BIOCOMPARTIENDO # 07 del 2023 / El gran salto. La reforma agraria, 1969-1980

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Fernando Alvarado

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Jul 3, 2023, 12:36:51 PM7/3/23
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BIOCOMPARTIENDO

# 07 del 2023 / Perú, martes 4 de julio

¡Por una vida sana y feliz; libre de transgénicos cancerígenos!

Editor Fernando Alvarado de la Fuente / biof...@hotmail.com

Ver todos los números de Compartiendo en: www.ideas.org.pe

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INDICE

·         Historia de la agricultura peruana, 1930-1980 | Nelson Manrique

·         XII. El gran salto. La reforma agraria, 1969-1980

·         XIII. Las afectaciones y la nueva estructura social del agro peruano

  • CALENDARIO AGROECOLOGICO 2023

 

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Historia de la agricultura peruana, 1930-1980 | Nelson Manrique

Pag.194 202

 

XII. El gran salto. La reforma agraria, 1969-1980

 

La reforma agraria decretada por el gobierno del general Juan Velasco Alvarado fue una de las más radicales de América Latina por la cantidad de tierra que se distribuyó, por el número de beneficiarios y por su rapidez y profundidad. En la concepción de sus autores, formaba parte de un conjunto de cambios orgánicos que iban más allá de la redistribución de la propiedad agraria. En su artículo 2º, la Ley N.º 17716, de reforma agraria, afirmaba:

 

La Reforma Agraria como instrumento transformador formará parte de la política nacional de desarrollo y estará íntimamente relacionada con las acciones planificadas del Estado en otros campos esenciales para la promoción de las poblaciones rurales del país, tales como la organización de una Escuela Rural efectiva, la asistencia técnica generalizada, los mecanismos de crédito, las investigaciones agropecuarias, el desarrollo de recursos naturales, la política de urbanización, el desarrollo industrial, la expansión del sistema nacional de salud y los mecanismos estatales de comercialización, entre otros.

 

Las dificultades que encontró, así como las propias dificultades que debió afrontar el proceso revolucionario de los militares, hicieron que esta declaración programática se realizara solo parcialmente.

 

A diferencia de todos los proyectos de reforma agraria anteriores, esta comenzó por el sector más moderno de la agricultura peruana, los complejos agroindustriales de la costa central y norte del país, el bastión del grupo de poder más poderoso del agro peruano, los barones del azúcar y del algodón.

 

Ellos controlaban el poderoso gremio de los propietarios rurales, la Sociedad Nacional Agraria (SNA), y desde él defendían sus intereses de grupo presentándolos como si fueran los intereses generales del agro y de la nación. La expropiación de sus haciendas los tomó por sorpresa, la rapidez del proceso los desarticuló y, para usar una frase cara a Velasco Alvarado, “se le quebró el espinazo a la oligarquía”.

 

Llama la atención la casi nula resistencia que encontró la reforma agraria. Los terratenientes afectados no pasaron de publicar protestas en los medios de comunicación antes de que estos fueran expropiados por el Gobierno; fueron incapaces de organizar una resistencia política y gremial y, mucho menos, algún intento de resistencia armada. Una de las transformaciones más radicales de la era republicana se realizó pacíficamente y en muy corto tiempo.

 

