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Miquel Angel Soria

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May 21, 2024, 1:31:32 AM5/21/24
to icv-euia_e...@googlegroups.com
El 18 de març de 1871, els treballadors i els sectors populars de la
ciutat de París prenien el cel per assalt. La metàfora d'Homer, que fa
al·lusió als titans que van tenir a gosadia d'irrompre en l'Olimp
reservat als deus, va quedar estampada en una carta que aquest mateix
any Karl Marx va enviar al seu amic, el metge socialista Ludwig
Kugelmann.
"El París dels obrers, amb la seva Comuna, serà eternament enaltit com
herald gloriós d'una nova societat. Els seus màrtirs tenen un
santuari en el gran cor de la classe obrera. I als seus exterminadors
la història els ha clavat ja en una picota eterna, de la que no
aconseguiran redimir-los tots els precs de la seva clerigalla."
El 21 de maig l'exèrcit de Versalles va poder creuar la Porte de
Saint-Cloud, i al llarg d'una setmana va conquerir militarment una
ciutat que li va oferir una dramàtica resistència. Els acarnissats
combats es succeiren barri a barri, carrer a carrer. Els darrers 147
resistents es parapetaren darrera d'un mur del Cementiri de
Père-Lachaise, on van ser afusellats i enterrats en una fosa comuna.



Del judaísmo en versión Milei
José Steinsleger (La Jornada)


Uno. La comunidad mundial de judíos asciende a 14/15 millones, de los
cuales 80 por ciento reside en la entidad neocolonial llamada Israel y
en Estados Unidos, seguidos por Australia (950 mil), Francia (400
mil), Canadá (392), Reino Unido (272), Ucrania (260), y Argentina
(180-250 mil), país gobernado por un personaje que presume de ser el
“primer presidente anarcocapitalista del mundo, y primer presidente
judío… espiritualmente” (sic). En una entrevista con la televisión
italiana, Javier Milei afirmó: Soy católico y también practico un poco
de judaísmo.

Dos. En diciembre, luego de cumplir con el protocolo de asunción y el
juramento que invoca a Dios, la patria y los Santos Evangelios, el
presidente salió a la calle, y dando las espaldas al Congreso de la
Nación manifestó frente a una multitud que enarbolaba banderas de
Israel y Argentina: No es casualidad que esta inauguración
presidencial ocurra durante la fiesta de Jánuca (o Hanukkah), ya que
la misma celebra la verdadera esencia de la libertad.

Tres. Algunos medios recordaron que la Jánuca conmemora la revuelta
victoriosa de los judeo-macabeos (seguidores de Judas Macab), contra
el imperio griego seleúcida (Palestina, 167-160 aC). Así como el
sentido de la frase que cerró su discurso, tomada del primer Libro de
los Macabeos: La victoria para la batalla no depende de la cantidad de
soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo (3:19). Libro de
incierta autoría (no figura en el Antiguo Testamento), y frase usada
por las actuales Fuerzas de Defensa de Israel, que bien puede invocar
la resistencia palestina. Porque al fin de cuentas, la Jánuca celebra
la lucha de los desposeídos que no se dejaron pisotear (Pablo Méndez
Shiff, Página 12, 18/12/23).

Cuatro. Sin embargo, Milei no se hace bolas con la hermenéutica de los
textos sagrados. Y quienes traten de saber algo más en torno al
asunto, deben pasar por el filtro de su hermana Karina, la
todopoderosa secretaria general de la Presidencia. Karina es Moisés y
yo soy el que divulga. Soy sólo un divulgador. Ella es el mesías, dice
Milei.

Cinco. ¿Un impostor del judaismo? Negativo. Milei está convencido del
orden natural y espontáneo, que Dios es libertario, y que su mandato
reviste características divinas. Gelatina mental que, según el
sociólogo argentino Ariel Goldstein, sincretiza elementos del
ultracatolicismo, el evangelismo conservador y el judaísmo ortodoxo.
En efecto. Ahí tenemos a su vicepresidenta Victoria Villarruel,
abogada del sector más retrógrado del Poder Judicial, alineada con el
catolicismo preconciliar, negadora del terrorismo de Estado (1976-83)
y defensora de los genocidas que cumplen condena en prisión.

Seis. Los biógrafos no autorizados aseguran que Milei adhirió a la fe
judaica en 2017, por mediación de Eduardo Elsztain, el terrateniente
más poderoso de Argentina y sostén de la Jabad Lubavitch, una secta (o
dinastía) minoritaria y económicamente poderosa del judaísmo
ultraconservador.

Siete. Lo singular es que la Jabad Lubavitch no es sionista, niega a
Israel como tierra prometida, no suele cantar el himno (Hativka), y
tampoco reconoce el día de la mal llamada independencia (Iom
Hatzmaut). O sea, el día en que las fuerzas del cielo judeosionistas
empezaron el genocidio del pueblo palestino ( Nakba, 14 de mayo de
1948).

Ocho. Con sede en Nueva York, la Jabad Lubavitch reconoce como
auténtico mesías a Menachem Mendel Schneerson (1902-94), calificado de
idólatra y hereje por el no menos ultraconservador Ovadia Yosef
(1920-2013), gran rabino de Israel. Otro personaje que, a su vez, la
sionista Liga Antidifamación de Estados Unidos, denunció por fomentar
el odio al decir (Ovadia), que los no judíos sólo existen para servir
a los judíos, a más de compararlos con los burros.

