De la invención en general y de alguna que otra en particular

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JM Gasulla

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Jul 2, 2011, 8:18:22 AM7/2/11
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Sobre la invención en general (1)
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En este lugar --> "La invención matemática" tenéis colgada una copia del capítulo con el mismo título que traduje del libro de Henri Poincaré "Science et Méthode" publicado en Flammarion en 1938. Como que por efecto de la conversión del documento de Word en documento de Google, ha sufrido algunas alteraciones, he probado este nuevo formato de grupo que nos ha proporcionado Google, para enviaros una copia del archivo en Word como archivo adjunto. Espero que podáis abrir sin problemas ambos archivos, pero si fuera preferible uno para imprimir y trabajarlo, el que he enviado en formato Word está mejor presentado. Entre corchetes va la paginación del libro original.

La traducción está lo más ceñida posible al texto francés, de modo que sea lo más fiel posible al original, salvando el sentido mínimo en ambos idiomas (francés y español) Al tratar de atrapar el pensamiento de un autor que escribe y piensa en un idioma distinto, uno podría permitirse pasar lo traducido a un estilo lo más literario posible en español y crear un texto nuevo, más elegante. He sacrificado un poco la elegancia en favor del rigor en la traducción, porque me parecía mejor permanecer lo más fiel posible al texto original. Discúlpeseme por ello, pero creo que es más beneficioso.

En sucesivos mensajes iré haciendo comentarios a ciertos fragmentos del texto, que me han sugerido algunas ideas. Otros comentarios serán aclaraciones. Espero que esto sea útil y abra mentes.

Poincaré fue uno de los grandes matemáticos del siglo XX, y no solo fue grande porque desarrolló una rama completa de las matemáticas que se llama Topología, que es, precisamente, la que más nos interesa a los médicos, sino porque, además de ser matemático, pensaba en lo que hacía. Si ser matemático ya es ser raro, todavía lo es más si se reflexiona sobre lo que se hace. En consecuencia, Poincaré era un tipo raro, raro.

Si lo he traído no es solo para intentar disipar un poco la natural aversión que sentimos la mayor parte de médicos hacia las matemáticas, de la que incluso solemos vanagloriarnos por los desprecios que le hacemos. A veces, hasta se presenta como un orgullo personal el no ser capaz de entender nada, aunque no sin disimulo, ese desprecio toma todo su sentido y apoyo en la conocida fábula de La Fontaine "La zorra y las uvas":

"Cierta zorra gascona, otros dicen que normanda, de hambre casi muerta, colgando de una parra, vio unas hermosas uvas, cubiertas de piel bermeja. ¡Gran banquete se hubiera dado la bribona! Pero no pudiendo llegar a ellas, dijo:
-¡Puáh! ¡Están verdes! ¡Quédense para los gañanes!
¿Qué mejor podía hacer que desdeñarlas?"

Pero no temamos. Las uvas seguirán estando verdes para nosotros, que apetecemos bocados más sabrosos. 

He traído este capítulo escrito por Poincaré porque introduce algunas cuestiones que probablemente nos interesen de modo personal. Es una reflexión que nos puede ayudar a ubicarnos en el mundo de la ciencia y en el mundo en general, esto es, dónde estamos nosotros según nos ha llevado nuestro deseo.

En mi empeño en hacer de la clínica una ciencia, en el sentido moderno de ciencia, es necesario pasar por las matemáticas, pero dadas las dificultades y aversiones que nos plantean a la mayoría de nosotros, me esfuerzo en hacer la cosa lo más sencilla posible trayendo fundamentalmente los conceptos y los métodos de razonamiento matemáticos para aplicarlos a la clínica.

No obstante, como esos métodos y procedimientos científico-matemáticos eliminan de sus planteamientos una parte muy importante para nosotros, que es la subjetividad del médico y del paciente, son necesarias ciertas modificaciones en las matemáticas a utilizar que consisten, básicamente, en introducir los elementos que han sido eliminados de la mente del matemático, del lógico y del científico, y sin los que nosotros no podemos avanzar en construir una verdadera medicina científica, y no una ciencia aplicada que se sirve básicamente de la producción de otras ciencias, que es ahora la medicina.