Hay varias razones que explican este resultado. Por una parte, la crisis de la SNA, una vez que su grupo rector fue descompuesto. Por la otra, la crisis política en medio de la cual los militares tomaron el poder. Para 1968, la gran mayoría de los partidos estaba en crisis y habían sufrido escisiones (de estas surgieron el Partido Popular Cristiano, Acción Popular Socialista y el efímero Movimiento Social Demócrata del exodriísta Julio de la Piedra) y los escándalos de corrupción en que terminó el gobierno de Belaunde los habían dejado profundamente desacreditados; en los hechos, estuvieron en hibernación durante el docenio militar, y solo se reactivaron cuando los militares convocaron a una Asamblea Constituyente y elecciones generales para 1980. Pero la razón de fondo es que la oligarquía había agotado su ciclo histórico, y ya no jugaba un rol significativo en la organización de la economía nacional, como vimos al analizar la crisis del sector agroexportador. La crisis de los latifundios serranos tradicionales, por otra parte, había llegado a un punto en que buena cantidad de las haciendas habían sido abandonadas por sus propietarios, que se habían convertido en propietarios absentistas desde inicios de los años cincuenta debido a la escasa productividad de sus haciendas. Cientos de miles de hectáreas, por otra parte, habían sido ocupadas por los campesinos durante las grandes invasiones de 1956-1964. Los radicales cambios que la sociedad peruana estaba experimentando hacían cada vez más anacrónico el orden oligárquico y lo constituían en una traba para el proceso de modernización en que se encarrillaba la sociedad peruana. Los masivos movimientos campesinos de 1956-1964 habían herido de muerte a los latifundios tradicionales serranos, y las guerrillas de 1965 fueron para los militares una señal de alarma con relación a la urgente necesidad de encarar los problemas nacionales pendientes. Los militares culminaron, pues, con la reforma agraria un proceso que ya era inevitable, dada la crisis general del agro peruano.

 

XIII. Las afectaciones y la nueva estructura social del agro peruano

 

La reforma agraria se ejecutó a través de la expropiación de las tierras a los terratenientes, pagándoles en bonos convertibles si estos eran invertidos en el desarrollo industrial, que era uno de los objetivos declarados del proceso. Solo una fracción de los terratenientes lograron redimirlos, y aún el pago de la tierra sigue siendo materia de juicios y conflictos.

 

Veamos los cambios operados en la estructura de la tenencia de la tierra producidos en una década de reforma. El cuadro 13 muestra un resumen de las afectaciones realizadas entre 1969 y 1979. La reforma agraria adjudicó 7.665.671 hectáreas a 1775 unidades productivas, beneficiando a 337.662 familias del campo. A través de programas de asentamiento rural (básicamente sobre tierras de irrigación de propiedad del Estado) se benefició adicionalmente a 132 unidades productivas, que estaban formadas por 22.948 beneficiarios, entregándoles 533.974 hectáreas de tierras. El total de las adjudicaciones fue de 8.199.645 hectáreas entregadas a 1907 unidades productivas con 360.610 beneficiarios.

 

La mayor parte de la tierra fue entregada a las unidades asociativas creadas por la reforma agraria: las dos terceras partes benefició a las CAP, SAIS y EPS (Empresas de Propiedad Social), mientras que apenas un 9% llegó a las comunidades campesinas; el resto fue entregado a grupos campesinos y a propietarios individuales. Esto alimentaría la decepción de la mayoría de los campesinos, especialmente los comuneros, que querían la adjudicación individual de las parcelas, y no sentían que la tierra en manos de las unidades asociativas perteneciera realmente al campesinado.

 

El diseño general de la nueva estructura social que la reforma agraria pretendía construir tenía como eje la cooperativización general del agro, una idea que se encontraba en el programa original del Apra de los años treinta. La motivación básica de los ideólogos de la reforma agraria era evitar el fraccionamiento de las grandes unidades de producción, con la idea de que mantener el latifundio evitaría una caída de la productividad. El modelo básico fue el de la Cooperativa Agraria de Producción (CAP), que pretendía imponerse a todo el agro, formando luego federaciones regionales y una gran cooperativa central de carácter nacional. Como era imposible convertir a las comunidades campesinas en cooperativas, se les otorgó el rango de “empresas cooperativas comunales”, con consejos de administración y vigilancia, lo que creó una nueva estructura de poder paralela a la existente que favorecía especialmente a los jóvenes letrados en desmedro de los comuneros de mayor edad, que habían pasado los cargos políticos y religiosos, y que tradicionalmente eran las autoridades elegidas.

