Ahir va fer 40 anys de la mort de Jacques Brel. Segueixo recordant que
"Els burgesos són com els porc: quant més vells, més rucs".
https://www.youtube.com/watch?v=EI132HpLCL4
Avui ja fa aproximadament 1.300 cops que envio el Bon dia! M'aniré a
buscar un pastís amb una gran espelma i també brindaré per la vostra
paciència aguantant-me.
El votante es la princesa a cortejar (todavía)
Rosa María Artal
Si la histriónica sonrisa de Jair Bolsonaro hiela la sangre de
cualquier demócrata, aún preocupa más el júbilo de los seguidores de
este ultraderechista masivamente votado para ser el próximo presidente
de Brasil. Racista, homófobo, machista al punto de considerar a su
única hija entre cuatro varones “una debilidad” de sus capacidades, le
entregan sus destinos sus propias víctimas. Miles de mujeres salieron
a la calle contra Bolsonaro pero otras muchas le aclaman. “Solo” uno
de cada tres electores de Bolsonaro es mujer, nos dicen. O con más
precisión: un tercio de los electores es mujer a pesar de que
considere a algunas “tan feas que no merecen ser violadas”. Defensor
de la pena de muerte, de la muerte sin reglas porque el error de las
dictaduras en torturar en lugar de asesinar, de los golpes de Estado.
De destruir la democracia en la que no cree, en definitiva. Brasil es
el ejemplo más claro de un pueblo que va a lar urnas para
autodestruirse, como ya ocurriera con la Alemania de Hitler. En mayor
número -un 46% de los votantes- que quienes auparon al nazismo en los
años 30.
Los mercados aplauden el éxito de Bolsonaro, suben las bolsas y el
apetito por sus bonos y ya se relamen por la anunciada venta de sus
empresas públicas. Una entidad bancaria española, Bankinter, se suma
a la causa y manda un mail a sus inversores en el que se felicita por
la victoria de Jair Bolsonaro por ser “pro-business”. En cómo lo
haga, no entran, aclaran.
Y esta realidad que nos abofetea no es para contemplarla entre receta
y receta de un programa de cocina que incluya a unos cuantos despojos
sociales famosos, un revolcón en camas a la intemperie televisiva o el
más reciente chascarrillo del último idiota con aspiraciones de poder.
El futuro se nos viene encima y tiene color de destrucción. De
estupidez y odio en mezcla letal.
Es el modelo que ya aupó a Donald Trump a la Casa Blanca para que
ampliara sus negocios. El tiempo ha confirmado los temores. La
economía global se resiente por el proteccionismo que aplica y que,
dicen, a la larga perjudicará también a EEUU. Su política contra la
inmigración, con la separación de familias, con niños arrancados de
los brazos de sus padres, podría considerarse un delito de Lesa
Humanidad. Está pudriendo las instituciones. Acaba de verse con el
forzado nombramiento Brett Kavanaugh como miembro vitalicio del
Tribunal Supremo. Quienes en el Partido Republicano, su partido, le
ayudan a cometer estos destrozos son sus cómplices, como cuantos
callan pudiendo hacer oír su voz.
A este lado del Atlántico, los fascistas franceses e italianos –éstos
en el gobierno con Salvini – firman alianzas para las próximas
elecciones europeas. La UE se pudre con los gobiernos ultras que
crecen en su seno. Hungría, Polonia, Eslovaquia, Malta, Bulgaria,
Austria, netamente, y con fuerte presencia en otros muchos, hasta los
nórdicos. Y si alguien –en extremo iluso – cree con estos gobiernos
acaba la corrupción, no tienen más que ver Bulgaria. Una periodista de
30 años ha aparecido violada, desfigurada y asesinada. Investigaba
desvío de fondos de la UE. Es la tercera periodista asesinada en poco
menos de un año dentro de la Unión.
La derecha española borra memorias y se sube al carro destructor.
¿Saben cuál es, según sus declaraciones, “el ideal” de Pablo Casado?
"Para mí el mundo ideal es que Foro, PAR, UPN, Ciudadanos, y Vox
estemos unidos o en coalición”, ha declarado. Comparte el líder del PP
muchas ideas con Vox, dice. Y aún lo ha concretado más en la COPE:
"Casado cree que Vox defiende, como PP y Cs, los mismos "valores
esenciales". De temblar. Sentir como propios los "valores esenciales"
de la ultraderecha, muchos de ellos fuera de la Constitución. No hay
motivos aún para la alarma, dicen. Estas perlas sueltas no bastan,
pero flota un insistente rumor de ola, una tendencia, una moda a
abrazar que no es ninguna insignificancia.
