Ningún hecho, al margen de la sociedad que lo juzga, es en sí mismo moral o inmoral. |
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Prof. Eulogio Silverio |
Prof. Lusitania Martínez
"Una relación amorosa, haya o no consentimiento y amor,
donde prime el "poder" de cualquier tipo y/o los intereses
espurios de una persona, sobre otra, que está en
desventaja, no es una relación ética, no importa que sea o
no aceptado individualmente o por la colectividad."
Prof. E. Silverio
Si hemos concluido, al igual que Emmanuel Kant, que la moral debe
fundarse en una razón metafísica apartada de toda experiencia social e
histórica, entonces el juicio de la profe Lusitania sería
incuestionable, sin embargo, como amante del saber, estamos obligados a
reconocer que resulta poco menos que imposible hablar de valores morales
al margen de la sociedad que los crea y los sustenta, por cuanto todo
valor social está cimentado sobre una plataforma ideológica.
En consecuencia, si todos los valores morales son un producto
ideológico, resulta inevitable concluir que tal y como afirmaba
Nietzsche, no existe ningún hecho que en sí mismo sea bueno ni malo.
¿Puede la conciencia moral aconsejarnos hacer cosas malas?
A propósito de esta afirmación, cierto día me llamó el profesor Máximo Castillo desde Higuey para que le ayudara a responder una pregunta que le había formulado su hija de seis años. Ella le preguntó que si la conciencia podría aconsejarle hacer cosas malas.
La conciencia moral siempre nos aconseja hacer lo que es correcto.
De entrada respondí que no era posible que la conciencia moral nos
aconsejara tal cosa, pues ella nos advierte siempre sobre lo que está
bien y sobre lo que está mal. La explicación que ofrecí al profesor fue
correcta y suficiente para satisfacer la curiosidad de su hija. Sin
embargo, siempre estuve consciente de que esta respuesta dejaba muchas
interrogantes sin resolver. En primer lugar tendríamos que definir los
términos implicados en la pregunta de la hija del profesor, por ejemplo
que debemos entender por conciencia moral, cómo se forma nuestra
conciencia moral, qué es el bien, qué es el mal, mediante que mecanismo
determina nuestra conciencia lo que está bien o lo que está mal.
Los que volaron la Torres Gemelas estaban convencidos de que hacían el bien.
Un hecho que podría ayudarnos en la comprensión de estas
interrogantes, es la situación que nos presentan los individuos que
volaron la Torres Gemelas, pues muchos se han preguntado si ellos no
habrán recibido un llamado de advertencia de su conciencia alertándole
que estaban a punto de cometer un acto malvado.
Sé que muchos se conformarán con la respuesta más simplista de todas y
se dirán a sí mismos, es que esos tipos son locos, hacen eso porque
creen en un Dios raro, un tal lalá y nosotros no somos como esos
demonios, nosotros creemos en un Dios de amor y verdad.
Algunos dirán que esos tipos tenían apagada la conciencia moral, o que
estaban bajo los efectos de alguna droga. Otros naturalmente concluirán
que su conciencia les aconsejó no hacer el mal y ellos no le hicieron
caso, como ocurre frecuentemente con nosotros, que recibimos el reporte
sobre lo perjudicial de un hecho y sin embargo, decidimos no hacerle
caso.
La conciencia moral es socialmente construida.
Para muchos podría resultar sorprendente y aventurado que nos atrevamos a
afirmar que la conciencia moral de esos sujetos estaba activa y les
aconsejó realizar dicha acción por entenderla correcta, necesaria y
justificada, esto así, porque sencillamente la conciencia es socialmente
construida.
Es como dice Sartre, "la conciencia es siempre conciencia de algo".
Al ser humano desde temprana edad, cada cultura, le condiciona
para repudiar algunos hechos a los que ha convenido en llamar malos y
para desear otros a los que ha convenido en llamar buenos. De ahí la
afirmación de Nietzsche de que no existen hechos morales, que existen
hechos a los que se les atribuye contenido moral.
Las ejecuciones en EE.UU y los fusilamientos en Cuba.
A propósito de esta afirmación de Nietzsche, en los años
noventas ejecutaron en los EE.UU a un dominicano por haber dado muerte a
un agente del FBI y a una anciana. En esos días participamos de los
debates del momento en torno al caso. Muchos argumentábamos que
resultaba absurdo que la colectividad, representada en sus instituciones
judiciales, se empeñara en castigar un crimen cometido por un individuo
realizando otro similar al que pretendía sancionar.
