Historia de Los protocolos de los sabios de Sión

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Sep 7, 2006, 6:16:15 PM9/7/06
to La Agenda de Jahoel
Los protocolos de los sabios de Sión

Edición de 1912 del libro de Serguei Nilus Lo Grande en lo Pequeño,
que incluye los Protocolos. Entre símbolos ocultistas se lee: "En esto
venceremos", "Marca del Anticristo", "Tetragramatón", "INRI", "Tarot",
"Gran misterio", etc.Los protocolos de los sabios de Sión es un
panfleto aparecido en la Rusia zarista. El texto sería la
transcripción de unas supuestas reuniones de los "sabios de Sion", en
la que estos sabios detallan los planes de una conspiración judía,
que estaría extendida por todas las naciones de la Tierra, y tendría
como fin último el hacerse con el poder mundial.


Actualmente, se considera uno de los fraudes literarios más notorios
de la historia (como el Diario de Hitler o el descubrimiento del Hombre
de Piltdown).

Historia


Si bien ha sido muy leído y citado por sectores antisemitas, su
verdadera autoría resulta confusa. La teoría más conocida dice que
fue obra de los servicios secretos zaristas, que buscaban desacreditar
a la izquierda bolchevique acusándolos de colaborar con la teoría
conspiracionista judía expresada en el libro (Trotsky, por ejemplo,
era de ascendencia judía). En diciembre de 1901, un oscuro personaje
conocido por el alias de Sergei Nilus dijo haber traducido al ruso unos
textos que en conjunto tituló Los protocolos de los sabios de Sión.
Durante los primeros quince años, los Protocolos tuvieron escasa
influencia. A partir de 1917 vendieron millones de ejemplares en más
de veinte idiomas.


El documento y la Teoría de la conspiración


La creación de este documento se ha señalado como un claro ejemplo de
la persistencia de las teorías conspirativas que, en una coyuntura
política de crisis social, avivan los prejuicios y las fobias al
proporcionar una coartada ideológica para el antisemitismo. Así,
entre otras acciones, este falso texto inspiró la masacre de 60.000
judíos (a los que se responsabilizó de la Revolución de 1917) a
manos de los rusos blancos.

En países islámicos


Este mito de la conspiración judía internacional, lejos de mitigarse
con el paso del tiempo, continúa proliferando en lugares donde prima
el antisemitismo. En concreto, en los países islámicos existe un
público excepcionalmente receptivo a este mensaje. Debido a ello, las
versiones en árabe de los Protocolos se han multiplicado, y son
difundidas por diversos medios, desde fotocopias hasta Internet,
pasando por textos académicos o la televisión por satélite. Se
llegan a citar como referencia en textos oficiales educativos
elaborados por la ANP para "explicar" la política de Israel[1]. Los
Protocolos llegan a ser citados para explicar teorías alrededor de
hechos como el 11-S o el asesinato del primer ministro libanés[2].

Análisis


Una lectura del panfleto permite deducir que se trata de una
fabricación poco lúcida:


Posee un carácter autoinculpatorio (es decir, el narrador -un
supuesto anciano de Sión- se culpa a si mismo de los males del
mundo).

Carece totalmente de raíces lingüísticas y culturales judías (no
parece escrito por un judío).

Con todo, la leyenda traspasó las fronteras de Rusia, y aún hoy en
día hay quienes consideran que la organización secreta es real.

Pruebas de un plagio


En 1921, un miembro de la redacción del diario Times de Londres,
Philip Graves, quien se encontraba entonces en Estambul, encontró una
copia gastada de un libro en francés titulado Diálogos en los
infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu, o la Política de Maquiavelo
en el siglo XIX. El autor era anónimo («Por un contemporáneo»).


El libro -como descubrieron rápidamente los miembros de la
redacción del Times- había sido escrito en 1858 por Maurice Jolý,
un abogado francés. En su novela, en forma de un supuesto diálogo de
ultratumba entre Montesquieu y Maquiavelo, Jolý atacaba a Napoleón
III. El resultado fue que Jolý fue encerrado en prisión por quince
meses.


Philip Graves se dio cuenta inmediatamente del parecido extraordinario
entre estos Diálogos de Jolý y los Protocolos de Nilus. Había
párrafos enteros que habían sido copiados literalmente, mutatis
mutandis por el cambio entre diálogo (entre los dos franceses) y
monólogo (del «sabio de Sión»).


Graves había hecho un descubrimiento de la mayor importancia. En tres
largos artículos publicados en el Times de Londres de los días 16 a
18 de agosto de 1921, reveló la verdad sobre la falsedad de los
Protocolos.


Graves demostró que el autor, quizás el mismo Nilus, había
simplemente plagiado los Diálogos de Jolý, cambiando el original y
agregando material (en parte copiado de Goedsche, otro autor antisemita
de mediados del s. XIX) para servir a sus propósitos.


Los siguientes son algunos ejemplos de estos plagios:


Organizaré, por ejemplo, inmensos monopolios financieros -reservas
de la fortuna pública- de los que dependerá tan estrechamente la
suerte de todas las fortunas privadas, que al día siguiente de
cualquier catástrofe política serán absorbidas con el crédito del
Estado. Usted es economista, Montesquieu: pese el valor de esta
combinación.


Diálogos de Jolý (p. 75)


Bien pronto organizaremos enormes monopolios -colosales reservas de
riquezas- en los que las fortunas de los cristianos, incluso las
grandes, dependerán de tal forma de ellos, que al día siguiente de
una catástrofe política serán absorbidas con el crédito de los
Estados. Señores economistas aquí presentes, consideren la
importancia de esta combinación.


