La forma más simple y segura de limpiarlo es en seco y con una gamuza
limpia muy suave. No utilizar plumeros, ya que las plumas rotas de éstos
rayan el barniz o la pintura y así se facilita el camino a deteriodos
posteriores.
La capa de polvo oscuro que con toda seguridad tendrá acumulada en la
superficie se puede eliminar frotando cuidadosamente sobre ella con una
goma blanda o con miga de pan. También da buen resultado frotar con una
goma moldeable de las utilizadas por los artistas.
Los puntos de moscas y pequeñas manchas se pueden eliminar con la punta
afilada de una cuchilla pero teniendo muchísimo cuidado.
Si la limpieza en seco no es suficiente hay otros métodos más efectivos,
aunque más arriesgados y por ello sólo deberían ser empleados por un
restaurador profesional. En ningún caso debe recurrirse al lavado con agua
y jabón ni frotar con un medio acuoso, con una patata o con una cebolla.
Tampoco emplear productos derivados del petróleo ni alcoholes metílicos y
amílicos, amoniaco o acetona, ya que tienen una gran fuerza disolvente.
Si el cuadro tiene muchos años, se puede emplear la esencia de trementina.
Esta disuelve facilmente la pintura de un cuadro reciente o con pocos años
pero en un cuadro antiguo actúa más lentamente. Este método actúa bien
sobre una gran acumulación de suciedad. Para ello, primero se limpia el
polvo superficial con la gamuza y luego se pasa una muñequilla de algodón
hidrófilo LIGERAMENTE HUMEDECIDO con la esencia de trementina. Se debe
actuar con mucha precaución y NO INSISTIR MUCHO sobre cada área de la
pintura y NO FROTAR CON MUCHA PRESION para no disolver las veladuras o
capas ligeras superficiales de la pintura. Cuando el algodón esté sucio,
se tira y se emplea un nuevo trozo limpio. No hay que intentar obtener una
limpieza definitiva por la primera aplicación del método. Se debe actuar
con paciencia y llevar el mismo grado de limpieza por todo el cuadro sin
que se manifiesten unas zonas más limpias que otras.
Si el cuadro está realizado con la técnica de empastes o gruesas
pinceladas, con huecos formados por el trazo del pincel, se puede limpiar
facilmente la suciedad que se acumula en ellos con un pincel de pelo
suave, en seco o ligeramente humedecido en esencia de trementina.
Los óleos antiguos cuya pintura ha oscurecido o tiene un matiz amarillento
suelen mejorar su aspecto si se les expone a la luz natural durante 10 o
15 días. La luz debe ser tamizada, evitando exponerlo a la acción directa
del sol. Si el cuadro no tiene barniz, se puede reducir el
amarillecimiento aplicando sucesivamente un papel secante blanco
impregnado de agua oxigenada.
Hay más métodos de limpieza, pero todos ellos muy arriesgados. Si el
cuadro es de valor y se quiere limpiarlo adecuadamente, lo mejor es acudir
a un restaurador bien cualificado.
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