Hoy las nubes me trajeron,
volando, el mapa de España.
¡Qué pequeño sobre el río,
y qué grande sobre el pasto
la sombra que proyectaba!
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo, por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.
Rafael Alberti (de Canciones del Paraná)
La última reflexión de Fidel
Por Gisela García Rivero e Iván Gutiérrez Núñez
Entre los legados intelectuales más importantes de Fidel en los
últimos años destacan sus “reflexiones”. Según el sitio oficial
“Reflexiones del Comandante en Jefe” (disponible en
http://www.cuba.cu), entre el 28 de marzo del 2007 y el 9 de Octubre
de 2016, Fidel escribió 484 textos denominados así, aunque en esa
categoría también incluyó cartas a los líderes venezolanos Hugo Chávez
y Nicolás Maduro, el prólogo de un libro sobre Bolivia, mensajes y
artículos. El año en que más produjo fue el 2009 con 111 reflexiones,
a razón de más de nueve por mes.
Un texto obligado para entender el sentido de esos escritos es el que
tituló “Reflexión sobre las reflexiones” del 22 de junio del 2007[1],
en la que explica que estos trabajos responden a “un fuerte deseo” de
comunicarse con el protagonista principal de nuestra resistencia (el
pueblo), a medida que observaba las torpes acciones del imperio, en
ese entonces dirigido por el “Clan Bush”.
En ese mismo artículo definió su estrategia: “Si son breves (las
reflexiones), tienen la ventaja de que los ciento doce medios de
prensa extranjeros acreditados en nuestro país que las reciben con
antelación, publican partes importantes de su texto; si son extensas,
me permiten profundizar lo que desee en determinados conceptos a mi
juicio importantes para que nuestro pueblo, protagonista principal
ante cualquier agresión, y otros países en circunstancias similares,
dispongan de elementos de juicio”.
Por otro lado, destacó en ese período la serie de cinco partes que
tituló “El imperio y la isla independiente”, de agosto del 2007[2], en
la que analizó la historia de cómo EE.UU. pretendió apoderarse de
Cuba.
Otra de esas aleccionadoras reflexiones fue “Regalo de reyes”[3] del
14 de enero de 2008, en la que el líder cubano escribió a los
revolucionarios más jóvenes, para recomendarles “exigencia máxima y
disciplina férrea, sin ambición de poder, autosuficiencia ni
vanaglorias”. En estas líneas, le habló a la juventud como un padre
para propiciar en ellos no solo “sed de saber”, “constancia”,
“ejercicios físicos y mentales” sino para alertarles sobre las raíces
corroídas del Capitalismo, de las que solo brotan “las peores formas
de individualismo, corrupción y desigualdad”. También les advirtió
sobre los peligros del burocratismo.
Consideró que mientras no se tomara conciencia de esas realidades,
ningún esfuerzo podría realizarse para ‘impedir a tiempo’, como
señalara el Apóstol, que el imperio al que le conoció sus entrañas,
“destroce los destinos de la humanidad”. Y finalizaba con un consejo
para todos los tiempos después de atribuirle la mayor importancia a
quienes trabajan con sus manos y su inteligencia: “Ser dialécticos y
creadores. No hay otra alternativa posible”.
Cuando el Comandante en Jefe partió a la eternidad el 25 de noviembre
del 2016, hacía solo 47 días que había publicado un artículo que
tituló “El destino incierto de la especie humana”[4], en el que nos
hablaba de cosmología, religión y en el que también se refirió al
proceso electoral que entonces se desarrollaba en EE.UU.
Aunque oficialmente ese fue su último escrito, las masivas y
espontáneas muestras de cariño y tristeza de nuestro pueblo en los
últimos días, las intervenciones de destacados líderes y
personalidades mundiales y las del General de Ejército, nos han hecho
meditar a muchos sobre el presente y el futuro de Cuba. Asimismo,
varias de las tesis que Fidel defendió o analizó en sus textos saltan
a la vista en estos momentos de sentido tributo. Es como si con su
muerte física el Comandante también nos invitara a ser parte de lo que
bien pudiera llamarse su última y más profunda “reflexión”.
Una de las ideas que con más fuerza Fidel le mostró al mundo por estos
días es que la Revolución y sus líderes históricos siguen contando con
el respaldo y la confianza de la mayoría del pueblo, después de 58
años. Las imágenes transmitidas por la televisión y que importantes
cadenas internacionales no pudieron ocultar, demuestran que el proceso
revolucionario continúa, aún sin la presencia física de su fundador y
máximo líder.
