24 Abril 2011-Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

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CENTRO ANTI-BLASFEMIA

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Apr 25, 2011, 8:34:53 AM4/25/11
to LA SAGRADA BIBLIA Y LA VIDA CRISTIANA
Domingo 24 Abril 2011





Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor


Evangelio según San Juan 20,1-9.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba
oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido
sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús
amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos
dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente
que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio
las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con
las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él
también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía
resucitar de entre los muertos.



Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.






©Evangelizo.org 2001-2010


http://www.evangeliodeldia.org/main.php?language=SP

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Leer el comentario del Evangelio por

San Odilón de Cluny (961-1048), monje
2º Sermón para la resurrección; PL 142, 1005

«Id a anunciar a mis hermanos que vayan a Galilea: allí me veréis»

El evangelio nos muestra la carrera feliz de los discípulos:
"ambos corrieron juntos, pero el otro discípulo iba delante, más
rápido que Pedro y llegó primero a la tumba" (Jn 20,4). ¿Quién no
quiere también encontrar a Cristo sentado a la derecha del Padre y
para llegar a encontrarlo al final de su búsqueda, quién no buscará
corriendo en espíritu, cuando recuerda con alegría la carrera de
aquellos apóstoles? Para animarnos en este deseo, que cada uno de
nosotros repitamos con ánimo cada verso del Cantar de los Cantares:
«Entremos más adentro, corremos tras el olor tus perfumes» (3,4 LXX).
Correr tras el olor de tus perfumes, es caminar sin descanso, al paso
del Espíritu, al lado de nuestro Creador, reconfortado por el santo
olor de las virtudes.
Tal fue la carrera, digna de elogio, de estas santas mujeres que,
de acuerdo con los Evangelios, habían seguido el Señor por la Galilea
y permanecieron fieles en el momento de su Pasión, mientras que los
discípulos huyeron (Mt 27.55); ellas han corrido al olor de los
perfumes, en espíritu e incluso según lo escrito, porque compraron
algunos perfumes para la unción de los miembros del Señor, como lo
atestigua Marc (16,1).
Hermanos, a ejemplo del solícito cuidado de los discípulos,
hombres y mujeres, en la tumba de su Señor... proclamemos a nuestra
manera la alegría de la resurrección del Señor. Sería una pena que una
lengua humana silenciara la alabanza debida a nuestro Creador, en este
día en que su carne ha resucitado. Esta magnífica resurrección nos
lleva a proclamar la grandeza del autor de tanta alegría y anunciar la
victoria contra nuestro antiguo enemigo...: a causa de su muerte, la
muerte ha sido desplazada; Hoy, por Cristo, la vida es devuelta a los
mortales. Hoy, las cadenas del demonio se rompen, la libertad del
Señor se les da a los cristianos en este día.





http://www.evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=commentary&localdate=20110424

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Leer el comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín (?-v. 420), Obispo
Sermón 36; PL 57, 605

"Este es el día que actuó el Señor" (Sal 117,24)

Manifestemos nuestra alegría, hermanos, hoy como ayer. Si las
sombras de la noche han interrumpido nuestras fiestas, el día santo no
ha terminado...: la claridad que propaga la alegría del Señor es
eterna. Cristo nos iluminó ayer y hoy todavía resplandece su luz.
"Jesucristo es el mismo ayer y hoy", dice el bienaventurado apóstol
Pablo (Heb 13,8). Sí, para nosotros Cristo ha nacido. Para nosotros ha
nacido hoy, según lo anunciado por Dios por boca de David:"Tú eres mi
hijo, yo te he engendrado hoy" (Sal 2,7). ¿Qué significa esto? Que Él
no engendró a su hijo un día, sino que ha engendrado el día y la luz
al mismo tiempo...
Sí, Cristo es nuestro hoy: esplendor vivo y sin disminución, Él
no deja de alumbrar el mundo (He 1.3) y este incendio eterno parece no
ser sólo de un día. "Mil años en tu presencia son un ayer que pasó",
exclamó el profeta (Sal 89,4). Sí, Cristo es ese día único porque
única es la eternidad de Dios. Él es nuestro hoy: el pasado, huyó, se
escapó; el futuro desconocido no tiene secretos para él. Luz soberana,
abrazó todo, lo sabe todo, en todo tiempo está presente y lo posee
todo. Antes que él, el pasado no se puede derrumbar, ni el futuro
eludir... Hoy no es sólo el tiempo donde la carne nació de la Virgen
María, ni sólo donde la divinidad, sale de la boca de Dios su Padre,
sino el tiempo donde ha resucitado de entre los muertos: "Él ha
resucitado a Jesús, dice el apóstol Pablo; Así está escrito en el
Salmo segundo: "Tú eres mi Hijo; "Yo te he engendrado hoy'" (Hechos
13,33).
Verdaderamente, Él es nuestro hoy, cuando, al salir de oscura
noche del infierno, abrazó a los hombres. Realmente, Él es nuestro
día, al que no pudieron oscurecer los ataques de sus enemigos. Ningún
día mejor que este día para acoger la luz: a todos los muertos, les ha
dado el día y la vida. El hombre viejo nos llevó a la muerte; Él nos
ha resucitado con la fuerza de su hoy.






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