Lamentablemente, este trabajo, que es el trabajo de mi vida, no solo no se tiene en cuenta, sino que se desprecia y, con él, a mi persona. No obstante, algunos médicos jóvenes se han acercado a mí queriendo saber. No he encontrado la manera de sortear las sutiles y a veces amables represiones que ejerce el sistema, ni mis propias limitaciones personales, para procurarles una enseñanza sistemática y detallada de cómo comprender lo que hacemos, que lo que todavía padecemos como el lastre que se nos colgó en la mente en la Facultad de Medicina; pero una vez expulsado del sistema médico-sanitario que padecemos, que aborta el ingenio y la imaginación, las posibilidades de explicar lo que sé a los jóvenes casi han desaparecido. Al menos, alguna esperanza hay puesta en este foro, que a punto ha estado, también, de perecer por mi desánimo. La burocracia, además de ser el nombre que le puso Mafalda a su tortuga, es, según Karl Marx, una república petrificada y, añado, directamente transformable en un nepotismo.

Me dejo de lamentaciones y voy a lo de la invención, entrando en las ideas de Poincaré, que creo que nos va a venir muy bien conocerlas. ¡Ojalá algunos médicos se vieran impulsados a la invención! Ganarían mucho como personas.

JM Gasulla
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JM Gasulla

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Jul 2, 2011, 9:54:18 AM7/2/11
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Sobre la invención en general (2)
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Vamos a Poincaré y a ver qué se nos va ocurriendo a medida que vayamos leyendo.

Empieza el capítulo diciendo: "La génesis de la invención matemática es un problema que debe inspirar el más vivo interés al psicólogo. Es el acto en el que el espíritu humano parece más desprendido del mundo exterior, donde no actúa, o no parece actuar, si no por si mismo y sobre si mismo, de suerte que estudiando los procesos del pensamiento geométrico, es lo más esencial  en el espíritu humano que nosotros podemos esperar alcanzar"

En este párrafo Poincaré aísla un tipo de pensamiento que lo hace diferente de cualquier otro: se trata de un pensamiento que nos atreveríamos a llamar "puro", y que se produce cuando los objetos que ocupan el pensamiento no se encuentran o no provienen del mundo exterior, sino que están en el mundo interior. Al llamar a este tipo de pensamiento "pensamiento geométrico", tendremos que distinguirlo de otros tipos de pensamiento que no sean geométricos. Podemos decir que uno de esos otros tipos de pensamiento puede ser el "pensamiento común", cuyas ideas, representaciones y silogismos, se forman a partir de otra clase de objetos. 

Poincaré no dice nada acerca de la clase de objetos de ese tipo de pensamiento "geométrico", pero alerta de que estudiándolo, podemos deducir sus leyes y, en consecuencia, adquirir un conocimiento, hasta ahora inédito (o no tan inédito), sobe las leyes que rigen nuestros pensamientos.

No entró Poincaré en el estudio de esas leyes del pensamiento, sino que lo hizo Boole, y en otra serie aportaré algunas cosas del libro de Georges Boole que lleva, precisamente, el título de "Las leyes del pensamiento".

"Un primer hecho debería asombrarnos si es que no estuviéramos tan acostumbrados a él" dice Poincaré. "¿Cómo es que hay personas que no comprenden las matemáticas? Si las matemáticas no utilizan otra cosa que las leyes de la lógica, esas mismas que son aceptadas por todos, si su evidencia está fundada en los principios que son comunes a todos los hombres y que ninguno que no estuviera loco podría negar ¿cómo es que hay tantas personas que son totalmente refractarias?"

Si ahora pensamos un poco en ambas cuestiones, o sea, que por un lado, según el autor, al estudiar los procesos del pensamiento geométrico estamos estudiando lo más esencial del espíritu humano y, por otra parte, a pesar de que todo el mundo utiliza los mismos procesos, idénticos en su estructura y en sus leyes, al proceso que se sigue en las matemáticas, hay tan pocos que se declaran capaces de seguir un razonamiento matemático ¿no será que con el pensamiento matemático se trata de un tipo diferente al que sigue el pensamiento común? ¿No será que el pensamiento "geométrico" aunque siga algunas leyes que el pensamiento común, difiere en algo de él? Creo que es eso sobre lo que, entre otras cosas, podemos pensar.

Yo decía que es por culpa de los diferentes objetos que hay en uno u otro tipo de pensamiento, puesto que en el pensamiento matemático los objetos no existen en el mundo real, mientras que en el pensamiento común, los objetos son "reales".

¿Es eso cierto? ¿Nos podemos quedar con eso, o es necesario algo más para entender bien por qué algunos detestamos tanto las matemáticas?

