Bpn dia!

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Miquel Angel Soria

unread,
Oct 2, 2019, 1:30:48 AM10/2/19
to icv-euia_e...@googlegroups.com
Un dia com avui, l'any 1968, l'exèrcit -i no oblidem els paramilitars-
massacraven els assistents a la plaça de Les Tres Cultures
(Tlatelolco). Són molt vius en el record.


El independentismo violento no es violento
Isaac Rosa

Como se cumplen dos años del referéndum del 1 de octubre, quería
escribir hoy sobre el independentismo violento y la... Perdón, quería
decir independentismo violento. O sea, independentismo violento…

Esperen, que empiezo otra vez: como se cumplen dos años del referéndum
del 1 de octubre, quería escribir hoy sobre el independentismo
violento y la… Vaya, otra vez. A ver si tecleando despacio:
in-de-pen-den-tis-mo. Y ahora pulso la barra espaciadora con suavidad,
a ver: independentismo violento.

Nada, que no hay manera: el texto predictivo se empeña en escribir
independentismo violento cada vez que quiero decir independentismo
violento. ¿Alguien sabe cómo se desactiva el predictivo? ¿No? Qué le
vamos a hacer, siento la molestia, intenten leer el artículo omitiendo
la palabra "violento" cada vez que aparezca, como si yo no la hubiera
escrito.

Decía que, como se cumplen dos años del referéndum del 1 de octubre,
quería escribir hoy sobre el independentismo violento y la insistencia
por parte de algunos de vincular al independentismo violento con la
violencia. Ahí está el presidente Sánchez, ya en precampaña, pidiendo
al independentismo violento que condene la violencia. Otros van más
lejos, y directamente acusan al independentismo violento de
complicidad con el terrorismo.

Por más que el independentismo violento insista en afirmar su
pacifismo, llevamos dos años escuchando que el independentismo
violento es violento. Se dijo ya en los días previos al 1 de octubre,
que algunos vaticinaban que acabaría en violencia a la ucraniana,
muertos incluidos, para así lograr el respaldo internacional. Luego
llegó el 1 de octubre, y la única violencia que vimos fue la de
policías y guardias civiles.

Días después, el independentismo violento proclamó la independencia en
el Parlament, y lo llamaron golpe de Estado, por supuesto violento
aunque nadie opuso resistencia alguna al 155, y pese a que desde
entonces se han celebrado en Cataluña sucesivas elecciones de todo
ámbito, y las instituciones funcionan con toda la normalidad que cabe
en una situación tan excepcional.

Desde entonces, cada acción del independentismo violento ha sido
invariablemente calificada de violenta por ciertos partidos y medios:
lo mismo una huelga que un piquete, lo mismo un corte de carreteras
que la instalación de un lazo amarillo, un abucheo a un periodista o
un rifirrafe parlamentario: todo era violencia. Por su parte,
fiscales, abogados de acusación y testigos de parte se pasaron el
juicio en el Supremo colando la palabra violencia cada vez que podían,
para sostener un delito de rebelión que sin violencia no tiene dónde
apoyarse.

La última oportunidad para acusar de violento al independentismo
violento es la operación contra varios independentistas violentos que
presuntamente preparaban acciones violentas. Operación con muchos
elementos extraños y que sigue bajo secreto de sumario (es decir,
filtrada a placer por algunos medios). "¡Lo ven!", exclaman los de
siempre, "¡ya habíamos dicho que el independentismo violento era
violento!"

En fin, lo que intentaba decir es que, hasta ahora, del
independentismo violento podemos decir muchas cosas y reprocharle
muchas otras, pero no su violencia. En dos años de alta tensión
política, y no tan alta pero sí considerable tensión social, podemos
felicitarnos y sobre todo felicitar a toda la sociedad catalana porque
la violencia que algunos vaticinaban no se ha visto por ninguna parte.
Ni se la espera.

Y pese a ese carácter pacífico, supongo que la insistencia en vincular
al independentismo violento con la violencia ha conseguido, a base de
repetirlo y con el empujón de esta última operación contra los CDR,
que para muchos ciudadanos se vuelva automática esa vinculación entre
independentismo violento y violencia. Ya sabemos que, cuando te
instalan un texto predictivo, cuesta mucho desinstalarlo.

* * *

Las raíces de la crispación
Rosa María Artal

Cuesta asimilar el profundo nivel de crispación alcanzado en España,
equiparable solo a cuando el PP perdía el poder y el uso partidista de
ETA era una importante baza política. El tiempo pasa y la España de
los poderes no cambia en lo sustancial. Quizás ayude a desenmarañar la
madeja analizar cómo hemos llegado a esto otra vez, partiendo de
algunos parámetros en apariencia distintos.

Pedro Sánchez ha convocado nuevas elecciones por, tal como ha dicho,
disponer de una mayoría suficiente para gobernar a su gusto. Más aún,
como declaró el lunes en La Razón la disyuntiva está en "gobierno
progresista o más bloqueo", entendiendo por "gobierno progresista" el
suyo. En consecuencia, si los españoles tampoco votan bien ahora pero
le mantienen al menos su mayoría relativa igual recurre a las urnas de
nuevo.

