| | Especial: La pandemia, la cuarentena y la subjetividad. Parte IV |
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Paradojas de la incertidumbre |
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Reflexiones provisionales ante un virus tan incierto como cierto |
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| También genera angustia una particular certeza que la incertidumbre actual activa: es decir, la de nuestra inevitable mortalidad |
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Hoy todos vivimos en la incertidumbre. Esta es una obviedad. La repetimos con insistencia. La dicen reconocidos filósofos, pensadores que no lo son tanto sin que ello desmerezca sus reflexiones, periodistas, “opinadores” y cualquier ciudadano de a pie. |
| Esta obviedad es reiterada no sólo por tratarse de una evidencia generalizada sino también, en el campo del pensamiento teórico, pues busca preservarnos ante el riesgo de las respuestas rápidas que, sin aportar nada específico, promuevan una paz mental engañosa, por necesaria que esa paz resulte para nuestra mente. |
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| El duelo puede definirse como un proceso que tiene lugar luego de una pérdida significativa y tiene como objetivo metabolizar el sufrimiento psíquico producido: se trata de establecer una “nueva normalidad” |
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El lazo social como limite al avance neoliberalPor Luca Méndez |
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En 1930 Sigmund Freud creó uno de sus trabajos más filosóficos: El Malestar en la Cultura, en el cual nos propone reflexionar sobre el malestar permanente de los sujetos por el hecho de estar sometidos a la coacción cultural. En aquel momento, Europa vivía una de las etapas más oscuras y convulsionadas de su historia. Faltaban apenas tres años para que Hitler comience su carrera como canciller y de ahí en adelante, todo el hecho harto conocido por el mundo. |
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El conjuro de Maléfica sobre Aurora y el destino fatal en las personas |
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Por María Nieves Gorosito |
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Freud, en “Más allá del principio del placer” (1920) reestructura la teoría pulsional, puesto que hasta ese momento pensaba que todos los procesos anímicos se encontraban regidos por el principio del placer; el cual evita el displacer para acercarse al placer. Sin embargo, con la experiencia, se encuentra que esto no es universalmente cierto ya que no todos los resultados de los procesos anímicos son placenteros. En ocasiones el sujeto es arrojado a un padecer repetitivo; un ejemplo de ello lo encuentra en lo que denominó como “el destino fatal de las personas”. |
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Por Enrique Carpintero y Alejandro Vainer |
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