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Miquel Angel Soria

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Jun 30, 2025, 1:30:29 AMJun 30
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El dia 29 de juny de 1979 ens deixava Blas de Otero que, junt a Gabriel Celaya, constituia el model de la poesia social en castellà. 

Joaquín Galán, a la introducció de Blas de Otero, palabras para un pueblo, 1978, escriu:

"La poesía de BLAS DE OTERO, tan leída por amplios sectores de público, apenas si ha merecido la debida atención por parte de los estudiosos. Es apasionante comprobar hasta qué punto de eficacia se desprende de la poesía de BLAS DE OTERO una especie de higiene mental a fuerza de urgir patéticamente una densa problemática humanística.
A mitad de camino entre el "garcilasismo" y el "tremendismo" de posguerra, la poesía de Bas de Otero nos interpela reciamente, sincera, hirviente, suela de caireles, directa, honda. A este tipo de poesía que cuestiona las ambiguas seguridades del mundo, dosificada de ansiedades y confusa religiosidad, Dámaso Alonso la dice "desarraigada".

Llegim a Historias fingidas y verdaderas:
-Ayer murió Blas de Otero, no lo sabe nadie todavía, pero es cierto; lo vi pasar por la calle, iba como siempre, distraído y pensativo, llevando un periódico con muy mala gana, de vez en cuando miraba los escaparates, el cielo, el fondo de la calle... 
 





Papá, ¿ha empezado la Tercera Guerra Mundial?
Isaac Rosa

Tú no te acuerdas porque eres muy joven, pero yo ya tengo edad para haber vivido unas cuantas vísperas de Tercera Guerra Mundial. No me refiero a la crisis de los misiles de 1962 en la que yo no había nacido, sino a fechas más recientes. Por ejemplo la Guerra del Golfo de 1990-1991, cuando Irak invadió Kuwait, y una coalición internacional encabezada por Estados Unidos atacó Irak, cayeron misiles sobre Israel, y el mundo entero tembló con tambores de guerra tras décadas de Guerra Fría (que no era tan fría). Yo estaba entonces en el instituto, y recuerdo que en clase hablábamos de la Tercera Guerra Mundial como si fuesen unos juegos olímpicos que televisaban. También los cruentos conflictos balcánicos de los noventa, con episodios como el ataque de la OTAN a Yugoslavia que provocó tensiones con Rusia: se repitió hasta la saciedad el tópico de que la I Guerra Mundial empezó en el “avispero balcánico”. Se habló también de guerra mundial cuando el 11-S, o en la invasión de Irak de 2003. Y más reciente, la guerra de Ucrania, cuya escalada en la implicación occidental ha convocado varias veces el sintagma “Tercera Guerra Mundial”.

El párrafo anterior es la versión resumida de lo que conté el domingo a mi hija pequeña (13 años). Una amiga de clase le había dicho, con esa mezcla de dramatismo y ligereza tan adolescentes, que había empezado la Tercera Guerra Mundial. Y mi hija, realmente agobiada y al borde del llanto, me preguntó si era verdad. La tuve que tranquilizar, y de paso tranquilizarme yo a mí mismo mientras con el rabillo del ojo veía las últimas noticias del intercambio de misiles entre Israel, Estados Unidos e Irán. Le conté todo eso: que llevo décadas escuchando periódicas advertencias de que esta vez sí, esta es la buena (la mala), que ahora sí que no nos libramos de la Tercera Guerra Mundial.

Mi hija no era la única agobiada. No pocos adultos a mi alrededor pasaron el fin de semana inquietos. Unos amigos que viven cerca de una base norteamericana, de esas que están usando para aproximar sus bombarderos a la región, se despertaron sobresaltados en mitad de la noche con unos truenos enormes que creyeron explosiones. Y en general, cualquiera que estos últimos días haya visto noticias, leído prensa o seguido redes sociales. Aquí van unos cuantos ejemplos literales, copiados solo de la prensa escrita de los últimos dos días:

“Estos son los países más seguros para vivir en caso de una Tercera Guerra Mundial, según la Inteligencia Artificial”. “Tercera Guerra Mundial: los nueve países que tienen armas nucleares”. “Cómo actuar en caso de que estalle la Tercera Guerra Mundial: las primeras horas son clave”. “Esos son los españoles que serían llamados a fila si estalla una guerra mundial”. “¿Tercera guerra mundial a punto de estallar? Crecen los temores en redes sociales”. “Está será la fecha en que podría comenzar la Tercera Guerra Mundial, según la IA”. “Kit de supervivencia de la UE: lo que hay que tener en casa en caso de guerra mundial”. “Esto es lo que pasaría con tus ahorros del banco si estalla una guerra mundial”. “Así sería la III Guerra Mundial según videojuegos como Call of Duty o Battlefield”.