Lo veremos.

Cualquiera puede dar su opinión.

JM Gasulla

JM Gasulla

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Jul 6, 2011, 7:47:43 AM7/6/11
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Sobre la invención en general (3)

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Estamos con Poincaré preguntándonos cómo es posible que haya tanta gente a quienes no les gustan las matemáticas, o se declaren incapaces de seguir un razonamiento matemático: "Pero que todo el mundo no pueda comprender un razonamiento matemático en el momento en el que se le expone, es esto lo que parece asombroso cuando se reflexiona sobre ello. Son mayoría aquellos que no pueden seguir ese razonamiento más que a duras penas: esto es incontestable y la experiencia de los maestros de secundaria no lo contradice"... porque... "las matemáticas no utilizan otra cosa que las reglas de la lógica, esas mismas que son aceptadas por todos los espíritus formados, y su evidencia está fundada en los principios que son comunes a todos los hombres y que ninguno, que no estuviera loco, podría negar..."


Probablemente el razonamiento, o la capacidad de razonar, se encuentra intacta en aquél que dice no poder seguir un razonamiento matemático. De hecho, el propio Poincaré dice más adelante que el razonamiento matemático, las más de las veces, consiste en encadenar una deducción con otra por medio de sus conclusiones. Esto es capaz de hacerlo la mayor parte de personas.


A continuación, Poincaré pasó revista a algunas propiedades que podrían considerarse distintivas entre las capacidades intelectuales de los matemáticos frente a las capacidades comunes. No encontró diferencias sustanciales. Nosotros, no obstante, y estando plenamente de acuerdo con el autor, podríamos echar de menos alguna intelección en torno a una supuesta inteligencia superior de los matemáticos sobre la gente común, y nos conformaríamos diciendo que los matemáticos son más inteligentes que el promedio de la gente común. Eso es falso.


En la época de Poincaré no se consideraba la inteligencia como se consideró a partir de los años 50, hasta el punto de llegar a inventar y medir un coeficiente de inteligencia que, precisamente, estaba fundamentado en la capacidad de abstracción matemática, colocado como ideal de inteligencia. 


Es dado pensar que el pensamiento matemático es una clase de pensamiento y que esa clase de pensamiento posee unas leyes. Los lógicos no han hecho otra cosa que intentar encontrar las leyes que rigen el pensamiento racional y, después de este, el pensamiento matemático que sería una aplicación "práctica" del pensamiento lógico o racional común.


Pero Poincaré ya captó que probablemente existe otro tipo de pensamiento del que no tenemos conciencia, pero que se capta en alguna de sus frecuentes manifestaciones. Es eso lo que, básicamente, cuenta ese capítulo que estoy comentando: que existe otro tipo de pensamiento que no es consciente, pero que es muy apto y altamente funcional.


Tal como se dio cuenta Poincaré, no puede identificarse pensamiento con pensamiento consciente. Hay una parte muy activa de nuestro pensamiento, de la que apenas tenemos noticias, pero que no obstante trabaja sin "contar con nosotros". Hay una especie de "pensamiento de fondo", o pensamiento inconsciente, que es un trabajador incansable: no para nunca. Solo unas pocas horas cuando dormimos y no soñamos.


Poincaré hizo una especie de fábula en torno a cómo funciona ese pensamiento, y se le ocurrió lo de la habitación y lo de los átomos ganchudos. Pero algunos acaso seamos más ambiciosos y aspiremos a comprender bien cómo funciona ese pensamiento que, lejos de ser secundario o fútil, se muestra incluso más productivo que el pensamiento abstracto matemático, que también lo incluye, como describe Poincaré resolviendo problemas matemáticos sin haberse dado cuenta de estar pensando en ello.


Es este el punto que me motivó para traer este capítulo a vuestra consideración: hay diversas clases de pensamientos.


Una amiga se sorprendió de que yo dijera que el pensamiento matemático es una clase de pensamiento. No entendía qué es eso, a qué me refería, con lo de una clase distinta de pensamiento. ¿Cuántas clases de pensamiento hay?


Yo pienso estas cosas del siguiente modo: hay una clase de pensamiento que es el más amplio, el más complejo y en el que se dan una serie de fenómenos de los que apenas algunos alcanzan nuestra conciencia. Es el pensamiento inconsciente. Después, pueden darse otros tipos de pensamiento consciente eliminando, o recortando, algunas de las leyes que rigen el pensamiento general, sea consciente o inconsciente.


