Nota de Pagina12 del 24/02/2011

4 views
Skip to first unread message

Pascauy

unread,
Feb 24, 2011, 6:54:38 PM2/24/11
to LA COCINA DE I U
Para seguir alimentando uno de los debates que supimos tener aqui, les
dejo una nota de Pagina12.

Un abrazo, Pascauy


La impunidad hipoteca el futuro


(Tributo a Macarena Gelman) Al contrario de lo que expresa el ex
presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, si un pueblo perdonara
sin que sus victimarios reconocieran sus delitos, se arrepintieran
públicamente de ellos, buscaran repararlos y asumieran el compromiso
de no repetirlos, lo que haría, aunque circunstancialmente lo ignore,
es hipotecar su futuro en garantía de un pasado que no ha sido capaz
de resolver a través de la verdad y la justicia.

Por Hernán Patiño Mayer *


En La Nación del miércoles 8 del corriente, el ex presidente uruguayo
Julio María Sanguinetti, ante quien tuve el honor de representar a mi
gobierno durante dos de los más de diez años en que serví como
embajador en el Uruguay, nos expone una versión de la historia
reciente de su país bajo el sugestivo título de “Los peligros de
falsificar el pasado”. No quiero aquí cuestionar esa interpretación.
Ya lo han hecho con más autoridad muchos compatriotas suyos. Quiero
exclusivamente referirme a un párrafo de su nota que, por su carácter
taxativo, reclama una réplica. Dice Sanguinetti: “Demasiados desafíos
nos acucian como para seguir revolviendo cenizas. Un pueblo que no
sabe perdonar se arriesga a repetir su pasado. Como entidad nacional,
lo ha sabido hacer Uruguay, que incluso ha ratificado con su voto, por
dos veces, la amnistía a los militares”. Desgraciada la metáfora con
la que lo inicia. No se trata, Dr. Sanguinetti, de “revolver cenizas”,
sino de hallar las de aquellos asesinados sin tumba, clausurando así
el atropello criminal que se sigue perpetrando al violar una de las
más ancestrales (exclusiva) conductas del género humano, cual es la de
enterrar y honrar a sus propios muertos. Ningún desafío del futuro
puede dejar impaga esta deuda con el pasado, salvo que se legalice la
impunidad. Me ha tocado participar en Montevideo por lo menos en diez
oportunidades de la dolorosa recordación de “La Noche de los Cristales
Rotos” (Kristallnacht). Casi siempre se hallaba presente el ex
presidente. Nunca le escuché, ni tampoco leí, una recomendación suya
dirigida a la comunidad judía proponiendo no “revolver las cenizas” y
mucho menos la afirmación temeraria de que “un pueblo que no sabe
perdonar se arriesga a repetir su pasado”. Pero vayamos al perdón.
Como bien lo sabe el presidente Sanguinetti, el concepto del perdón es
hijo del cristianismo. Hasta entonces la venganza en lo individual y
la muerte o la esclavitud en lo colectivo eran las consecuencias de
las ofensas o de las derrotas militares. Pero el perdón para los
cristianos no es un acto gratuito y mucho menos puede ser impuesto por
voluntades extrañas a las propias víctimas. El 15 de mayo de 1999, el
entonces obispo de Morón, Justo Laguna, decía que el perdón supone “el
arrepentimiento claro y expreso, el arrepentimiento desde luego
interior, pero también exterior. Todo el que comete un delito está
absolutamente obligado a arrepentirse de lo que ha hecho”. Ni en la
Argentina, menos en el Uruguay, los responsables del terrorismo de
Estado han manifestado arrepentimiento alguno por las atrocidades
cometidas. Peor aún, dos meses atrás, asistimos estupefactos a la
repugnante reivindicación de ese terrorismo, que Videla y Menéndez
hicieron ante el tribunal que en Córdoba los condenó a cadena
perpetua. En Uruguay, sólo días atrás, un militar detenido hizo
declaraciones públicas reivindicando los secuestros, las torturas y
las desapariciones y un numeroso grupo de oficiales retirados lanzó
frases amenazantes ante las investigaciones que tramita la Justicia.
Sería interesante que el Dr. Sanguinetti nos explicara cómo se puede
perdonar a quienes hacen gala de tanto nihilismo y contumacia. Cómo
perdonar a quienes reivindican el horror y amenazan con repetirlo.
Conviene agregar que para que el perdón sea factible la doctrina
cristiana exige dos requisitos más: la reparación del daño causado en
toda su extensión posible (restitutio in integrum) y el firme
compromiso de no repetir la ofensa.

Finalmente, con respecto a la ley de amnistía que según Sanguinetti ha
permitido a los uruguayos superar el pasado, dada su ratificación en
dos plebiscitos (el último con un 48 por ciento de votos en contra)
cae el ex presidente en un grave error conceptual. Los derechos
humanos y sus violaciones no son objeto, ni responden, ni se
subordinan a la voluntad de mayorías circunstanciales por muchas que
sean las veces que ésta se manifieste. El bien jurídico protegido es
la dignidad suprema del hombre y su derecho inalienable a la justicia
cuando ésta es avasallada. No hay ley que merezca llamarse tal si
ampara su violación o deja sin castigo a sus responsables. En este
sentido, me permito recomendarle la lectura completa del magnífico
trabajo publicado por La Nación en su edición del 31 de agosto de
2005, firmado por el ex juez de la Corte Suprema de Justicia Argentina
Gustavo Bossert, que en uno de sus párrafos textualmente dice: “Los
crímenes que a lo largo de la historia se han cometido usando el
aparato estatal (son)... crímenes de lesa humanidad, que no pueden
beneficiarse ni de la prescripción ni del perdón ni aun bajo amnistías
encubiertas, y deben, en cambio, permitir a las víctimas y dar lugar,
entonces, a un juicio justo”.

Al contrario de lo que expresa el ex presidente, si un pueblo
perdonara sin que sus victimarios reconocieran sus delitos, se
arrepintieran públicamente de ellos, buscaran repararlos y asumieran
el compromiso de no repetirlos, lo que haría, aunque
circunstancialmente lo ignore, es hipotecar su futuro en garantía de
un pasado que no ha sido capaz de resolver a través de la verdad y la
justicia.

* Ex embajador argentino en Uruguay
Reply all
Reply to author
Forward
0 new messages