18 de octubre 2011

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Mujer de bendicion

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Oct 19, 2011, 12:14:52 PM10/19/11
to EL PODER DE UNA BENDICION
18 de octubre 2011
LA PUERTA DE ENFERMEDAD POR MALDICIÓN
Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual y la comprensión
necesaria que Tú permites con cada enfermedad que toca mi cuerpo.
Enséñame a mirar debajo del sol que somos como neblina que se
deshace. Haz que comprenda que las enfermedades del cuerpo me ayudan
a conseguir un conocimiento más perfecto del mismo, a desprenderme de
todo lo creado y me invitan mediante la espontánea reflexión que trae
consigo, sobre la brevedad de la vida, a trabajar con más empeño y
seriedad en preparar mi alma para la vida futura donde no existe ni
enfermedad ni pena, sino el eterno gozo de tu compañía.
Guárdame de Esta terrible maldición porque es una de las puertas más
poderosas que extingue a la raza humana, porque desprende un sin
número de enfermedades incurables, y no hay médico, hombre, o poder en
la tierra que supere los decretos de Dios.
Ejemplo Deuteronomio 28:20-22. El Señor traerá sobre ti mortandad,
hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión
de ella. El Señor te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de
ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te
perseguirán hasta que perezcas. (28:28) El Señor te herirá con locura,
ceguera y turbación de espíritu; (28:35) Te herirá con maligna pústula
en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu
coronilla, sin que puedas ser curado. (28:45) Y vendrán sobre ti
todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que
perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz del Eterno tu Dios,
para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó;
Ruego al Señor que derrame sobre mí un corazón limpio y un espíritu
nuevo y recto con un nivel mayor de obediencia en mi alma con el fin
de obedecerlo y servirle de todo corazón hasta que ninguno de sus
juicios caigan sobre mí, me ampara bajo la sombra de su nombre, bajo
el bien y la misericordia, apelo a su gracia y al espíritu de la
restauración porque solo si obedezco, ninguna de estas enfermedades
llegarán a mi cuerpo, renuncio a todo acto de rebelión, pecado,
maldad iniquidad, puerta abierta a los deseo desenfrenados de la
carne, me someto a una vida de santidad y sujeción a la autoridad del
Dios Eterno


LA PUERTA DE ENFERMEDAD POR LA PRESENCIA DE DIOS
Es difícil entender que el cuerpo humano no está en condición de
recibir directamente la presencia de Dios, con solo que haga contacto
a un nivel de una gloria mayor. no resiste y viene la debilidad del
cuerpo produciendo una enfermedad que se cura con su misma gloria
Daniel 8:26 La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es
verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días. Y yo
Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando
convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa
de la visión, y no la entendía. Por medio de esta visión, Daniel quedó
expuesto a los rayos de la gloria de Dios y cayó abatido por una
enfermedad. Apocalipsis 1:17
Declaro que hallaré gracia delante del Señor con el propósito de tener
grandes y gloriosos encuentros con Él, para que se vea con Moisés, la
gloria de su presencia sobre mi rostro, si mi cuerpo se debilita por
causa de su gloria bendita sea esa hora, porque es la señal que he
tenido una experiencia sobre natural con Dios

LA PUERTA DE ENFERMEDAD POR PECADO
DECRETO el cierre de esta puerta en mi vida y en mis generaciones ya
que no entraré voluntariamente al terreno de Satanás y no le daré
ningún derecho a las tinieblas para inducirme a pecar. Tomo la promesa
que dice bendito el hombre a quien el Altísimo no culpa de iniquidad,
Y en cuyo espíritu no hay engaño. No callare porque si lo hago se
envejecerán mis huesos en mi gemir todo el día y mi verdor en
sequedades de verano. Mi pecado te declaré, y no encubre mi
iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al Señor; Y tú
perdonaste la maldad de mi pecado, escucha oh Dios mi oración y cierra
toda causa de maldición por donde pueda llegar cualquier enfermedad.
Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, Y se
recrearán los huesos que has abatido. No me eches de delante de ti, Y
no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y
espíritu noble me sustente. Salmos 32:1-5



LA PUERTA DE POR LA MURMURACION
Decreto cerrar mi boca para no dañar con palabra ninguna autoridad,
puesta por Dios, como lo hizo María al comentar negativamente de su
hermano Moisés y por esto, quedó leprosa por siete días. Pon guarda
en mi boca para que mi lengua no me haga pecar y se aparte de mi tu
gloria, no deseo que nada se detenga por mi causa y se afecten las
personas que de mi dependen, pido perdón ante Dios y a mis hermanos si
en algún momento he hecho un comentario negativo que ha afectado su
integridad o su imagen y por mi causa se han visto afectados. Hoy te
pido un corazón sano porque de la abundancia del corazón, habla la
boca.

LA PUERTA DE GULA POR NEGLIGENCIA
Decreto sobre mi voluntad los mejores hábitos alimenticios, no comer
de forma inadecuada, por ansiedad, dame la gracia de tomar el tiempo
para bendecir los alimentos y comerlos en paz disfrutando cada tiempo
de comida que me das. Te ruego que habitúes mi metabolismo a las
grasas, los químicos, el agua, los vegetales, a los productos
enlatados y a todo lo natural que ha sido contaminado en este siglo
que vivimos. Renuncio a ser como muchas personas que llegan a
relacionar el afecto con la comida, que, al sentir alguna emoción
fuerte (rabia, miedo, tristeza) comen sin control, e incluso, algunas
llegan a hacer de esto un hábito y comen cuando se sienten solas,
frustradas o están frente a alguna situación que les genera ansiedad.

