El pasado viernes 4 de mayo de 2012 se
realizó la Cátedra Libertaria #20 de la Red Libertaria Popular Mateo Kramer,
que llevaba como título ¿Quién tiene la llave de la paz?, y en la que se
pretendía plantear la discusión acerca de las propuestas y posibilidades de
paz en Colombia a partir de diversos sectores, entre los que se encontraban la
juventud urbana organizada, las organizaciones que trabajan por la paz, el
sector rural y el sector estudiantil. En tal sentido, nos citamos en una mesa de
debate amplia donde compartimos como Red nuestras perspectivas con
representantes de Colombianos y Colombianas por la Paz, Planeta Paz,
Coordinador Nacional Agrario y la MANE que enriquecieron el debate y el
panorama a través de sus diversas experiencias y especificidades.
Como apertura para la Cátedra, se realizó
una presentación de un compañero del Centro de Investigación Libertaria y
Educación Popular (CILEP), colectivo que hace parte de la Red, en la que se
explicaba la importancia coyuntural que se le ha dado a la discusión de la paz y
la importancia social e histórica del tema, motivo por el cual decidimos dar la
discusión e intentar plantear posturas y propuestas como movimiento social
colombiano. Entre las consideraciones y reflexiones acerca de la paz se habla
acerca de la importancia de no analizar el tema de manera aislada, sino que el
tema requiere un análisis del contexto de conflicto social, económico y político
que vive la sociedad colombiana, pues de lo contrario la discusión acerca de la
paz quedará limitada a hablar de un cese al fuego y una desmovilización de las
organizaciones insurgentes. En el análisis del conflicto social, político y
económico en Colombia, en el cual se encuentra inmerso el conflicto armado, se
habla acerca del fortalecimiento de una economía primaria exportadora erigida
sobre latifundio, el despojo, la precariedad laboral, la falta de espacios de
participación democrática y falta de garantías en materia de Derechos Humanos para
el ejercicio de la oposición política en el país. De esta manera, pensarnos la
construcción de la paz implica también pensarnos alternativas de construcción
de nuevos espacios de participación de la ciudadanía y la necesidad al menos de
cuestionar el modelo económico para construir uno más justo y humano.
Después de estas consideraciones
iniciales, se realizaron las intervenciones de dos organizaciones que trabajan
particularmente el tema de la paz y las alternativas de paz en Colombia,
Planeta Paz y Colombianos y Colombianas por la Paz. Las intervenciones de estas
organizaciones hacían énfasis en que la superación del conflicto armado se
deriva de la lectura que se tenga acerca de tal conflicto: puede entenderse que
se trata de un conflicto meramente militar, un conflicto económico derivado del
sistema de producción capitalista, un conflicto relacionado con la falta de
espacios para el ejercicio de la democracia o un conflicto social que se
expresa en la lucha armada. Dependiendo de la postura que se asuma frente a la
concepción del conflicto entonces será necesario asumir una postura frente a
las alternativas de superación del conflicto. Las organizaciones asumen una
distinción esencial entre la paz entendida como un hecho y la paz entendida
como una construcción social, pues la primera concepción implicaría entender la
paz como un cese al fuego, mientras que la segunda implica un proceso de
movilización y participación ciudadana en la generación de nuevos espacios de
construcción de la vida social.
Se recalca también la importancia que
tiene el nuevo direccionamiento del modelo productivo en las manifestaciones de
intenciones de negociación de paz por parte del Gobierno Nacional, pues existe
la intención de copar los territorios rurales de proyectos productivos de agro
industria, minería y extracción de hidrocarburos incentivando la inversión
extranjera, y en tal sentido la existencia de un conflicto armado entorpece las
posibilidades para el desarrollo idóneo de ese modelo productivo. Existe
entonces una intención de pacificación más que de construcción de paz por parte
del gobierno nacional.