Esta vez la maniobra de estimular el miedo a la violencia, tan útil en
la ciudadanía proclive a atemorizarse, se centra en los catalanes. Se
está produciendo una campaña brutal para asociar el independentismo a
la violencia. Y es injusta y preocupante. Los catalanes no son en modo
alguno un pueblo violento y los están asimilando en las tácticas de
criminalización con un grupo terrorista, algo parecido a ETA. Los
catalanes no son violentos, tampoco sumisos en su mayoría. Y cada vez
están más indignados, como lo está cualquier demócrata con los ojos de
la conciencia bien abiertos.

Está por ver qué queda de las acusaciones a detenidos de los CDR que
abren informativos como si hubiera estallado la III Guerra mundial. No
es la primera vez que luego solo sale caldo de col lombarda, pero,
aunque hubiera fundamento, tratar de tiznar con grupúsculos las
manifestaciones pacíficas de miles de personas huele desde lejos. En
campaña electoral y con la sentencia del procés inminente viene a ser
especialmente oportuno. Y toda la derecha lo está utilizando a fondo
de forma impúdica. Desde el centro-derecha a la ultraderecha. Pere
Aragonés, vicepresidente del Govern denuncia que Lorena Roldán, la
nueva líder de Ciudadanos en Catalunya, ha sacado imágenes de un
atentado hace 20 años en Vic, como si fuera ahora del independentismo.
La líder única del PP allí también procura sacarle partido.

En el Día D, 1 de Octubre, el independentismo llama a la "lucha no
violenta y a la desobediencia civil" para responder a la sentencia.
Pedro Sánchez advierte al independentismo en vísperas de la sentencia
con un contundente mensaje: "Un Gobierno en funciones puede aplicar el
155".

Leemos, como hechos sin más, que el PSOE busca el centro disputando a
Ciudadanos esa parcela del nacionalismo español beligerante con el
catalanista ahora que las encuestas dan al partido de Rivera una caída
en picado. Es un interés electoralista, partidista. De igual modo, se
apoya el resurgir del PP de Pablo Casado desde los peores resultados
de su historia para recomponer el bipartidismo. Casado retorna también
"al centro", con barba y sonrisas, pretendiendo que la desmemoria
olvide sus declaraciones ultras de todo este tiempo atrás. Y
nombramientos como el de Cayetana Álvarez de Toledo o Almeida y Ayuso.
Casado no engaña a nadie que no se quiera entregar a la propaganda con
los ojos vendados.

Intentan tumbar a Ciudadanos por un lado y a Unidas Podemos por el
otro. La felicidad bipartidista retorna, con su alternancia, sus
periodistas de cabecera, su marcha contra la historia tan demostrada
hoy. El fracaso del bipartidismo, siquiera en sus respuestas a la
crisis, y, en particular, el abandono real de la socialdemocracia han
abierto una peligrosa vía a los fascismos. Por supuesto que se mezclan
intereses y trampas superiores, manipulaciones en las campañas
electorales, publicidad segmentada, desinformación en una palabra,
como ha quedado demostrado en el Brexit, en la actividad de compañías
como Cambridge Analytica que aún colea. El marketing, el moverse por
encuestas. Ya nada es tan simple como los me gusta éste, odio al otro,
que pueblan las redes, hay una ingenua ignorancia que roza lo
patético.

Faltaba un ingrediente que pareciera aportar un cambio en el paisaje.
Un nuevo partido. Más País -conocido como el Partido de Errejón- viene
a sumar y combatir la abstención. La previsible por el hastío del
electorado, dado que en abril la participación fue del 75,75%, que no
está nada mal. Y, para sumar, va exactamente a las circunscripciones
donde Unidas Podemos sacó 36 de los 42 escaños obtenidos en abril.

Los 1 de Octubre son sonados en España como suelo constatar ya casi
cada uno de ellos. En 1823, Fernando VII abolió todas las leyes
progresistas del Trienio Liberal y reinstauró la Inquisición, en forma
de Juntas de Fe. En 1931, las españolas fueron autorizadas a votar
cual si fueran hombres. Por poco tiempo todos, dado que en 1936, el 1
de Octubre, Franco fue proclamado Jefe de Estado, los ejércitos y las
libertades, tras capitanear el levantamiento militar. Y ahí lo tienen
vivo todavía en el alma turbia de España. En 2004, menos mal, el
gobierno de Zapatero aprueba el matrimonio homosexual, en una acción
pionera. En 2016, el PSOE echa a Pedro Sánchez de la Secretaría
General en golpe de mano sumario con lloros, gritos y autoridades
máximas y ahí lo tienen hoy convocando elecciones. Sánchez dividía al
PSOE, nos decían, Albert Rivera era el político más valorado e Íñigo
Errejón todavía un detestable bolivariano podemita, aunque apuntaba
maneras. En 2017 los catalanes son convocados a un referéndum por la
independencia que es considerado ilegal y sufren una represión cuyas
imágenes dan la vuelta al mundo. En 2019, gobernantes de entonces y
altos cargos, se enfrentan a presumibles duras sentencias por aquellos
actos, mientras surgen detenciones por terrorismo, sin presunto ni
nada, y peligrosas campañas de asociaciones malintencionadas. Y sigue
la otra campaña, la eterna para acudir a las urnas. España empieza
curso los 1 de octubre. Y éste viene fino.

Más España, Más País, más "Constitucionalistas del 155 y del 135 y
pare de contar". Preferible priorizar la estima, el amor, a las
personas que habitan los territorios y luchar por sus derechos.
Ahora, Gobierno. Ahora, Espana.jpg
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