No es un político corriente. Acepta el error y llora en público. Sin embargo, está convencido de poder cambiar el rumbo del país.
Lo único que lo relaja, cuando llega a su casa y quiere dejar a un lado el ajetreo político, es ver a sus hijas tocando el piano y escribiendo cuentos en el computador. Callado, detrás de ellas, de Laima y de Dala, Antanas Mockus por fin descansa esa mente que casi nunca para de pensar. Son minutos que aprovecha al máximo. Por estos días la gente lo busca, se le acerca, lo toca, le suelta frases optimistas: "Tenemos que ganar, Antanas", y él responde poniendo las manos sobre su corazón y dándole unos golpecitos mientras dice apenas un 'gracias'. Y suena sincero.
Mockus parece un tipo tímido. Quién lo creyera, en este hombre que se ha bajado los pantalones delante de quinientos estudiantes -y gracias al video, delante de todo el país-, que ha llegado a reuniones de trabajo en traje de baño y un chupo en la boca, que ha salido a la calle vestido de superhéroe, se casó en un circo, y tantas otras cosas ya conocidas que han sido aprovechadas por sus críticos y admiradas por sus seguidores.
El pasado 25 de marzo cumplió 58 años. A los dos aprendió a leer y desde entonces podría decirse que no ha dejado de hacerlo. De niño sus horas las pasaba ayudándole a su papá a calcular medidas en los planos que él hacía. Alfonsas, su padre, era ingeniero y su mamá, Nijole es escultora. Esas fueron sus primeras influencias: el arte, la matemática. Alfonsas y Nijole llegaron de Lituania a Colombia a mediados del siglo pasado huyendo tanto de las ideologías stalinista como de las de Hitler.
En Bogotá, nació Aurelijus Rutenis Antanas Mockus Sivickas. Antanas, o Antonio, como le dijeron durante varios años en el colegio -el Liceo Francés-, quizá por hacer más cómoda su pronunciación. En el liceo solía ser el dueño de las mejores notas y ganarse izadas de bandera que muchas veces aprovechó para dar sus primeros discursos sobre las problemáticas adolescentes. Genio y figura.
Ahora, que ha rodado el rumor de que es ateo, habría que recordar que más bien el niño Antanas fue de misa y confesión; fue acólito e, incluso, quiso ser cura. Alcanzó a tener listo un viaje a Roma para prepararse en el sacerdocio, pero entonces tenía 14 años y su papá le dijo que le dejaba tomar esa decisión a los 18. Alfonsas murió en un accidente aéreo cuando Mockus tenía 16, y fue uno de los golpes duros que le ha dado la vida.
Al final optó por la filosofía y las matemáticas. Sin embargo, hoy, mucha de su forma de pensar y de su vocabulario tienen que ver con una postura, si no necesariamente católica, sí religiosa. "La vida es sagrada", suele repetir. Habla del perdón -y lo ha pedido en público, con todo y penitencia-, de la culpa, de cumplir la ley como si de un mandamiento divino se tratara.
En 1969, con una beca del gobierno francés ganada por buen estudiante, viajó a la Universidad de Dijon y se graduó en matemáticas. De regreso a Colombia estudió filosofía en la Universidad Nacional. Quiso emplearse como profesor y pensó en hacerlo en una escuela rural de un pueblo de Cundinamarca. Cuando allá vieron su hoja de vida, pensaron que se trataba de una broma. Entró, entonces, como profesor "cuchilla" en la Nacional. Cuentan que Mockus escribió un grafiti en su alma máter que decía, parafraseando a Sócrates: Sólo sé que todo sé, Antanas. (Pudo haber sido una broma).
