La prueba esencial para decir que toda especie desciende de una
primera surgida al azar, es el parecido entre todas las secuencias
proteicas. No se dice que son cientos de miles de proteínas vitales,
dentro de una estructura genética fundamentada en sólo cuatro bases
nitrogenadas, que, hábilmente combinadas, crea millones de entidades.
Es imposible que bajo este ‘diseño’, los metabolismos pudieran
diferenciarse más de lo que lo hacen.
¿Algún científico ha podido hacer las síntesis de ADN más variadas,
desde bacteria a elefante o desde lechuga a la gigantesca secuoya,
usando solo Adenosina, Timina Guanina y Citosina? En verdad, lo que se
demuestra es que resulta imprescindible un programa muy inteligente
para lograr algo tan extraordinario. Dios actuó magistralmente en su
Creación. ¿Cómo es posible hallar grandes diferencias en las síntesis,
si usó solo 4 bases nitrogenadas para conformar las miles de millones
de instrucciones para la vida?
Mezclando solo 4 letras, se ‘codifica’ cada receta para crear,
desarrollar y mantener, los millones de especies existentes en el
planeta. ¡Si algo demuestra el ADN, es la Sabiduría y la Ciencia del
Creador! Razonemos, pues a diferencia de los monos, tenemos cerebro y
neuronas para algo más que para las ensoñaciones de ranas
convirtiéndose en Príncipes.
Pese a la gran diversidad biológica, hay algo más en común que los
elementos químicos esenciales: macromoléculas como proteínas,
carbohidratos, lípidos y ácidos nucleicos. La similitud del código
ADN, está en todos los genomas; cada proceso de transcripción,
traducción y elaboración de proteínas, es básicamente el mismo en todo
ser vivo.
Si un simio es el ente de mayor analogía física con el humano, ¿cómo
no pensar que forzosamente sus respectivos ADN se semejarán más que
por ejemplo, los del hombre y el asno? ¿Por qué no se le da este
enfoque al planteamiento?… Solo porque resulta ‘menos conveniente’
para las intenciones que se persiguen: convertirnos en un elemento
casuístico más, sin pasado vinculado a un plan divino, y lo que es
peor: tampoco sin futuro.
Desde el invento del árbol de Haeckel [el tramposo evolutivo que
falseó las etapas embriológicas del ser humano, intentando establecer
un parecido con embriones de distintos animales], nació el concepto
‘filogenia’: ‘el desarrollo de embriones de cada especie repite el
desarrollo evolutivo de esa especie totalmente’; de modo que la
ontogénesis reproduciría la filogénesis. Y en una maniobra similar,
versión Lucy-Chita-hombre, se usa la técnica de ‘hibridación del ADN’,
para ‘demostrar’ lo ‘mono’ que somos.
Mediante tal hibridación, usando la temperatura de disociación de las
cadenas originales y de los híbridos entre las especies a comparar,
las bases de cada hebra tienden a unirse con su complementaria: a más
uniones, mayor parecido genético. Un proceso que combina dos cadenas
antiparalelas de ácidos nucleicos, en una única molécula con doble
información, tomando la estructura de doble hélice.
Las bases nitrogenadas quedan ocultas en el interior; así, si se
irradia la muestra con la longitud de onda adecuada, la absorción de
energía será mucho menor. Si fuera sencilla, los dobles enlaces de las
bases nitrogenadas estarían totalmente expuestos a la fuente de
energía, dificultando la unión.
En 1960 se supo que dos filamentos de ADN, de dos especies distintas,
pueden reunirse y desunirse in vitro, generando una molécula híbrida
de doble cadena convencional. Eso se utilizó luego, para determinar el
grado de relación ADN, entre chimpancé y hombre. En la práctica,
cuando el ADN de simple cadena de dos especies distintas se combina e
incuba a 60°C, se formará un ADN híbrido de doble cadena… solo entre
las secuencias de bases homólogas. Sólo las secuencias homólogas
tienen suficientes pares complementarios para formar dobles cadenas
(dúplex) técnicamente estables a 60°C. Se tiene en cuenta la
temperatura de fusión, donde la mitad de las moléculas complementarias
se unen.