 

Las antiguas haciendas fueron convertidas por ley en CAP. En la sierra, siendo las comunidades campesinas la institución más importante por el número de personas que albergaban, se creó una nueva forma asociativa que combinaba la cooperativización de las haciendas como CAP y su unión con algunas comunidades campesinas de su alrededor, creando las Sociedades Agrícolas de Interés Social (SAIS). Se pretendía así evitar la parcelación de los latifundios al mismo tiempo que se daba participación a las comunidades en la distribución de los excedentes creados por las SAIS. En buena medida, esta participación en las utilidades era una especie de indemnización por renunciar a las tierras que las haciendas les habían arrebatado y que reivindicaban desde tiempo atrás. Como veremos, se trataba de un modelo que no recogía la demanda fundamental del campesinado serrano, cuya bandera fundamental era la parcelación de las haciendas y la entrega de las tierras a los productores en propiedad privada.

 

El modelo estaba destinado al fracaso antes de empezar debido a la incomprensión de sus creadores acerca de la naturaleza del agro y de las propias cooperativas. La moderna cooperativa es hija del capitalismo industrial, nacida en 1844, en el seno de una empresa textil en Rochdale (Inglaterra), en medio de la Revolución industrial. La asociación de los trabajadores en la producción no es creada por el cooperativismo, sino que es su premisa. La cooperativa es creada por la organización industrial del trabajo, caracterizada por un modelo de organización basado en la división del trabajo en tareas simples que son asignadas a trabajadores individuales y cuyo resultado luego es ensamblado en un todo orgánico superior (la empresa). Las cooperativas de producción aprovechan este modelo organizativo que las precede históricamente socializando la distribución del excedente económico creado por la empresa (vía el reemplazo del propietario por una asamblea de trabajadores con órganos de administración y vigilancia), pero son incapaces de socializar la producción, una tarea que corresponde a la organización capitalista del trabajo.

 

Allí donde imperaban relaciones precapitalistas de producción, como sucedía en buena parte de la sierra peruana, no existían las premisas históricas para la constitución de las cooperativas de producción. Crearlas por decreto no las iba a hacer económicamente viables. Por eso las únicas CAP que realmente llegaron a funcionar en el país fueron aquellas que se organizaron sobre la base de las haciendas capitalistas modernas, como los complejos agroindustriales del norte y algunas de las negociaciones ganaderas de las sierra central, donde imperaba el trabajo asalariado, la división social del trabajo y su ensamble en un todo orgánico en el que las tareas simples que cada uno realizaba adquirían sentido. Allí bastaba reemplazar al hacendado por una asamblea de los socios con sus órganos de gobierno y todo el resto de la estructura productiva se mantenía igual, y podía continuar funcionando. En cambio, las CAP creadas a base de las haciendas serranas tradicionales nunca funcionaron realmente, y solo existieron en el papel. La razón es simple: estas se basaban en relaciones precapitalistas de producción: la extracción del excedente económico mediante la apropiación de una renta, ya fuera en trabajo, en productos o en dinero, a través de relaciones de sujeción servil. Pero organizativamente no existía una asociación de productores, sino unidades productivas independientes: las unidades familiares campesinas, cuyo proceso productivo no estaba centralizado, sino que dependía de los jefes de familia titulares de la parcela, produciendo independientemente unos de otros. No existían, pues, las bases organizativas para poner en marcha el cooperativismo de producción, y el modelo no funcionó.

 

El descontento campesino por las modalidades organizativas que se pretendía imponerles se terminó mezclando con las demandas por acelerar la entrega de las tierras. En la costa hubo terratenientes que intentaron burlar la ley recurriendo a las parcelaciones por iniciativa privada: el fraccionamiento ficticio de los fundos en varias unidades de menor tamaño por los propietarios para ponerlos por debajo del límite de inexpropiabilidad. La lucha de los campesinos de la hacienda Huando obligó al Gobierno a bajar el margen de expropiabilidad para cerrar el paso a estas maniobras. En la sierra de Apurímac y Andahuaylas, los campesinos comuneros se alzaron exigiendo la expropiación de las tierras, que venía siendo burlada por los hacendados y sus agentes en el aparato gubernamental. Hubo una severa represión, pero finalmente el Gobierno terminó acogiendo las demandas de los campesinos.

 

Más tardíamente se crearon las Empresas de Propiedad Social (EPS), que pretendían crear un modelo empresarial que plasmara la definición de “ni capitalista ni comunista” con que se autodefinía el socialismo de los militares velasquistas.

