Éxito, fama, poder, triunfo, reconocimiento………el mercado del arte, como el de la ropa ó el de las frutas y verduras, esta cimentado en la oferta y la demanda, en lo temporal y lo transitorio, y en la continua renovación de la información. Lo efímero es la constante y la inmediatez la variante, nada es perdurable.
La novedad y la moda, es el binomio que permite que algunos artistas, logren con éxito incorporarse a un sistema comercial que valide su intención creativa, aunque no siempre se trate de propuestas capaces de desarrollar o de perdurar. Al mismo tiempo los museos y las galerías, en favor del arte como bien de consumo, establecen programas culturales, que permean a todo el aparato artístico, al dirigir y condicionar la producción artística del momento, para favorecer intereses particulares o de índole comercial.
Ser artista hoy en día es, en muchos casos y dentro del currículum oculto, el resultado del cumulo de relaciones públicas, de la capacidad para generar estrategias y juegos que den soporte al posicionamiento en el medio. Si bien es cierto, que el artista es una pieza más dentro de la esfera del arte, es él motor dentro del mercado, “si no hay jugador no hay juego”.
Michael López Murillo es un artista que se inquieta y a su vez con ironía fina, se burla de los esquemas que el mercado del arte establece y que hace presa a los artistas para consolidarse; como si la madurez artística dependiera únicamente de la venta o de la aceptación comercial. Toma el mercado del arte, como tema central de su investigación plástica y conceptual, explora y lleva al terreno de lo simbólico, la carrera por la cual el artista debe moverse para llegar a la tan ansiada meta. Cuestiona el “valor artístico” frente al “valor comercial” de la obra, que en muchas ocasiones se impone sobre la propuesta intelectual.
Quizá por esa razón Michael López nos lleva por analogías, involucrándonos de forma activa, al participar de su ironía no solo como espectadores, sino como participantes del mismo deseo, al trivializar con formalidad, sus enunciados visuales.
El menú es amplio: escalera, monopolio, sopa de letras, dominó; son tan familiares por venir de lugares tan cercanos y comunes, pero que con inteligencia, Michael disloca el sentido original del juego por el del concepto artístico, al tener una doble función, ser juez y parte de la carrera al “éxito”.
Roberto Rugerio
BASIC COLLECTION Michael López Murillo
Dr. Ramón Almela
Michael López Murillo ha indagado sobre la construcción de la Institución-Arte y el engranaje del ser artista en la sociedad actual planteando con sus obras una visión irónica de las estrategias del mercado del arte equiparando la práctica actual a una empresa que adquiere dividendos en un mundo donde el incremento del capital es el fin primordial. El artista es empujado a realizarse en ese ámbito que el arte institucionaliza constituido desde la visión empresarial y de marca donde todo se conjuga para conducirlo a conseguir fama y encarecer el valor de sus piezas escalando posiciones, o ajustándose a las estrategias adecuadas de los circuitos comerciales y de exhibición que lo impulsen hacia posiciones influyentes.
Consumir y ganar más es el mantra de la sociedad capitalista. En México los altos funcionarios obtienen desorbitantes salarios que no concuerdan con los de sus contrapartes e incluso con las de superiores en otros países (Un simple alto funcionario de Hacienda gana más que el más alto puesto de la ONU, de USA o de España), una manifestación más del antagonismo prevaleciente en la sociedad mexicana mantenido desde la corrupción y los privilegios. Entre los ejecutivos mejor remunerados de la iniciativa privada se encuentran los relacionados con el consumo masivo enraizado en la pulsión interna del individuo por adquirir productos y servicios, tendencia imperiosa de poseer bienes materiales como modo de identidad, que llega a convertir el consumo en el mundo contemporáneo, según Arjun Appadurai, en “una forma de trabajo y obligación” (“La modernidad desdoblada”, pág. 23), una actividad de consumo que dirige el valor del ser hacia lo que se tiene, y que degrada al ser humano subyugándolo a las imposiciones del mercado capitalista.
Desde la actitud crítica de la producción artística actual, señalar el consumismo se torna uno de sus pilares operativos; indicar con actitud irónica la sujeción del ser humano a las ataduras del consumismo voraz alimentado por el ansia de la clase empresarial de incrementar ventas y beneficios, que es la razón de existir de los dueños del poder financiero y fáctico que consistentemente necesitan elevar sus ganancias.
Michael López, después de afrontar los aspectos de manipulación y especulación de los procesos en el mercado del arte revelados en forma interactiva a través de sus últimas exposiciones “Playground” y “Flujos de capital artístico”, aborda crudamente la temática del consumo desde cuatro filtros ideológicos: el valor del estereotipo ideal en la sociedad actual, la consigna inserta en la programación mental, la dependencia consumista creada para proseguir los dictados impuestos, y el régimen consumista dictatorial que regula la base de la interrelación de los ciudadanos. Michael crea un espacio de disputa simbólica desenmascarando estos esquemas perceptivos, en los que el individuo queda atrapado, a través de objetos populares intervenidos con perspicacia sutil, frases inscritas en el muro como marcas invisibles y un karaoke de popular rola transformada en dictamen constante de las marcas.
La estrategia de Michael López prosigue la línea identificada por Nicolas Bourriaud en “Postproducción”en la que ningún signo ni imagen públicos queda inerte o intocable como actividad artística, congruente con la evolución de la modernidad. Su postura no se dirige a crear un nuevo repertorio icónico sujeto a la elaboración de un estilo identificativo al modo de los artistas del consumo masivo del arte institucional, sino que se enfrasca en reutilizar lo existente en nuestro ámbito público, desde los logotipos a los objetos, devolviéndolos al espacio común con una carga significativa que abre la percepción a la ulterior realidad impuesta desde la publicidad y los medios de comunicación masivos; el sistema en el que nos encontramos.
En los albores de una nueva sociedad, el reclamo de artistas como Michael López que tratan de articular las experiencias del individuo, su conciencia social y su integración en un todo vital coherente y ético resulta primordial frente a tanto arte ensimismado en una estética estéril.