasor, mentiroso compulsivo, payaso, fascista, autoritario, arrogante, soberbio, manipulador, ignorante jactancioso, engreído, insensato, megalómano con delirios de grandeza y comportamiento de un torpe "fraternity boy".
Sus seguidores, de la llamada supremacía blanca, no necesariamente están de acuerdo con él, con su ego y sus prejuicios. Sin embargo, votarían a su favor porque representa los sentimientos de una gran masa de votantes blancos masculinos que se sienten cada vez más ignorados. Es un voto protesta y de apoyo a un caudillo antiglobalizador y nacionalista a ultranza.
Este profeta apocalíptico no ha dicho que hubiese visto a nadie encarnado en un pajarito que le habla, ni que el sol se oscurecerá y todo será tristeza si no lo eligen. Pero, ha dicho cosas parecidas. Su impresentable y demagógica candidatura expresa una profunda crisis del sistema de representación de los partidos políticos y de una institucionalidad caduca que necesita un remezón.
*Comunicador social
El capricho de las urnas
Desde mi barbecho
Alfonso Cortez*
Los sorpresivos e inesperados resultados de las urnas de los plebiscitos en el Reino Unido (Brexit) y en Colombia (Acuerdo de paz) son señales curiosas sobre la efectividad de los mecanismos de la llamada democracia profunda.
Si bien son dos procesos diferentes, ambos han pedido a la población que se manifieste sobre temas complejos y trascendentales para sus vidas. Y en ambos casos, una minoría ha decidido el destino de la gran mayoría.
Los adultos mayores de las islas británicas, que asistieron masivamente a las urnas, apostaron a favor de salirse de la Unión Europea hipotecando un futuro (económico y político) en el que los jóvenes van a tener que vivir, aún habiendo votado de manera distinta a sus mayores.
Al otro lado del mundo, vestidos todos de blanco, el actual premio Nobel de la Paz, los guerrilleros y sus invitados celebraron la firma de un acuerdo que nunca va a cumplirse. Veinte millones de colombianos no fueron a las urnas y permitieron que la negativa del 19% del electorado amargue el festejo anticipado en Cartagena.
Los mecanismos de representación parecen haber quedado obsoletos y han puesto al sistema democrático en entredicho. La apatía de los que eligen no elegir es una señal a tomar en cuenta. Otra, es que la gente vota mucho más con la emoción que con la razón. Y en algunos otros casos, el electorado envía mensajes o expresa su ira o descontento no necesariamente respondiendo a lo que se le pregunta.
Hay cansancio, rebeldía y desconfianza del pueblo contra la tradicional clase política corrupta, y por esa razón arriesga su voto a favor de otra emergente (de izquierda o de derecha) repleta de eslóganes, derroche populista, demagogia y vulgaridad como Berlusconi, Chávez, Putin, Ortega, Le Pen o Trump.
Algunos expertos señalan que la educación de los ciudadanos podría ser la respuesta para desarrollar un pensamiento crítico que permita analizar con claridad y objetividad los problemas u opciones que se barajan en una elección democrática. Sin embargo, lo ocurrido con los educados británicos, o la propia candidatura de un energúmeno en Norteamérica, no necesariamente respaldan esta tesis.
Incluso la culta Suiza, -el país que más referendos celebra en todo el mundo-, ha visto que el monopolio del poder del pueblo ha tomado decisiones que violan derechos constitucionales e internacionales.
El poder del elector tendría que estar siempre balanceado con el del parlamento, los administradores del Estado y sus tribunales. Como lo dijo James Bovard: "La democracia debería ser algo más que dos lobos y una oveja votando sobre el menú del próximo almuerzo".
"Salvo que los lobos sean vegetarianos", diría mi ahijado naturista que cree saberlo todo.
*Comunicador social
(Aclaración Piñatil: mi ahijado naturista es Daniel Villarroel).