La primera vez que me metí en una sauna tenía yo 20 años. Ya tenía los
pelos necesarios para formar parte de los paternables. Fue en la ciudad
en la que estaba estudiando. Yo trabajaba por entonces en un bar, en
part-time, para pagar los gastos que la miserable beca no cubría. Al bar
solían ir grupos de todas las etirpes sexuales, pero no faltaban los de
gays y peluqueros. Una noche, al vuelo y aprovechando la escasez de
clientela del garito, cacé una conversación mientras disimuladamente
lavaba los vasos y las tazas. Recuerdo, incluso, que bajé el volumen de
la música para oír mejor. Los clientes en cuestión comentaban que la
noche anterior habían ido X y Y a la sauna y que no veas cómo estaba.
El personal follando descaradamente en las duchas, por los pasillos...
En fin, llegaban retazos de escenas que me estaban poniendo a cien, y yo
dale que te pego a los fondos de las tazas, con su círculo oscuro y
pegajoso de azúcar y café.
Esa noche me fui a casa pensando que al día siguiente me metería en una
sauna a follar de una puta vez con un tío. Ese mismo año, por cierto, me
iría de vacaciones por Europa y ocurriría lo que ya os he contado en
otro capítulo de este folletín (nunca mejor dicho) de mi existencia.
Llegado el día, el día siguiente, me voy a clase, salgo, almuerzo y
regreso a casa. Ya entonces vivía con mi primera novia. Nos echamos un
polvete. Los gatos nos entraban por la ventana medio desvencijada del
piso de arriba. Mi compañero de casa tenía que dormir en el sofá de la
sala de la primera planta. Hacía ya algún tiempo que no aguantaba más
los ruidos que hacíamos cuando follábamos por la noche con él al lado.
Ahora teníamos dos camas para nosotros. Nos íbamos turnando. Una era la
cama limpia para dormir y la otra era la cama de follar, con grandes
mapas de semen pegados en las sábanas.
Después del retozón vespertino - yo entraba a trabajar a las ocho y
media de la tarde - me vestí rápidamente y le dije a la colegui que iba
a ir a una sauna, que me sentía con los pulmones como atascados, a lo
mejor de fumar tantos ducados, que con el frío del invierno me sentía
medio entumecido, que tenía muchos poros en la nariz... La ristra de
justificaciones que le di, cuando podría haberme callado perfectamente
el sitio al que iba y santas pascuas. En fin, la culpabilidad va
metiendo errores y pistas por todas partes.
Salgo a la calle muy ufano, dispuesto a todo, cuando de repente me doy
cuenta de que no sé siquiera dónde hay una sauna, que nunca he visto
ningún cartel anunciando saunas. Me meto en un bar, pido la guía
telefónica, páginas amarillas, a ver , mmmmm, saunas! Aquí está. Qué
suerte! La sauna más cercana quedaba al lado de casa, junto a la Iglesia
de San Juan de Dios. Era sauna y gimnasio. Estupendo! There we go!
Llego al gimnasio, como quien no quiere la cosa. Mirando sin mirar, con
absoluto desinterés por los trabajadores del cuerpo. Voy a la
secretaría, pregunto cómo podría tomar una sauna. Intento que la señora
no se dé cuenta de que voy a lo que voy, que está delante de un
sarasete. La señora, impávida, me dice el precio, me da el tique, pago,
toalla, chanclas, patatín, patatán. La sauna está en la planta baja del
local. El corazón se me dispara. Ahora que nadie me ve me pongo bien el
paquete. Uy uy uy! La cosa está que arde.
Llego a la planta baja y, en primer lugar, lo que veo son como literas
con camastros de piel negra pegados a tres de las paredes de una sala.
Al fondo, una puerta, la de la sauna. En medio, una mesita con revistas
de todos los corazones. Al entrar en esta sala sale desde el fondo un
señor mayor, con la toalla al cuello y los huevos balanceándose. Claro
que esto lo observo con una mirada supersónica, fugacísima. Estoy muerto
de verguenza y temo que me tomen por lo que no soy (???!!!). Va a las
duchas. Yo me estoy desnudando. Seguro que me está mirando. Sale de la
ducha, pone la toalla encima del camastro, tan tranquilo, sin inmutarse,
coge una revista y comienza a leer. Ahora que lo miro mejor me parece
que tiene cara de patriarca. Mira por dónde, con cara de patriarca y
todo y viene aquí a echarse unas cuantas canitas. Qué equivocado estaba!