¿Cómo es posible que personas adultas y presuntamente decentes crean
estas soflamas y se apunten a su propia autodestrucción? Causas hay,
pero ha llegado la hora de insistir en que informarse es un deber de
ciudadanía. Y el tiempo de reclamar lo más obvio: que pensar es un
valor irrenunciable del ser humano. Solo la inmadurez grave inclina a
actuar únicamente por emociones, sin un gramo de racionalidad.
Razones para el descontento, soluciones suicidas
La historia se repite, sí. Los abusos del capitalismo volvieron a
desembocar en una crisis (2008) que empezó siendo económica y acabó
siendo social por lógica matemática. Lo que llaman recuperación se ha
hecho a base de esquilmar a los sectores más vulnerables. Los datos lo
demuestran. Una vez más. “El 10% de la población española más rica ha
pasado de acumular un 44% de la riqueza neta total en 2008 al 53% en
2014, según un estudio del Banco de España”, cita el fundador de
Alternativas Económicas Andreu Missè. Lo ha hecho a costa del 20% más
pobre. El empleo crece, aunque no para pagar las facturas. Y mucho
menos alquileres de 1.700 euros. Según adelantó, casi al principio de
esta senda, el Premio Nobel Joseph Stiglitz “la desigualdad ha sido
una opción elegida, no un resultado económico inesperado”. Esto
implica que existe otra opción: la de priorizar los intereses de los
ciudadanos. Aunque parece que buena parte de los interesados no están
por la labor. Hundiéndonos al resto.
La devaluación más devastadora de esta crisis ha sido la del ser
humano. Personas responsables se preguntan cómo tratar a los
ciudadanos ante esta ola creciente del fascismo. No como a niños. Hay
que evidenciar, como hacía el periodista de La Vanguardia, Pedro
Vallín en Twitter, las informaciones sesgadas y alarmistas de los
medios. Saber que con ellas hacen caja. Antes de que Trump fuera
elegido presidente de los Estados Unidos, Les Moonves, destacado
directivo de CBS dijo: “Donald Trump quizás no sea bueno para los
estados Unidos pero es una bendición para las televisiones”.
Esas bendiciones se vuelven veneno cuando no se digieren. El
electorado aún es la princesa a cortejar –ya sabemos que la realeza
queda fuera de toda consideración machista que se aplique a la plebe
–. Se multiplican los análisis para saber si ha fallado la izquierda o
la derecha tradicional en enamorarla para que esté cayendo rendida en
brazos de los nuevos fascismos. Que son los de siempre, por cierto.
Votan a Le Pen, por ejemplo, porque “l a izquierda solo se preocupa de
buscar el voto de jubilados y funcionarios”. La derecha y la
ultraderecha, no, al parecer. Vean la pasión de Rivera y Casado por el
funcionariado policial.
Amplios sectores de la sociedad española se levantan enaltecidos por
una bandera utilizada ya para la crispación y el odio. Con políticos
lanzados a por su silla de poder a cualquier precio. Con la furia en
el gesto y la mirada. O la risa desencajada de los bolsonaros del
mundo. El PP no ha querido perder la ocasión y ha presentado su
campaña, España en tu balcón. España es una bandera. Enseñas varias,
emblemas de los nacionalismos. Sus seguidores creen, al parecer, que
les llenarán sus despensas, y les darán casa, empleo y futuro. O ni
siquiera eso. Con las banderas, basta.
La gran diferencia entre el Crack del 29 y la crisis actual es que
–tras el ascenso de los fascismo y la guerra mundial que provocaron –
se aplicaron medidas correctoras. El presidente Franklin D. Roosvelt,
aconsejado por el economista John Maynard Keynes, ya había separado la
banca privada de la de inversión, la hucha del casino. Hoy desregulada
otra vez. La Administración norteamericana elevó los impuestos hasta
tasas del 90% para las rentas más altas durante más de dos décadas.