Restos cercenados de ese pensamiento inconsciente es nuestro pensamiento consciente. Nuestro pensamiento consciente, racional, consiste en recortar, eliminar, de ese pensamiento inconsciente, algunos elementos que, aún formando parte del contenido del pensamiento consciente, están, pero de un modo inconsciente. De eso es probable que nos diéramos cuenta en el hilo que abrí sobre el arte de tener razón. Los verdaderos motivos por los que uno quiere tener razón, permanecen ocultos, pero son activos "en la sombra".


Los pensamientos que están eliminados del pensamiento consciente suelen ser, no siempre, los que poseen un carácter afectivo o que implican algún tipo de daño en la propia imagen o en el amor propio.


Freud descubrió que el pensamiento humano es mucho más complejo y extenso de lo que las leyes del pensamiento, por ejemplo en Boole, dicen. Las leyes del pensamiento lógico-matemático de Boole son un tipo de leyes que se aplican al pensamiento matemático, pero que son incompletas porque  no dan cuenta más que de un proceso final al que se ha llegado tras un conjunto de operaciones complejas del pensamiento, como la represión, la preferencia y la selección de ideas. Es decir, por la acción de un "sujeto", pero no de un "yo".


Por decirlo así: las leyes del pensamiento lógico o lógico-matemático, son un conjunto de leyes que operan una vez se han depurado de una función clave en el ser humano, y que es la subjetividad. Es por eso por lo que las leyes del pensamiento matemático o científico se dicen objetivas o racionales: porque hipotéticamente se han depurado de la subjetividad que es causa de nuestros pensamientos. Y probablemente es también esa la razón por la que resultan tan áridas las matemáticas o la lógica para la mayoría de mortales: porque a uno le resulta muy difícil colocar ahí su subjetividad, y este hecho sería uno de los principales de nuestro pensamiento: sentirnos personas (Esto es muy aproximado y pésimamente explicado, pero la idea va por ahí)


¿Cuáles son las leyes del pensamiento humano, antes de ser cercenadas por el pensamiento racional? Esas leyes se descubren cuando uno analiza los sueños (que son una clase de pensamientos) Se ve de inmediato que los sueños son una clase muy amplia de pensamientos, y que se rigen por un conjunto de leyes que después se restringen para construir pensamientos racionales. Es suficiente con estudiar cómo se producen los sueños para captar qué clase de leyes operan en nuestros pensamientos antes de su "depuración" racional.


¿Quiere ello decir que los pensamientos racionales han logrado reprimir o librarse de una buena parte del contenido pleno de los pensamientos? Digamos que los pensamientos racionales sólo utilizan unas cuantas leyes generales del pensamiento, y que suprimen de sus enunciados aquello cuanto da cuenta de una posición de sujeto.


Es esta supresión de la posición de sujeto que hay en la racionalidad, en la lógica y en las matemáticas, lo que, a mi juicio, hace que tanta gente se aparte de esto. No tiene apenas nada que ver con la inteligencia. Tiene que ver con la posición de sujeto y las posibilidades de poder expresar la subjetividad de uno. Se podría incluso decir que el racionalista a ultranza es un ser mermado, privado de algunas propiedades del pensamiento de las que disfrutan otros. 


Finalmente, el matemático, si es que podemos captar eso en la descripción de Poincaré, encuentra su posición de sujeto en las matemáticas: disfruta haciendo lo que hace; encuentra bello un razonamiento o una demostración en las que se demuestra la verdad de una afirmación; le adjunta un sentimiento estético común, incluso ético, a una demostración matemática o se admira ante la coherencia de un razonamiento complejo. Es decir: el matemático le encuentra un fin estético, e incluso de admiración en su amor propio, en su sentimiento de superioridad y prestigio en el que le coloca la sociedad. Que apenas difiere de lo que encontramos los demás mortales en otras facetas de la actividad humana, solo que nuestra implicación afectiva es más o menos manifiesta, más o menos aceptada.


En eso se diferencia el pensamiento de un matemático de los procesos que es capaz de hacer este ordenador: le añaden subjetividad para poder funcionar de un modo diferente a como lo hace este ordenador. De eso da cuenta cuando dice que el pensamiento matemático no elige tras considerar todas las posibilidades, sino que elige en función de aquello que le resulta al matemático más posible o más estéticamente bello, es decir, las leyes de la subjetividad están invariablemente presentes, aunque ignoradas o menospreciadas.