Nueve. Embrollos que sería arduo saber cómo se conectan en las
neuronas de Milei. Después de todo, islámicos y cristianos también
cuentan con múltiples iglesias, ramas y sectas. Aunque es posible que,
dada su fe en el anarcocapitalismo, el hoy presidente de los
argentinos levitó de puro amor cuando supo de los fuertes lazos de la
Jabad con los aguerridos templarios de Wall Street.

Diez. Otro hecho singular tuvo lugar el 10 de abril en Miami, día en
que Milei recibió de la Jabad Lubavitch el título de Embajador
Internacional de la Luz (sic), que hasta ese momento, no existía. Pero
como donde hay uno hay dos, su hermana Karina también recibió igual
galardón por su inquebrantable dedicación a difundir la libertad la
esperanza y la positividad frente a la oscuridad, a más de sus
incansables esfuerzos por Israel y la comunidad global.

Once. A finales de 2021, cuando Milei fue investido diputado, conoció
a su tutor espiritual, el rabino Axel Wahnish, de la comunidad
marroquí judeo argentina. Y con su ayuda, empezó a estudiar la Torá,
desde el punto de vista del análisis económico (sic). Ubicadas en el
barrio de Palermo, las oficinas de Wahnish (actual embajador en Tel
Aviv), quedan en la calle Jorge Luis Borges, autor de El jardín de los
senderos que se bifurcan.

Doce. ¡Uf!

* * *

La guerra que nadie puede ganar y nadie puede perder
Isaac Rosa

Soy de los que hace dos años y medio no sabía situar Ucrania en un
mapa, así que si han venido aquí buscando la opinión de un experto en
política internacional especializado en Europa del Este y Rusia y con
conocimientos en seguridad y defensa, se han equivocado de artículo,
prueben en la siguiente puerta. Si en cambio buscan a alguien que les
cuente cómo acabará la guerra de Ucrania, les valgo yo mismo. Sin
tener ni idea, curiosamente opino lo mismo que la práctica totalidad
de expertos: ni Ucrania ni Rusia pueden ganar militarmente, así que
solo puede terminar en una negociación con cesiones por ambos lados, y
esta puede producirse mañana mismo o dentro de un año o de diez, pero
llegará.

No tengo ni idea del asunto, pero llevo más de dos años leyendo
artículos y entrevistas de, ellos sí, expertos en la materia. Y
dejando de lado a los propagandistas de uno u otro bando, la opinión
experta es unánime: ni Ucrania puede, sin mayor implicación de la
OTAN, derrotar militarmente a Rusia y reconquistar todo el terreno
perdido; ni Rusia puede vencer militarmente a una Ucrania armada y
asistida por la OTAN, y asegurar sus conquistas. Empate catastrófico.
Pueden comprobarlo ustedes mismos, a ver si encuentran un solo experto
que diga lo contrario.

Sin embargo, esto lo sabe un mindundi como yo, pero no parecen saberlo
ni Ucrania, ni Rusia, ni la Unión Europea, ni Estados Unidos ni la
OTAN. Ucrania sigue pidiendo armas y asegurando que puede recuperar
todo su territorio, y cada pocos meses nos anuncia la gran ofensiva
que luego nunca llega. Rusia sigue movilizando tropas y bombardeando
ciudades e instalaciones ucranianas, y estos días parece que sí, que
avanza y gana terreno, hasta que en unas semanas vuelva a estancarse.
La Unión Europea nos avisa de que nos preparemos para la guerra,
Estados Unidos envía más armas y presiona a sus aliados para que
aumenten su esfuerzo… Todos hacen como si no supieran que nadie puede
ganar esta guerra.

Y lo peor no es que nadie pueda ganarla: es que tampoco nadie puede
perderla, pues se ha convertido en una guerra existencial para todos
los implicados, que fían su futuro a la victoria. Ucrania es la que
más se juega en caso de derrota, obviamente, pues perdería parte de su
territorio o incluso desaparecería como país independiente. Rusia por
su parte -y no solo Putin- sabe que una derrota comprometería
gravemente su seguridad futura. La Unión Europea ha apostado tanto en
esta guerra que una derrota ucraniana equivaldría a una derrota
europea, a la que no están dispuestos los países más próximos a Rusia,
que temen ser los siguientes. Tampoco Estados Unidos, que pone en
juego su condición de potencia hegemónica en el movido tablero
geopolítico. Y la OTAN, que lleva años buscando nuevos enemigos que
justifiquen su existencia, sufriría un fuerte revés pues, salvo tropas
de combate, ha enviado todo lo que tenía en el arsenal.

¿Y qué hacemos entonces, si nadie puede ganar pero tampoco nadie puede
perder? Se lo puedo decir yo que soy uno que pasaba por aquí, pero
mejor atiendan a los expertos, que llevan más de dos años avisando de
que tarde o temprano habrá que sentarse a negociar, abandonar
posiciones maximalistas e irrenunciables por ambas partes, y alcanzar
un acuerdo que acabe con una guerra que solo sirve para gastar
munición y armamento, matar y herir soldados y civiles, causar
destrucción y daño económico, reforzar el belicismo y enriquecer a la
industria armamentística.

Cuando eso ocurra, seguramente lamentaremos no haber alcanzado el
mismo acuerdo dos años antes, o un año antes, con el ahorro de
muertos, destrucción y dinero que habría supuesto ponerle fin mucho
antes. De hecho, se intentó en serio hace dos años pero las presiones
e intereses de unos y otros lo hicieron imposible, y se ha vuelto a
proponer en varios momentos por parte de terceros países sin que
ninguno de los implicados abandonase la retórica de la victoria final.
Estamos a tiempo de lamentarlo hoy, mejor que lamentarlo más dentro de
otro año.
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