Respuesta a la profe Lusitania. Ningún hecho, al margen de la sociedad que lo juzga, es en sí mismo moral o inmoral.

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Eulogio Silverio

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Oct 1, 2012, 3:42:26 PM10/1/12
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Ningún hecho, al margen de la sociedad que lo juzga, es en sí mismo moral o inmoral.

Prof. Lusitania Martínez

 "Una  relación   amorosa,  haya  o  no  consentimiento  y   amor,   donde   prime   el  "poder"  de  cualquier  tipo  y/o   los  intereses   espurios  de   una   persona,   sobre  otra,  que  está  en  desventaja,  no  es  una   relación  ética,  no  importa   que  sea   o  no  aceptado   individualmente   o  por  la  colectividad."

Prof. E. Silverio

Si hemos concluido, al igual que Emmanuel Kant, que la moral debe fundarse en una razón metafísica apartada de toda experiencia social e histórica, entonces el juicio de la profe Lusitania sería incuestionable, sin embargo, como amante del saber, estamos obligados a reconocer que resulta poco menos que imposible hablar de valores morales al margen de la sociedad que los crea y los sustenta, por cuanto todo valor social está cimentado sobre una plataforma ideológica.

En consecuencia, si todos los valores morales son un producto ideológico, resulta inevitable concluir que tal y como afirmaba Nietzsche, no existe ningún hecho que en sí mismo sea bueno ni malo.

¿Puede la conciencia moral aconsejarnos hacer cosas malas?

A propósito de esta afirmación, cierto día me llamó el profesor Máximo Castillo desde Higuey para que le ayudara a responder una pregunta que le había formulado su hija de seis años. Ella le preguntó que si la conciencia podría aconsejarle hacer cosas malas.

La conciencia moral siempre nos aconseja hacer lo que es correcto.

De entrada respondí que no era posible que la conciencia moral nos aconsejara tal cosa, pues ella nos advierte siempre sobre lo que está bien y sobre lo que está mal. La explicación que ofrecí al profesor fue correcta y suficiente para satisfacer la curiosidad de su hija. Sin embargo, siempre estuve consciente de que esta respuesta dejaba muchas interrogantes sin resolver. En primer lugar tendríamos que definir los términos implicados en la pregunta de la hija del profesor, por ejemplo que debemos entender por conciencia moral, cómo se forma nuestra conciencia moral, qué es el bien, qué es el mal, mediante que mecanismo determina nuestra conciencia lo que está bien o lo que está mal.

 

Los que volaron la Torres Gemelas estaban convencidos de que hacían el bien.

Un hecho que podría ayudarnos en la comprensión de estas interrogantes, es la situación que nos presentan los individuos que volaron la Torres Gemelas, pues muchos se han preguntado si ellos no habrán recibido un llamado de advertencia de su conciencia alertándole que estaban a punto de cometer un acto malvado.

Sé que muchos se conformarán con la respuesta más simplista de todas y se dirán a sí mismos, es que esos tipos son locos, hacen eso porque creen en un Dios raro, un tal lalá y nosotros no somos como esos demonios, nosotros creemos en un Dios de amor y verdad.

Algunos dirán que esos tipos tenían apagada la conciencia moral, o que estaban bajo los efectos de alguna droga. Otros naturalmente concluirán que su conciencia les aconsejó no hacer el mal y ellos no le hicieron caso, como ocurre frecuentemente con nosotros, que recibimos el reporte sobre lo perjudicial de un hecho y sin embargo, decidimos no hacerle caso.

 

La conciencia moral es socialmente construida.

Para muchos podría resultar sorprendente y aventurado que nos atrevamos a afirmar que la conciencia moral de esos sujetos estaba activa y les aconsejó realizar dicha acción por entenderla correcta, necesaria y justificada, esto así, porque sencillamente la conciencia es socialmente construida.

 

Es como dice Sartre, "la conciencia es siempre conciencia de algo".

Al ser humano desde temprana edad, cada cultura, le condiciona para repudiar algunos hechos a los que ha convenido en llamar malos y para desear otros a los que ha convenido en llamar buenos. De ahí la afirmación de Nietzsche de que no existen hechos morales, que existen hechos a los que se les atribuye contenido moral.

 

Las ejecuciones en EE.UU y los fusilamientos en Cuba.

 A propósito de esta afirmación de Nietzsche, en los años noventas ejecutaron en los EE.UU  a un dominicano por haber dado muerte a un agente del FBI y a una anciana. En esos días participamos de los debates del momento en torno al caso. Muchos argumentábamos  que resultaba absurdo que la colectividad, representada en sus instituciones judiciales, se empeñara en castigar un crimen cometido por un individuo realizando otro similar al que pretendía sancionar.