Esto con respecto al interés por las matemáticas que, como dice Poincaré, existen muy pocas personas realmente incapaces de seguir una demostración.


Otra cosa es la invención matemática, o la invención en general, de la que diré algo en el siguiente mensaje.


JM Gasulla

JM Gasulla

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Jul 7, 2011, 6:08:18 AM7/7/11
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Sobre la invención en general (4)
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Llego al punto que le da título a este hilo, que es sobre la invención en general. 

Poincaré nos relata muy bien los momentos de invención, que son soluciones que le asaltan de improviso en momentos inimaginables, dando cuenta de que el pensamiento trabaja independientemente de él, y de un modo completamente ignorado por él. Para explicar el funcionamiento del pensamiento "inconsciente", porque no se tiene consciencia de él a pesar de que esté operando (incluso "por debajo", o en "segundo plano" del pensamiento consciente) instantes antes de poner el pie en el estribo del ómnibus, momento en el que la solución se hace consciente y sin que él pueda dar cuenta de estar pensando en el problema, utiliza esa fábula de la habitación y de los pensamientos ganchudos.

Así que en la invención de cualquier clase, existe un elemento desconocido que, no obstante, es operativo y que llamamos "pensamiento inconsciente". Pero Poincaré advierte de que para que eso funcione, todavía falta el elemento principal, que es el deseo del investigador, o sea, que se esté sobre el tema. Y, añade, aunque el inconsciente aporte una solución, es preciso comprobarla, porque digo yo que a veces la solución aportada, por más apariencia de solución que tenga, no es otra cosa que la expresión del deseo de haber resuelto un problema; es decir, que resuelve el problema del deseo del sujeto, pero no el problema del yo consciente racional. Añadimos que no basta con desear, sino que, además, es preciso conocer. Ninguno de nosotros es capaz de invención matemática si la desconocemos, por más ganas que tengamos de inventar algo.

Tres elementos fundamentales, pues: el deseo, el conocimiento del tema y el pensamiento inconsciente. 

Pero todavía estaríamos dispuestos a decir algo más. Cuando uno conoce un tema, porque lo ha estudiado y le ha gustado, puede quedarse con lo que ha aprendido y ponerlo en práctica sin más aspiraciones. O bien, cuando eso que ha aprendido lo pone en práctica, encuentra cosas que no van, y eso le motiva para indagar. Normalmente, uno busca entre quienes se han topado con la misma clase de dificultad, cómo la han resuelto o si no la han resuelto, qué han hecho al respecto. Cuando ninguna de las soluciones o propuestas le deja a uno satisfecho, entonces se ve en la necesidad de inventar. También puede ocurrir que uno invente algo recombinando de otra manera los elementos que tiene y, finalmente, como dice Poincaré, que uno reinventa cuando vuelve a recrear una serie de pensamientos en vez de recordarlos y que, en el fondo, esa invención no dejaría de ser una especie de "recordar".

Con este panorama yo me pregunté en qué punto estaba en relación a la materia que me interesa. Creo que es un sano ejercicio el replantearse de vez en cuando cómo está uno en relación a su deseo en aquello que hace. Preguntarse ¿pero yo, qué hago? ¿Qué estoy haciendo cuando hago cosas? ¿En qué situación me encuentro en relación a mi propio deseo y en relación a lo que hago? ¿Entiendo bien lo que hago? ¿Sé lo que hago? 

Dicho de otra manera: yo me metí en esto de ser médico por diversas causas. Una vez metido, me vi enfrentado a problemas que no estaban resueltos, o no estaban bien resueltos. Si lo que me empuja es esa insaciable curiosidad o lo que sea, que no sé muy bien cómo llamarla, que no me deja tranquilo mientras no entienda algo, entonces me veré llevado a indagar, lo que conlleva el riesgo de marginación, de no ser reconocido, de no llegar a ningún sitio y de no haber sido capaz de haber resuelto un problema importante para uno. Si esa inquietud no me acucia, me conformaré con lo que hay y con lo que van inventando otros.

