“Un maestro vive el conocimiento”

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CENTRO ANTI-BLASFEMIA

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Sep 23, 2010, 3:59:38 PM9/23/10
to LA SAGRADA BIBLIA Y LA VIDA CRISTIANA
Entrevista al rabino Damián Karo
“Un maestro vive el conocimiento”
En la primera parte de la entrevista, el R. Damián Karo nos explica
qué es ser un rabino.

-Muchos consideran que un rabino es el “cura judío”, ¿podrías decirnos
qué es un rabino?

-Es muy común, en occidente, en el mundo judeo-cristiano, que se
entienda al judaísmo como un cristianismo distinto. En un punto lo veo
así, porque troncalmente es lo mismo, los credos cristianos tienen su
origen en el judaísmo, y ambos se han ido formando fuertemente en los
últimos dos milenios, en occidente, con lo cual, hay alguna similitud.
Pero pensar que el otro es igual, con otro nombre, hace perder la
riqueza de la diferencia; muchas cosas son distintas, aunque puedan
parecer similares. Un rabino es, en realidad, un maestro, para
nosotros, un sacerdote es un cohen y dejamos de tener la figura del
cohen cuando dejó de existir ese rol. Lo tenemos sólo como linaje, la
persona, que es descendiente de esos sacerdotes, surge de la Biblia
que es por herencia. Dios nombra a Aarón, hermano de Moisés, sumo
sacerdote, y, de ahí en más, sus descendientes serán sacerdotes, pero
el rol de sacerdote era en el Templo de Jerusalén, mutación del templo
móvil original, el Tabernáculo.

En ese templo, había lugar, trabajo, para los levitas y los cohanim.
En ese tiempo, también estaban los eruditos, los sabios, eso tenía que
ver con el conocimiento y no con de quién eran hijos; y, por supuesto,
se trataba de un conocimiento acompañado de una práctica. No eran
profesores, eran maestros, un estilo más oriental, el maestro “vive”
ese conocimiento. Como explica el Talmud, un sumo sacerdote podía ser
un ignorante, pero tenía que realizar las funciones en el templo que
sólo podía hacer un sumo sacerdote, podía haber sido elegido entre los
sacerdotes por sus virtudes, pero podía ser ignorante, y un sabio era
un sabio, también llamado maestro.

-¿Cómo se formaban los maestros?

-Uno era alumno y se consideraba alumno toda la vida, como un hijo no
deja de pensarse hijo y un padre nunca deja de pensar a su hijo como
hijo y siempre se considera padre. Sin embargo, había un momento en
que un hijo podía llegar también a ser padre, así, el discípulo
siempre se sentía discípulo, y su maestro siempre se sentía su
maestro. Hasta que el maestro creía que lo mejor, para su discípulo,
era empezar a enseñar. Cuando este momento llegaba, el maestro se lo
decía y ponía la mano sobre la cabeza del discípulo trasmitiéndole el
espíritu divino.

Eso es bíblico, Dios le dice a Moisés que busque a 70 ancianos
virtuosos, que ponga su mano sobre ellos para trasmitirles el Espíritu
de Dios a ellos y a las generaciones. Eso, con la destrucción del
segundo templo, en el Siglo I de la Era Común, se pierde. Ya no se
apoya la mano, pero nosotros seguimos llamando a la ordenación
rabínica smijá, que significa apoyar la mano, pero el gesto no está
más, sí el espíritu divino, pero es un formato más occidental, de
estudio, más académico.

-¿Cómo surgió en vos el interés por ser rabino?

-Yo empecé a estudiar en el Internado Rabínico a los 14 años, no a los
efectos de ser rabino, porque, en ese formato, uno no estudia para ser
rabino, sino porque es lo que se hace, se estudia. Tenía búsquedas
existenciales, encontré ahí un camino y me dediqué a estudiar. No es
como el Seminario Rabínico Latinoamericano, cuyo formato es que se
cursa como segunda carrera, una cantidad de años, es un sistema de
universidad, luego, se cursa un año más en Israel, y después se rinden
los exámenes. Yo me formé en el mundo judío ortodoxo, o sea, el más
conservador, el más rígido.

-Y empezaste a trabajar.

