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Esther Ferrer: Mi único espacio de libertad

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Cayetano Lupenna [NR]

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Sep 8, 2017, 4:13:26 AM9/8/17
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Mi único espacio de libertad | Babelia

Esther Ferrer
https://elpais.com/cultura/2017/08/30/babelia/1504116653_615896.html


Con frecuencia me preguntan y me pregunto: ¿cuál es el papel del arte y
del artista en este siglo XXI?

Una cuestión que me sorprende porque parece implicar que tiene un
estatuto (categoría) particular (especial) frente a la de otros
profesionales, y una cuestión también a la que no puedo responder más
que a nivel personal. Cuando hago “arte” no soy consciente de “jugar” un
papel específico, lo hago como persona, no como artista, entre otras
cosas porque la mayoría de las veces no me identifico con el discurso
artístico en boga. Me refiero a ciertos discursos logomaniáquicos sobre
el valor del arte, su función profética, casi mesiánica, generadora de
sentido y significación, los percibo como si quisieran convertir el arte
en una religión (al final va a resultar que el opio del pueblo es el
arte y no la religión como nos habían contado).

El arte, en mi opinión, es simplemente uno de los aspectos de la
creación, que es multiforme, y su ejercicio significa libertad.
Personalmente creo que es mi único espacio de libertad posible, el único
límite es mi capacidad o incapacidad, y la única dueña de todo ello soy
yo misma, lo que le aproxima al pensamiento anarquista.

Ambos dos (arte y anarquismo) tienen un punto en común, el de ser un
compromiso personal libremente establecido y que, libremente también,
decido practicar. En realidad pienso el arte como una práctica de la
libertad, primero individual y luego, sin duda, social.

No caso con discursos logomaniacos sobre el valor del arte, su función
profética. Los percibo como si quisieran convertir el arte en una religión

Entendido como tal, creo que el arte (como otras actividades) puede
servir en todos los periodos de la historia, porque es algo fuera del
tiempo, diría incluso que es atemporal, la creación está anclada en la
naturaleza humana, existirá, pienso, tanto como dure nuestra especie tal
y como hoy la conocemos.

La práctica del arte, para mí, es una vía de conocimiento, un intento de
comprender el mundo, es reflexionar sobre la idea que cada cual tiene de
sí mismo como ser pensante capaz de tomar las decisiones sin delegar
esta capacidad en otro, sea cual sea ese otro: un rey/reina, un dios/a,
un partido, un/a leader, una crítica/o o una artista genial.

Me gusta esta manera de pensar anarcocreativa porque no tiene una meta
oficial. No hay paraíso ni artificial, ni real, ni proletario al final
del camino. En realidad, no existe el camino, ya lo dijo el poeta:
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Un andar nutrido de
un individualismo positivo, creativo, que lo opone a la conducta
subordinada.

Siguiendo a Stirner, creo que el ser es único, diferente, y es
precisamente esta unicidad la condición necesaria que permite la unión
libre con el otro. Sin la independencia del único, no hay libertad
porque no hay separación. Me gusta imaginar el trabajo artístico como la
expresión de esta unicidad. En la conducta creativa no hay
subordinación, pero puede haber insubordinación.

Supongo que el hecho de dar testimonio de esta unicidad (frente a la
cada día mayor masificación) puede ser interesante e incluso útil. Útil
en primer lugar para el mismo artista y luego quizás también para los otros.

Quizás el hecho de testimonio de individualidad es algo que puede
justificar la inutilidad del artista.

Quizás el artista debiera ser un gran perturbador más, un perturbador
profesional, aquel por el cual el desorden llega. Sin duda, Wallace
Stivens tiene razón cuando escribe: “Un orden violento es un desorden y
un gran desorden es un orden. Estas dos cosas son una sola”.

Pero esto no implica para mí que la/el artista tenga una función a, x o
z (no es una funcionaria/o). A la cuestión que pudiera plantearme si,
cuando se realizan obras que tratan una problemática político-social, su
objetivo es cumplir una función, en mi caso, honesta y conscientemente,
tengo que contestar “no” (dejando el inconsciente aparte, claro).
Simplemente creo que responden a una necesidad de reaccionar frente a
una situación que me afecta y que no puedo ni quiero dejar de lado. La
cuestión, en estos casos, es encontrar una buena idea que vehicule
eficazmente esta inquietud, cosa que desgraciadamente no me ocurre
siempre, pero cuando ocurre, justamente, puede ser la ocasión de
encuentro con el otro cuyo camino se cruza con el tuyo.

Una vez dicho todo esto, en realidad creo que no somos libres en
absoluto y que no podemos soñar con serlo, o quizás es lo único que
podemos hacer, soñar.

Mis obras simplemente creo que responden a una necesidad de reaccionar
frente a una situación que me afecta y que no puedo ni quiero dejar de lado

Que en realidad no elegimos nada, que estamos condenados a remar en esta
galera de la vida sin saber cuál es nuestra función en este multiverso
infinito.

Quizás este texto estaba ya programado en mis genes y me es imposible
escribir otra cosa que lo que estoy escribiendo. Quizás mi pensamiento
es el resultado de una máquina que un día se puso a funcionar y que
escapa totalmente a mi control, aunque yo tenga la ilusión de lo
contrario, pero como es una máquina inteligente, esto último forma parte
del juego.

Feliz o desgraciadamente, no sé nada sobre esto y quizás sea por ello
por lo que mi mente puede creer, imaginar maravillosas teorías sobre el
arte, sobre el papel del artista en nuestras sociedades posmodernas,
globalizadas y conectadas, sobre la libertad y un etcétera muy largo.

Mientras paso el tiempo de vida que se me ha acordado remando en la
galera, quiero pensar que tengo un papel que jugar (como todos mis
congéneres) y que, si lo juego como es debido, algo puede cambiar.
Finalmente, quizás, solo puedo o debo continuar abriendo camino
pretendiendo que creo. Pero seguramente también esta última frase estaba
programada.

Esther Ferrer
https://elpais.com/cultura/2017/08/30/babelia/1504116653_615896.html

‘Esther Ferrer. Todas las variaciones son válidas incluida esta’. Museo
Nacional Reina Sofía. Del 26 de octubre de 2017 al 25 de febrero de 2018.

--
Cayetano Lupeña
http://antoto.net
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