Todo lo contrario a lo que pudieron pensar los enemigos de Cuba, la
reacción popular ante la muerte de Fidel, constituyó una especie de
reivindicación o reimpulso a la Revolución. En tiempos de referéndums,
el tributo al Comandante fue como un “Sí” de apoyo popular a favor de
continuar perfeccionando la obra revolucionaria. Además, se ratificó
el líder cubano como un importante factor de unidad entre los
diferentes sectores populares de nuestra sociedad. La movilización
espontánea de la población para ocupar todos los espacios posibles por
donde pasó el cortejo fúnebre demostró también que sigue siendo el
sentimiento de amor que el Che Guevara señaló, lo que inspira y funda
una verdadera revolución.
Otra poderosa reflexión parece dejarnos con su adiós el Comandante. En
los últimos días resultó muy evidente la admiración y el respeto que
genera Fidel en nuestra niñez y juventud. Es precisamente esta última
la llamada a revolucionar su tiempo con su espíritu, carácter y
convicción. Fueron los jóvenes los protagonistas de los actos de
homenaje. La frase “Yo soy Fidel” simbolizó en sí misma la necesaria y
siempre invocada continuidad.
En las jornadas de duelo nacional los más altos valores de patriotismo
y unidad (cultivados por Fidel y ratificados en cada reflexión) se han
evidenciado de manera categórica, lo que deja claro que el proceso
cubano cuenta con un inmenso potencial revolucionario en las bases, en
cada barrio y en numerosas familias. Sin ese sedimento la obra
conquistada no pudiera perpetuarse. Resurgió en los últimos días un
compromiso fidelista, que se traduce en la actualidad en el saberse
revolucionarios, comunistas, socialistas, antimperialistas,
internacionalistas, solidarios…
Por otro lado, las emociones y muestras de cariño de muchos amigos del
mundo entero nos demuestran la dimensión universal del pensamiento
fidelista. Es innegable que la Revolución Cubana y su líder histórico
congregan la admiración y el respeto de seguidores y adversarios, aun
cuando las banderas de las reivindicaciones sociales atraviesan un
período difícil, especialmente en América Latina.
El legado de Fidel, tanto intelectual como material, es gigante y su
modestia no permitió que comenzáramos a definir con más claridad su
magnitud y alcance hasta su fallecimiento. No obstante, resulta
necesario hacer bien visible su vertiente intelectual, sobre todo
entre las nuevas generaciones. En este punto podría ayudar la búsqueda
de alternativas para hacer más accesible sus discursos, reflexiones,
libros, videos y fotos, que son patrimonio del pueblo cubano y del
mundo entero.
Otro mensaje que nos deja el cubano más grande del siglo XX, es que a
pesar de que EE.UU. cuenta con el más poderoso aparato de propaganda
del mundo, el imperialismo no pudo, no puede y no podrá destruir la
Revolución y el legado de su máximo creador. Eso es resultado de la
moral de Fidel (respetada siempre hasta por sus enemigos) y también
tiene que ver con la alta cultura política con que cuenta el pueblo
cubano, que también es obra del Comandante.
Y por último, la posición irrespetuosa y grosera del nuevo presidente
electo en EE.UU., Donald Trump y de algunos miembros de su equipo,
respecto al deceso de nuestro líder, son hechos que se ajustan a lo
que Fidel entendió casi desde que se inició en la vida revolucionaria,
y que escribió posteriormente en la ya citada reflexión “El Imperio y
la isla independiente”.
Escribió Fidel en ese artículo: “La historia de Cuba en los últimos
140 años es la de la lucha por preservar la identidad e independencia
nacionales, y la historia de la evolución del imperio de EE.UU., su
constante pretensión de apropiarse de Cuba y los horrendos métodos que
hoy utiliza para mantener el dominio del mundo”. Tocará al gobierno y
pueblo cubanos, sin Fidel físicamente pero con él en las mentes y los
corazones, remitirse siempre a sus reflexiones, una manera de no dejar
morir las ideas del Comandante.
[1] Disponible en
http://www.cuba.cu/gobierno/reflexiones/2007/esp/f220607e.html
[2] Disponible en
http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2007/esp/c160807e.html
[3] Disponible en
http://www.cuba.cu/gobierno/reflexiones/2008/esp/f140108e.html
[4] Disponible en
http://www.cuba.cu/gobierno/reflexiones/2016/esp/f091016e.html