Personalmente nunca encontré razones suficientes para esta ejecución,
porque me parecía que era el sistema capitalista que había deformado a
ese sujeto convirtiéndole en delincuente. Sin embargo, tiempo después,
Cuba se disponía a ejecutar al general Ochoa y a los hermanos la Guardia
acusados de narcotráfico. Pero en esta ocasión mi conciencia estaba
totalmente de acuerdo con las ejecuciones.
El mismo hecho en dos culturas distintas.
Emile Durkheim tenía toda la razón cuando afirmó que no lo
condenamos porque es inmoral, es inmoral porque lo condenamos. Circula
en internet un documental de la National Geografy titulado muy joven
para casarse, donde se documenta el caso de un señor de aproximadamente
45 años, musulmán, casado con una niña de 8, que tomó notoriedad a nivel
mundial cuando un grupo de activistas que defienden los derechos de los
niños, niñas y adolecentes denunciaron su caso e intentaron deshacer
ese matrimonio a través de un recurso legal.
Lo llamativo de este caso es que el señor supra indicado, se presentó a
los tribunales acompañado incluso de sus familiares más cercanos a
defender la legitimidad legal y moral de su matrimonio.
¿Está loco el que defiende el matrimonio de una niña de 8 años con un hombre 45?
A primera vista deberíamos pensar que este hombre mínimamente
debe estar loco al defender públicamente una relación tan absurda. Sin
embargo, el cientista social no puede partir de esta premisa si desea
comprender el fenómeno, porque tendrían que llegar a la conclusión
obligatoria de que también la familia del hombre, los jueces que
conocieron su caso y declararon valido y legitimo el matrimonio,
también lo están, al igual que la sociedad donde este sujeto convive
maritalmente con esta menor sin que este hecho hiera su conciencia lo
suficientemente hasta llegar el punto de que se presenten en su casa con
piedras y palos para quitársela por la fuerza, como de seguro ocurriría
aquí.
Occidente cree ser portador de la verdad absoluta en materia política, moral y religiosa.
Sé que en este momento, nosotros los occidentales que nos auto
proclamamos dueños del logo y de la razón, amos de la palabra y
portadores de la verdad absoluta estamos convencidos de que hablamos de
cultura que viven en un estado semisalvaje y que por esas circunstancias
desafortunadas no pueden ver las cosas con la claridad con la que la
vemos nosotros.
Elementos socioculturales, religiosos y políticos que formaron la conciencia moral del individuo.
Dice Aristóteles que aquel que puede vivir solo es un salvaje o
es un dios, la humanidad se construye frente a ese maldito otro que nos
amenaza, que nos impone cosas, que nos obliga a ser máscara, que nos
roba la libertad. Es poco probable que el individuo promedio escape de
la influencia que le impone su cultura en la formación de su conciencia
moral y religiosa. De modo que resulta comprensible que un individuo
adulto formado en estos valores, no encuentre nada inmoral casarse con
una niña de 8 años, sobre todo cuando Mahoma, el profeta, la figura más
influyente de su cultura, el modelo de lo que debe ser se casó con
Aischa cuando ésta tenía apenas seis años y consumó el matrimonio cuando
cumplió nueve.
Frente a este hecho me surgen varias interrogantes.
La primera está dirigida a los
psicólogos, ¿la relación de matrimonio que se establecen en esta cultura
entre un adulto masculino y una niña, necesariamente traumatiza a la
menor?, la segunda está dirigida a sociólogos, antropólogos y filósofos,
¿el individuo que se ha formado en estos valores, está en capacidad de
darse cuenta por sí mismo, sin apelar a los valores de otras culturas
que la acción que realiza es inmoral?
Es por esa razón que recurrimos al realismo sociológico de Emile
Durkheim para entender que la sanción moral o legal contra un hecho
social se produce cuando el individuo o los individuos que lo padecen
logran la solidaridad del conglomerado, no porque necesariamente el
hecho sea malo o bueno en sí mismo.
Tratemos de imaginar lo que ocurriría en nuestros días en una sociedad
como la nuestra altamente influenciada por el sentimiento religioso
cristiano, si el señor Jesús se hubiera casado con una niña de seis
años, tal y como ocurrió con Don Mahoma. No tenemos que ser magos ni
poseer una bola de cristal para ver a sacerdotes y pastores de todas las
denominaciones en iglesias, parques y solares vardió predicando en alta
voz que resulta bueno y beneficioso elegir la esposa cuando estas
tienen tres o cuatro años, porque la sabiduría de Dios es mayor que la
nuestra y él se casó con una de seis años.
Fuente: www.generationova.com