 

Las EPS no tuvieron éxito principalmente porque para los campesinos representaban la incertidumbre, en un momento en que el proceso velasquista estaba atravesado por crecientes tensiones, que culminaron con el golpe militar que derrocó a Velasco Alvarado en agosto de 1975 y virtualmente terminó con la reforma agraria (véase cuadro 14).

 

Una profunda contradicción se produjo en el interior de las SAIS entre los exfeudatarios de las haciendas, ahora miembros de las CAP, y los campesinos de las comunidades que las circundaban. Los primeros estaban interesados en el mantenimiento de la unidad territorial de las exhaciendas, ya que esto les permitía usufructuar las tierras anteriormente en manos de los hacendados, pero impedía a los campesinos comuneros recuperar esas tierras, que en muchos casos les habían sido sustraídas por la expansión de los latifundios, y que venían tratando de reivindicar desde largo tiempo atrás. Por otra parte, los cooperativistas se resentían de tener que compartir sus utilidades con comunidades que no habían participado en la producción de esos excedentes. Tampoco los comuneros estaban contentos, primero, porque los excedentes eran escasos —si es que existían—,4  y no iban a las unidades familiares campesinas, sino a las comunidades, como un fondo de inversión en proyectos sociales, y se les escamoteaba su reivindicación fundamental: el acceso a las tierras de las exhaciendas.

 

Al final, todos tenían motivos de descontento.

A esto se sumó otro gran problema: la tierra alcanzó apenas para alrededor de 20% de los potenciales beneficiarios. Quedó, pues, excluida de la reforma la mayoría del campesinado, que solo podía migrar o vivir de la venta de su fuerza de trabajo a las nuevas unidades asociativas, de la misma manera como antes la habían vendido a las haciendas. Los conflictos y tensiones entre los socios de las CAP y SAIS y los trabajadores eventuales —que veían a aquellos como los nuevos patrones— tenían como base un hecho real: en muchos casos los excolonos de las haciendas, ahora socios cooperativistas, terminaban haciendo recaer el esfuerzo productivo sobre los eventuales (Burenius 2001, Mayer 2011).

 

La burocracia encargada de administrar las unidades asociativas contribuyó a reforzar una imagen negativa de la reforma agraria entre el campesinado. El Gobierno decidió mantener a una significativa parte de los técnicos que laboraron en las antiguas haciendas como una manera de aprovechar su experiencia administrativa. Pero muchos de estos técnicos tenían conflictos con los trabajadores desde antes y una actitud frente al campesinado indígena que tenía poco que ver con lo que eran los propósitos de la reforma agraria. Los funcionarios superiores optaron por rotarlos de una hacienda a otra, para evitar roces, pero por supuesto que esto no cambió su mentalidad. Con el tiempo empezó a formarse una élite que defendía intereses particulares, en muchos casos en asociación con dirigencias campesinas corruptas, propiciándose los malos manejos empresariales. Esta élite sería la más tenaz opositora a los intentos de realizar una parcelación de la tierra, como lo demandaban los campesinos. Esto alimentó el sentimiento de que en realidad se había cambiado de patrones, pero no había habido una transformación de fondo. Esta situación provocaría una situación de intensa agitación campesina y nuevas oleadas de invasiones durante la década de 1980, esta vez dirigidas a acabar con las unidades asociativas creadas por la reforma agraria.

 

Otra fuente de contradicciones fue la diferente dotación que recibieron los beneficiarios en las distintas regiones. Las tierras adjudicadas estaban constituidas en 66% por pastos naturales, ubicados casi en su totalidad en las zonas más elevadas de la región andina, a alturas que estaban por encima de los 3500 metros sobre el nivel del mar, mientras que las tierras de regadío constituían apenas el 8%, y se situaban casi en su totalidad en la costa y en una pequeña proporción en los pequeños valles interandinos. Las 12 cooperativas agroindustriales costeñas concentraban el 24% de las tierras irrigadas del país.