Pasé el resto de la tarde entre la sauna, la salita de espera, la ducha
y los camastros. Dentro de la sauna sólo había señores enormes y
antiquísimos. Nadie hacía movimientos sospechosos de ningún tipo.
Estaba, de hecho, en una sauna, sudando, palpitante, deseoso de que
entrase el príncipe penetrante por aquella puerta por la que chorreaban
gotas de humedad y sebo. Nada. Nada de nada. Estaba en una sauna, sí,
pero no tenía nada de gay. Cuando me harté de aquellos calores - no
comprendía cómo aquellos gordos aguantaban tanto -, me largué con el
rabo entre las piernas, más cortao que un higo.
La primera vez que entré en una sauna gay fue hace cuatro años. Fue en
Madrid, cómo no, en la de San Bernardo (por donde pienso pasar antes de
que acabe el mes, en horario de trabajo, lo habéis cogido?). Es que me
he enterado demasiado tarde del percal, no de la tela, que esa la traigo
conmigo desde que nací, pero de lo otro, del ligoteo, del polvo fácil y
apresurado, del polvo desahogante.
Un saludo pensando en San Bernardo
Ehmm... por lo que yo recuerdo, la sauna de San Bernardo (Sauna Adán)
estaba repleta de chulos, mayormente marroquíes. Y hablo más o menos de
hace cuatro años también. Hay otras menos... comerciales.
Saludos (¡pensando en *tantos* sitios!)
Sent via Deja.com http://www.deja.com/
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In article <7n18b0$l90$1...@nnrp1.deja.com>,
Chema Torrales <jmm...@my-deja.com> wrote:
> Ehmm... por lo que yo recuerdo, la sauna de San Bernardo (Sauna Adán)
> estaba repleta de chulos, mayormente marroquíes. Y hablo más o menos
de
> hace cuatro años también. Hay otras menos... comerciales.
Sí señor. Está visto que hoy me podía haber cambiado el nombre a Chema
Spartacus.
* Sauna Comendadoras. Plaza de las Comendadoras. Público joven.
* Sauna Pelayo (aunque creo que ha cambiado de nombre). En la calle
ídem.
* Sauna Internacional. Calle Altamirano, acera de los pares, casi
esquina con Rosales. Es pequeña. Público por encima de los 30.
* Termas Moratalaz. Calle José de Prado y Palacios 3, bajos.
Grandecita. Público por encima de los 30 años y *muy* morboso.
Creo que vuelve a funcionar la del Edificio España en la Plaza de
España. La única vez que yo fui (¡¡¡hace 16 años!!!, la primera vez que
yo fui a una sauna en Madrid) también estaba llena de chulos, pero
ahora no tengo ni idea.
Si no eres de los que buscas gente jovencísima, creo que tu mejor
opción es la de Moratalaz. Es muy discreta y está llena de gente casada
como tú.
Para mayor información, la guía de España de la revista Men está
bastante decente y la tienes en : http://www.mensual.com
Saludos.
Yo empezé de matorralero (Bong dixit) es decir de cruising por parques y
jardines de Barcelona...peró me cansaba de tantas corridas (textual, me
pasaba la tarde-noche andando 9 y de poco contacto..vamos muy pesado
esto del cortejo y más para los tímidos imposibles...Así que un día me
atrevía a preguntarle a mi última (porque fue la última) pareja
matorralera si había otros sitios donde se encontraba la gente, mira que
pregunta más inocente...por aquella época no había internet para
preguntarlo a expertos de los grupos de noticias!..
Me comentó que lo mejor eran las saunas, ni idea de que eran.. me indicó
una de Barcelona, un clásico ahora la sauna Bruch.
Me armé de valor, estaba cagadito de miedo por temor a lo
desconocido...y eso que ya era mayorcito...tendría 27 años y fuí. Bueno,
tardé una hora en decidirme a entrar, pasaba una y otra vez por delante,
veia entrar a otros, ahora me atrevo... en fin toda una escena
personal...Entré y ....cuantos tíos!, aquello era una deliciosa
sorpresa, se acabó el frío el duro suelo y las prisas...Descubrí todas
las "amenities" de las saunas, la sala de video con Cadinot en su mejor
momento, descubrí el olor, la sala de vapor, la sala comun, donde cabían
muchos a la vez , una especie de cuarto oscuro dentro de la sauna, las
cabinas, el yacuzzi y los métodos de ligar...aquello era el séptimo
cielo, me flagelaba mentalmente por no haberlo descubierto años antes...
Fue una larga época saunera que no acaba aquí....(seguirá)
Ganimedes, el copero saunero