LA ORACIÓN DEL ENFERMO
La oración del enfermo tiene una característica especial. "En la
enfermedad te sientes débil, incapaz, sin fuerza, sin posibilidad de
decidir por ti mismo, en manos de otros; ni siquiera puedes huir
aunque lo desees: Se consumen de pena mis ojos, mi garganta y mi
vientre; mi vida se gasta en la congoja, mis años en los gemidos (Sal
31, 10-11). Entre este grupo de sentimientos duros puede correr una
tenue brisa de confianza y vivir la experiencia de la Presencia, la
compañía, la acogida: El Señor está cerca de los atribulados (Sal
34,19).
El enfermo puede vivir en la oración una bellísima experiencia de la
ternura de Dios: Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me
recogerá (Sal 27,10), aunque camine por cañadas oscuras, nada temo,
porque tú vas conmigo (Sal 23,4).
La larga jornada del enfermo, y su noche, son ocasión para realizar
ante Dios una actividad fundamental, rememorar, recordar el pasado: En
mi angustia te busco, Señor, de noche rebullen mis manos sin
descanso... repaso los tiempos antiguos, recuerdo los años remotos
(Sal 77,3-6)... En este repaso de la vida van a destacar aspectos muy
importantes, ricos, fecundos, llenos de sentido y de plenitud, que no
podrán menos que provocar la alabanza y la bendición a Dios. ¿Quién no
puede descubrir en su vida destellos de la presencia actuante de Dios?
Cuando se hace con verdad la memoria de la vida en ella aparece,
también, la cara negativa del fracaso, de la responsabilidad que ha
arruinado tantas posibilidades, del pecado y de la culpa. Aspectos que
en la enfermedad pueden agigantarse, desmesurarse y asaltarnos
amenazadoramente... La oración que confiesa el pecado y pide perdón y
la experiencia del Dios que perdona y abraza es fundamental para
asumir con madurez lo negativo de la vida, acogerse y poder cambiar.
La oración de petición es la palabra más espontánea en la boca del
dolor humano: Que no me arrastre la corriente, que no me trague el
torbellino (Sal 69,16). Se pide lo que el discípulo del Señor ha
deseado a lo largo de su vida y, sobre todo, en los períodos de
prueba: No nos dejes caer en la tentación, para que no caigamos en las
manos del mal (Mt 6,13). Y se pide que mi voluntad sea lo que Dios
quiera, no lo que quiera yo: Realícese tu designio en la tierra como
en el cielo.
Cuando le pides a Dios lo que Él quiere, caes inmediatamente en la
aceptación de la realidad. La enfermedad no sólo te pone en tu lugar,
sino que te revela descarnadamente lo que eres: Los años de nuestra
vida son unos setenta u ochenta, si hay vigor; más la mayor parte son
trabajo y vanidad, pues pasan deprisa y vuelan (Sal 90, 10). (Sal
39,5).
¿Quiere esto decir que hay que dejarse vencer por la enfermedad, que
tenemos que aceptar el dominio del dolor? que hay que agachar la
cabeza ante el destino? ¡De ningún modo!". El ánimo de mi espíritu
soportara toda enfermedad
En los salmos el enfermo acusa el golpe, pero no se queda pasivo,
resignado, sino que saca fuerza para luchar por la salud. Tras el
grito inicial comienza una actividad que incluye muchos pasos hasta
lograr una nueva experiencia de salud, que desemboca en acción de
gracias.
Cuando uno está enfermo, se encuentra con un caudal inmenso de
preocupaciones, deseos, intenciones, recuerdos, ánimos y fuerzas que
vienen de los demás y que se expresan por medio de la oración: "oramos
por ti", "¡cuánto hemos orado por ti!". Es particularmente eficaz la
oración comunitaria, como dice el Señor: Donde están dos o tres
reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,19).
La enfermedad puede cumplir diversas funciones. Puede ser prueba y
crisol, castigo y correctivo, ocasión de maduración de la persona y
lugar del alumbramiento de una nueva salud. En la enfermedad se viven
situaciones en las que se hace aguda la necesidad de la
reconciliación. Todo queda al descubierto. Tal es el caso de viejos
odios y de problemas no resueltos. Junto al lecho del enfermo se dan
las grandes reconciliaciones.
En medio de la enfermedad el creyente se pregunta: ¿Qué dice Dios de
mi enfermedad? ¿Qué está haciendo con ella? En realidad, no existen
respuestas fáciles ante el problema del mal, del sufrimiento y de la
muerte. Es preciso orar. Se dice en la carta de Santiago (5,13-15):
¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante
salmos. ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros
de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del
Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo.
La carta de Santiago relaciona el sufrimiento con la oración y la
enfermedad con la oración y la unción. El contexto se refiere a la
oración. La expresión oración de fe se refiere a la oración hecha con
fe, que excluye toda magia y supone una relación viva con el Señor.
Además se propone la oración ferviente, es decir, asidua. Se afirma
que, si se hace así, tiene mucho poder (5,16).
Nos dice Jesús que la oración ha de ser perseverante: Hemos de orar
sin desfallecer y en todo tiempo (Mt 18,1). Su eficacia se manifiesta
en el don del Espíritu, que el Padre da a quienes se lo piden (Lc
11,13).

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