Protocolos de Nilus (p. 42)


Es preciso llegar a que en el Estado haya solamente proletarios,
algunos millonarios y soldados.


Diálogos de Jolý (p. 77)


Es preciso que en los Estados haya solamente proletarios, algunos
millonarios... y soldados.


Protocolos de Nilus (p. 45)


Sila volvió deificado, nadie tocó un cabello de su cabeza.


Diálogo de Jolý (p. 159)


Sila estaba deificado (nadie tocó un cabello de la cabeza de Sila).


Protocolos de Nilus (p. 93)


En total hay más de 160 pasajes en los Protocolos (correspondientes a
un 40% del texto total), que están evidentemente basados en pasajes en
Jolý. En nueve de los capítulos, el texto copiado alcanza a más del
50%.


Hay que señalar que a veces Nilus se equivoca, pierde el hilo y no
entiende quién está hablando, ya que mezcla los juicios
contradictorios de los dos personajes de la obra de Jolý.

Cita en latín


Un detalle grotesco de los Protocolos es la única cita en latín: Per
me reges regnant ('por mí los reyes reinan'). Es una cita bíblica
del libro de los Proverbios (8, 15, pero extraída de la Vulgata (la
traducción católica de la Biblia). Es inconcebible que en el Congreso
de Basilea, donde muchos (si no todos) los participantes hablaban o
entendían el hebreo, el conferenciante hubiera tenido que recurrir a
una traducción católica de la Biblia, en vez de citar el original
hebreo: Bi melajim imlejú ('por mí los reyes reinan').

Comentario a los Protocolos


En enero de 1938 el sacerdote católico francés Pierre Charlés
publicó en la revista Nouvelle Revue Théologique un artículo
comentando la influencia de los Protocolos en el sempiterno
antisemitismo europeo.


Si se los toma como un programa, los Protocolos [...] son sólo una
serie de divagaciones sin importancia, que delatan a cada momento la
incoherencia del redactor y su ignorancia de las nociones más
elementales. Nadie podría jamás llevar a ejecución ese programa,
porque hormiguea de contradicciones y de visible insania. Está
comprobado que estos Protocolos son una falsificación, plagiada
torpemente a partir de la obra satírica de Maurice Jolý y compuesta
con el fin de hacer odiosos a los judíos, excitando contra ellos las
pasiones irreflexivas y ciegas de las personas más ignorantes.


El Congreso Sionista de Basilea (Suiza) de 1897 no tuvo absolutamente
nada que ver con la composición del panfleto ruso. Se puede discutir
sobre el fin perseguido por el autor de la falsificación. Parece, en
verdad, que debe relacionárselo con la situación interna de Rusia y
con el manifiesto zarista del 30 de octubre del mismo año. Pero no
queremos examinar este punto para no mezclar conjeturas con esta
conclusión de por sí clara.


El odio es como la legendaria túnica envenenada de Deyanira, de la que
su esposo Hércules nunca logró desprenderse. El odio es el tesoro que
el hombre más ferozmente guarda; y el hombre lapida con rabia a
aquellos que intentan arrebatárselo.


Opinión y la influencia del texto en los antisemitas


El escritor argentino Leopoldo Lugones (1874-1938, antisemita y
fascista declarado), en el preámbulo a la edición en español del
comentario del padre Pierre Charles a los Protocolos, escribe: «En
efecto, basta un mediano criterio [...] para comprender que se trata de
un panfleto tan maligno como imbécil».

Adolf Hitler


Su lectura por parte de Adolf Hitler, evidenciada en Mi Lucha, fue
determinante para avivar los prejuicios fanáticos del futuro dictador.

Con el paso del tiempo se ha convertido en libro de texto entre los
grupos de ultraderecha, compartiendo estantería en las librerías
dedicadas a este tipo de literatura con panfletos supremacistas blancos
y obras en las que se niega el holocausto judío a manos de los nazis.
En el interés nazi en extender el antisemitismo, se imprimieron
cientos de miles de copias y se repartieron por muchos hogares (se dice
que sólo la Biblia podía competir en número de ejemplares) y en las
Juventudes Hitlerianas se hizo lectura obligatoria.


El propio Goebbels, en sus diarios, reflexiona sobre su utilidad como
vehículo de propaganda antisemita y refiere que Hitler creía en su
autenticidad (quedando claro que él mismo y otros sí tenían noticia
de que se trataba de una falsificación).

Henry Ford


Incluso el magnate automovilístico estadounidense Henry Ford financió
de su bolsillo varias ediciones del folleto ruso y creó una revista
(The Dearborn Independent) dedicada a denunciar el peligro judío.


Luego reunió sus artículos de investigación antisemita en un extenso
libro en cuatro volúmenes titulado El judío internacional, con el que
pretendió demostrar a través de diversos ejemplos la veracidad de los
Protocolos. Este libro no tuvo mucho éxito en EE.UU., sin embargo se
popularizó rápidamente en Europa, donde fue traducido a 16 idiomas
(entre ellos el alemán, por Theodor Fritsch). El viejo continente,
históricamente acostumbrado a las ideas antisemitas, fue un receptor
excelente para el libro: en 1922 ya se habían superado las 22
ediciones.


Tanto la extensa obra de Henry Ford como Los protocolos de los sabios
de Sión se volvieron elementos indispensables dentro de la propaganda
antisemita de Hitler. No se conoce la razón del antisemitismo de Ford.

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