Según consta en el texto de la Ley Orgánica de los Presupuestos
Generales del Estado para 2005, publicada el martes, 28 de diciembre de
2004 (no son una inocentada, pese a la fecha), se destinan dos
partidas: una genérica para la «Jefatura del Estado», referencia
911M, por un importe total de 7.776.340,00 euros; y otra de «Apoyo a
la gestión administrativa de la Jefatura del Estado», cuyo importe
asciende a 5.282.130,00 euros. Es decir, en total: la monarquía es un
símbolo que cuesta 2.172.746.589 pesetas, en un año.
No me gustaría incurrir en demagogia interesada -como algunos
señalarán-, pero, en mi opinión, en un país como España, habida
cuenta del incremento del coste de la vivienda, de las deficiencias en
la calidad educativa, de lo escaso de la inversión en los programas de
investigación y desarrollo, de las listas de espera en los centros
asistenciales y hospitalarios, de las dificultades por acceder a plazas
de guarderías públicas, etc. no parece justo, ni equitativo que el
Estado gaste cada año el dinero equivalente a cuarenta y tres vidas
completas de trabajo, en mantener "un símbolo".
¿Qué de dónde sale el número? Muy fácil: por un lado tenemos algo
más de trece millones de euros que es la asignación presupuestaria
para la familia real en 2005, y por otro lado, los 513,00 euros
mensuales que forman el salario mínimo interprofesional en el mismo
año. Multiplicamos los 513,00 euros del salario mínimo
interprofesional, por los doce meses del año (y nos da: 6.156,00
euros); la edad límite de jubilación son 65 años, y un español
puede trabajar legalmente a partir de los 16 años, por tanto, la vida
laboral completa de un español, puede ser de 49 años. Si dividimos
los trece millones de euros que cuesta la familia real en un solo año,
entre los 6.156,00 euros que cobra un trabajador al año, tenemos
2.121,25 años trabajados, para reunir el presupuesto. Si dividimos ese
número, por el número máximo de años laborables en una vida,
resulta que harían falta casi medio centenar de vidas completas para
pagar esos bonitos trajes, helicópteros, palacios y coches blindados.
Mientras, la población tiene que esperar una eternidad para hacerse
una mamografía. Y eso no es demagogia, es aritmética.
Por cierto: en 2005, la pensión mínima para un jubilado de 60 años,
con un cónyuge a su cargo, es de 489,72 euros, es decir, una renta per
cápita de 244,86 euros.
Todo eso sin tener en cuenta que la familia del rey no tiene que
preocuparse de pagar una hipoteca, jamás ha tenido que abrir un
periódico ni asistir a un montón de entrevistas antes de darse cuenta
de qué empleos son en realidad timos, nunca han padecido un atraco, el
acceso a la educación de calidad no les supone ningún problema, y,
por no tener listas de espera en los hospitales, ni siquiera acuden a
la sanidad pública, cuando se supone que ellos son el máximo símbolo
de los servicios del Estado.
Jaume d'Urgell
Escritor, Madrid
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