ELABORACION DE UN PROYECTO SOCIAL IMPULSADO DESDE LA ETICA PROFESIONAL.
Maestrante:
Prof. Mariyenni Arnaez
El Proyecto es un plan de trabajo que tiene como misión la de prever, orientar y preparar bien el camino de lo que se va a hacer y se entiende por social todo lo que afecta al ser humano y a sus condiciones de vida, desde esa perspectivas la elaboración de proyectos sociales nace como consecuencia del deseo de mejorar la realidad en la que vivimos, por eso es muy importante señalar cuál es la finalidad de las acciones que realizamos con las comunidades con las que trabajamos, ya que en ello existe una mejora en cuanto a que el hecho de planificar una determinada acción hace que se propicie el cambio y la mejora de esa realidad. Uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es la falta de reflexión, ya que el hombre en la actualidad se encuentra devorado por la vorágine del hacer, olvidándose de pensar lo que está haciendo.
¿HACIA DÓNDE SE ORIENTAN LOS PROYECTOS?
Los Proyectos Sociales se orientan a la resolución de problemas, con el fin de intentar satisfacer las necesidades básicas del individuo. Existe una cierta relación entre la fragilidad y la carencia, por un lado, y la responsabilidad por el otro. La responsabilidad en un gerente social se acrecienta al mismo tiempo que crece el poder que engendra una fragilidad complementaria. Los Proyectos Sociales intentan siempre resolver una carencia, una necesidad y miran siempre al futuro que intentan mejorar.
Podrían clasificarse de acuerdo a cómo intentan satisfacer la necesidad. Según Forni, destacan los siguientes:
ü Los que apuntan a la satisfacción directa de una determinada carencia en base a estándares sociales.
ü Los que facilitan indirectamente la satisfacción de una necesidad especial.
ü Los que introducen nuevos sistemas productivos para mejorar situaciones sociales.
ü Los que afectan a situaciones que se apartan de una normalidad socialmente definida.
ü Los que apuntan a introducir tecnologías organizativas para producir cambios en las situaciones sociales.
La elaboración de proyectos implica sistematizar, es decir, construir un sistema para lograr una ordenación. Implica jerarquizar y articular una serie de hechos, de objetos o de ideas, aparentemente dispersos para poder comprender e interpretarlos mejor. Implica, también, la reflexión autocrítica que nos ayude a planificar acciones con el fin de lograr una mayor calidad en nuestros trabajos. El proyecto Social, tiene siempre la intención clara de alcanzar aquello que se pretende con la mayor eficacia y calidad.
La filosofía bajo la cual se enmarca la Gerencia social ha venido ajustándose a la dinámica de los cambios de los tiempos actuales, asimismo, la percepción sobre esa área profesional ha cambiado en estos primeros años del siglo XXI. Anteriormente, una eficaz y efectiva Gerencia era considerada algo deseable, algo que era importante tener; hoy en día, se reconoce como una combinación de herramientas, de arte y de ciencia, absolutamente necesarias para la supervivencia de las empresas y organizaciones modernas.
Esta intervención moral, profesional y colectiva apunta directamente al comportamiento ético como herramienta de gestión en lo que se constituye como el proyecto de Responsabilidad Social. Señala Vallaeys, F (2003), que no basta con predicar ni con capacitar el razonamiento para generar el juicio moral de los trabajadores; hay que hacer “morada” o “ethos”. Según el autor, el sentido más antiguo de la palabra ética, equivale a vivir, a comportarse habitualmente, tener costumbres y hábitos con los cuales desarrollar una cultura de vida. Precisamente, un gerente debe realizar y ejecutar los proyectos sociales, ubicado dentro de la actual crisis y complejidad mundial, tomando en cuenta que esto implica la develación de las prácticas inadecuadas de la organización
Hay una brecha entre los principios abstractos y sus aplicaciones a las complejas realidades económicas, y hay también otra brecha, más profunda, entre la aceptación de los enunciados y las dinámicas del poder.
El mundo está, pues, lejos de guiarse por principios éticos. Pero antes de que nos rasguemos las vestiduras como país víctima de las grandes potencias, conviene reflexionar en que tampoco dentro de nuestras fronteras los principios éticos están normando el desarrollo nacional. Los mismos fenómenos que obstaculizan la eficacia de una ética universal –las mediaciones entre teoría y práctica y los intereses del poder- frustran entre nosotros las aspiraciones a un desarrollo justo y humano.