-Entonces yo estaba casado, hicimos algunos trabajos de diferente
tipo. Mas tarde, surgió la oportunidad de tomar un lugar rabínico en
Colombia, y allí estuvimos 3 años y volvimos. Luego, debido a que mis
búsquedas existenciales cambiaron, mi visión de la vida cambió, decidí
cambiar mi vida también, resolví dejar ese mundo tan ortodoxo y empecé
a buscar trabajo. Me desempeñé, en la Fundación Judaica, en la
dirección ejecutiva de esta red de instituciones judías, con templos,
colegios.

Ahí estuve un año y medio aproximadamente, y el Rabino Bergman me dio
la posibilidad de preguntarme qué quería hacer con mi rabinato, yo le
pedí, en principio, dejarlo a un costado. Como venía con muchas ideas
de cambio, prefería esperar a que se asentaran, clases teóricas sí
podía dar, pero llevar adelante un púlpito implicaba salir desde un
lugar más sólido, y yo todavía estaba testeando mis cambios, buscando,
investigando. Él me lo concedió, y así pasó un tiempo. Luego falleció,
en un accidente, el rabino de la Comunidad de Paso, un compañero y
amigo. Entonces, el rabino Bergman me dijo que ya no podía darme el
lujo de no hacerlo, habiendo necesidad y falta de gente. Permanecí
allí dos años.

-Y ahora estás en el templo Libertad…

-Sí, a partir de este año, estoy en el Templo Libertad, con el Museo
Judío. Parte del tiempo en el rabinato, y parte del tiempo estamos en
el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en la Secretaría de Derechos
Humanos. Allí, tratamos de colaborar con el proyecto Argentina
Ciudadana del Rabino Bergman, quien nos propone hacer algo no sólo
desde las organizaciones no gubernamentales y desde el púlpito judío,
sino también desde un lugar más activo, en conjunto con el Gobierno de
la Ciudad de Buenos Aires.

-Se aproxima Rosh Hashaná, explicame cómo es que el año nuevo (Rosh
Hashaná) es el 1° de Tishrei (septiembre-octubre), pero el primer mes
del año es Nisán (marzo). Es como si hubiese dos principios de año.

La Biblia dice que el año nuevo es el 7° mes, el 1° de Tishrei, pero
los meses se cuentan desde la salida de Egipto. Hay diferentes
calendarios para diversos sucesos, por ejemplo, en otro lugar de la
Biblia, se van a contar los años por los años del rey, eso también lo
vamos a encontrar en otro tipo de literatura. Asimismo, cuando decimos
que estamos en el año 2010, si hablamos con nuestros hermanos nativos,
como los Wichis, nos van a preguntar 2010 de qué. ¿Del reinado de qué
rey? Bueno, después de Jesucristo. Antes de Jesús, también se contaban
los años. Hoy, en Israel, se utilizan los dos calendarios, 2010 o
5770, y no hace falta aclarar nada, porque la gente ya sabe. En la
tradición judía, se cuentan los años desde la creación del primer
hombre, y es lo que se celebra el 1° de Tishrei, el año nuevo de la
humanidad. Los meses se cuentan desde nuestra liberación como pueblo,
es otro año nuevo.

El año nuevo de los árboles es otro año nuevo, ya que el ciclo del
árbol no es el de una persona. Entonces, se cuenta desde otro mes. Por
último, está el año sabático, 6 años se trabaja la tierra, y el 7° no,
y, cada 7 años sabáticos, 49 años, el año 50 es jubileo, tampoco se
trabaja la tierra, es un precepto bíblico. Del año sabático se sigue
llevando la cuenta, el jubileo es un cálculo que se perdió en el
exilio de Roma, con la destrucción del segundo Templo.

“Coronar en lo divino el reinado de quien quiero que reine sobre mí”
En esta segunda parte de la entrevista, el R. Damián Karo nos explica
qué significado tienen Rosh Hashaná y lom Kipur.

-¿Cómo se festeja Rosh Hashaná?

-Rosh Hashaná es una fiesta que dura 48 horas y es considerada como un
día extenso. Otras fiestas, en Israel, duran un día y, fuera de
Israel, 2, 7 u 8 días. En ese día, se conmemora, según la tradición,
la creación del hombre, del primer ser humano. Desde lo simbólico, hay
una fuerte carga, en esa fecha, a diferencia del cumpleaños que
nosotros conocemos, es un cumpleaños más espiritual.

