SEPAN QUE EL REINO DE
DIOS ESTÁ CERCA
PRIMERA
LECTURA
En
el monte Sinaí habló Yahveh a Moisés, y dijo: « ¡Anda, baja! Porque tu pueblo,
el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado. Bien pronto se han apartado
el camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han
postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: "Este es tu
Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto." » Y dijo Yahveh
a Moisés: « Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Déjame ahora
que se encienda mi ira contra ellos y los devore; de ti, en cambio, haré un
gran pueblo. » Pero Moisés trató de
aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: "¿Por qué, oh Yahveh, ha de encenderse
tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran
poder y mano fuerte? Acuérdate de
Abraham, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a los cuales juraste por ti
mismo: Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; toda
esta tierra que les tengo prometida, la daré a sus descendientes, y ellos la
poseerán como herencia para siempre. » Y Yahveh renunció a lanzar el mal con
que había amenazado a su pueblo.
SEGUNDA LECTURA
Querido
hermano: Doy gracias a aquel que me revistió de fortaleza, a Cristo Jesús,
Señor nuestro, que me consideró digno de confianza al colocarme en el
ministerio, a mí, que antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente.
Pero encontré misericordia porque obré por ignorancia en mi infidelidad. Y la
gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí, juntamente con la fe y la caridad en
Cristo Jesús. Es cierta y digna de ser aceptada, por todos, esta afirmación:
Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy
yo. Y si encontré misericordia fue para que en mí primeramente manifestase
Jesucristo toda su paciencia y sirviera de ejemplo a los que habían de creer en
él para obtener vida eterna. Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible
y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
EVANGELIO
Todos los publicanos y los pecadores se
acercaban a Jesús para oírle, y los
fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: « Este acoge a los pecadores y
come con ellos. » Entonces les dijo esta
parábola. « ¿Quién de ustedes que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no
deja las 99 en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la
encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y
llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense
conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido." Les digo
que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se
convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión. « O, ¿qué
mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la
casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra,
convoca a las amigas y vecinas, y dice: "Alégrense conmigo, porque he
hallado la dracma que había perdido." Del mismo modo, les digo, se produce
alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.
SENTIR LA SALVACIÓN
La experiencia salvífica al interior del corazón, nos manifiesta la
presencia, la acción y el amor misericordioso de Dios.
Sentirnos salvados despierta en nosotros la actitud de hijos
agradecidos. La misa, que es Acción de
GRACIAS, fundamentalmente es para vivir la salvación y expresar nuestro
agradecimiento gozoso por tal acontecimiento.
¿Hemos sentido el gozo de sentirnos la oveja que Jesús carga sobre sus
hombros para volverla al redil? ¿Hemos saboreado la dulzura del perdón?
San Pablo es un enamorado del Señor, precisamente, porque al contemplar
su vida pasada, se siente LEVANTADO de su situación de miseria en la que antes
se vio sumergido; eso es precisamente lo que expresa en la segunda lectura: “me
consideró digno de confianza… a mí, que antes fui un blasfemo, un perseguidor y
un insolente. Pero encontré misericordia… Cristo Jesús vino al mundo a salvar a
los pecadores; y el primero de ellos soy yo.”
Pablo descubre fundamentalmente que Dios lo ama, precisamente por el
perdón que de él ha recibido.
Pero si precisamente para eso ha venido Jesús, PARA SALVARNOS DEL
PECADO, vino para buscar lo que estaba perdido en nosotros para rescatarlo,
para sanarlo, para perdonarlo, para redimirlo… pero a veces ni nos sentimos
pecadores; no nos consideramos entonces, necesitados de Dios, y por eso él se
aleja.
El mundo de hoy ha perdido en gran medida la conciencia de pecado. Y,
lógicamente, si no se siente pecador, mucho menos buscará a Dios, ni sentirá
necesidad de él. Se parece a un ser humano que ha sufrido algún trauma
encefálico que le impide sentir dolor… pude darle una enfermedad terrible y no
buscará el médico, quizá no se dé cuenta
hasta que sea demasiado tarde.
Otros, si sienten los problemas de la historia, el dolor humano, la
descomposición del hombre, pero buscan remedio en la ciencia, en los recursos
materiales, o en el mismo hombre.
La conversión fundamentalmente se sucede, cuando dejamos de poner
nuestra esperanza de salvación en realidades diferentes de Dios (como fue el
caso de los israelitas al construirse un toro de metal para adorarlo como
dios), y, experimentando la salvación de Dios, nos abandonamos con confianza a
su conducción.
Señor, concédenos la humildad suficiente para reconocer
nuestras flaquezas y pedir tu salvación.
Un abrazo