Sibley y Ahlquist, lo explican: (1987, J. Molec. Evol. 26: 99-121).
‘El material del dúplex híbrido resultante [hombre-chimpancé], luego
es separado del filamento sencillo de ADN que queda, y es calentado
con incrementos de 2 a 3 grados, y desde 55º a 95º C. La cantidad de
la separación de ADN a cada temperatura es medida y totalizada,
comparándola con el ADN humano-humano reformado como dúplex. Si el 90%
de las bases apareadas de ambas comparaciones coinciden, se dice que
hay un 90% de hibridación porcentual normalizada.
Pero, [oliendo a 'deducción conveniente', contra verdad científica],
si el dúplex híbrido de ADN de diferentes especies presenta bases no
apareadas, entonces se dice que esto ocurre debido a que ambos
incorporaron distintas mutaciones… desde la última diversificación a
partir de un común antecesor. Es decir, no se investiga, sino que se
condiciona el resultado con respuestas a lo que se espera hallar,
dando por ‘hecho’ que el antecesor común es un ‘hecho’, aunque este
supuesto se haya basado en lucubraciones; justificando cualquier
contradicción que surja.
Mas, Ayala y Valentine (1983), ya avisaron que esta técnica presenta
inconvenientes: la enorme cantidad de secuencias presentes en casi
todo ser vivo, y la imposibilidad de revisar globalmente todas las
secuencias, pues solo se emplean fragmentos de ADN y luego se
extrapolan, subjetivamente, a todo el genoma. Por ello, muchos
investigadores, anatomistas y morfologistas, cuestionan los datos así
obtenidos; a su criterio, no representa un confiable análisis global
de ambos códigos genéticos.
Los propios autores del trabajo plantean que aunque el método de
hibridación permite comparar una reducida parte del genoma de dos
especies entre sí, sin embargo no puede medir cuánto ‘exactamente’ ha
cambiado el ADN de las dos especies comparadas. No es el caso de la
técnica RFLP: la Huella genética parental, que determina la identidad
y la paternidad de personas, circunscrita solo a puntos específicos en
los brazos de los cromosomas. Y atención ahora: actualmente también se
le llama ‘Huella genética’ a variaciones de la técnica PCR… usada en
el controvertido experimento hombre-chimpancé; para darle más
‘feeling’, vaya.
En general hay varios métodos para la hibridación del ADN, entre
ellos:
- Marcaje con radioisótopos [Ej: tritio]
- Imunohistoquímicas
- Hibridación In Situ Fluorescente (FISH)
- Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR: Polymerase Chain Reaction)
- Chip de ADN; el más actual y el más fiable
Con respecto al ‘parecido’, chimpancé-hombre, los anatomistas
consideran poco probable que un mono caminando con nudillos, y el
humano de marcha bípeda, compartan un mismo antecesor común. La
respuesta de quienes presentan la ‘invisible’ evidencia molecular, es
que eso se solucionó con una adaptación ‘perdida en la línea
‘homínidos’; pero no se dice que para que esto ocurriera, antes habría
sido indispensable recodificar y reinscribir todas las instrucciones
que aparecen en el ADN del chimpancé, de lo contrario: NADA DE NADA.
Y esto, nadie, en ningún punto del planeta, tiene evidencias de que
ocurra, sino todo lo contrario, pues lo que se sabe es que ninguna
información se reinscribe y recodifica, si no hay un agente externo
que lo ejecute. Desinforman, diciendo que esto se consigue a través de
las mutaciones, pero la realidad es que ninguna, absolutamente ninguna
mutación, ocurre para mejorar la respuesta biológica, sino para
atrofiar en menor o mayor medida a la especie que la sufre: desde un
simple diente menos en el arco bucal, por ejemplo, hasta una atrofia
mandibular que convierta a la persona afectada en un monstruo… o a las
más de 20000 enfermedades de causas genéticas, que derivan en
padecimientos constantes, condiciones de vida anormales, y en más
ocasiones de las deseadas, hasta la muerte.
