l pequeño Joaquin

[Francisco Rz-Acosta]

Alberto nos había invitado con la familia Villarig a comer.
A la vuelta íbamos Cristina ,Alberto y yo ,con el pequeño Joaquin hacia el Parking, y no quería cogerse de la mano y andaba suelto unos pasos detrás .Su padre andaba de lado vigilándolo con el rabillo del ojo, pero yo con mi perro agarrado al cuello ,no podía volverme así que me coloqué detrás de el.
El iba andando con sus pasitos vacilantes y sus brazos en cruz,(como el juguete volador de las películas),porque el gordísimo abrigo que llevaba no le permitía bajarlos.
Me dí cuenta de que observaba la calle desde un punto de vista mucho más bajo que el nuestro y que todo para el era mucho mayor y cuando pasó un perro a su lado se quedó paralizado hasta que lo perdió de vista, (la misma reacción que yo hubiera tenido si hubiera pasado a mi lado un elefante).
Después del perro ,lo que le llamaba más la atención eran las colillas,colillas aplastadas por todos sitios, colillas como gusanos muertos, blancuzcos con las cabezas negras, no se sí el pensaría lo mismo que yo.
Cuando se cansó de andar y de mirar, salió corriendo a los brazos de su padre y al rato se quedó dormido.
Yo me quede pensando que ,por su edad, nunca más volvería a acordarse de este día ,ni de su bisabuelo, y que no sabría nunca de que él rezó para que cuando fuera mayor ,no se entretuviera con las cosa de la tierra, que son basura, y para que cuando estuviera cansado corriera a refugiarse el los brazos de su padre de la Tierra y también el los del Cielo.

[María Cruz Rodríguez-Acosta]

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