En Venezuela cuando se señala la importancia de debatir los problemas de nuestra ética pública, la gente piensa sólo en los comportamientos de los políticos, en la corrupción, los fraudes bancarios o las manipulaciones de los medios de comunicación, pero hay otras cuestiones más profundas y elementales que condicionan la salud moral de una sociedad, me refiero en concreto, a la aceptación en la llamada cultura nacional, de principios éticos básicos como el de la igualdad fundamental de todos los seres humanos.
En este sentido la formulación precisa y concreta de un proyecto exige conjugar armónicamente todos los pasos que nos llevan a la consecución del mismo, tanto la fase de diagnóstico de necesidades, de identificación de objetos, de especificación de actividades, de tiempo de ejecución, como los recursos de que se dispone para llevar a cabo el proyecto. Desde el punto de vista operativo, programar una acción comporta dar respuesta a las siguientes cuestiones:
¿Qué? se quiere hacer Naturaleza del proyecto.
¿POR QUÉ? se quiere hacer Origen y fundamento.
¿PARA QUÉ? se quiere hacer Objetivos.
¿CUÁNTO? se quiere hacer Metas.
¿DÓNDE? se quiere hacer Localización física.
¿CÓMO? se quiere hacer Actividades y tareas a realizar. Metodología.
¿QUIÉNES? lo van a hacer Recursos humanos.
¿CON QUÉ? se va a hacer Recursos materiales.
Nan (2001), mediante un enfoque estructural, identifica al capital social como un activo colectivo que está implícito en las relaciones sociales y que puede ser promovido o restringido por dichas relaciones, según los valores existentes en el colectivo social.
Para Nan el capital social se fundamenta en la premisa que la inversión en capital social genera retornos en términos de un mercado que puede ser económico, político, laboral o comunitario, y que el concepto debe entenderse como un activo social o colectivo y como el capital que se genera a través de las relaciones sociales, por tanto es un activo social en virtud de las conexiones o interrelaciones entre los actores sociales y el acceso a los recursos de la red o grupo del cual ellos son miembros.
Por tanto no es un bien individual, sino un recurso accesible temporalmente sólo mediante nexos directos o indirectos en una red social, lo cual supone la obligación de reciprocidad o compensación. Por el contrario, y más en la perspectiva de este trabajo, Bernardo Kliksberg (2001), destaca los valores de la confianza interpersonal, de la capacidad de asociatividad, de la conciencia cívica y lo valores de la ética, como los componentes claves del concepto de capital social, destaca también, el componente de valores éticos en el capital social, indicando que si dichos valores son positivos en una sociedad ello hará más eficiente dicha sociedad, pero si son negativos minarán las bases de la misma e incrementarán el morbo de la corrupción.
Las condiciones de alta competitividad de los mercados, han generado presiones en las organizaciones para alcanzar el éxito de los proyectos, el cual se ha percibido bajo criterios económicos, de alcance, tiempo, costo y calidad dejando de lado el impacto a largo plazo del proyecto y sus efectos sociales y ambientales. Esta visión a corto plazo y enfocada en criterios de lucro, ha provocado la utilización de prácticas poco éticas que se han traducido en corrupción, violación de la ley y afectaciones negativas a la sociedad, tal como lo exponen Mishra, Dangayach y Mittal (2011) y Kliksberg (2013a).
El éxito de un proyecto social depende de la aplicación de técnicas y herramientas, adecuadas y del apoyo de la alta dirección de la organización que acomete el proyecto. El gerente debe dar un vuelco, debido a que en la realidad del país obliga a que los directores de proyectos además de ser personas bien educadas y con habilidades de gestión sean capaces de debatir las cuestiones éticas propias de su campo profesional. El gerente social debe ser competente tanto para aplicar todas las herramientas de gestión a disposición para culminar exitosamente un proyecto, como para explicar su punto de vista ético frente a la toma de decisiones durante el ciclo de vida del proyecto.
Los gobiernos deben generar leyes firmes y sanciones drásticas que desalienten las practicas anti éticas, además crear políticas públicas encaminadas a eliminar las condiciones de desigualdad, de pobreza, de discriminación y de falta de educación, de esta forma se eliminan causas de grandes problemas sociales como la corrupción.
Referencia:
Bueno, E. (1998). "El Capital Intangible Como Clave Estratégica en la Competencia Actual". Boletín de Estudios Económicos, Vol. LIII, Nº 164, Agosto. pp. 207-229.
Kliksberg, Bernardo. 2013b. Ética para empresarios. Ediciones ética y economía. Argentina. 2013. 254 p.