El abogado encontró vicios de forma en la addenda que le hicieron firmar a Sergio en Trilce (se contradice con el contrato) y le dijo que podía reclamar, y que le parecía que tenía buenas posibilidades de lograr un porcentaje mejor; más que nosotros, los de Alfaguara, pues en las editoriales chicas el que decide es el dueño, y en las grandes en cambio (y multinacionales), los gerentes de acá dependen de otra gente de más arriba, que, supone él, probablamente sea la que en definitiva está decidiendo ese porcentaje del 25%. No obstante, él supone también que no van a intentar darle a nadie menos de ese porcentaje "agarrándose" de alguna debilidad de su contrato.
De todos modos, me acordé de tu preocupación por esa cláusula que establece un 10% por la "venta a instituciones" (que también es mía, porqu emi contrato más viejo también es así), y en eso fue terminante: NO corresponde en este caso, ya que lo que se plantea no es una venta sino una "licencia de uso" (expresión que no aparece en nuestros contratos, y creo que en ningún otro uruguayo), que se puede tomar también como "cesión", aunque no tan claramente. Pero venta, no.
Nos confirmó también que si el conmtrato no estipula explícitamente un porcentaje determinado, no te pueden obligar a aceptarlo aunque por contrato los hayas autorizado a publicar libros electrónicos, el porcentaje en cuestión debe ser negociado. Claro que la alternativa, sin ninguno de lso dos cede, es que el libro no salga.
En definitiva (esta es mi conclusión): para esta vuelta, considerando esas circunstancias y dado que varios ya firmaron aceptando el 25 %, es parece medio suicida (para quienes queremos que la cosa salga, obviamente) seguir presionando y negándonos a firmar. Pero creo que deberíamos hacerlo estableciendo previamente que lo consideramos algo "por esta vez", y que para el futuro habrá que seguirlo pensando, porque no consideramso qu ela cosa esté bien así, aunque la aceptemos por esta vez dada la urgencia de la situación. Creo que no es lo mismo que nuestros editores se acostumbren a que firmemos a lo loco lo que ellos nos dan y aceptemos felices la plata que "nos llega", como si fuera un regalo. (Sería algo así como firmar "bajo protesta").
También se planteó proponer una reunión de los autores con Alfaguara, con lo cual estoy de acuerdo. Eso de apurar a cada uno por separado para que firme también es algo que debería cambiarse. Es bueno que estemos unidos y comunicados, y que ellos lo sepan.
Otra cosa que quedó clara es que tenemos que empezar a prever estas cosas en los próximos contratos, y yo creo que podríamos redactar una propuesta común de las cláusulas que contemplen estas situacions nuevas para presentar a la editorial. (Germán mostró un contrato con una editorial argentina que incluía un montón de previsiones frente a casos de este tipo).
Y por mi parte -esto lo conversamos con Sergio-, agrego que tenemos que acostumbrarnos también a retirar de la editorial esos libros que los editores tienen agonizando durante años, sin reimprimir, sin promocionar y sin vender, hasta que surge un negocio como este (pasó anteriormente con compras institucionales de libros impresos) y entonces hacen uso de sus derechos contractuales para aprovecharlo.
En el caso de Alfaguara, se comentó ayer que eso pasó con Malí: querían ofrecer su libro (agotado hace como dos años) al Plan Ceibal en las mismas condiciones que los otros, ella exigió a cambio que lo reimprimieran en papel, y le dijeron que no. Entonces ella se llevó el libro y lo ofreció a Brechner por su cuenta. Este hecho, indirectamente, nos puede, entonces, beneficiar en otro sentido: ofrece a los editores una razón de bastate peso para que consideren que les conviene cuidar y mantener vivos los libros que editaron, aunque no vendan una barbaridad.
Besos:
Magdalena