Si uno tomase el día de cumpleaños particular para hacer un balance de
cómo le fue el último año y para tomar decisiones para el próximo año,
seguramente, lo viviría diferente, ése es un poco el sentido de Rosh
Hashaná, pero comunitario. En realidad, este día del año judío no
empieza en Rosh Hashaná, sino un mes antes, en el mes de Elul, el
último mes del calendario judío al que llamamos Teshuvá, de retorno.

-¿Cómo es ese proceso?

-Según Maimónides, por ejemplo, ese proceso consta de cuatro pasos:
reconocer el error; tomar plena conciencia de ese error, y que esa
conciencia nos genere el dolor de lo que hicimos o no hicimos, dijimos
o no dijimos, pensamos o no pensamos, y que nos gustaría que sea
diferente. El tercero sería la confesión, nosotros no tenemos la
confesión sino con Dios, a menos que esta falta haya sido para con
otra persona, entonces, uno debe confesarle a la otra persona no lo
que ya sabe, sino que yo ya me di cuenta de lo que hice y que me
molesta lo que hice y desearía no haberlo hecho, y ahora vengo, te lo
cuento y te pido perdón. El cuarto paso es volver a estar en la misma
situación y no hacerlo.

Ése es el proceso de retorno, donde no decimos que estamos
arrepentidos de lo que hicimos, sino que debemos volver a nuestra
fuente, que es el haber estado bien, no es una idea de sufrimiento por
el mal; es una idea de volver a casa. Vos podés decir: “yo siempre
hice mal”, pero naciste bien, originalmente en tu esencia, en tu
centro, estabas bien, si después te desviaste es sólo volver, y volver
es siempre más reconfortante que ir a un lugar nuevo y desconocido.

-¿Y entonces se llega a Rosh Hashaná?

-Sí, todo eso es para llegar al día de Rosh Hashaná, que es el 1° y el
2 de Tishrei, y también está enlazado hacia adelante con Iom Kipur o
Día de la Expiación, comúnmente llamado Día del Perdón. Entre Rosh
Hashaná y Iom Kipur, hay una semana exacta, más un día de Iom Kipur y
Rosh Hashaná son 10 días, llamados los 10 días de Teshuvá, el retorno,
que era ese trabajo que venimos haciendo en el mes de Elul. Rosh
Hashaná y Iom Kipur son llamados Iamim Noraim, los días terribles, no
porque haya que tener miedo, sino porque son días de juicio, no son
días tristes, pero sí días solemnes, son días festivos, pero de mucha
constricción, de mucho trabajo espiritual.

-¿Dónde lo encontramos en la Biblia?

-En la Biblia, dice que estuvieron frente al Monte Sinaí y escucharon
los 10 mandamientos de Dios, eso lo celebramos en Shavuot, fiesta de
la semana, Pentecostés, etcétera. Después, Moisés se quedó 40 días
arriba del Monte Sinaí y bajó con las primeras tablas, y, viendo al
pueblo con el becerro de oro, haciendo idolatría, una fiesta pagana,
las rompió. Ese día es, para nosotros, de ayuno, se llama 17 de Tamuz.
Pidió una nueva oportunidad, y Dios le dijo subí a la montaña 40 días
y vamos a ver qué pasa.

Ese día que subió está marcado por nuestros sabios como el 1° del mes
de Elul. Cuando bajó 40 días después, se encontró con el pueblo
vestido de blanco y ayunando, y Dios le anunció a Moisés, perdoné
según tus palabras, y descendió con las segundas tablas. Ése es el día
del perdón. El día del perdón, el día de la expiación, cerramos un
proceso de 40 días que empezó el 1° de Elul, son esos 40 días en que
Moisés estaba arriba de la montaña viendo si Dios daba una segunda
oportunidad a las tablas. Y se las dio, reparando el pecado del
becerro de oro, el desvío, la transgresión, se reparó.

-¿Es lo mismo que se hace ahora?

