En la ciudad de San Sebastian, en mayo de 1929, un hotel de 1° clase
llamado Principe de Saboya, se hizo famoso al instalar alli sus
consultorios el Dr. Fernando Asuero y Saenz de Cenzano,
otorrinolaringólogo, que aseguraba curar parálisis, artritis, sordera,
dolor de muela y de cabeza, hemorroides, úlceras, várices, piorrea y
estreñimiento, mediante calculados golpecitos con un estilete en el
nervio trigémino -ubicado en el interior de la nariz-; el éxito de los
tratamientos y el boca a boca provocaron una avalancha de gente que
llegaba desde todos los rincones de España.
A finales de mayo de 1929, la leyenda del Doctor Asuero llegó al
paroxismo. Mucha culpa de ello la tuvo un arquitecto bilbaíno,
aficionado al arte cinematográfico, llamado Nemesio Manuel Sobrevila,
que se desplazó a San Sebastián para rodar una película documental
sobre este fenómeno social. Así surgió el filme Las maravillosas curas
del doctor Asuero, en el que se capta a la perfección la expectativa
levantada por el fenómeno médico y se puede apreciar cuán simples (y
exitosos) eran los procedimientos del Doctor Asuero cuando actuaba
sobre el famoso trigémino de sus pacientes. Pero lo que realmente hizo
legendario al celuloide y lo elevó a la categoría de mito fue la
prohibición de su exhibición pública por parte de la Dirección General
de Seguridad. En el libro Nemesio Sobrevila o el enigma sin fin, de
Luis Fernández Colorado (Filmoteca Vasca, 1994) se apunta como una de
las posibles causas la necesidad del gobierno de Miguel Primo de
Rivera y Orbaneja de poner un freno -o, al menos, sedar- este fenómeno
social que nadie sabía bien cómo podía acabar. En España, la fiebre y
la controversia remitió a los pocos meses, hecho que fue aprovechado
por Asuero para viajar a la Argentina.
El nombre de Asuero comenzó a conocerse en la Argentina en 1929 y la
controversia sobre el médico vasco lo precedió, tal vez montada en el
prestigio de sus detractores como Ortega y Gasset: " es un charlatán
irresponsable"; Pío Baroja: " curandero poco digno de atención";
Santiago Ramón y Cajal: " es una vergüenza medieval". No obstante,
Fernando Asuero llegó a Buenos Aires el 24 de abril de 1930 y la
ciudad fue un caos. La gente se reunió frente al hotel Español de la
Avenida de Mayo provocando que el tránsito se cortara varias veces, lo
que se dice, un verdadero revuelo. Pasaron los días en la capital
porteña y Asuero sólo disfrutaba de los placeres de la fama, comiendo
y bebiendo muy bien. Recién al sexto día aplica sus estiletes en la
nariz de un pariente suyo y un medico discipulo suyo comienza a tratar
pacientes en una clínica de la calle Azcuénaga. Cientos de personas
esperan horas allí para ser atendidas y la polémica se multiplica. Un
juez recibe una denuncia por ejercicio ilegal de la medicina contra
Asuero, a la par que los gestos de reconocimiento hacia el médico
vasco se multiplican. El 14 de junio, mientras un juez estudia una
denuncia por "ejercicio ilegal de la medicina" contra él, Asuero
recibe el título de "hijo adoptivo" del barrio de La Boca. En la
ceremonia, que se hizo en la casa de Quinquela Martín, estuvo el actor
Enrique Muiño. Esa misma tarde Asuero es recibido en la Casa Rosada
por el presidente Yrigoyen. Conversan 50 minutos mientras, en
Tribunales, un juez espera que el médico se presente a declarar.
Cuando lo hace queda preso. Al ser llevado a la celda se queja ante
los periodistas: "Estoy preso luego de haber curado a cinco ministros
en este país". Dos horas después lo liberan gracias a la intervención
de un alto funcionario gubernamental, pero el escándalo es imparable y
el donostiarra abandona el país en el vapor Asturias rumbo a España.
Mientras el barco se alejaba del muelle, Asuero saluda a la multitud
que lo despedía, arrojando la boina y gritando: ¡viva Argentina!
Su visita duró solo 67 días, y el saldo fue de una obra de teatro
picaresca de Florencio Parravicini llamada "Nena, tocame el
trigémino", un charleston o un pasodoble, un programa en Radio
Belgrano llamado "La hora del trigémino", y este simpático tango de
Manuel Colominas, que propone dicho tratamiento para curar la yeta en
la timba.
Operate el trigémino (tango)
Letra y musica: Manuel Colominas
Seguí mi consejo,
lo que vos tenés
es que tu trigémino
se puso al revés.
Metido en el juego
(me falta este renglon!)
y solo con fuego
arreglarlo podrás.
Seguí mi consejo
no seas otario
andá a un sanatorio
y vos le explicás,
tu yeta en el juego,
pediles, te aplican
el método Asuero
y así ganarás.
Grabado por:
Minotto Di Cicco con Antonio Buglione
Sello: Columbia Viva Tonal Disco: A5011-A Matriz: 370157-1
1930
Fuentes:
"Tras los pasos del Dr. Asuero", por Gonzalo Largo
www.diariovasco.com
20 SEP 2009
"Un fabulador que en 67 días conmovió a la Argentina", por Ricardo
Fevrier
Clarin
26 JUN 2000