Personalmente nunca encontré razones  suficientes para esta ejecución, porque me parecía que era el sistema capitalista que había deformado a ese sujeto convirtiéndole en delincuente.  Sin embargo, tiempo después, Cuba se disponía a ejecutar al general Ochoa y a los hermanos la Guardia acusados de narcotráfico. Pero en esta ocasión mi conciencia estaba totalmente de acuerdo con las ejecuciones.

El mismo hecho en dos culturas distintas.

Emile Durkheim tenía toda la razón cuando afirmó que no lo condenamos porque es inmoral, es inmoral porque lo condenamos. Circula en internet un documental de la National Geografy titulado muy joven para casarse, donde se documenta el caso de un señor de aproximadamente 45 años, musulmán, casado con una niña de 8, que tomó notoriedad a nivel mundial cuando un grupo de activistas que defienden los derechos de los niños, niñas y adolecentes denunciaron su caso e intentaron deshacer ese matrimonio a través de un recurso legal.

Lo llamativo de este caso es que el señor supra indicado, se presentó a los tribunales acompañado incluso de sus familiares más cercanos a defender la legitimidad legal y moral de su matrimonio.

 

¿Está loco el que defiende el matrimonio de una niña de 8 años con un hombre 45?

A primera vista deberíamos pensar  que este hombre mínimamente debe estar loco al defender públicamente una relación tan absurda. Sin embargo, el cientista social no puede partir de esta premisa si desea comprender el fenómeno, porque  tendrían que llegar a la conclusión obligatoria de que también la familia del hombre, los jueces que conocieron su  caso y declararon valido y legitimo el matrimonio, también lo están, al igual que la sociedad donde este sujeto convive maritalmente con esta menor sin que este hecho hiera su conciencia lo suficientemente hasta llegar el punto de que se presenten en su casa con piedras y palos para quitársela por la fuerza, como de seguro ocurriría aquí.

Occidente cree ser portador de la verdad absoluta en materia política, moral y religiosa.

Sé que en este momento, nosotros los occidentales que nos auto proclamamos dueños del logo y de la razón, amos de la palabra y portadores de la verdad absoluta estamos convencidos de que hablamos de cultura que viven en un estado semisalvaje y que por esas circunstancias desafortunadas no pueden ver las cosas con la claridad con la que la vemos nosotros.

 

Elementos socioculturales, religiosos y políticos que formaron la conciencia moral del individuo.

Dice Aristóteles que aquel que puede vivir solo es un salvaje o es un dios, la humanidad se construye frente a ese maldito otro que nos amenaza, que nos impone cosas, que nos obliga a ser máscara, que nos roba la libertad. Es poco probable que el individuo promedio escape de la influencia que le impone su cultura en la formación de su conciencia moral y religiosa. De modo que resulta comprensible que un individuo adulto formado en estos valores, no encuentre nada inmoral casarse con una niña de 8 años, sobre todo cuando Mahoma, el profeta, la figura más influyente de su cultura, el modelo de lo que debe ser se casó con Aischa cuando ésta tenía apenas seis años y consumó el matrimonio cuando cumplió nueve.

 

Frente a este hecho me surgen varias interrogantes. La primera está dirigida a los psicólogos, ¿la relación de matrimonio que se establecen en esta cultura entre un adulto masculino y una niña, necesariamente traumatiza a la menor?, la segunda está dirigida a sociólogos, antropólogos y filósofos, ¿el individuo que se ha formado en estos valores, está  en capacidad de darse cuenta por sí mismo, sin apelar a los valores de otras culturas que la acción que realiza es inmoral?

 

Es por esa razón que recurrimos al realismo sociológico de Emile Durkheim para entender que la sanción moral o legal contra un hecho social se produce cuando el individuo o los individuos que lo padecen logran la solidaridad del conglomerado, no porque necesariamente el hecho sea malo o bueno en sí mismo. 

Tratemos de imaginar lo que ocurriría en nuestros días en una sociedad como la nuestra altamente influenciada por el sentimiento religioso cristiano, si el señor Jesús se hubiera casado con una niña de seis años, tal y como ocurrió con Don Mahoma. No tenemos que ser magos ni poseer una bola de cristal para ver a sacerdotes y pastores de todas las denominaciones en iglesias, parques y solares vardió predicando en alta voz que resulta bueno y beneficioso elegir la esposa cuando estas tienen tres o cuatro años, porque la sabiduría de Dios es mayor que la nuestra y él se casó con una de seis años.
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