Igual que el Reino Unido. Los gobiernos neoliberales los rebajaron. En
España se llegó a cotas del 65%. Eran gestos más que realidades netas
pero ahora no nos pueden decir que los beneficiarios de la crisis “se
resisten” a una justa retribución. A subidas mínimas que nos deben al
resto. Una política de redistribución fiscal es imprescindible. Y
acabar con las trampas toleradas de la elusión y la evasión fiscal.
Y eso es competencia de los gobiernos. ¿Alguien con dos dedos de
frente cree que estos problemas los van a resolver los políticos reyes
de la demagogia?
En los cuentos de hadas en los que muchos parecen vivir la princesa
preside los torneos en los que sus pretendientes luchan por su mano.
Allá van con la bandera que carga la rabia desde los hombros, las
ojeras, la burla de los valores esenciales degradados, cada cual con
lo que le funcione para seducir. Pero la ultraderecha no cree en la
democracia, no es demócrata, habrá que recalcar esa obviedad. No
buscan conquistar a la princesa de los incautos, sino su reino. Se
aconseja hablar claro a este electorado Para que no se queme en su
propio incendio y arda nuestra vida con sus llamas.
* * *
El último que apague la luz
Neus Tomàs
Cuando los ciudadanos designan a sus representantes lo hacen pensando
en que lo harán lo mejor posible. O que al menos no serán más
incompetentes que el resto. Aunque todo principio tiene excepción y el
independentismo ha decidido que sus acciones se conviertan en una
excepción permanente. La capacidad de poner a prueba la confianza de
sus electores y la paciencia de todos, sean o no votantes suyos, ha
llegado a unos límites que sonrojan como país.
Quim Torra sonreía este martes en su escaño al lado de un hierático
Pere Aragonès mientras se sucedían las votaciones del debate de
política general. El president sonríe incluso cuando cuesta atisbar
por qué. Y este martes era difícil entenderlo. Hace menos de una
semana se fotografiaron juntos en el Palau de la Generalitat para
transmitir el mensaje de que procurarían no dar más espectáculos.
Ambos sabían, mejor que nadie, que si bien intentarán aguantar hasta
la sentencia del juicio a los presos, el show en que se ha convertido
la política catalana no nos lo ahorrará nadie.
Junts per Catalunya ha dinamitado la mayoría parlamentaria con el
argumento de que sus cuatro diputados procesados no se pliegan a las
exigencias del juez Pablo Llarena. Son diputados que en la práctica
están suspendidos puesto que ni votan ni cobran el sueldo. Una de las
evidencias de esta legislatura es que empieza a estar científicamente
probado que hiperventilar y decir la verdad son ejercicios
incompatibles. A modo de nota aclaratoria hay que recordar que
hiperventilar no es una práctica atribuible solo al independentismo.
Este martes el Parlament podría haber reprobado al rey o haber
proclamado el derecho "inalienable" de Catalunya a la
autodeterminación. Pero no lo ha hecho porque el independentismo se ha
restado a si mismo cuatro votos. No han conseguido que prospere la
votación por culpa suya pero seguirán criticando a Felipe VI y
exigiendo a Pedro Sánchez que se avenga a celebrar un referéndum como
si en el Parlament no hubiese pasado nada. ¿Se podría hacer peor? No
es descartable aunque el listón está ya muy alto.
Una de las diferencias entre la pasada legislatura y esta es que ERC
ha decidido atender a los consejos de los letrados del Parlament. No
es un detalle menor sobre todo por contraste, puesto que JuntsxCat
sigue sin hacerles caso cuando no le conviene. Al final será otra vez
el Tribunal Constitucional quien decida por ellos.
Leídas las interlocutorias del juez Llarena podría considerarse que
los juristas del Parlament actúan con un exceso de celo y que el miedo
de algunos diputados a ser inhabilitados hace el resto. Pero, más allá
de interpretaciones, la cuestión de fondo es que una parte del
secesionismo ha optado por cambiar de estrategia y optar por el
pragmatismo, mientras otro sigue abrazado a un simbolismo que los
afines a Carles Puigdemont han bautizado como legitimismo.
El presidente del Parlament, Roger Torrent, ya tiene tres querellas,
dos de Ciudadanos y una de Vox. Los valientes que con 140 caracteres
le acusan de cobarde no tienen ninguna. Eso en la república virtual.
Fuera, Junts per Catalunya y ERC han empezado ya la próxima campaña
electoral pese a que sería más exacto decir que siguen en campaña.