Sé que nuestra cultura mantiene en sus costumbres, tradiciones, ritos,
mitos y lenguaje impregnaciones de la religión católica. Lo he
querido manifestar ya desde el título. Pero en un Estado aconfesional
resulta una exigencia ética de primer orden alcanzar la más decidida
laicidad. Una de las manifestaciones más lógicas y necesarias de ella
es la salida de las clases de religión de las escuelas y de las
Facultades de Educación. De clases, símbolos, celebraciones y de
cualquier manifestación que lleve a la esfera pública lo que ha de
pertenecer al ámbito privado.
Decía Giner de los Ríos que la enseñanza religiosa confesional
debería ser excluida tanto de las escuelas públicas como de las
privadas, "con un diferencia muy natural, a saber: que de aquellas ha
de alejarla la ley y de éstas el buen sentido de sus fundadores y
maestros". Han pasado más de cien años. Y aquí estamos, con los
mismos males instalados en la sociedad. y en el sistema educativo. Con
peores males.
Vuelven a la carga las legiones católicas. Hoy se celebra en Madrid
una gran manifestación contra la LOE a la que acuden, entre otros,
algunos señores obispos. Con su tradicional actitud de tirar la piedra
y esconder la mano, dicen que no es la Conferencia Episcopal quien
convoca, sino organizaciones laicas. Que ellos no han hablado en las
iglesias, sino los laicos. El caso es que apoyan la manifestación
(aunque no la convocan, eso no), que envían a sus gentes en autobuses
especialmente fletados para la cruzada y que ellos mismos están tras
la pancarta, haciendo de la manifestación una procesión ferviente.
La cuestión fundamental de la protesta son las clases de religión,
que es lo que les interesa. Vuelven a utilizar una demagogia que ya
resulta insufrible. En este país los padres y las madres pueden dar a
sus hijos la educación que deseen. ¿O no? ¿Quién se lo impide? El
problema reside en la tesis de que sólo van a tener la educación que
desean si hay clases de religión en las escuelas. En los países de
nuestro entorno, Francia por ejemplo, en que no se imparten clases de
religión en las escuelas, ¿las familias no pueden educar a sus hijos
según su voluntad?
El artículo 27.3 de la Constitución Española está siendo utilizado
insistentemente para justificar la oferta obligatoria y evaluable de
clases de religión en las escuelas. ¡Cómo se aferran a los
artículos legales que les interesan y cómo combaten las leyes que les
repugnan! Leyes nacidas de la misma democracia. Voy a plantear a
quienes hacen uso de este argumento (yo creo que más que uso es un
auténtico abuso) la siguiente cuestión. Una familia de ateos,
invocando el citado artículo, exige al Estado que forme, nombre y
pague profesores de ateísmo con el fin de que su hijo sea formado
según sus deseos. Esas clases tendría que pagarlas, entre otros,
quienes defienden apasionadamente sus derechos de creyentes. A esos
profesores los nombraría y despediría una instancia muy bien asentada
en los presupuestos del ateísmo. (En la Universidad de Oxford se creó
hace ya mucho tiempo la primera cátedra de ateísmo). Una instancia
similar, pongamos por caso.
Añadamos otro factor a la suposición. Esa cátedra de ateísmo (que
contrataría y despediría a los profesores de ateísmo) "sugeriría" a
los docentes que le entregasen el 2% de su sueldo. ¿No se podría
llamar a esa forma de recaudación, como ya se está haciendo,
"impuesto revolucionario"?. ¿Cómo es posible que el contratador (de
quien depende un trabajo codiciado) le sugiera al contratado que
entregue "libremente" una parte de su sueldo?
También tendría que tener profesor quien quiere educar a sus hijos en
la filosofía budista. O en las creencias de hare-crisna. O en la
filosofía zem. Tantos profesores como creencias. Tantas clases como
demandas de las familias. Imposible. Los obispos dicen que hay una
mayoría de padres y madres que deseen las clases de religión. En los
países en que los católicos son minoría, el argumento es justamente
el inverso. Las minorías tienen en ese caso, sus derechos inviolables.
Es que son "los buenos"
He de decir que no niego el derecho (y la obligación) de los padres de
formar a sus hijos según sus presupuestos morales y (si los tienen)
religiosos. Lo que niego es la interpretación del artículo 27.3..
¿Por qué deducir que la formación religiosa exige que haya clases,
que esas clases estén en las escuelas, que esa formación sea
académicamente evaluable, que esas clases las paguen los ciudadanos?
¿Me podría decir alguien que, en virtud del artículo 27.3 tenemos
que destinar del erario público, de forma obligatoria, fondos para que
los católicos viajen a Roma, o al santuario de Lourdes o que debemos
poner una línea de autobuses para ir gratuitamente a la misa
dominical?
"Sólo alguien que carece de respeto hacia su propia religión puede
consentir en insuflarla irracionalmente y por procedimientos mecánicos
a niños que no la pueden entender. De esa forma aumentan sus clientes,
no sus creyentes", dice Francisco J. Laporta en un artículo publicado
en El País. Yo no sé lo que contestan los señores obispos a un
creyente y teólogo tan acreditado como Enrique Miret Magdalena cuando
dice: "se impone que, si queremos vivir en un país democrático, donde
se fomente desde la escuela la tolerancia y la cultura plurales, y que
aprendamos desde niños la convivencia de convicciones, no hay más
remedio que volver al estudio de ese amplio panorama cultural-religioso
del que está impregnada nuestra civilización, dejando la transmisión
de la fe católica a la familia, la Iglesia y los grupos católicos"
(El País, 10 de octubre de 1999).
Hay que salvaguardar los principios que deben regular la
institucionalización de la libertad de pensamiento y de expresión en
materia religiosa., a saber: que toda fe o confesión religiosa es
atributo de una conciencia individual, nunca de una entidad colectiva,
sea del tipo que sea. (sociedad, pueblo, estado, asociación). Y que
sólo los individuos son auténticos sujetos de derechos en cuanto se
refiere a su conciencia libre de coacción y, por consiguiente, a sus
ideas, convicciones y concepciones del universo y del ser humano.
Yo vivo este problema muy de cerca. En la Facultad de Ciencias de la
Educación (¡en una Universidad!) se ofrece por mandato concordatario
la asignatura de Doctrina Católica. ¿Cómo es posible que un
Concierto con un país extranjero imponga criterios al formalizar el
curriculum universitario? ¿Por qué no hace España un concierto con
Grecia y aumentamos las horas de Filosofía?
Lo que debería hacer el Gobierno es andar con menos contemplaciones.
Denunciar el Concordato de 1979 y decir de una vez que este es un país
aconfesional y que la escuela tiene que ser una institución laica. Y
se acabó. Claro que, si esto hiciera, se le acabaría también la
posibilidad de seguir gobernando. No podemos olvidar que son mayoría.
Algunos, cuando se les retiran los privilegios, empiezan a decir que
están siendo perseguidos. Ya está bien.
Miguel Ángel Santos Guerra
http://www.durgell.com/item/2005/11/14/escuela_laica_por_dios
http://www.durgell.com/