Gobernanza partidaria y planificación estratégica: Una defensa del Taller del PRM en Jarabacoa
Por Luis Orlando Díaz Vólquez *
El artículo de J.C. Malone titulado “La escuelita del PRM” (2025) presenta una crítica irónica al Taller Estratégico del Partido Revolucionario Moderno (PRM) celebrado en Jarabacoa. En su texto, Malone reduce el evento a una actividad infantil, desprovista de contenido político serio. Esta respuesta busca ofrecer una lectura alternativa, sustentada en el análisis político y académico, que reivindique el valor estratégico del taller como parte de la institucionalización partidaria.
El Taller Estratégico del PRM reunió a más de 60 miembros de su Dirección Ejecutiva, incluyendo al presidente Luis Abinader y la vicepresidenta Raquel Peña. El objetivo fue diseñar una hoja de ruta para los procesos electorales de 2026, 2027 y 2028, abordando temas como institucionalidad, transparencia, cohesión territorial y comunicación política (Listín Diario, 2025).
Este tipo de planificación responde a estándares internacionales de gobernanza partidaria, como los promovidos por el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA) y el National Democratic Institute (NDI), que recomiendan ejercicios de reflexión estratégica para fortalecer la democracia interna de los partidos (IDEA, 2021).
La narrativa de Malone se apoya en metáforas peyorativas que desvirtúan el contenido del taller. Desde una perspectiva académica, este tipo de crítica carece de rigor analítico. Como señala Sartori (2007), la evaluación política debe centrarse en el desempeño institucional, la capacidad de respuesta y la legitimidad democrática, no en juicios estéticos o anecdóticos.
Malone interpreta la invocación a la unidad como una señal de división. Sin embargo, en política organizacional, la reiteración de la unidad es una práctica común en procesos de consolidación interna. Maurice Duverger (1957) sostiene que los partidos políticos, al ser estructuras pluralistas, enfrentan dinámicas internas que no necesariamente implican fracturas.
El autor del artículo ignora avances significativos del PRM en materia de reforma institucional, recuperación económica post-pandemia, modernización de infraestructura y política exterior. Además, confunde los objetivos del taller —planificación partidaria— con los de rendición de cuentas gubernamental, lo cual responde a lógicas distintas.
El Taller Estratégico del PRM en Jarabacoa fue un ejercicio serio de gobernanza partidaria, no una “escuelita” improvisada. Su metodología colaborativa, la participación de líderes clave y la definición de una hoja de ruta estratégica lo posicionan como un laboratorio político de alto nivel. La crítica de Malone, aunque válida en su derecho a opinar, pierde fuerza al ignorar los elementos sustantivos del evento y al reducirlo a una caricatura retórica.