De su paso por la Nacional -primero como profesor, como vicerrector y luego como rector- ya se sabe suficiente. Ese barbudo extravagante, que llegaba en bicicleta mientras el carro de su seguridad lo seguía detrás, es recordado como uno de los rectores más eficientes: en su periodo se firmaron transformaciones vitales para la universidad que le devolvieron recursos económicos y calidad académica, a pesar de haber tenido que lidiar con los más radicales estudiantes y profesores. "Les garantizo que lo que vieron fue color de paz: blanco", dijo Mockus cuando explicó su mostrada de cola. Ese acto, que lo hizo popular en el país, terminó costándole su cargo en la Nacional. Sin embargo, vendría a partir de ahí el inicio de su carrera política, con su candidatura a la Alcaldía de Bogotá (campaña a la que se lanzó por sugerencia de Gustavo Petro). En ocho meses, menos de diez millones de pesos y la casa de su mamá como sede política, venció en las urnas a uno de sus compañeros de hoy: Enrique Peñalosa.
Siguieron dos alcaldías exitosas y dos intentos por la Presidencia con campañas en las que se vistió de apóstol o se puso sombreros en forma de queso y terminaron en fracaso. Las derrotas, sin embargo, no lo detienen: él dice que es por su sangre lituana, acostumbrada a la lucha. Su mamá también lo empuja en sus propósitos. Incluso en estos días, Mockus saca tiempo para hablar con ella. Conversan en lituano, de arte, de política. "Sunku, sunku", suele decirle Nijole, en su idioma natal, que traduce: difícil. "Ella calibra mucho mi optimismo y mi pesimismo", cuenta Antanas.
Personas que han trabajado a su lado dicen que sorprende su inteligencia -nada nuevo- y su disciplina cuando se compromete con algo. Que es un estudioso a fondo de los temas, aunque puede demorarse en la toma de decisiones. Abierto a dejarse sorprender, suele también mostrar su buen humor. Es reconocida, igualmente, su rigurosidad a la hora de armar su grupo de confianza. "A mi gente le pido consistencia, probidad, buena voluntad, capacidad y disposición para trabajar en equipo", afirma.
Amigo como pocos de emplear la simbología en sus discursos, hoy Mockus atraviesa por una de sus campañas más alejadas de estos juegos de símbolos. De todas formas, no se está frente a un político corriente. Mockus, sin problema, acepta estar equivocado, por ejemplo, cosa bien rara en la raza política. Más de una vez ha llorado en público y sin vergüenza de hacerlo. Tampoco dudó en volver público su diagnóstico de párkinson. Saber que tenía esa enfermedad no cambió su vida, pero sí le modificó la consciencia de sí mismo. La consciencia de finitud, en sus palabras de filósofo. "Y también me trajo consigo el reto de vivir estos 12 ó 14 ó 16 años intensamente, aportando al máximo a la sociedad", dice. Y de nuevo, suena a verdad.
MARÍA PAULINA ORTIZ
Redacción EL TIEMPO
NO MAS PAYASADAS, NO QUIERO QUE MI PAIS SE CONVIERTA EN UN CIRCO, PREFIERO VIVIR EN LA POBREZA PERO CON LIBERTAD…
LA GENTE DE LAS CIUDADES NO HA VIVIDO LA GUERRA, CUANDO LA VIVAN, Y ADEMAS PIERDAN LA LIBERTAD POR LO MENOS POR 6 MESES, ENTENDERAN PORQUE APOYAMOS LA SEGURIDAD DEMOCRATICA.
NO MAS PAYASADAS, NO QUIERO QUE MI PAIS SE CONVIERTA EN UN CIRCO, PREFIERO VIVIR EN LA POBREZA PERO CON LIBERTAD…
LA GENTE DE LAS CIUDADES NO HA VIVIDO LA GUERRA, CUANDO LA VIVAN, Y ADEMAS PIERDAN LA LIBERTAD POR LO MENOS POR 6 MESES, ENTENDERAN PORQUE APOYAMOS LA SEGURIDAD DEMOCRATICA.
De: gerent...@googlegroups.com [mailto:gerent...@googlegroups.com] En nombre de Julio Mauricio Rojas Mayorga
Enviado el: martes, 25 de mayo de 2010 10:13
Para: DORIS RUSSI
Asunto: Un perfil de Antanas Mockus
Cátedra Mockus