Volviendo a la hibridación: se silencia que se hace con pequeñas
secuencias proteicas del ADN ‘codificante’: el de los exones, el
primero que la Ciencia determinó que ‘instruye’ para crear proteínas.
O sea, la información que se da en las aulas y en toda la prensa
informativa, es que somos ‘iguales a los chimpancés en un 97, 98, ó
incluso 99%’… según el conveniente nivel de manipulación en los
laboratorios. NO SE DICE, que ese ‘codificante’ solo representa un 5%
de toda la información del ADN.
Para la hibridación se usan pequeños filamentos con secuencias de ADN.
Se extraen del núcleo celular, se separan de otros componentes
nucleares, y se cortan en pequeños fragmentos de unos 500 nucleótidos.
Sabiendo que cada uno es un ensamblado de tres componentes:
monosacárido, base nitrogenada y fosfato; siendo la base el principal
de ellos, usándose en el experimento la misma cantidad para humano y
chimpancé.
O sea, se calla que esta ‘comparación’ implicó una ínfima parte de
ambos genomas, pues el ADN humano, en específico, cuenta con 3 000 000
000 pares de bases. Dicho en castizo, para que se entienda mejor: TRES
MIL MILLONES DE PARES DE BASES.
En genética, un par de bases consiste en dos nucleótidos opuestos y
complementarios en las cadenas ADN/ARN, conectadas por puentes de
hidrógeno. Por ejemplo, en el ADN, la adenina y timina constituyen un
par; la guanina y citosina, forman otro par… constituyendo con ese
preciso diseño, una estructura perfecta para el modelo de la doble
hélice.
Una gran evidencia de que el ADN no es casuístico, sino perfectamente
‘programado’, lo explica Erwin Chargaff, al probar que dichas bases
son proporcionales: “el total de purinas (adenina-guanina) siempre es
igual al de pirimidinas (citosina-tinina); es más hay tanta adenina
como timina y tanta guanina como citosina ” (GRIBBIN, 1986, pág.169).
Toda la genética se fundamenta en estas aleaciones, condicionadas
siempre por un par de bases específicas: o uno u otro; jamás se verá
guanina con adenina, o timina con citosina… y en el trabajo de
laboratorio en el que se fundamentaron para describirnos como
‘hermanos’ de monos, solo se emplearon 500:2= 250 pares de bases.
¡Comparan 250 pares de bases, para decidir sobre la ‘homología’ entre
dos especies, cuando solo el ADN del ser humano contiene TRES MIL
MILLONES DE PARES DE BASES!
Calculando con simple regla de tres, el 5%: esos ‘exones’,
considerados como ADN codificante:
100%————-3 [10 a la 9ª potencia] pares de bases
5%———— X
De donde X= 150′000,000= CIENTO CINCUENTA MILLONES DE PARES DE BASES.
De ellos, solo se toman 500 nucleótidos para recombinar: 250 pares de
bases [500 : 2]. Por tanto, de este 5%, aun se reduce más el
porcentaje empleado:
150 000 000———100%
250——— X
Por lo que X= 0.00016 %
Y si nos remitimos al total de pares de bases del ADN humano, tenemos:
3 000 000 000——– 100%
250——— X
De donde X= 25000 : 3 000 000 000= 0.0000083 %
Es decir: los científicos evolutivos se han fundamentado en un 0.00016
%, del 5% del ADN total, para definir nuestra homología genética con
los chimpancés. O dicho de otra forma más explícita: Los científicos
evolutivos se han fundamentado en el 0.0000083% de todo el ADN
nuclear, para decir que genéticamente resultamos homólogos al
chimpancé… para ‘hermanarnos’ con ellos en el tiempo. ¡Ese es el
verdadero enfoque de lo que se hizo en los laboratorios, ocultando la
realidad al mundo!
