Miquel Angel Soria
unread,Jan 24, 2024, 1:31:55 AM1/24/24Sign in to reply to author
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Encara que sembli mentida, el 24 de gener de 2007 es va establir el
Día Mundial de la Llibertat. Es va utilitzar com a argument
l'aniversari de l'alliberament del camp d'Auschwitz-Birkenau. Si no es
fes un ús espuri de la llibertat per part del poder mundial, aquesta
hauria de ser una gran celebració, però... ja veiem com van les coses.
Para que luego digan que la Constitución no se puede reformar
Isaac Rosa
Este miércoles fue un día histórico. Un gran día para nuestra
democracia. Uno de esos momentos que justifican una legislatura. Un
hito histórico. La primera reforma social de la Constitución. Hemos
engrandecido nuestro texto constitucional. Desde este día la
Constitución es más social y democrática.
Son todas palabras literales pronunciadas ayer en el Congreso por el
presidente del Gobierno, el líder de la oposición y los portavoces de
varios partidos. Hacía mucho tiempo que no se veía tanto entusiasmo y
tanto consenso en sede parlamentaria. Todos (menos la ultraderecha)
votando lo mismo, y todos celebrando por igual. Y no era para menos:
tercera reforma Constitucional en casi medio siglo. ¿Qué dicen ahora
esos pitufos gruñones que llevan décadas criticando el inmovilismo, el
blindaje y la imposibilidad de tocar una coma del texto? Ahí tienes:
no una coma, sino una palabra entera. Zas. Eliminada y sustituida.
Toma inmovilismo. Sí se puede.
Además se ha hecho por la vía de urgencia. Rapidísimo. Solo ha tardado
dos días desde que entró en el Parlamento. Solo ha tardado un mes
desde que lo acordaron Sánchez y Feijóo. Solo ha tardado dos años y
medio desde que el Consejo de Ministros aprobó en 2021 el proyecto de
reforma del artículo 49, bloqueado entonces por PP y Vox porque no era
“el momento oportuno”. Solo ha tardado cinco años desde que en 2018
CERMI impulsó la iniciativa en el Congreso, aprobada por unanimidad en
comisión parlamentaria y parada por las elecciones. Solo ha tardado
veinte años desde que en 2004 las organizaciones del sector se lo
pidieron al entonces presidente Zapatero.
Veinte años para cambiar una sola palabra (“disminuidos”), para la que
había consenso entre todos los partidos, y cuando la sociedad ya hacía
tiempo que desechó ese término. Y es que la Constitución es muy
delicada y hay que tratarla con sumo cuidado, despacito, no vayamos a
romper algo. Pero poder, se puede cambiar, ya ven que sí. Es un texto
vivo, dinámico, que se mueve con la sociedad. La España de 2024 no es
la de 1978, y su Constitución tampoco es la misma, ha cambiado (una
palabra). Nadie podrá decir que es un texto sagrado y de piedra. Nadie
podrá seguir sosteniendo que es imposible cambiar una coma.
Ya sé, hay quienes quieren modificar algo más que una palabra. Y hay
que decirles que sí, que todo puede cambiarse, pero lleva su tiempo.
Si cambiar una palabra de consenso como “disminuidos” por “personas
con discapacidad” ha llevado veinte años, calculo así a ojo que la
inviolabilidad del rey necesitará unos sesenta años, el derecho a
decidir más de noventa, y dejar de ser una monarquía no menos de siglo
y medio. Los cambios constitucionales se producen a velocidad
vaticana, a qué viene tanta prisa.
Salvo que sea un cambio neoliberal y antisocial, como el que se hizo
en 2011 con el artículo 135 para instituir y blindar la austeridad
presupuestaria, atando en corto cualquier política económica que se
aparte de la ortodoxia neoliberal: eso se hizo deprisa y corriendo en
pleno verano, ya lo sé. Pero era un cambio sin importancia. Un
retoquecito. Venga, no me sean aguafiestas, celebremos que tenemos una
Constitución viva.
* * *
Argentina: el neoliberalismo como catástrofe
Por Jorge Alemán (Página/12)
La experiencia que se está realizando en la Argentina, entre sus
distintas singularidades, nos impone una pregunta: ¿Hasta dónde en un
sujeto político intervienen sus marcas subjetivas? Un gobernante no se
reduce a las responsabilidades de la gestión solo desde un punto de
vista técnico; en la misma interviene una ideología que siempre está
--en mayor o menor medida, unas veces más velada, otras veces más a la
vista-- impregnada por huellas fantasmáticas inconscientes.
En el caso del libertario ultraderechista que gobierna el país, estas
huellas son evidentes: él mismo se encargó de manifestar, sin ningún
ambage, en sus diferentes comparecencias públicas, cómo se situaba en
el tablero político; daba cuenta de sí mismo como un elegido por
fuerzas que no emanaban del mundo terrenal sino de una misión
mesiánica destinada a extirpar el mal de la Argentina. Por ello, más
que un presidente, se presenta como un redentor que pretende salvar a
la Nación de distintos fenómenos malignos que atraviesan su historia.
De este modo, como suele ocurrir con los que combaten el mal, se
trata de destruir hasta la última de sus raíces sin tener en cuenta a
millones de seres humanos que caerán bajo su mandato sádico de
destrucción. Dado que tiene la certeza de que la Historia lo
considerará un genio, su plan no parece modificable por dialéctica
política alguna. Tal como lo he aseverado en artículos anteriores en
este diario, el neoliberalismo, bajo su faz de ultraderechas, tiende
al estado de Excepción; es en la marcha del capitalismo financiero en
donde se confirma una férrea contradicción entre su despliegue
ilimitado y lo que hasta ahora hemos denominado democracia.
Capitalismo y Democracia ya no constituyen un par estable y
garantizado ni siquiera en el Occidente hegemónico; es lógico que en
este escenario el laboratorio argentino sea observado
internacionalmente.
En la Argentina se están presentando de forma acelerada elementos,
que, si bien estaban presentes en otras experiencias
ultraneoliberales, ahora adquieren un matiz catastrófico que demanda
un análisis nuevo. El neoliberalismo, a pesar de todos sus excesos,
aspira a una cierta racionalidad gubernamental; por ello, no es
frecuente que nos encontremos con países como Argentina, con una
constitución compleja de su cultura política, que puedan sostener la
experiencia de cumplimentarlo de un modo absoluto donde las
mediaciones políticas se cancelen y ningún dato de la realidad sea
tenido en cuenta.
En la Argentina se está intentando poner en marcha un plan abstracto,
metafísico, del cual el pueblo es rehén. De allí que, en este caso, el
experimento se excede a sí mismo; aunque encuentre la forma de
desarrollar un simulacro de gobernabilidad, la catástrofe que va a
producir no podrá ser integrada fácilmente.
De este modo el mundo observará como hasta el propio mercado
implosiona cuando el Estado se retira en su agenda social y se
incorpora a la agenda del mercado.
Los argentinos padeceremos un tiempo histórico donde se pondrá a
prueba con qué recursos socio simbólicos cuenta la nación para que una
nueva fuerza política, aunque proceda de la tradición –el peronismo–,
aunque no se defina como de izquierda, se pueda hacer cargo del
desastre producido por la derecha argentina en su etapa mesiánica.
Sol davant el perill.jfif
Manel Fontdevila. Todos terroristas.jpg
Eneko. Papel judicial. Encontrado en Génova, 13.jfif
Iñaki y Frenchy. Cambios.jpg