 

Esto otorgaba una diferente potencialidad a las empresas, que dependía no solo de la magnitud de las tierras que poseían, sino de su aptitud agrícola y sus posibilidades de explotación intensiva. Las empresas tampoco tenían la misma capacidad de absorción de mano de obra, siendo esta muy limitada en las SAIS debido a que la ganadería, su actividad básica, demanda poca mano de obra.

 

Las empresas costeñas en cambio poseían las mejores tierras y disponían de alta tecnología y acceso a los mercados más importantes del país y del extranjero (Martínez Arellano 1980: 107-108).

 

La distinta capitalización de las haciendas expropiadas y la diferente calidad de las tierras adjudicadas contribuían a agudizar aún más las diferencias, como puede verse en el cuadro 14, correspondiente a las adjudicaciones realizadas entre 1969 y 1975. Del valor de las adjudicaciones (tierras, ganado, instalaciones, maquinaria y herramientas), que ascendía a 9.676.027.000 de soles, 81% fue entregado a las CAP, el 14% a las SAIS, el 4% a los grupos campesinos y apenas el 1% restante a las comunidades. Esto muestra la marginalidad del campesinado indígena y, por otra parte, la inferior importancia económica de las SAIS con relación a las CAP, a pesar de que concentraban el 43% de las tierras adjudicadas, y el gran peso de las CAP agroindustriales, que concentraban el 38% del valor de las adjudicaciones, a pesar de reunir apenas el 2% del total de la tierras adjudicadas y agrupar solo al 12% de las familias beneficiarías, colocando a sus miembros en una situación de privilegio. En el otro extremo, las comunidades campesinas concentraban el 19% del total de familias beneficiarias, pero recibieron únicamente el 4% del valor de las adjudicaciones.

 

La diferenciación existente se observa más claramente al examinarse la distribución del valor de las adjudicaciones y los promedios por familia según modalidad y ubicación regional (cuadro 14). El 38% del valor de todas las adjudicaciones fue otorgado a las CAP agroindustriales costeñas, seguidas por las otras CAP de la misma región con 37%, mientras que las empresas serranas recibían apenas el 19%. Esto se tradujo en una diferente distribución de utilidades: las de las cooperativas agroindustriales ascendían a 135.000 soles, las otras cooperativas costeñas alcanzaban un promedio de 88.000 soles, mientras que a las cooperativas serranas les tocaba apenas 18.000 soles y a las SAIS, también serranas, 23.000 soles. Todo esto producía diferentes niveles de ingresos y condiciones de vida para los trabajadores y de disponibilidad de recursos (tierra, capital, tecnología) para las empresas.

 

BioNota del Editor

El Compendio de Historia Económica del Perú comprende cinco tomos correspondientes respectivamente a los períodos prehispánico, colonial temprano, colonial tardío, siglo XIX y siglo XX. Representa un esfuerzo del Banco Central de Reserva del Perú y del Instituto de Estudios Peruanos por poner al alcance de la comunidad científica y del público en general, los avances más relevantes en el conocimiento de los procesos de producción, comercialización y consumo en el Perú a lo largo de sus distintas épocas

 

Aquí el enlace al Tomo 5 La Economía Peruana entre la gran depresión y el reformismo militar 1930/1980

 

https://www.bcrp.gob.pe/docs/Publicaciones/libros/historia/5-gran-depresion-y-reformismo-militar.pdf

 

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CALENDARIO AGROECOLOGICO 2023

 

Enero

* Domingo 1 de enero: Año Nuevo. Feriado

* Domingo 22 enero: Año Nuevo Chino. El Año del Conejo de agua comienza el domingo 22 de enero de 2023 y termina el viernes 9 de febrero de 2024, de acuerdo al horóscopo chino.

Febrero

*  2 febrero, Día Internacional de Los Humedales

* 14 febrero, San Valentín Día de la Amistad

* de febrero, BIO FACH 2021, Nuremberg, Alemania. La BioFach-Alemania, es la más antigua y principal feria internacional de productos ecológicos

Marzo

* 8 marzo, Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional

* 15 marzo, Día Mundial del Consumidor.