Podría llenar varios párrafos, solo he cogido los más frívolos, los más idiotas, los que tontean con el clickbait para conseguir visitas metiendo susto. Podría añadir artículos serios, análisis de expertos, intervenciones de tertulianos y declaraciones de dirigentes mundiales que también han pronunciado en los últimos días esa fórmula que parece tan terrible como fascinante: “Tercera Guerra Mundial”. Escuchando a algunos, pareciera que la convocan, que no quieren perdérsela, que están deseando que estalle para verla en primera fila. Con palomitas. O que tienen acciones en algún fabricante de armas.

No, la Tercera Guerra Mundial no va a estallar esta semana, como no estalló en los noventa, ni en los dos miles, ni hace dos años en Ucrania. Seguramente el miedo nuclear, la destrucción mutua asegurada que heredamos de la Guerra Fría, hace improbable un conflicto global como los del siglo pasado, con bandos bien definidos y zonas de frente. Lo que no quiere decir que no vivamos en una guerra permanente que va incendiando cada vez más zonas del planeta, dejando también muerte y destrucción en lo que parece una larga época de desorden global, líderes irresponsables, carrera armamentística y ruptura de equilibrios que solo traerán más guerra. Pero esto último no se lo dije a mi hija.

                                                        * * *

Cómo Europa subdesarrolló a África

La editorial Capitán Swing reedita el reconocido ensayo del activista panafricanista Walter Rodney, publicado en 1972. Su prólogo, de Angela Davis, profundiza en el impacto de una obra que aportó una nueva perspectiva al subdesarrollo en África

— Sani Ladan, escritor: “El futuro del planeta se jugará en el continente africano”

Cuando Walter Rodney fue asesinado, en 1980, a la prematura edad de treinta y ocho años, ya había culminado lo que pocos académicos son capaces de conseguir en carreras bastante más extensas que la suya. La disciplina de la historia de África nunca volvería a ser la misma tras la publicación de De cómo Europa subdesarrolló África.

Europa busca una nueva manera de mirar a África

Al mismo tiempo, este análisis meticulosamente documentado sobre las persistentes repercusiones que tuvo el colonialismo europeo en el continente de África ha radicalizado las posiciones del activismo antirracista en todo el mundo. De hecho, el término «activista académico» adquiere su sentido más rotundo cuando se emplea para plasmar la pasión generativa que vincula la investigación de Walter Rodney con su determinación para librar al planeta de todos los frutos del colonialismo y la esclavitud.

Casi cuarenta años después de su muerte, sin duda necesitamos ejemplos tan brillantes como este de lo que significa ser un intelectual convencido que reconoce que la mayor importancia del conocimiento es su capacidad para transformar nuestros mundos sociales.

De Walter Rodney, y de aquellos que antes y después de él se han involucrado en el marxismo con un espíritu crítico al tiempo que desarrollaban análisis históricos del colonialismo y la esclavitud, hemos aprendido que cuestionar las profundamente arraigadas premisas del capitalismo sobre la naturaleza y el progreso humanos es una de las tareas más importantes para los teóricos y activistas que se proponen desmantelar las estructuras y la ideología del racismo.

Al refutar el argumento de que la subordinación de África a Europa emanaba de una propensión natural al estancamiento, Rodney rechaza asimismo la presunción ideológica de que únicamente la intervención externa sería capaz de generar un progreso en el continente. Si bien la colonización duró oficialmente tan solo unos setenta años —un tiempo, como señala Rodney, relativamente corto—, fue en ese periodo cuando se produjeron cambios colosales tanto en el mundo capitalista (esto es, en Europa y Estados Unidos) como en el mundo socialista emergente (especialmente en Rusia y China). «Contemplar el paso del tiempo —insiste— o incluso avanzar a ritmo lento mientras los demás saltan hacia delante es prácticamente lo mismo que ir hacia atrás».

En De cómo Europa subdesarrolló África, Walter Rodney argumenta de forma exhaustiva que el imperialismo y los diversos procesos que dieron impulso al colonialismo crearon bloqueos estructurales impenetrables para el progreso económico y, por lo tanto, también político y social del continente. Al mismo tiempo, su argumentación no trata de absolver a los africanos de la «responsabilidad última sobre el desarrollo».

Me siento extremadamente privilegiada de haber podido conocer a Walter Rodney durante mi primer viaje al continente africano, en 1973. Menciono esta visita a Dar es Salam porque se produjo poco después de la primera publicación de De cómo Europa subdesarrolló África y porque, por un breve espacio de tiempo, fui testigo de primera mano de la urgencia revolucionaria que se fraguó en los círculos académicos y activistas que había a su alrededor. No solo tuve ocasión de presenciar las conferencias y debates que él organizaba en la Universidad de Dar es Salam en torno a la relación entre la liberación africana y la respuesta global al capitalismo, sino que también visité los campos de entrenamiento del MPLA, donde conocí a Agostinho Neto y la estructura militar que combatía al Ejército portugués. Los análisis de Walter Rodney reflejaban tanto una investigación histórica sobria y bien razonada, conformada por categorías y críticas marxistas, como un profundo sentido de la coyuntura histórica, que se definía por los movimientos revolucionarios globales, en especial por las luchas para la liberación africana de aquella época.

