Aligual que en la poca de Josu (24:15), Israel es desafiado a escoger a quin servir. En el tiempo de Elas cuando todava prevaleca la idolatra en todos los derredores del pueblo de Dios, era preciso que se practicase fidelidad nicamente a Jehov en Israel. Tcnicamente, esto es lo que se llama monolatra: la fidelidad y la adoracin a un solo Dios de entre muchos.
Los dos poderes enfrentados en una lucha por saber quin es ms poderoso. El bien contra el mal. Pero aun en aquel tiempo Elas estableci el reto: Quin es Dios? Baal (Dios de la fertilidad de los cananeos) o Jehov. El mensaje central fue claro:
En el tiempo de Elas, cuando todava prevaleca el politesmo en todos los derredores del pueblo de Dios, era preciso que se practicase fidelidad nicamente a Jehov en Israel. Teolgicamente, esto es lo que se llama monotesmo: la fidelidad y la adoracin a un solo Dios de entre muchos.
En el tiempo de Elas el pueblo de Israel estaba tratando de unir el servicio de Dios con el de Baal. Era una unin impracticable. Elas les propuso decidir la controversia entre Dios y Baal, apelando no a la autoridad de la ley, porque eso no tendra valor, sino apelando a recibir una seal visible desde el cielo.
Humanamente, la probabilidad de 450 a 1 es casi nula. Pero nada es imposible para el Dios de Israel! Pero hay que recordar lo que Abdas haba informado respecto a 100 profetas de Jehov escondidos en cuevas y a quienes haba provisto proteccin y sustento (v. 13). Por qu no mencion a los cien profetas escondidos?
El gran espectculo se celebrara a unos 70 m. de altura para que todos pudieran verlo. El monte Carmelo tiene forma triangular, mide unos 26 km de largo y alrededor de 7 km de ancho y su altura mxima es de unos 550 m. Estaba rodeado de una gran llanura. Adems, el monte estaba ubicado en la costa, el punto de un antiguo centro de adoracin.
Si el profeta no hubiera obrado siguiendo el mandato divino, su conducta se hubiera reducido a una presuncin loca, al tentar a Dios y pedirle que obrara un milagro semejante con Su mano, y al poner de tal modo la verdad al azar. Pero, por sus propias palabras, est claro que obraba segn las instrucciones del cielo:
Elas no tema, tampoco, confiar en el Seor acerca del resultado. Haba recibido rdenes, y las habla cumplido con fe sencilla, plenamente convencido de que Jehov no le dejara ni le avergonzara delante de la gran asamblea. Saba que Dios no le pondra en primera lnea de combate para abandonarle. Es verdad que era necesario un milagro asombroso, empero eso no encerraba dificultad alguna para el que habitaba al abrigo del Altsimo.
Todos estuvieron de acuerdo en llevar a cabo esta prueba, por cuanto les pareci que era un mtodo excelente para resolver la controversia y averiguar la verdad acerca de cul era el verdadero Dios y cul el falso. Obrar un milagro sera una demostracin palpable para sus sentidos. Las palabras que Elas habla dirigido a sus conciencias les haba dejado callados, pero el llamado a la razn fue aprobado enseguida.
Ha de sealarse que Elas no slo dio a escoger a sus adversarios entre los dos bueyes, sino que, adems, les concedi el hacer la prueba en primer lugar, para que, si podan, ratificaran el derecho de Baal y su propio poder, y, de esta forma, quedara resuelta la disputa sin que hubiera necesidad de posterior accin; no obstante, saba perfectamente bien que iban a ser frustrados y confundidos.
Ya que ha dado tales pruebas de su existencia, tales demostraciones de su gran poder, tales manifestaciones de su carcter, y tal revelacin de su voluntad, toda incredulidad, indecisin y negativa a darle el lugar que le corresponde en justicia en nuestros corazones y nuestras vidas es absolutamente inexcusable.
Hacia el medioda, Elas se burlaba de ellos diciendo: Gritad con voz ms fuerte, porque es un dios. Quiz est meditando o tiene algn trabajo o se ha ido de viaje. Tal vez duerme y haya que despertarlo![7]
Y aconteci al medioda, que Elas se burlaba de ellos Qu le parecen las expresiones sarcsticas de Elas en esta ocasin? El sarcasmo es un arma peligrosa de emplear, pero su uso est plenamente justificado para exponer las pretensiones ridculas del error, y es, a menudo, muy eficaz para convencer a los hombres de lo disparatado e irrazonable de sus caminos. El pueblo de Israel mereca que Elas mostrara su menosprecio hacia aquellos que procuraban engaarles
As, pues, continuaron orando y profetizando, cantando y danzando, hirindose y sangrando, hasta las tres de la tarde, hora en que se ofreca el sacrificio en el templo de Jerusaln. Estuvieron importunando a su dios durante seis horas sin interrupcin. Mas todos los esfuerzos y splicas de los profetas de Baal fueron intiles: el fuego que consumiera el sacrificio no lleg.
Pero Baal no responde, pues, en realidad, Baal no es nadie; simplemente no existe. As son los dolos y los dioses que los hombres se inventan y fabrican en todos los tiempos, tambin en los nuestros. Tienen muchos nombres, pero no son capaces de hacer nada, porque simplemente no existen. Tras el fracaso de los baalistas le toca a Elas el turno para ofrecer su sacrificio.