Se considera que tampoco se puede esperar
una simple desmovilización de las organizaciones insurgentes, pues éstas
mantienen aún ciertas reivindicaciones y agendas
que se consideran esenciales como presupuestos para un escenario de paz, tal
como lo son la Reforma Agraria, el tema de las víctimas y los Derechos Humanos
y las posibilidades reales de participación democrática de la ciudadanía. La
dificultad histórica que se presenta ante tales reivindicaciones tiene que ver
con la voluntad de ceder de la oligarquía: ¿estarían dispuestos a abandonar su
modelo de despojo y latifundio?; ¿estarían dispuestos a abandonar la violencia
y represión que han ejercido históricamente contra el pueblo que reclama vida
digna?; ¿estarían dispuestos a permitir espacios de construcción y participación
democrática de la ciudadanía aun cuando ello se oponga a sus intereses de
clase? ¿Y si la oligarquía no está dispuesta a ceder, y las propuestas de
pacificación no se corresponden con las intenciones de construcción de paz, en
la medida en que las primeras están encaminadas a consolidar un modelo económico,
político y social de despojo, control y falta de participación, y las segundas
por el contrario pretenden cuestionar tal modelo, entonces, qué postura debemos
asumir como movimiento social?
Después de estas intervenciones viene
la ponencia del representante del Coordinador Nacional Agrario, organización
campesina que nos da una lectura rural del conflicto y de la construcción de
paz. Desde una perspectiva rural es claro que para la construcción de paz es
presupuesto necesario la redistribución de la tenencia de la tierra y los
medios de producción, así como re plantear el modelo primario exportador y
pensarse una relación armónica con la Tierra y la naturaleza, pensarnos la
producción para satisfacer las necesidades alimentarias de la población
colombiana tomando como referentes las nociones de soberanía y seguridad alimentarias.
Asimismo, la construcción de la paz no se puede entender como una coyuntura,
una noticia, un hecho, sino que es una construcción que debe hacerse desde el
pueblo y particularmente las comunidades rurales en que a éstas se les
garanticen sus Derechos desde una perspectiva de integralidad, esto es, que se
respeten los territorios, la vida, la Tierra, se garanticen la salud y la
educación y condiciones para el “buen vivir”.
Más adelante, una compañera de la Mesa
Amplia Nacional Estudiantil (MANE) nos presenta las reflexiones que se han dado
desde el movimiento estudiantil acerca de la paz y la importancia de tal sector
en la construcción de paz en Colombia. Tras realizar una breve presentación de
la MANE y el proceso de resistencia frente a la propuesta de reforma de la Ley
30, la compañera nos presenta dos puntos esenciales del Programa Mínimo de los
estudiantes relacionados con la construcción de la paz: por un lado, la exigencia
de garantías y libertades democráticas para hacer posibles la movilización y
construcción social, que es una reivindicación que no se limita al ámbito
estudiantil sino que se extiende a todos los actores de la sociedad colombiana,
al pueblo colombiano que está cansado de ser reprimido y criminalizado cada vez
que se moviliza en contra del modelo dominante; por otro lado, la compañera
habla acerca de la relación universidad-sociedad como una reivindicación
central en la construcción de la paz en Colombia, en la medida en que desde la
MANE se plantea la construcción de una educación que se corresponda con las
necesidades y conflictos de la sociedad colombiana, con una lectura crítica y
consciente del contexto y las alternativas que se pueden construir desde el
estudiantado.
Finalmente, se abre una ronda de
intervenciones en que se pone sobre la mesa la importancia de escenarios desde
los que el movimiento social se piense y actúe en procura de la construcción de
paz, tales como el Congreso de Paz que se gesta desde el Congreso de los
Pueblos, o el último encuentro de la Marcha Patriótica realizado en Bogotá hace
algunos días. Por otro lado, se recalca la importancia de pensarse el tema de
las personas detenidas por motivos políticos y la negativa del Estado a
reconocer tal situación, así como también se reitera la importancia de una
lectura integral del conflicto en Colombia, pues pensarnos el conflicto más allá
de lo militar nos permite comprender que existe una articulación entre la
consolidación del modelo productivo primario y las intenciones de pacificación
por parte del Estado. También se hace énfasis en que si bien el Estado y la
insurgencia son actores centrales en la construcción de la paz, y en tal
sentido tienen algunas de las llaves de la paz, corresponde al pueblo
organizarse y movilizarse para quitar cualquier tipo de legitimidad a la
violencia ejercida por el Estado y la oligarquía en su contra.