Con todo, Rodney aborda en varios momentos estratégicos del texto el papel del género, y se detiene a señalar que, bajo las condiciones del colonialismo, los «privilegios y derechos sociales, religiosos, constitucionales y políticos de las mujeres africanas desaparecieron, mientras que la explotación económica proseguía y a menudo se intensificaba».

Angela Davis

Siendo él un académico tan metódico, no ignoraba las cuestiones de género, aun cuando escribiera sin el beneficio de los vocabularios y los marcos de análisis feministas que se desarrollaron posteriormente. Otros han señalado que sin duda habría puesto un mayor énfasis en estos asuntos de haber actuado en una época más tardía. Con todo, Rodney aborda en varios momentos estratégicos del texto el papel del género, y se detiene a señalar que, bajo las condiciones del colonialismo, los «privilegios y derechos sociales, religiosos, constitucionales y políticos de las mujeres africanas desaparecieron, mientras que la explotación económica proseguía y a menudo se intensificaba».

Subraya que en África el impacto del colonialismo en la mano de obra redefinió el trabajo de los hombres como «moderno», al tiempo que califica el trabajo de las mujeres como «tradicional» o «atrasado». «Por lo tanto, el deterioro en las condiciones de trabajo de las mujeres estaba ligado a la consiguiente pérdida del derecho a establecer reglas autóctonas sobre qué trabajo tenía mérito y cuál no».

En la época en que se publicó De cómo Europa subdesarrollo África, el activismo negro —al menos en Estados Unidos— se vio influido no solo por las ideas nacionalistas culturales sobre la intrínseca inferioridad femenina, atribuidas a menudo de forma falaz a las prácticas culturales africanas, sino también por la atribución, fomentada desde instancias oficiales, de una estructura familiar matriarcal —es decir, defectuosa— a las comunidades afroamericanas (por ejemplo, el Informe Moynihan de 1965). Este libro fue una importante herramienta para quienes nos propusimos rebatir tales nociones esencialistas del género en el seno de los movimientos radicales negros de aquella época.

Sani Ladan, escritor: “El futuro del planeta se jugará en el continente africano”

Si las contribuciones académicas y activistas de Walter Rodney fueron un ejemplo de lo que más se demandaba en aquel momento histórico en particular —fue asesinado porque creía en la posibilidad real del cambio político radical, también en Guyana, su tierra natal—, sus ideas adquieren un valor aún mayor hoy en día, cuando el capitalismo ha reafirmado su permanencia de modo tan agresivo y cuando las fuerzas opositoras organizadas que una vez existieron (no solo la comunidad de naciones socialistas, sino también las naciones no alineadas) han quedado prácticamente eliminadas. Quienes nos negamos a conceder que el capitalismo global representa el mejor futuro para el planeta y que África y el antiguo tercer mundo están destinados a permanecer para siempre en la pobreza del «subdesarrollo» nos enfrentamos a la siguiente y crucial pregunta: ¿cómo podemos alentar una crítica radical al capitalismo que sea integral a las luchas contra el racismo, al tiempo que promovemos el reconocimiento de que no podemos concebir el desmantelamiento del capitalismo mientras las estructuras del racismo permanezcan intactas? En este sentido, depende de nosotros continuar, expandir y profundizar el legado de Walter Rodney.

Breve historia de Walter Rodney

Walter Anthony Rodney (Georgetown, 23 de marzo de 1942 - Georgetown, 13 de junio de 1980) fue un historiador, activista político y académico guyanés. Fue asesinado en el verano de 1980.

Viajó mucho y se hizo conocido internacionalmente como activista, académico y orador. Fue un fuerte crítico del capitalismo y argumentó que solo bajo “del socialismo y a través del liderazgo de las clases trabajadoras”, África podría romper con el imperialismo.

El 15 de octubre de 1968 el gobierno de Jamaica declaró a Rodney persona non grata. La decisión de prohibirle regresar a Jamaica y su posterior despido por parte de la Universidad de las Indias Occidentales, Mona, provocaron protestas de estudiantes y clases populares de West Kingston que desembocaron en disturbios, conocidos como los disturbios de Rodney, que resultaron en seis muertos y causaron millones de dólares en daños, explican desde Capitán Swing.

El 13 de junio de 1980, a los 38 años, fue asesinado en Georgetown por un explosivo colocado en su automóvil, un mes después de regresar de las celebraciones de la independencia de Zimbabue en un momento de intenso activismo político.
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