Era evidente que esperar ms no iba a servir de nada. La prueba que Elas haba propuesto, por el pueblo aprobada y por los falsos profetas aceptada, demostraba de modo convincente que Baal no tena derecho a llamarse (verdadero) Dios.
Al siervo de Jehov le haba llegado la hora de actuar. Era extraordinaria la manera en que se contuvo a lo largo de las seis horas durante las cuales haba permitido que sus adversarios ocuparan la palestra; slo una vez rompi el silencio para estimularles a aumentar sus esfuerzos.
Pero llegado el momento oportuno, se dirigi al pueblo, pidindoles que se le acercaran para que pudieran observar mejor sus acciones. Respondieron en seguida, sin duda con curiosidad de ver lo que haca, y con deseos de saber si su llamada al cielo sera ms fructfera que la de los profetas de Baal.
Y entonces, cuando repar el altar de Jehov, apel a sus corazones. En esto dio un ejemplo admirable a seguir por los siervos de Dios de todos los tiempos. El ministro de Cristo debera hablar a la conciencia, el entendimiento y los afectos de los oyentes, por cuanto slo as puede ser presentada la verdad de modo adecuado; y slo as puede llegarse a las facultades principales de los hombres y esperarse de ellos una decisin definitiva por el Seor. Debe conservarse un equilibrio entre la Ley y el Evangelio. Para poner en accin la voluntad, ha de escudriarse la conciencia, han de avivarse los afectos y ha de convencerse la mente. Fue as como Elas lo hizo en el Carmelo.
Qu fuerte y resuelta era la confianza en Dios que tenla el profeta. Saba perfectamente bien qu era lo que su fe y oracin haban alcanzado del Seor, y no tena el ms leve temor de verse contrariado y confundido. El Dios de Elas jams deja a quien confa en l con todo el corazn. Pero el profeta estaba decidido a que esa respuesta por fuego estuviera fuera de toda duda. Por consiguiente, invit al pueblo a inspeccionar lo ms de cerca posible su labor de reparacin del arruinado altar de Jehov. Haban de estar junto a l para que vieran por si mismos que no les engaaba ni pona ninguna chispa secreta debajo de la lea sobre la que yaca el buey sacrificado. La verdad nunca teme la investigacin ms estricta. Nunca rehye la luz, sino que la solicita. Son el obrador de maldad y sus emisarios los que aman las tinieblas y el lugar secreto y obran bajo la capa del misticismo.
All que lo primero que Elas hace es arreglar el altar arruinado. No es esto significativo? Por qu se haba abandonado el altar al Seor? Quines lo haban abandonado? Un altar arruinado es smbolo de desidia e irresponsabilidad. Es no darle la importancia que tiene mi devocin al Seor. Observe que Elas arregl el altar con doce piedras pensando en las doce tribus de Israel que fueron siempre testigos de la nica adoracin a Dios. Israel, como la iglesia de Cristo, sabe que hay que arreglar el altar para invocar al verdadero y nico Dios.
El que Elas haya tenido que reparar el altar indica que el monte Carmelo haba sido un lugar de adoracin a Jehov. La persecucin sistemtica del culto a Jehov de parte de la reina Jezabel abarcaba no tan solo a sus adoradores sino tambin los lugares de adoracin. Las 12 piedras parecen figurar la unidad gloriosa del antiguo Israel (xo. 20:25; 24:4; Jos. 4:4)
Segn la ley mosaica, haba slo un altar sobre el que pudiera ofrecerse sacrificios, y ste estaba en donde el Seor haba fijado su residencia peculiar desde los das de Salomn, es decir, en Jerusaln. Pero, antes de que se levantara el tabernculo, podan ofrecerse sacrificios en todos los lugares. Se construyeron altares dondequiera que los patriarcas permanecieron por algn espacio de tiempo, y es probablemente a ellos que Elas aludi en 19:10. Este altar en ruinas, por lo tanto, era un testigo solemne de que el pueblo se haba alejado de Dios. El profeta, al repararlo, reprochaba al pueblo por su pecado, y haca en su nombre confesin del mismo, al propio tiempo que les llevaba de nuevo al lugar de los principios.
Elas prepar su propio holocausto desde el principio con otro toro. Tomando 12 piedras para simbolizar la unidad original de Israel repar un altar de Jehov que estaba arruinado, quizs uno de los lugares altos que suele condenar en circunstancias normales. Pero en este caso las circunstancias no eran normales porque lo que estaba por decidirse era si el culto de Jehov en Israel iba a sobrevivir y no slo eso sino si el mismo Israel iba a sobrevivir. El asunto ya no era dnde se poda adorar a Jehov sino si Israel continuara adorndole, es decir, si Israel continuara existiendo como Israel.
Elas construye el altar en el nombre de Jehov. Ya que toda la historia gira en torno a los nombres de Baal y Jehov, es patente que el nombre de Jehov se usa varias veces en este relato como una fuerza poderosa.
Elas tom doce piedras para construir el altar, dando a entender que iba a ofrecer sacrificio en nombre de toda la nacin (Josu 4:20; Esdras 6:17). De este modo testific de su unidad, de la unin existente entre Jud y las diez tribus. El objeto de su adoracin habla sido originalmente uno, y as haba de ser ahora.
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