* 22 marzo, Día Mundial del Agua

* 24 marzo, Día de Creación del Grupo WIE Perú del IEEE

ABRIL

* 1 abril, Día Mundial de la Educación

* Jueves 6 de abril: Jueves Santo. Feriado

* Viernes 7 de abril: Viernes Santo. Feriado

* 7 abril, Día Mundial de la Salud

* Domingo 9 de abril: Domingo de Resurrección. Feriado

* 11 abril, Día del Niño

* 22 abril, Día Mundial de la Tierra

MAYO

* Lunes 1 de mayo: Día del Trabajo. Feriado

* domingo 8 mayo, Día de la Madre

* 22 mayo, Día Mundial de la Diversidad Biológica

* 27 mayo, Día del Idioma Nativo, el Quechua

* 30 mayo, Día Nacional de la Papa

* 31 mayo, Día del NO Fumador; Reflexión sobre los desastres naturales

JUNIO

* 5 junio, Día Mundial del Medio Ambiente

* domingo 18 junio, Día del Padre

* 21 junio, Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía

* 24 junio, Día del Campesino, Inti Raymi, feriado

* Jueves 29 de junio: San Pedro y San Pablo. Feriado

* 30 de Junio, día nacional de los granos andinos: quinua, kañiwa, kiwicha, tarwi.

JULIO

* 6 julio, Día del Maestro,

* 11 julio, Día Mundial de la Población

* Viernes 28 de julio: Fiestas Patrias. Feriado

* Sábado 29 de julio: Fiestas Patrias. Feriado

AGOSTO

* Domingo 6 agosto, Batalla de Junín

* 9 agosto, Día Internacional de las Poblaciones Indígenas.

* 12 agosto, Día Internacional de la Juventud

* 19 de agosto (1989-2023) Trigésimo tercer (34) aniversario RAE Perú

* 22 agosto, Día Mundial del Folklore

* Miércoles 30 de agosto: Santa Rosa de Lima. Feriado.

SETIEMBRE

* 1 setiembre, Día del Árbol

* 12 setiembre, noveno aniversario de la Red de Ferias y Mercados Ecológicos

* 16 setiembre, Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono

* 21 setiembre, Día Internacional de la Paz.

* 23 setiembre, Día de la Juventud y la Primavera.

OCTUBRE

* Domingo 8 de octubre: Combate Naval de Angamos. Feriado

* 15 octubre, Día Mundial de la Mujer Rural

* 16 octubre, Día Mundial de la Alimentación

* 19 octubre, (2007-2023) Décimo sexto aniversario de la Plataforma PERÚ País LIBRE DE TRANSGÉNICOS

* 29 octubre, (2004-2023) décimo noveno aniversario de la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético

NOVIEMBRE

* Miércoles 1 de noviembre: Día de todos los Santos. Feriado

* 7 noviembre, (2002-2023) vigésimo primer aniversario del Comité de Consumidores Ecológicos

* 10 noviembre, Día del Libro

* 17 noviembre, (1998–2023) Aniversario 25 del Grupo EcoLógica Perú

* 20 noviembre, Día Universal de los Derechos del Niño

* 25 noviembre, Día Internacional de la NO Violencia contra la Mujer

* 29 noviembre, (1978-2023) el Centro IDEAS celebra su 45 aniversario

DICIEMBRE

* 1 diciembre, Día de la Prevención del SIDA

* 3 diciembre, Día Internacional del No Uso de Agroquímicos.

* 3 diciembre, Día nacional de la promoción de la Agricultura Ecológica.

* 6 diciembre, (1999-2023) Vigésimo cuarto Aniversario de la BioFeria de Miraflores.

* Viernes 8 de diciembre: Inmaculada Concepción. Feriado

* Sábado 9 de diciembre: Batalla de Ayacucho. Feriado

* 10 diciembre, Día de la Declaración de los Derechos Humanos

* 14 diciembre, día del Cooperativismo Peruano

* Lunes 25 de diciembre: Navidad. Feriado

* Lunes 1 de enero 2023, feriado

 

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BIOCOMPARTIENDO # 07 - 2023

¡Por una vida sana y feliz, libre de transgénicos cancerígenos!

 

Martes 4 de julio de 2023

 

Editor: Fernando Alvarado de la Fuente

 

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