En un momento me vi lanzado a una especie de vacío doctrinal. Conocía, o se me hacía presente, un problema para el que las soluciones existentes no me daban una solución satisfactoria. El problema era clínico. Había aprendido que las enfermedades eran relaciones mecánicas, bioquímicas, entre diversas partes del cuerpo o eran el resultado de la interacción con otros organismos. Sin embargo, en el contacto diario con los pacientes, estaba más que claro que entraban en acción innumerables elementos que ni se habían mencionado, pero que se mostraban efectivos para el manejo clínico de las enfermedades.

Acaso el punto culminante fue el de una mujer joven, asmática, que entraron en estado de desespero por la puerta de urgencias en silla de ruedas. El desespero de la mujer, que estaba ya cianótica y casi sin sentido, la llevó a lanzar contra la pared el frasco de Ventolín que ya había agotado. Puesto que se hacía evidente que la tenía que intubar, mientras se hacían los preparativos le pedí a la enfermera que le inyectara 10 cc de suero fisiológico en la vena, acompañando la inyección de palabras de aliento. No hubo acabado de completar la inyección cuando la mujer se serenó, el trabajo respiratorio disminuyó, se abrieron los bronquios y recuperó el color. No fue preciso intubarla.

Intervino en esta viñeta clínica un elemento que no se tenía en cuenta en la fisiopatología del asma, y era, vamos a llamarlo así, el elemento subjetivo, que incluía numerosos factores. Se puede hacer una descripción del fenómeno, pero describir es muy distinto que haber comprendido. Describir es poner palabras, pero no significa que esas palabras impliquen algún tipo de ciencia sobre el fenómeno.

Las doctrinas y soluciones que encontré no me parecían comprensibles, y durante muchos años sufrí esa especie de "pérdida de tiempo", o la sensación de "estar totalmente perdido" que supuso el recorrido por las distintas doctrinas psicosomáticas que hay. Para resolver la cuestión, en primer lugar hube de plantear bien el problema, tras reconocerlo en su dimensión más genuina, porque pudiera ser que si el problema no tenía una solución satisfactoria, no se tratara tanto de falta de conocimiento sino porque estuviera mal planteado. Una vez logré plantearme el problema en su lugar de origen y en los términos que me parecieron apropiados, busqué cuáles, de entre todas las ideas germinales que hay en medicina, podía adaptarse mejor al planteamiento del problema, en los términos en los que lo había situado. Me podía haber quedado con cualquier teoría al uso sobre psicosomática y pacer amablemente en sus pastos, o enfrentarme a los problemas que no quedaban resueltos con ninguna de las teorías vigentes. Finalmente, desarrollar una solución con los conocimientos y métodos adquiridos.

¿Se trata ahí de una invención? Pienso que si. Se trata de una recombinación de los elementos actuales, reduciéndolos a sus partes más esenciales o "necesarias", es decir, aquellas partes que no se pueden reducir a más partes constituyentes y que una vez descritas, las cosas solo pueden ser de esa manera. Una vez alcanzado ese punto de irreductibilidad, es necesario fijar sus leyes combinatorias, comprender de qué manera pueden ensamblarse elementos nuevos a partir de los fundamentales, y qué combinatorias pueden llevarse a cabo. Lo que resulte de todo eso es una invención.

Ahora digo que eso es una invención, pero durante muchos años he tenido la impresión de que era un ignorante y que no hacía más que plagiar a otros. Esa impresión no se me ha marchado. Sigo siendo un ignorante, porque cuanto más avanzo, o sea, cuantas más disciplinas indago, más clara veo mi ignorancia y la escasa o nula posibilidad de decir algo en relación a apenas nada. Cualquier cosa que diga, vendrá otro que la achicará. Ni tan siquiera en aquello que me parecía el suelo más seguro que podía pisar, que era el campo de lo genuinamente médico como es la clínica. Ni siquiera ahí uno puede estar seguro de saber demasiadas cosas ni de haber dado con "La Solución". Podemos inventar, reordenando lo que hay a partir de nuevas consideraciones, como hemos hecho aquí con los conceptos de síntoma y signo, pero poco más. No es el esfuerzo de uno, sino que es un esfuerzo colectivo el que lleva a la invención.

Por más que pudiera parecer que individualmente he hecho algo nuevo, lo nuevo es el fruto de un trabajo colectivo descomunal, al que uno aporta apenas una molécula, y poco más. Pero la unión de las distintas moléculas de las que muchos somos capaces, es posible que el conocimiento se amplíe y logren nuestros descendientes vivir mejor que nosotros. Idea romántica, y nada más que eso.

JM Gasulla
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