-Es lo que estamos buscando, exactamente lo mismo. Pasamos un año,
bueno, ¿qué becerros de oro hicimos? ¿Qué transgresiones? ¿Qué desvíos
tuvimos? No solamente negativos, pueden ser positivos. Lo bien que
hice hace un año, ahora es insuficiente porque soy un año más maduro,
entonces, ahora lo querría hacer mejor, es este trabajo de 40 días de
Teshuvá. Se trata de un proceso completo, no podemos sacar a Rosh
Hashaná de ahí.

Según la mística judía, todo Rosh Hashaná es coronar a Dios como Rey,
ya hice el balance, me di cuenta de todo lo que quiero sostener y
fortalecer, y todo lo que quiero cambiar, ahora estoy haciendo el plan
de cómo quiero que sea mi próximo año, puede ser que haya 10 cosas que
quiero mejorar. Si soy honesto conmigo mismo, sé que tengo que agarrar
5 y ponerlas en stand by, y agarrar las otras 5 porque no voy a poder
hacer las 10.

Peor es colocar 100 cosas en la lista y no hacer ninguna, y estar
deprimido y defraudado todo el año, mejor es elegir, consultar con mi
maestro, charlarlo con mis compañeros de ruta espiritual, y anotar
metafóricamente qué es lo que realmente deseo para este año. Ése es el
libro de la vida que uno tiene que escribir para ese año, cuál va a
ser su esfuerzo, cuáles son sus metas, con qué se quiere encontrar en
el espejo dentro de un año, para trazar una ruta desde donde está
hasta adonde quiere llegar, uniendo esos dos puntos se obtiene la
línea que habrá que andar este año, que va a ser analizada dentro de
un año.

-Dentro de un año, volvés a hacer lo mismo.

-Lo mismo, armamos nuestro plan para el año, por supuesto que, para
eso, cada uno tiene que tener su maestro, su guía, sus amigos y
compañeros, pero es responsabilidad de uno. Eso tiene que sopesarlo
una semana, y Iom Kipur lo va a sellar y a firmar. Entonces,
prepararse para recibir los 10 mandamientos, es escribir el libro de
la vida y decidir cómo quiero que sea mi vida, por un año. Escribirlo
y sellarlo. Es coronar, en lo divino, el reinado de quien quiero que
reine sobre mí.

En la misma línea, en Rosh Hashaná, se acostumbra hacer sonar el
shofar, que es el cuerno de un animal, es una ley bíblica. Hay muchas
explicaciones, una es que ese sonido es un estruendo, como un llamado,
como un reloj despertador, como el shofar que se tocaba en el
desierto, está en Jericó, tiene que ver con el despertar que estamos
buscando en el retorno, salirnos de la rutina y del letargo para
reevaluarnos, y para escribir, en nuestro libro, qué queremos para el
año, por otro lado, el shofar también puede ser como diferentes tipos
de llanto: posee 3 sonidos, uno recto, uno cortado en 3, y uno cortado
en 9, el llanto infinito que nunca termina, el llanto que va cortando
y el sollozo que es muy entrecortado, que tiene que ver con una voz
profunda, simple, recta, o cuán entrecortada va a estar esa voz, cuán
externo o interno es el clamor por lo que pasó, pero, a la vez, es un
llamado a la guerra, o al futuro o a lo que vendrá.

También hay una tercera explicación, las trompetas que se usaban en el
momento de la coronación del rey. Nosotros estamos coronando al rey
que es juez, para nuestro año, cómo nos juzgamos frente al espejo y
qué valores entronizamos o coronamos para el próximo año.

-¿Cómo es el ciclo del año?

-Entendemos que el año es circular, pensamos en una espiral donde
volvemos a pasar, cada Rosh Hashaná, por el mismo punto, entonces,
¿qué cambia? Si entendemos que ese círculo toma ahora otra dimensión y
se va haciendo una espiral, volvemos a pasar por el mismo punto en
forma vertical, pero, en forma horizontal, estamos una capa más arriba
o más abajo. En la Kabalá, decimos que cada año trae una energía
diferente, una vuelta más en la espiral, ya usé toda la energía que me
fue dada para el 5770, hice el balance de cómo la usé, ahora veo cómo
quiero usar lo que me será dado para el 5771, y vengo a recibir esa
energía y a comprometerme a usarla bien. Eso es Rosh Hashaná.






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