En esta ocasión, porque interesaba, incluso se obvió el ADN
mitocondrial, que aunque mucho más pequeño, juega un papel importante,
puesto que casi su 100% representa una descendencia genética por vía
materna. O sea, se obvió intencionadamente más del 99.99998 %, cifra
imposible de descartar desde la lógica y la razón; claramente colosal,
para llevar los resultados a donde les convenía. De nuevo mala
intencionalidad, fraude y manipulación, tanto de los conocimientos,
como de la información que fue bajada posteriormente a todas las
aulas, y a todas las cadenas informativas de la sociedad. ¿Puede ese
resultado considerarse honesto? ¿Puede considerarse científico y
definitivo?
Según lo emitido: el 99% de homología ADN chimpancé-hombre, se
fundamentó en el 0.0000083% de los datos aparecidos en el ‘programa de
la vida’ contenido en el ADN nuclear… dejando sin analizar, como si no
existiera, y como si no fuera importante, la amplia información
genética derivada de línea materna: la de las mitocondrias: esos
vitales orgánulos que la misma seudociencia de los cálculos
convenientes, pretende presentar al mundo como entidades descendientes
de bacterias.
No se enfoca que el 95% de la información del ADN, ha sido el gran
ausente del ‘proyecto de hermandad chimpancés-seres humanos’. Pero ya
se sabe que ciertas secuencias de ese 95%, (homeodominios, complejos
receptores de hormonas esteroides, etc.) tienen afinidad hacia
proteínas especiales, con capacidad de unirse al ADN, y con un papel
cardinal en el control de los mecanismos de trascripción y
replicación.
Estas secuencias se llaman frecuentemente secuencias reguladoras, y
los investigadores asumen que sólo se ha identificado una pequeña
fracción de las que realmente existen. El mal llamado ADN ‘basura de
la evolución’ [siempre me recuerda al fraude de los órganos
'vestigiales' que nunca lo fueron], representa secuencias que no
parecen contener genes ni tener alguna función. La presencia de tanto
ADN ‘no codificante’ en genomas eucarióticos, y las diferencias en
tamaño del genoma, representan un misterio que es conocido como el
enigma del valor de C. Hoy se sabe, por ejemplo, que hay secuencias de
ese enigma C, con un papel clave como reguladores de los genes, como
sensores, y como interruptores que les ordenan activarse o
desactivarse cuando corresponda.
Hace poco, la revista Science publicó un estudio sobre la utilidad de
la investigación de ese enigmático ADN. Un equipo internacional, con
participación del CSIC español, describe ‘crucial’ una secuencia del
ADN ‘basura’, para el funcionamiento del gen de la hormona del
crecimiento. Definen al SINEB2, como implicado en el desarrollo de las
células, en la mitosis, el envejecimiento y la longevidad. Lluis
Montoliuel investigador del Centro Nacional de Biotecnología, dice que
“hay información de indudable relevancia en el ADN intergénico, el mal
llamado ADN basura”.
También los telómeros y centrómeros contienen pocos o ningún gen
codificante para la cadena proteica… mas son vitales sin embargo para
consolidar la estructura cromosomática; otros codifican ARNr, ARNt,
ARN de interferencia o ARNi: bloqueadores de la expresión de genes
específicos, en momentos programados por la instrucción ADN.
Lo dicho, la evolución de las especies, contiene el mayor cúmulo de
errores conceptuales que ha traspasado las puertas de la cultura y
educación social. ¿Hasta dónde tendrá la humanidad que soportar
indiferente, tanta mentira, tanta obstinación y tanta demencia
irreflexiva?
¿Hermanos de chimpancés? No gracias; pasamos de más fraudes; nos hace
recordar el significado de ‘Sofisma’: “Razón o argumento aparente con
que se quiere defender o persuadir aquello que es falso.”
Bendiciones.
Libera, tú eres tonta y las mascas así que ¿por qué no te callas?
Vaya ejemplo que dás a tus colegas.
De la hostia.
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